5 marzo 2008
Su regreso a la cúpula de la CEE se produce poco antes de unas elecciones generales
El cardenal Rouco Varela vuelve a la presidencia de la Conferencia Episcopal reemplazando a Ricardo Blázquez
Hechos
El 4.03.2008 el cardenal arzobispo de Madrid, Monseñor Antonio María Rouco Varela fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal, cargo que ya había ocupado en el periodo 1999-2005. Se le consideraba alguien enfrentado al Gobierno del PSOE.
Lecturas
El 4.03.2008 el cardenal arzobispo de Madrid, Monseñor Antonio María Rouco Varela es elegido presidente de la Conferencia Episcopal en sustitución de D. Ricardo Blázquez, que ha ocupado el cargo en el periodo 2005-2008.
D. Antonio María Rouco Varela ya ocupó la presidencia de la Conferencia Episcopal en el periodo 1999-2005, por lo que es la primera vez desde que existe el organismo en que un presidente tiene un segundo periodo de mandato.
Se le consideraba alguien enfrentado al Gobierno del PSOE y afín a la actual línea de la COPE, de permitir el estilo agresivo de los locutores del grupo Liberta Digital, que controlan los programas ‘La Mañana’, ‘La Linterna’ y ‘La Palestra’ de la emisora episcopal.
Este segundo mandato de D. Antonio María Rouco Varela durará hasta marzo de 2014.
05 Marzo 2008
La Elección de Rouco Varela
Los obispos españoles han elegido presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) al arzobispo de Madrid, monseñor Rouco Varela, alineado con el sector eclesiástico más crítico con el Gobierno socialista. El nuevo presidente, que ya lo fue en el periodo entre 1999 y 2005, un acreditado canonista y experto en derecho público eclesiástico, derrotó ayer por sólo dos votos a su antecesor, el obispo de Bilbao, monseñor Ricardo Blázquez, que fue elegido vicepresidente de la CEE.
Aunque esta es una elección que afecta a la jerarquía de la Iglesia, es evidente que trasciende los estrictos muros de la institución, tanto por la evidente influencia que tiene en España – reconocida en la Constitución de 1978 – como por el momento tan especial que se vive en nuestro país, y en el mundo occidental, entre los sectores que proponen una visión más laica, que no anticlerical, en todos los órdenes de la vida pública, y los que defienden el derecho de una presencia mucho más evidente de la releigión, en tanto que guía moral, en un mundo que ven amenazado por el relativismo y el agnosticismo.
Una división que también está presente en el seno de la Iglesia católica española, como ha sido notorio en las dos últimas elecciones de su presidente, las cuales se han resuelto con muy apretadas diferencias. Frente a la continuidad de Ricardo Blázquez, el hasta ahora presidente que fue elegido de forma sorprendente por un único voto de margen en el 2005, los obispos han preferido a Rouco Varela. El moderado Blázquez ha sido para este sector del episcopado que ahora le ha derrotado un hombre de perfil poco combativo. La verdad es que el obispo de Bilbao ha planteado su oposición a algunas iniciativas socialistas (matrimonio de homosexuales, asignatura de religión, agilización de los trámites del divorcio o investigación con células madre) desde una radical opción del diálogo para defender el derecho de la Iglesia a expresar sus opiniones, una opción que representa a la mitad de los obispos entre los que se halla el episcopado catalán.
Por el contrario, monseñor Rouco Varela ha llegado a la presidencia tras haber protagonizado una dura confrontación con el Gobierno, incluso con su insólita presencia en manifestaciones, y cuya culminación fue una masiva concentración en Madrid en apoyo de la familia tradicional y una nota de orientación moral ante las elecciones. Un comunicado que se identificó con la opción política del PP en plena precampaña electoral. Esa actuación fue replicada con contundencia por el presidente del Gobierno, que ha amenazado con el “poner los puntos sobre las íes a los obispos”; es decir, con una revisión de los pactos si gana el próximo domingo.
Aunque en su primera declaración, monseñor Rouco ha ofrecido su ‘colaboración leal’ al Gobierno, y que este ha mostrado su disposición al entendimiento, es cierto que, de ganar el PSOE como señalan las encuestas, puede abrirse un periodo difícil en las relaciones Estado-Iglesia. Una cuestión que preocupa en algunos círculos del Vaticano por el peso que tiene España, por la gran influencia que ejerce en Latinoamérica y, especialmente, en Cuba, que vive una situación política crucial para su futuro.
05 Marzo 2008
Presidente Rouco
Los obispos españoles han elegido a Antonio María Rouco Varela, titular de la diócesis de Madrid, como presidente de la Conferencia Episcopal. Rouco competía con Ricardo Blázquez, representante del sector no integrista del episcopado, al que sólo ha superado por dos votos y que ha obtenido un amplio respaldo como vicepresidente. La elección del arzobispo de Madrid ha roto la costumbre de conceder dos mandatos a cada presidente de la Conferencia. El motivo principal de este cambio habría que buscarlo en la actitud del Vaticano hacia Blázquez: en sus tres años de mandato como presidente, y también en abierto contraste con lo que venía siendo habitual, Benedicto XVI no lo ha incorporado al colegio de cardenales. Puesto que el Papa sabía de antemano lo que se jugaba la Iglesia española en esta elección, cabe interpretar que el resultado cuenta con su simpatía, seguramente acrecentada por la estrecha amistad que le une con Rouco Varela.
El nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, que ya ejerció el cargo entre 1999 y 2005, debería tomar conciencia de que, a partir de ahora, sus actos y declaraciones de naturaleza política no sólo comprometen a los obispos españoles, sino también a Roma, con la que España mantiene unos acuerdos de dudosa constitucionalidad desde 1979. Revestido con el título oficial de presidente de la Conferencia Episcopal, y apoyado por el Vaticano, iniciativas como las que Rouco ha llevado a cabo durante los últimos cuatro años afectarían a la relación entre dos Estados. La responsabilidad institucional que le ha conferido el resto de los obispos españoles debería traducirse en responsabilidad a secas, sea cual sea el Gobierno que salga de las elecciones del próximo 9 de marzo. La Conferencia presidida por Rouco no debería intentar prevalerse de la situación en el caso de que el Partido Popular llegase a formar Gobierno, como ya hizo durante la legislatura de 2000, ni tampoco debería continuar en la confrontación abierta si la victoria corresponde al Partido Socialista.
Los obispos españoles sabían que la elección de Rouco Varela sería recibida con recelo en amplios sectores de la sociedad española, incluidos muchos católicos, y de ahí que hayan tratado de enviar un mensaje apaciguador al mantener a Blázquez como vicepresidente. Se trata de un mensaje con escasa credibilidad: si algunos obispos, con Rouco Varela a la cabeza, no dudaron en desentenderse de la autoridad de Blázquez siendo el presidente de la Conferencia, no resulta verosímil que, como vicepresidente, vaya a gozar ahora de mayor respeto.
En cualquier caso, la práctica coincidencia de las elecciones a la presidencia de la Conferencia Episcopal con las generales del 9 de marzo permitirá un nuevo comienzo si la jerarquía eclesiástica recuperase el papel que nunca debió abandonar, y que tantos y tan importantes servicios prestó a la convivencia durante los años difíciles de la transición.
05 Marzo 2008