14 junio 2018

El nuevo presidente será Jesús Nuño de la Rosa

El Consejo de El Corte Inglés destituye al presidente Dimás Gimeno en un golpe liderado por su prima Marta Álvarez

Hechos

El 14.06.2018 el Consejo de El Corte Inglés destituyó a su presidente, D. Dimas Gimeno.

Lecturas

Tras meses de enfrentamiento aireado por digitales y prensa económica el 14 de junio de 2018 el Consejo de Administración de El Corte Inglés, la cadena de grandes almacenes comerciales más importante de España, destituye a D. Dimas Gimeno Álvarez de la presidencia a instancias de sus primaras Dña. Marta Álvarez Guil y Dña. Cristina Álvarez Guil. Ocupaba el cargo desde 2014.

D. Dimas Gimeno Álvarez es el sobrino del anterior presidente, el fallecido D. Isidoro Álvarez Álvarez, del que las hermanas Álvarez Guil eran hijastras y el Sr. Gimeno no fue capaz de integrarlas en su equipo.

En el consejo las hermanas Álvarez Guil propusieron la destitución de D. Dimas Gimeno y su sustitución por D. Jesús Nuño de la Rosa. Destitución que fue respaldada por todos los presentes incluidos D. Florencio Lasaga Munárriz, D. Manuel Pizarro Moreno y el consejero delegado D. Víctor del Pozo y la única abstención del jeque Al Thani, el Sr. Shahzad Shahbaz (por tanto 8 votos a favor, 1 abstención y 1 ausencia).

D. Dimas Gimeno Álvarez no asistió al Consejo de Administración y anunció que lo impugnaría por considerarlo ilegal, mandando un comunicado a todos los trabajadores y a los medios considerando ilegítima su destitución. El Consejo convocó una Junta de Accionistas de El Corte Inglés para el 26 de agosto de 2018 en la que incluía en el orden del día la solicitud de expulsión como consejero de D. Dimas Gimeno. No obstante, el 25 de agosto de 2018 D. Dimas Gimeno llegó a un acuerdo para desvincularse de El Corte Inglés, que incluía renunciar a su impugnación y dimitir voluntariamente como consejero.

EL NUEVO PRESIDENTE

 D. Jesús Nuño de la Rosa nuevo presidente de El Corte Inglés aupado por las hermanas Álvarez.

Principales accionistas de El Corte Inglés:

  • Fundación Ramón Areces – 37,39% (Presidida por Flrencio Lasaga)
  • IASA – 22,18% (Controlada por las hermanas Álvarez por dos tercios frente al tercio restante de Dimás Gimeno)
  • Jeque Hamad al Thani – 11%
  • Corporación Ceslar – 9%
  • Cartera Mancor – 7%
  • Accionistas minoritarios – 14,43%.

El Consejo de Administración de El Corte Inglés:

  • D. Jesús Nuño de la Rosa (Nuevo presidente)
  • D. Dimas Gimeno (No asistió al consejo y lo impugnará)
  • D. Víctor del Pozo (CEO)
  • D. Antonio Hernández Gil
  • D. Manuel Pizarro
  • Dña. Marta Álvarez Guil
  • Dña. Cristina Álvarez Guil
  • D. Florencio Lasaga (Fundación Ramón Areces)
  • D. Carlos Martínez Echevarría.
  • D. Shahzad Shazbaz (en representación del jeque Al Thani)
  • Dña. Paloma García Peña (en representación de Cartera Mancor).

Los veteranos D Florencio Lasaga y D. Carlos Martínez Echevarría, únicos supervivientes históricos de la dirección de El Corte Inglés de D. Ramón Areces y D. Isidoro Álvarez, que habían mantenido una posición neutral al asistir al consejo que D. Dimás Gimeno consideraba irregular, se estaban posicionando a favor de las primas Álvarez.

22 Abril 2018

El testamento final de Isidoro Álvarez tensiona la cúpula de El Corte Inglés

Carlos Segovia

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Días antes de morir el 14 de septiembre de 2014, el histórico presidente de El Corte Inglés, Isidoro Álvarez, entregó a uno de sus más fieles y veteranos colaboradores, Carlos Martínez Echevarría, una carta. Incluía un único cambio en el testamento que había cerrado meses antes, el 30 de mayo. En la carta ya no dejaba diez millones de euros a su hermana, María Antonia Álvarez, la madre del actual presidente de El Corte Inglés, Dimas Gimeno, sino cinco millones. Ésta es la versión que trasladó Martínez Echevarría a la atónita María Antonia dos años después, cuando toda la familia y albaceas se dieron cita para la firma del cuaderno particional de la herencia.

