26 noviembre 2015
Del Pino replica desde LIBERTAD DIGITAL
EL DIARIO.ES de Ignacio Escolar ‘suprime’ de su web la entrevista a Cyrille Martin en la que este defendía la inocencia de Jamal Zougam en la matanza del 11-M y compararlo con el caso Dreyfus
Hechos
El 21.11.2015 el digital ELDIARIO.ES retiró una entrevista a Cyrille Martin en la que hablaba sobre el 11-M y citaba a Luis del Pino.
Lecturas
16 Noviembre 2015
“Jamal Zougam es el chivo expiatorio de los atentados de Madrid”
21 Noviembre 2015
Una entrevista que no debió publicarse
Esta semana la edición de eldiario.es en Castilla La Mancha publicó una entrevista con Cyrille Martin, autor del documental Un nouveau Dreyfus? sobre los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. La entrevista nunca debió publicarse, por lo que tenemos que pedir disculpas por el error.
Martin sostiene una teoría de la conspiración en su trabajo bajo el disfraz de resaltar los errores que se cometieron en la investigación policial y judicial. Al hacerlo, suscribe las teorías que han difundido durante varios años periodistas como Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos y algunos dirigentes del Partido Popular. Al igual que hizo en innumerables ocasiones Ramírez y su sucesor en El Mundo, Casimiro García Abadillo, Martin afirma que uno de los condenados, Jamal Zougam, fue condenado sin pruebas. El titular de la entrevista era: » Jamal Zougam es el chivo expiatorio de los atentados de Madrid».
Supimos de la entrevista porque su autor la había ofrecido a nuestra delegación en Murcia y conseguimos que no saliera. Ante nuestra sorpresa, apareció en otra edición, y ahí fue cuando decidimos eliminarla.
Martin no aporta nada en la conversación que respalde con hechos sus teorías. Elogia investigaciones que no merecen ese nombre de personas que sostuvieron no ya errores concretos en la instrucción, sino que toda la investigación policial fue un fraude, incluida la desactivación de la mochila explosiva que contenía el teléfono móvil que permitió detener a varios implicados en los atentados.
La comparación de Zougam con el caso Dreyfus, una sentencia judicial que condenó injustamente a un militar francés judío en Francia en 1894 es una estupidez, que no es menor por el hecho de ponerla entre interrogantes. La teoría alternativa que achaca los atentados a «los ejércitos secretos de la OTAN» no se basa en ningún hecho y tiene la misma entidad que las insinuaciones de que detrás de la matanza estaban ETA, el PSOE o servicios de inteligencia extranjeros.
Criticar una decisión judicial es algo perfectamente legítimo, pero para hacerlo hay que contar con pruebas o indicios sólidos. No valen insinuaciones teñidas de prejuicios ideológicos, basados en la intención de defender lo que hizo el Gobierno de Aznar para sacar partido de la tragedia, o apelaciones a conspiraciones o hechos misteriosos del pasado.
La entrevista no apareció en la home de eldiario.es, pero sí en la de la edición de eldiario.es en Castilla La Mancha. Las ediciones autómicas de eldiario.es son medios asociados: cooperativas, fundaciones, asociaciones o empresas independientes que comparten nuestra línea editorial y principios. Tienen acceso directo a nuestro sistema de publicación sin pasar por un filtro previo y funcionan de forma relativamente autónoma. Están sujetas a la dirección editorial de eldiario.es, pero normalmente no participamos desde la redacción de Madrid en sus decisiones del día a día.
El error de publicar esta entrevista durante unas horas se subsanó cuando nos dimos cuenta, pero demuestra que debemos mejorar la coordinación con nuestros medios asociados en otras comunidades autónomas.
22 Noviembre 2015
Ignacio Escolar o el dudoso arte de la censura
El pasado 30 de octubre se estrenaba en Francia el documental «¿Un nuevo Dreyfuss?» del cineasta galo Cyrille Martin. El documental sostiene la tesis de que Jamal Zougham, el único condenado en España como colocador de las bombas del 11-M, es un chivo expiatorio a quien se condenó con pruebas falsas y a quien se llevó a la cárcel por el único motivo de ser musulmán.
A principios de esta semana, los periódicos de izquierda El Diario y Público se hacían eco de una entrevista con Cyrille Martin realizada por el periodista Gonzalo Gómez Montoro, colaborador de El Diario. El titular de la entrevista era «Jamal Zougham es el chivo expiatorio del 11-M», y a lo largo de la misma el cineasta francés elogiaba mis investigaciones sobre el 11-M, de las que llegaba a decir que eran irreprochables.
Pero mientras que Público difundió por Twitter la entrevista y la mantuvo, el periódico dirigido por Ignacio Escolar borró la entrevista a las pocas horas de publicada. Y ayer, El Diario hacía pública una nota con el título «Una entrevista que no debió publicarse», de la que no me resisto a leerles algunos párrafos:
Esta semana la edición de eldiario.es en Castilla La Mancha publicó una entrevista con Cyrille Martin, autor del documental Un nouveau Dreyfus? sobre los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. La entrevista nunca debió publicarse, por lo que tenemos que pedir disculpas por el error.
