26 julio 1980
Redenomina la 'Avenida del Generalísimo' como 'Paseo de la Castellana'
El ayuntamiento de Madrid (PSOE-PCE) retira trece calles dedicadas a figuras de la derecha asesinadas por la izquierda durante la Guerra Civil (José Calvo Sotelo, Albiñana, Ruiz de Alda…)
Hechos
El 25 de julio de 1980 el ayuntamiento de Madrid cambió de nombre 27 calles.
Lecturas
SUPRESIÓN DE ‘LAS CALLES FRANQUISTAS’ DE MADRID:
La ‘Avenida del Generalísimo’ pasa a ser ‘Paseo de la Castellana’
28 Enero 1980
Enterrar el recuerdo
Tonto tenía que ser el pueblo madrileño para no apreciar el revanchismo que supone el cambio de nombres de 27 calles de Madrid. Pero un examen detenido de la lista permite apreciar otro hecho, que ha pasado inadvertido o, al menos, no ha sido comentado: trece de los veintisiete nombres suprimidos corresponden a personas asesinadas por los marxistas. Vamos a examinarlos, por el mismo orden que han sido publicadas:
Doctor Albiñana – Monárquico. Fue asesinado en la cárcel Modelo de Madrid por los marxistas en agosto de 1936.
Calvo Sotelo – Fue asesinado por miembros del PSOE el 13 de julio de 1936, antes de comenzar la guerra. Jefe de la minoría monárquica en el Parlamento, fue sacado de su casa por miembros de la Policía del Estado y militantes del PSOE y asesinato en una camioneta de la Guardia de Asalto.
Delgado Barreto – Periodista monárquico. Asesinado por los marxistas en Madrid, durante la guerra.
General Fanjul – Fusilado por los rojos durante la guerra.
General Goded – Fusilado por los rojos durante la guerra.
José y Fernando Serrano Suñer – Asesinados por los rojos en Madrid.
José Antonio Primo de Rivera – Fundador de Falange Española. Asesinado por los rojos en Alicante.
Julio Ruiz de Alda – Aviador. Héroe de la gesta del Plus Ultra. Asesinado por los marxistas en una saca de la cárcel Modelo.
Mártires de Madrid – Recuerda los miles de personas inocentes asesinadas por los rojos en Madrid durante la guerra. De ellas. 12.000 en Paracuellos del Jarama.
Matías Moreno – Estudiante de Medicina. Asesinado por los marxistas en Madrid, antes de la guerra.
Onésimo Redondo – Abogado de Valladolid. Asesinado por los marxistas, en Labajos, en los primeros días de la guerra.
Ramiro Ledesma Ramos – Fundador de la JONS. Asesinado en Madrid, en una de las sacas de la cárcel Modelo.
Víctor Pradera – Tradicionalista. Diputado del Parlamento. Asesinado en San Sebastián por los marxistas al principio de la guerra.
Trece en total: De los restantes, tres corresponden a muertos nacionales en acción de guerra: «Alfereces provisionales» (25.000 muertos en combate); Capitán Cortés, muerto de sus heridas tras la heroica defenda, al frente de la Guardia Civil, en el Santuario de la Cabeza, en una gesta de la que debía sentirse orgulloso cualquier español bien nacido: Hermanos Miralles, dos jóvenes monárquicos, muertos heroicamente en el frente.
Tres corresponden a héroes del Ejército muertos en accidente: General Sanjurjo, General Mola, y García Morato, as de la aviación nacional y orgullo del Ejército. Dos nombres, Caudillo de España y Generalísimo Franco, honraban a uno de los más brillantes militares y jefes de Estado español, cuyo nombre figura por Decreto del Rey en cabeza de los escalafones de los tres Ejércitos. ‘Héroes del 10 de Agosto’ recuerda los muertos en el intento de restaurar una monarquía en la dinastía a la que pertenece el actual Rey.
El revanchismo es claro. La inoportunidad, también. Pero, por el número, destacan, de forma especial, los españoles asesinados por los marxistas, antes y después de la guerra. Ahora, un Ayuntamiento de mayoría marxista quiere enterrar sus nombres junto a sus cadáveres. Unos marxistas los asesinaban y otros marxistas intentan borrar su recuerdo. Una forma mezquina de manchar memorias. Pero un medio inútil de lavar conciencias.
26 Julio 1980
José Calvo Sotelo: Olvidado holocausto
(Hijo de José Calvo Sotelo)
Llegamos al XLIV aniversario del sacrificio de José Calvo Sotelo en momentos de grave confusión, que no deseo analizar en la ocasión presente. Sólo me importa subrayar hoy el olvido – oblicuo, injusto y reflexivo – de su obra y de su final. Mientras otras víctimas de la tragedia de 1936 reciben homenajes, ciclos antológicos, glosas y hasta larguísimos espacios en RTVE, el jefe del Bloque Nacional, diputado, ministro y líder de la oposición parlamentaria, el primer muerto, ¡y en qué circunstancias! De la guerra civil, el que un día fuera llamado con justicia Protomártir, pues presentía y aceptó su final, sólo recoge en este nuevo aniversario, junto a las preces de algunos amigos – cada vez menos, ¡ay!, por inexorable ley de vida – la amputación de su nombre de un entrañable paseo capitaleño, y una velada amenaza de entregar el monumento que preside otro enclave urbano, a los piquetes de demolición. Pienso que esta desmemoria capitalizada podría servir de símbolo, sin duda, a cuantos son arrojados a la zanja de una intencionada amnesia, en tanto se manipula, hasta hacerlo elefantiásico, el recuerdo de otros nombres seguramente respetables, pero de distinto signo. Los muertos no merecen tan torpe discriminación; no porque sus méritos sean parejos, sino porque los criterios para encauzar la memoria debieran apoyarse en datos más objetivos y menos tendenciosos. Un muerto gigantesco, de magnitud ciclópea, por su talento, la fecundidad de su obra en la Hacienda Pública y la Administración Local, su lucidez parlamentaria, una actitud vital purísima, y ese trágico y presentido final que se lo llevó en plena juventud. Cuarenta y tres años: algo menos que la cumplida madurez de un hombre.
Subrayaba el número-aniversario que ABC dio la noticia de su muerte escuetamente. Sólo cabe dar al matiz un sentido de contención estremecida, trasvasada con la terrible sobriedad de una esquela a la famosa portada del 15 de julio, capaz de sortear la rigurosa censura del Frente Popular. Yo también me atrevo a pedir hoy escuetamente que se haga justicia a la memoria de José Calvo Sotelo. Y ya que no se celebran homenajes a su fecunda labor, ya que aún no ha visto la luz, pese a estar programadas y a punto, sus obras completas, terminen al menos esos gestos torvos que intentan borrar su estela de calles y de plazas o dinamitar los monumentos e hitos de su recuerdo arrasándolos de esta geografía a la que tanto amó.
Luis Emilio Calvo Sotelo