La hermana de Isidoro confió resignada en este albacea y en el notario, Juan Aznar, y se unió a todos en la firma, pero dos años después, ha decidido que no se lo cree y ha presentado una demanda civil contra la familia y albaceas, especialmente contra sus sobrinas, las hijas adoptivas de Isidoro y actuales principales accionistas de El Corte Ingles Marta y Cristina Álvarez. Éstas han logrado en los últimos años apoyos suficientes para dominar la empresa y el consejo y retiraron el pasado octubre poderes ejecutivos a Dimas Gimeno.

La madre de éste reclama la anulación del cambio en el testamento y que se la eleve su legado en cinco millones. Según el texto de la demanda al que ha tenido acceso este diario, los abogados de María Antonia Álvarez aseguran que se produjo «un sospechoso cambio» a última hora en el testamento de Isidoro que debe ser declarado nulo por infringir el código civil, ya que no se respetaron, en su opinión, las reglas de modificaciones testamentarias.

Los defensores de las hermanas Álvarez niegan irregularidades y que la demanda tenga recorrido. Subrayan que María Antonia aceptó en su momento el testamento y su reparto, por lo que no ven admisible que lo ponga ahora en duda. Ligan su actual ofensiva judicial al cambio en el papel de su hijo en el grupo.

Por su parte, la demandante asegura que tiene estudios básicos y cometió un error al firmar entonces. Ahora cuestiona que «prácticamente moribundo» su hermano firmara en el hospital el 25 de agosto de 2014 una carta que solo modificaba su legado para su hermana y con «numerosos defectos» incluido que escribiera «el legado de Ma. Antonia» sin especificar apellido o estableciera que se diera dinero a su hermana de una sociedad distinta de la prevista en el testamento original. Esta demanda presentada este año se une a la mercantil del pasado septiembre en el que la madre de Gimeno reclama que sus sobrinas restituyan 140 millones a la sociedad familiar IASA, porque, a su juicio practicaron una reducción del capital social de esa envergadura a espaldas del resto de accionistas, ella incluida. Otro de los socios, César Álvarez, hermano de María Antonia, ha presentado una demanda similar contra sus sobrinas, que va más avanzada y tendrá ya vista el próximo mes. También en este caso Marta y Cristina niegan de plano irregularidades y sostienen que la reducción de capital obedece también a la aplicación del testamento de su padre, que las instituyó como herederas universales.

La Justicia hablará sobre estas duras demandas, pero, de momento, el mero hecho de que nada menos que la madre del presidente de El Corte Inglés demande a las principales accionistas es una muestra de tensión en la cúpula y la necesidad de más acuerdos y profesionalidad. Es cierto que la empresa eleva beneficios y que a la clientela no llegan estas convulsiones internas, pero deben ser resueltas. Más aún cuando Rajoy mostró buena sintonía personal con Gimeno el pasado martes y brindó en el World Retail Congress un claro apoyo a la cruzada de El Corte Inglés contra la competencia desigual con Amazon, que se encuentra a años luz de aportar a la economía española los impuestos y el empleo directo e indirecto de 350.000 personas que genera El Corte Inglés. Tras lograr superar la crisis del mercado español con alta plantilla y deuda refinanciada, el grupo debe centrarse en reformas para adaptarse al duro entorno.

Hay señales hacia mayor profesionalización como el encargo sin precedentes que ha hecho el presidente de la Comisión de Auditoría, Manuel Pizarro, a Ernst&Young para que esclarezca si empresas vinculadas al jefe de protección de datos de El Corte Inglés, Juan Carlos Fernández Cernuda, se han convertido irregularmente en proveedores del grupo. Un feo asunto que también muestra que hay mucho por hacer.

El crecimiento económico y turístico de España ofrece un colchón de tiempo que el gran grupo fundado por Ramón Areces debe aprovechar.

18 Mayo 2018

"Ya es primavera en El Corte Inglés": el retrato de un tiempo histórico que se va

Andrés Gil

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Los grandes almacenes eran capaces de decretar las estaciones del año y de convertir eslóganes en lemas de un tiempo histórico: "Si no queda satisfecho, le devolvemos su dinero"

El Corte Inglés ha sido el retrato de una época de España. Aquella que salió rota de la Guerra Civil, que inauguró con sangre y fuego el régimen de Franco; una época en la que estos grandes almacenes evolucionaron mano a mano con la sociedad y las instituciones españolas.

Tras la muerte en 2014 de su presidente, Isidoro Álvarez, la compañía atraviesa una tormenta perfecta entre la guerra por el control del poder por parte de las familias herederas y el empuje de los gigantes tecnológicos que han volado las reglas del comercio tradicional.

Fue pequeño mientras España era minúscula, creció por el empuje de un indiano que ayudó a un primo suyo, también indiano, en una España en la que, ante la ausencia de institucionalidad asistencial, el colchón familiar era fundamental: igual que lo está siendo 80 años después por los efectos de la crisis.