Martin sostiene una teoría de la conspiración en su trabajo bajo el disfraz de resaltar los errores que se cometieron en la investigación policial y judicial. Al hacerlo, suscribe las teorías que han difundido durante varios años periodistas como Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos y algunos dirigentes del Partido Popular. Al igual que hizo en innumerables ocasiones Ramírez y su sucesor en El Mundo, Casimiro García Abadillo, Martin afirma que uno de los condenados, Jamal Zougam, fue condenado sin pruebas. El titular de la entrevista era: » Jamal Zougam es el chivo expiatorio de los atentados de Madrid»…
Martin no aporta nada en la conversación que respalde con hechos sus teorías. Elogia investigaciones que no merecen ese nombre de personas que sostuvieron no ya errores concretos en la instrucción, sino que toda la investigación policial fue un fraude…
La comparación de Zougam con el caso Dreyfus… es una estupidez…
Criticar una decisión judicial es algo perfectamente legítimo, pero para hacerlo hay que contar con pruebas o indicios sólidos. No valen insinuaciones teñidas de prejuicios ideológicos, basados en la intención de defender lo que hizo el Gobierno de Aznar …
Es decir, El Diario dirigido por Ignacio Escolar publica una entrevista, y al darse cuenta unas horas después de que no encaja con la línea que han venido manteniendo respecto al 11-M, la elimina y la sustituye por una descalificación del entrevistado.
Todo medio tiene derecho (¡faltaría más!) a fijar su línea editorial. En consecuencia, El Diario podía haber optado por no publicar esa entrevista. Pero si esa entrevista termina apareciendo, aunque sea por error y aunque sea en una edición regional, lo que no puedes es borrarla.
Si consideras que el entrevistado dice cosas incorrectas o inconvenientes, puedes contestarle con un editorial o un artículo de opinión, o incluso añadir al pie de la entrevista las puntualizaciones que consideres. De ese modo, los lectores pueden comparar la entrevista y la contestación. Y juzgar por sí mismos. ¿No sostiene El Diario que todas las dudas sobre el 11-M son chorradas? Pues entonces, no debería resultarle difícil a don Ignacio Escolar, de tan brillante pluma, demostrar en unas pocas líneas que lo que dice el entrevistado son chorradas.
Puestos a hacer las cosas mal, podían haberse limitado a borrar la entrevista y callarse. Eso hubiera constituido un acto de censura, pero que podría ser medianamente defendible con el argumento de que «la entrevista se publicó por error».
Pero borrar la entrevista y sustituirla por una descalificación del entrevistado, indica no solo un afán censor, sino muy poco estilo. Decir del entrevistado que «sostiene una teoría de la conspiración» o que su documental «es una estupidez» y «no aporta nada», mientras se hurta al lector la posibilidad de leer la entrevista para comprobarlo por sí mismo, dice muy poco de quienes dirigen El Diario.
Y lo que ya resulta delirante es que en esa descalificación del cineasta francés se manipule la realidad de forma descarada. En su explicación de por qué ha borrado la entrevista, el periódico de Ignacio Escolar afirma, textualmente: «No valen insinuaciones teñidas de prejuicios ideológicos, basados en la intención de defender lo que hizo el Gobierno de Aznar».
Cyrille Martin es una cineasta francés anti-OTAN. El periodista Gonzalo Gómez Montoro, que firmaba la entrevista, es colaborador de El Diario, miembro de Izquierda Unida-Francia y activista de la Marea Granate. Atribuir a Martin y a Gómez Montoro la intención de defender a Aznar es para partirse de la risa. E indica el escaso respeto que El Diario tiene hacia sus lectores, de quienes debe de pensar que tragan con cualquier rueda de molino que don Ignacio Escolar quiera presentarles.
A lo largo de 11 años, don Ignacio Escolar y otros como él se han dedicado a descalificar de forma burda a quienes señalaban las evidentes falsedades, contradicciones u omisiones de la versión oficial del 11-M. En vez de contestar a los argumentos con argumentos, han respondido sistemáticamente con eslóganes, como los que ahora le dedican al cineasta francés.
Fíjense ustedes lo sólida que debe de ser la versión oficial del 11-M, que don Ignacio Escolar necesita censurar entrevistas y descalificar con manipulaciones a los entrevistados para poder defenderla.
Mientras que en Libertad Digital no hemos tenido ningún problema en publicar las actas completas del juicio del 11-M, para que los lectores juzguen por si mismos (de hecho, hemos sido el único medio de comunicación en hacerlo), don Ignacio Escolar necesita ocultar a sus lectores información, para que no vean que también hay mucha gente de izquierda que cuestiona la versión oficial del 11-M.