Empezó a brillar en los sesenta, cuando el sol iluminaba la apertura al turismo, a ese desarrollismo de los expertos económicos del Opus de los que quiso rodearse Franco en el Gobierno, que pretendían una España de propietarios más de que proletarios y que prendieron la mecha de la burbuja inmobiliaria y de los 600 desfilando por las carreteras.

Eran tiempos en los que las rebajas, también llamadas saldos en aquellos días, eran un acontecimiento, y en los que Galerías Preciados –comercio que introdujo en el país el concepto de las rebajas– y El Corte Inglés representaban una España aspiracional: allí lo tenías todo y lo encontrabas todo al alcance de una letra para pagar a plazos.

España miraba por el retrovisor del 600, la autarquía y empezaba a entrar de lleno en el capitalismo familiar, con las Matildes de Telefónica bajo del brazo.

El Corte Inglés y Galerías Preciados revolucionaron el comercio en España, sobre todo a partir de los sesenta: además de las rebajas, invirtieron en publicidad –aprendida en Cuba, adonde habían viajado Pepín Fernández y Ramón Areces–; introdujeron las tarjetas de compra propias; el aire acondicionado; la estructura por departamentos repartidos en plantas; y el escaparatismo a gran escala. El Corte Inglés acabó devorando a su competencia –absorbió Galerías Preciados en 1995– y mató a la matriz de donde nació.

Para entonces, los grandes almacenes ya eran capaces de decretar las estaciones del año –ya es primavera en El Corte Inglés; ya es Navidad en El Corte Ingles–; y de convertir eslóganes publicitarios en lemas de un tiempo histórico: «Si no queda satisfecho, le devolvemos su dinero».

El Corte Inglés sigue dando los buenos días cada día en las principales emisoras de radio de España; y cuando llega una huelga feminista como el 8M una de las voces que se echaron de menos fue la de Rosa Márquez, la mujer que pone voz a El Corte Inglés cada mañana en la Cadena SER.

Esa omnipresencia, que ha ido en retroceso desde la última década por la crisis económica y las posibilidades abiertas por las nuevas tecnologías y el comercio electrónico, ha sido también termómetro del éxito de la principal huelga desde la reinstauración democrática: la del 14D de 1988, al año siguiente de haber sufrido uno de los atentados más trágicos de ETA, el de Hipercor de Barcelona en 1987, con 21 muertos.

Entonces, el 14D, cerró todo; incluso algunos centros de El Corte Inglés. Y si fue así no ocurrió por la presión laboral de los sindicatos internos, más bien próximos a la dirección de la empresa.

El Corte Inglés, como buena empresa que ha crecido y se ha desarrollado bajo el franquismo, lo hizo a imagen y semejanza del régimen: paternalista, corporativo, familiar. Familiar, en su estructura de poder –de un tío, César Rodríguez, a un sobrino, Ramón Areces; y de ahí a otro sobrino, Isidoro Álvarez; quien cede el testigo a otro sobrino, Dimas Gimeno–; corporativo en su funcionamiento interno: quien trabaja en El Corte Inglés puede vivir perfectamente sin sacar el dinero de la casa, Isidoro Álvarez tenía fama de pasearse de incógnito por los centros para confirmar su correcto funcionamiento; y paternalista: ni Fetico ni Fasga se han caracterizado por una posición sindical de clase en El Corte Inglés, que supo transmitir que trabajar en sus centros estaba lleno de ventajas –descuentos y pluses– gracias, también, a que durante lustros ha sido el principal anunciante en los medios de comunicación.

Madrid 15-6-1987.- El rey Juan Carlos acompañado del presidente de El Corte Inglés, Ramón Areces (i) y del ministro de Educación, José María Maravall, descubre un busto de Alfonso XIII donado por la Fundación Areces, durante la inauguración del Aula de Cultura Alfonso XIII en la Universidad Complutense.
El rey Juan Carlos, el presidente de El Corte Inglés, Ramón Areces, y el ministro de Educación, José María Maravall, descubre un busto de Alfonso XIII donado por la Fundación Areces, durante la inauguración del Aula de Cultura Alfonso XIII en la Universidad Complutense, en junio de 1987. EFE/YV

Esa posición preponderante en los medios unido a la opacidad financiera de una empresa que no cotiza en Bolsa y a la benevolencia de los sindicatos internos logró que El Corte Inglés pareciera un oasis.

Hasta tal punto ha estado presente en las vidas de los españoles, que la periodista Maruja Torres suele decir que Adolfo Suárez, cuando fue elegido presidente del Gobierno, le recordaba a un «dependiente de El Corte Inglés». Y se ha conservado mejor en la memoria de los españoles la actuación de la selección de fútbol en los anuncios de Emidio Tucci de El Corte Inglés de 1982 que en los partidos del Mundial de España.

Si a Maruja Torres el presidente Suárez le recordaba a un dependiente de El Corte Inglés de la época –un joven repeinado y trajeado–, El Corte Inglés cuando se ha mirado al espejo a menudo se ha visto como una suerte de UCD, como aquella generación que creció y medró al calor del franquismo y entró de lleno en la democracia arrastrando valores y elementos culturales del régimen –el uniforme de hombre y mujer; las publicidades heteronormativas, la preponderancia del paternalismo en las relaciones laborales; las listas de bodas, bautizos y comuniones–; como una institución preexistente con ambición de prevalecer.

Pero El Corte Inglés como un comercio omnicomprensivo, como una suerte de Amazon hecho realidad físicamente, se pega de bruces con una sociedad que también ha cambiado. Y que elige entre Mercadona, Ahorra Más, DIA, Carrefour y Lidl o el mercado del barrio, mientras que el Hipercor no le pilla a mano de casa ni del bolsillo; y que compra mucho por internet o en tiendas específicas o especializadas.

Una sociedad que incluso está perdiendo la costumbre de pasar por Cortylandia cada Navidad, como se hizo en una época en la que esa rutina estaba al nivel de los turrones, las uvas y la lotería.

26 Mayo 2018

María Antonia Álvarez: ""A Dimas lo quieren echar de presidente por denunciar la corrupción de El Corte Inglés""

Agustín Marco

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La hermana de Isidoro Álvarez, madre de Dimas Gimeno y promotora de las demandas contras las hijas, habla sin tapujos de la guerra por el control del grupo

Dicen que una madre mataría por su hijo. Que no hay nada como el amor materno. Estas sentencias explican mejor que ningún argumento financiero el origen de la guerra por el control de El Corte Inglés, la emblemática empresa española de la que dependen más de 100.000 trabajadores directos y otros tantos indirectos. Una batalla que enfrenta a Marta y Cristina Álvarez Dimas Gimeno por la presidencia de un ‘holding’ que factura más de 15.000 millones y cuyo germen parte de la animadversión personal entre María José Guil, la madre de las hijas que adoptó Isidoro Álvarez, y María Antonia Álvarez, la del sobrino del que fuera alma máter del primer grupo de distribución de España.

Hija de agricultores y huérfana a los seis años, María Antonia Álvarez, (Borondes, Asturias, 1946), ha presentado tres demandas contra Marta y Cristina Álvarez Guil para reclamar la parte de la herencia que considera le dejó su hermano Isidoro y de la que se han apropiado, según su criterio, unas sobrinas a las que nunca reconoció. Ni ella ni doña Eustaquia, la madre del octogenario presidente de El Corte Inglés fallecido en septiembre de 2014 por una leucemia. Una pelea judicial en la que exige, sobre todo, el reconocimiento de los derechos de su hijo, al que «están machacando desde el primer día».

– PREGUNTA: ¿Por qué ha llevado a los tribunales a las hijas de Isidoro?

– RESPUESTA: Durante tres años me he reunido con Carlos Martínez Echevarría (albacea del testamento y alto directivo de El Corte Inglés) para reclamar una solución que nos permitiese poder pagar los impuestos derivados de la herencia que me dejó mi hermano. Les dije que necesitaba los dividendos y me indicaron que no me preocupara, que iba a ser incluso millonaria. Pero yo no tengo dinero y ellas lo saben. En la última reunión que tuve con ellos me dijeron que yo no les podía poner una demanda porque Isidoro les había encomendado cuidar de mí. Pero me estaban ahogando.

 P: ¿Considera que Marta y Cristina la han engañado en el testamento con Cartera de Valores IASA, la tenedora del 14% de El Corte Inglés?

– R: Cuando fuimos al notario, un señor de apellido Aznar, a abrir el testamento, en un despacho contiguo, habían hecho una junta de accionistas de IASA para sacar 140 millones de euros de patrimonio y dejarlo en 50.000 euros. Inocentemente firmamos el testamento porque desconocíamos que apenas unos minutos antes, usando su mayoría en la sociedad de cartera, iban a quedarse con parte del dinero. Fuimos sin abogados porque jamás pensamos que Martínez Echevarría, presidente de IASA y albacea, nos haría algo así. Tardaron tres años en darnos el primer dividendo, a finales de 2017. Queremos que reintegren el dinero.

– P: ¿Cree que ha sido una venganza porque su madre, doña Eustaquia, nunca consintió el matrimonio de su hermano con María José Guil ni las aceptó a ellas?

– R: No sé si es una venganza personal. Es cierto que mi madre no autorizó el matrimonio por la historia de María José, que ya había estada casada con un señor llamado Camorra, que tenía dos hijas. Mi hermano se casó cuando tenía 60 años, en secreto, en una capilla de un convento, con solo cinco personas. No nos enteramos ni que se habían casado porque él no se atrevió a decírselo y siguió viviendo en nuestra casa hasta varios meses después. Nunca vinieron a ningún acto de nuestra familia porque mi madre no lo permitió.

– P: ¿Y usted?

– R: Yo no actúo por venganza. Lo hago por defender lo que es mío, la sangre. A mí me gusta el dinero, como a todos, pero hay cosas que no se pueden comprar. Dimas nunca ha querido poner ninguna demanda porque no ha querido airear estas cosas. Y no demandamos a El Corte Inglés, demandamos a IASA, porque para nosotros El Corte Inglés es sagrado.

– ¿Es un tema de piel, de sangre?

– R: Ellas se creen las dueñas de El Corte Inglés, pero solo tienen el 15%. Es un expolio. Así está El Corte Inglés. Su sangre es Camorra, no Álvarez. Ellas no entraron en la empresa hasta que tuvieron cuarenta y tantos años e Isidoro nunca las quiso dentro para nada.

– P: Pero ellas mandan con ese 15% porque tienen el control de la Fundación Ramón Areces, dueña del 37% del capital. ¿Por qué piensa que quieren la salida de Dimas Gimeno de la presidencia y del consejo?

– R: Porque Dimas ha denunciado la corrupción interna, como la del departamento de seguridad que dirige Juan Carlos Cernuda, tras recibir unos anónimos con muchos detalles. Carlos Martínez Echevarría y Leopoldo Lasaga (el otro directivo coetáneo de Isidoro) nos han traicionado porque ellos quieren salir inmaculados de todo esto. Pero si mi hijo sale de El Corte Inglés saldrán cosas muy feas. Eso no puede quedar así

– P: ¿Hay posibilidad de algún tipo de acuerdo para solucionar esta crisis familiar?

– R: Dimas sigue y sigue empeñado en llegar a un acuerdo. Quieren hacer lo mismo que con Leopoldo del Nogal, al que le pagaron una gran cantidad para que se fuera. Pero, aunque mi hijo quisiera llegar a un acuerdo, yo no lo firmaré porque tengo que defender los derechos de César Rodríguez (su abuelo), Ramón Areces, Isidoro y los 100.000 empleados. ¿Sabes los empleados que se han dejado la vida ahí? Víctor del Pozo, el consejero delegado, le ha dicho a mi hijo Miguel Ángel que yo acepte el dinero y me vaya a comprar bolsos. Ya hemos rechazado mucho dinero.– P: ¿Considera que Marta está preparada para ser presidenta de El Corte Inglés, como se ha postulado para sustituir a tu hijo?

– R: Si Isidoro hubiera querido que sus hijas estuvieran en el consejo de administración, las hubiera nombrado justo antes de la junta general de accionistas del 31 de agosto de 2014, quince días antes de su muerte. Estas señoras echaron a todos los directivos que eran afines al presidente para tener todo el control. Víctor del Pozo los ha echado porque no les gusta a ellas. Hace un año estaba comprando yogures y Jesús Nuño de la Rosa (el otro consejero delegado) está ahí por lo que está.

– P: ¿Y su hijo?

– R: Ellas no quieren que se vaya Dimas, sino todos. Mi otro hijo, Miguel Ángel, que dirige el centro de San José de Valderas (Madrid) y mi yerno. Tenemos que desaparecer. Nos tenemos que ir todos. No solo del consejo de El Corte Inglés, también de la Fundación Ramón Areces, de la que Dimas y mi hermano César son patronos. ¿Pero qué hemos hecho?

– R: Supongo que ellas se sienten ofendidas por el trato que le dieron ustedes.

– R: Supongo, pero no lo sé. Yo no he vuelto a hablar con ellas. Yo he aguantado mucho, han dicho muchas cosas feas de mis hijos. A Dimas lo han machacado y hasta se han ensañado con él. Pero he querido aguantar para ver si llegábamos a un acuerdo. Dimas no va a estar en el consejo. O sigue de presidente, o lo echan. El no va a renunciar.

– P: ¿Se han sentado con otros socios para buscar una solución?

– R: Sí, pero cada uno tiene sus intereses. Los García Miranda —9%— son varios hermanos y alguno quiere vender. Los Areces, con otro casi 10%, están esperando. Y Qatar, si yo fuera Qatar, esperaría. Hará lo que le convenga, aguardando a quedarse con el chollo. Se quedará finalmente con El Corte Inglés, igual que hicieron con Harrods. Primero compraron el 10% y después se quedaron con todo.

– P: ¿Y con ellas?

– R: Sí. Ha vuelto a haber reuniones con Lasaga y Martínez Echevarría para buscar una solución. Pero Dimas no se va a ir. Lo tienen que echar. Que se mojen, que lo cesen. Y entonces va a haber cosas muy gordas.

 P: ¿Qué salida tiene El Corte Inglés?

– R: La única salida de El Corte Inglés es el lujo porque por abajo no puede competir con las otras empresas (en referencia a las marcas del Grupo Inditex). Tiene que ir al modelo de Lafayette, a Harrods. Dimas quería hacer del centro de Castellana el mayor centro de lujo de Madrid.

– P: ¿Qué diría su hermano de todo esto?

– R. Que luchara. Mi hermano nunca lo hubiera permitido. El pensaba que nosotros no teníamos que pagar los impuestos de la herencia. Carlos Martínez Echevarría no se lo dijo. Nosotros estuvimos presentes en todos los testamentos, en los trece, y ellas solo en el último. Les deja estrictamente la herencia legítima porque las adoptó en 2004, cuando ya estaban casadas y con hijos. Si ellas no hubieran hecho nada de esto, nunca hubiéramos demandado.

11 Junio 2008

JOHN MÜLLER Página

John Müller

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La crisis de 2008 ha terminado. Ya había concluido en los parámetros significativos –hay que remontarse a enero de 2009 para encontrar un 15,9% de paro como el que dejó Rajoy–, pero la llegada de Pedro Sánchez supone el cierre «mental» de la crisis. Sánchez crea cuatro ministerios de una tacada y los guardianes del gasto se llaman a andana. Algo parecido le ha sucedido a El Corte Inglés. ¿Alguien se imagina que hace cuatro años, cuando pintaban bastos para la empresa, se produjera una lucha por el poder tan descarnada como la que hemos visto?

Es muy probable que las diferencias entre las hermanas Cristina y Marta Álvarez y el presidente Dimas Gimeno, su primo, se zanjen esta semana en un consejo de administración donde se destituirá al presidente. Gimeno, que fue meritorio en la empresa y designado sucesor por Isidoro Álvarez (pese a que el favorito era su hermano Miguel Ángel, jefe del Hipercor de San José de Valderas), ya ha tirado la toalla a cambio de no ser expulsado del directorio en agosto.

Dimas se ha resistido al nombramiento de Jesús Nuño de la Rosa, uno de los dos consejeros delegados de la empresa junto con Víctor del Pozo. El actual presidente de El Corte Inglés, arrinconado y en minoría, sólo tiene un argumento para exigir que, si no es él, el futuro presidente sea sangre fresca de fuera de la casa: la grave crisis global que vive el sector de la comercialización (retail), agudizada por la irrupción de nuevos jugadores tecnológicos como Amazon o Ali Babá. En el mundo anglosajón se habla del «apocalipsis retail» para definir la oleada de cierres de tiendas que sufrió EEUU en 2017: más de 5.000 puntos de venta fueron clausurados por cadenas como Macy’s, J.C. Penney, Sears y Kmart. En 2018 se espera que cierren 2.500 más. Y la epidemia se está expandiendo a Reino Unido, presionando a cadenas como Tesco y Sainsbury. Países pequeños como Holanda o Chile, pero con empresas líderes en retail, también se están resintiendo ante la expansión de Amazon.

Con 15.000 millones de facturación y 91.000 empleados, si El Corte Inglés fuera un banco sería considerado una empresa sistémica. Estaría sometido a una rigurosa inspección y supervisión. Pero es una empresa familiar no cotizada, donde el más poderoso anclaje con la realidad –cuando la lucidez decide ausentarse y las muchas ventajas de la empresa familiar se esfuman– son sus acreedores.

Nuño de la Rosa fue el hombre que reestructuró los pasivos de El Corte Inglés. Pero aún tiene pendiente resolver el futuro de la deuda a corto plazo, unos 1.000 millones de euros. Su principal apoyo es Marta Álvarez. Está bien visto por los bancos acreedores, pese a que el gestor en el que descansa el 80% de la facturación del grupo es Víctor del Pozo.

Los defensores de Gimeno dicen que éste se enemistó con los sectores más reaccionarios de la empresa, los que se resisten a someterse a nuevos criterios de transparencia y cumplimiento normativo. Una historia de buenos y malos, demasiado simple para ser del todo cierta si no eres Jeff Bezos.

15 Junio 2018

La carta de Dimas Gimeno a su prima: "El Corte Inglés no se puede mover al dictado"

Carlos Segovia

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«Estimada consejera». La carta remitida el pasado día 13 por el ya ex presidente de El Corte Inglés, Dimas Gimeno, a su prima y rival Marta Álvarez, empieza con cortesía, pero termina muy mal. Se despide advirtiendo de «consecuencias indeseadas para todos», por adoptar «acuerdos nulos de pleno derecho» como cree que es su relevo. La «clara animadversación hacia mi persona» y el hecho de «pensar más en la satisfacción personal con mi cese que en la conveniencia de la empresa» son las razones que atribuye a Álvarez, principal accionista junto a su hermana Cristina. A su juicio, es «lamentable» que «El Corte Inglés se mueva al dictado de determinadas personas que carecen de experiencia empresarial y de dirección».

Gimeno remitió sin éxito la carta a todos y cada uno de los consejeros que aprobaron ayer su cese. Las hijas de Isidoro Álvarez se tomaron la misiva como una pataleta de Gimeno, según su entorno, y es cierto que es difícil que su amenaza de impugnación «por suplantación» tenga recorrido. Asistieron todos los consejeros, menos él, y acordaron por unanimidad el nombramiento de Jesús Nuño de la Rosa, que no es de la familia, pero por algo fue nombrado director general de la agencia de viajes por Isidoro Álvarez cuando apenas tenía 35 años.

Ayer fue un día indudablemente importante para la empresa, pero la paz que necesita no llega aún. En otra carta, esta vez a los empleados, Gimeno aseguró que se le echa por denunciar «indicios de irregularidades en algunos departamentos de la compañía» en alusión a, al menos, contratos entre parientes en el área de Seguridad. Al dejar tan graves acusaciones por escrito, unidas a las demandas presentadas por su madre, el ex presidente está anunciando una ofensiva legal mayor aún que la desatada hasta ahora.

La empresa española ha optado hasta ahora por no contestarle más que con el cese como si fuera un zombi amortizado ya, porque se prevé echarlo del consejo en breve. De hecho, en el comunicado sólo se dice que es «necesario un cambio de liderazgo para afrontar los retos de futuro e impulsar una nueva etapa de crecimiento». Punto.

Pero esos retos, con Gimeno o sin él, es insoslayable que incluyan esclarecer irregularidades y la transformación de la empresa con vistas a una eventual salida a Bolsa y a un entorno cada vez más competitivo. Hacerlo con paz familiar es también esencial. Nuño de la Rosa, que habla con Gimeno, afronta una gran responsabilidad que debe culminar con éxito por el bien de sus 100.000 empleados y de la economía española en general.

16 Junio 2018

El Corte Inglés, el último chasco

Lucia Méndez

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NI Màxim Huerta, ni Lopetegui, ni nada. El chasco más grande que nos hemos llevado en el vecindario es la ejecución con guante blanco del presidente de El Corte Inglés. Atónitas estamos todas. Ya creíamos en pocas cosas, pero El Corte Inglés era una de ellas. «El Corte», así en diminutivo familiar, forma parte de nuestras vidas. Sus centros comerciales son la segunda casa de mucha gente. La tarjeta de plástico blanca y verde bulle en las carteras de muchos españoles. Sobre todo, de muchas españolas. En ningún otro lugar del mundo se puede comprar una aguja de coser, un viaje alrededor del mundo, una colonia barata, un traje de comunión, una lista de bodas, un seguro de vida, una pantalla gigante de plasma, un pescado exquisito o una cocina nueva con reforma incluida.

Al «Corte» no sólo se va a comprar a lo bestia en Navidad o en las rebajas. Un cierto hilo emocional nos mantiene unidos a ese templo del consumo al por mayor y al por menor. Se va a pasar la mañana allí. O la tarde. A recibir la primavera, el otoño o el verano. A merendar, a ver la moda, o los complementos de lujo inalcanzable. Con los niños a Cortylandia y con la abuela a la peluquería. Los turistas tienen a los «grandes almacenes» en sus guías, como el Palacio Real o el Museo del Prado. Conozco a personas que viven en pueblos o ciudades sin «Corte Inglés» y viajan a Madrid para comer en la cafetería de cualquier centro, después de hacer un recorrido de escalera eléctrica por todas las plantas. Mucha gente se quita las penas o se da las alegrías, se refugia del frío o huye del calor, a base de pasear entre los muebles llenos de todo. Aunque no compren nada.

En tiempos líquidos, El Corte Inglés resultaba sólido e inmutable. Como sus edificios. En lo más profundo de la crisis, cuando parecía que el mundo capitalista se derrumbaría sobre nuestras cabezas, no cerró ni uno sólo de sus muchos centros comerciales. A pesar de que el paisaje de sus plantas y sus cajas completamente vacías de clientes era triste y muy alarmante.

He seguido con interés las informaciones sobre la destitución de Dimas Gimeno. Supuse que encontraría fundadas razones de gestión empresarial, y resulta que me topé de bruces con lo más parecido a Falcon Crest. Venganzas, herencias, odios, hijas, primos, hermanas y tías sacándose los higadillos para exponerlos en las estanterías de los grandes almacenes. Dimas Gimeno, víctima de la venganza en diferido de las dos hijas adoptivas contra la madre de don Isidoro, que nunca las aceptó. Muy de serie, muy poco serio.

27 Agosto 2018

UNIDAD EN EL CORTE INGLÉS

Francisco Rosell

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LA PALABRA que más se repitió en la histórica reunión de la junta general de accionistas de El Corte Inglés, celebrada ayer, fue unidad. No era para menos tras las vicisitudes atravesadas en los últimos tiempos por una empresa que hace mucho que alcanzó la categoría de símbolo. Sin embargo, los símbolos empresariales también tienen la obligación de ser rentables y eficientes. A ello se dedicará de lleno la emblemática firma de grandes almacenes tras la salida pactada del consejo de administración de Dimas Gimeno, a quien como presidente le tocó vivir tiempos convulsos. Al nuevo presidente, Jesús Nuño de la Rosa, le corresponde cerrar del todo las heridas abiertas en una compañía que, en todo caso, encadena el cuarto año con crecimiento.

Es una buena noticia que a El Corte Inglés no le afecten ya directamente las guerras accionariales y los enfrentamientos familiares que han dañado la reputación del grupo, para poder centrarse en un modelo de negocio urgido por la necesidad de una reconversión hacia las nuevas tendencias de consumo y de logística. Las peleas intestinas impedían avanzar a una empresa que ya es parte de la vida de los españoles, y que bajo el mandato de la unidad tiene un gran futuro por delante. Restablecida la paz y consagrada la apuesta por la profesionalización del consejo como nuevo pilar de su cultura empresarial, será más fácil que la etapa ilusionante que se abre sea reconocida como tal por clientes, proveedores, instituciones y accionistas.

27 Agosto 2018

La victoria de las Álvarez

John Müller

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El Corte Inglés anunció ayer el inicio de una nueva etapa de la mano de Jesús Nuño de la Rosa, su nuevo presidente. Éste ha conseguido concluir las hostilidades que su antecesor Dimas Gimeno mantenía con otros accionistas –las hermanas Marta y Cristina Álvarez– y logró que el 90% de la propiedad esté representado en el nuevo consejo de administración, al tiempo que incorporó a un independiente –Fernando Becker– que ofrece muchas garantías por su experiencia como catedrático y directivo político y empresarial.

La oposición de Gimeno a abandonar el consejo, último reducto en el que resistía tras ser desalojado de la presidencia en junio, se quebró el sábado. Fue entonces cuando constató que el 90% del accionariado iba a estar en el nuevo consejo y que iban a votar por echarlo. Se lleva una jugosa indemnización y aunque renuncia a la demanda de impugnación de la junta que le destituyó, salvaría su honor al mantener la querella por presunta corrupción contra el responsable de la división de seguridad.

Nuño de la Rosa hizo ayer un discurso en el que intentó marcar un nuevo comienzo. Apeló a la unidad, reflejada en la composición del consejo, en el que ha recuperado a Carlota Areces, a la que Gimeno alejó por, supuestamente, haber roto la confidencialidad de la empresa. También aludió a la «profesionalización» y para ello exhibió el fichaje de Becker, que junto con Manuel Pizarro, el otro consejero independiente, constituyen una garantía de seriedad. Por último, se esmeró en reseñar las prácticas de buen gobierno que, aunque El Corte Inglés no es cotizada, han empezado a aplicar.

Este último capítulo es interesante, porque al nuevo presidente no se le escapa que tiene entre manos una empresa con un importante nivel de activos y más de 92.000 empleados, por lo que si fuera un banco sería considerado sistémico. Eso, unido a la guerra accionarial que imperaba con Gimeno, eran datos capaces de estimular al menos afiebrado de los intervencionistas.

Nuño de la Rosa también tuvo tiempo de esbozar la estrategia empresarial: ser la casa de las marcas (empezando por las suyas), apostar por la venta omnicanal permitiendo que el cliente disponga de todo el catálogo ya sea físicamente u online, y la internacionalización, esa asignatura siempre pendiente. Al final, El Corte Inglés sólo tenía globalizado el escaparate. La globalización ha venido a verle por la Red.

Esto también anticipa que esta etapa será favorable al desarrollo de ese mestizaje que se comienza a dar entre las viejas actividades analógicas y los nuevos negocios digitales. El Corte Inglés se parecerá tanto a Amazon como esta plataforma acabará pareciéndose a él, de la misma manera que los taxis adquirirán características de Uber y viceversa.

Esta visión hace pocas concesiones a otras que existían en el accionariado. La de María Antonia Álvarez, por ejemplo, hermana del fallecido Isidoro Álvarez y madre de Gimeno, quien decía públicamente, en un intento de ayudar a su hijo, que «la única salida de El Corte Inglés es el lujo porque por abajo no puede competir con las otras empresas… Tiene que ir al modelo de Lafayette, a Harrods».

Al final, había dos modelos en liza: el de las hermanas Marta y Cristina Álvarez y el de Gimeno. Tras la debandada de éste último, las hermanas han demostrado que han sido capaces de sumar más en su bando: más accionistas, más profesionales, más crédito y, aunque aún está por confirmarse, más negocio.