A esos lectores de El Diario, yo les invitaría a hacerse una pregunta: igual que me han censurado esta entrevista, ¿qué otras informaciones sobre el 11-M ha considerado don Ignacio Escolar que yo no DEBÍA conocer? Y yo les respondo: muchísimas. Como por ejemplo, los intentos de numerosas víctimas del 11-M por reabrir la causa judicial y las denuncias que esas víctimas han realizado contra mandos policiales, por falsificación de pruebas. Para esas víctimas, don Ignacio Escolar no ha podido dedicar un minuto de su valiosísimo tiempo.
Mal asunto, don Ignacio, cuando tiene que recurrir usted a la censura y a la manipulación para mantener a sus lectores en la inopia. La versión oficial del 11-M se le cae a usted a pedazos.
24 Noviembre 2015
Por qué no se pueden dejar pasar las mentiras del 11M
“Han pasado once años y ocho meses”, dice Pilar Manjón, que lleva la cuenta exacta. Once años y ocho meses desde que el terrorismo yihadista asesinó a su hijo en uno de los trenes del 11M. Once años y ocho meses, y Pilar aún tiene que aguantar los insultos, las amenazas, los desprecios, las mentiras… El veneno con el que los conspiradores del 11M intoxicaron a una parte de la sociedad. Unas mentiras que aún hoy siguen provocando dolor en las víctimas sin que el Gobierno las respalde, sin que la Fiscalía actúe.
Lean completa la entrevista que ayer publicamos con Pilar Manjón. Lean, y tal vez entenderán por qué en eldiario.es decidimos retirar una entrevista con un cineasta francés, autor de un documental sobre el 11-M donde culpa del atentado a “los ejércitos secretos de la OTAN” con las mismas pruebas –ninguna– con la que antes los conspiradores culparon a ETA, al PSOE, a la Policía Nacional o a los servicios secretos.
Cuestionar una sentencia judicial es tan legítimo como, en ocasiones, necesario. Pero las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias, y en la teoría de la conspiración ni las hubo ni las hay. Los supuestos agujeros negros del 11M están más que desmontados por las sentencias judiciales. La tarjeta de la Cooperativa Mondragón era una cinta de la Orquesta Mondragón. El ácido bórico etarra para esconder explosivos era un desodorante para los pies y un insecticida contra las cucarachas. Los “pelanas de Lavapiés” –el grupo islamista autor de la masacre y que se suicidó en Leganés cuando fue acorralado por los GEO– no solo no estaban “congelados”, sino que realizaron varias llamadas telefónicas para despedirse de sus familiares antes de volarse por los aires. La justicia ha dado recientemente la razón a las testigos que identificaron al terrorista islamista Jamal Zougam en los trenes –y a las que El Mundo llegó a ofrecer una mejora en el trabajo si exculpaban a Zougam–. Y así con todo lo demás.
Lo que sí está más que acreditado son las mentiras de la conspiración. Hay pruebas más que de sobra para acusar de ellas al diario El Mundo y a su entonces director. En septiembre de 2006, Pedro J. Ramírez dedicó tres portadas consecutivas, las tres a cinco columnas, para exculpar a uno de los autores del atentado: el minero que vendió los explosivos a la célula islamista, Antonio Trashorras. El Mundo presentaba a este hoy condenado a 34.715 años de cárcel como “la víctima de un golpe de Estado”. La entrevista en tres portadas se entendió mucho mejor poco después, cuando El País publicó una conversación desde la cárcel donde Trashorras explicaba a sus padres que “mientras El Mundo pague, yo les cuento la Guerra Civil”. Y quedó completamente en evidencia hace pocos años, en una entrevista en El Confidencial donde Trashorras pedía perdón a las víctimas y admitía que mintió.
También está bastante acreditada la conspiración del Gobierno de José María Aznar durante aquellos días de marzo. “Si es ETA ganamos, si son los islamistas perdemos”, le dijeron a Aznar sus asesores, y el Gobierno se esmeró en mentir a los españoles y ocultar información.
El mismísimo jefe del CNI nombrado por el PP, Jorge Dezcallar, confesó recientemente en sus memorias cómo el Gobierno ignoró los informes del servicio de inteligencia español, que apuntaron desde el primer momento al yihadismo, e “intentó mantener la duda de ETA hasta las elecciones”. Dezcallar también revela que el CNI se enteró por la televisión de las primeras detenciones porque el Gobierno nunca les informó. El máximo responsable del servicio de inteligencia español fue manipulado por el PP por puro interés electoral. Imaginen que en Francia, tras los últimos atentados, hubiese pasado algo igual.
Los autores intelectuales de la mayor manipulación de la historia del periodismo español tienen nombres y apellidos: Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos. No actuaron solos: contaron con el apoyo logístico del Partido Popular. El PP no solo financió el periódico digital de Losantos con dinero de la caja B del partido. También presentó cientos de preguntas parlamentarias en el Congreso para respaldar la conspiración. Al frente de aquel PP de los agujeros negros no solo estaban Eduardo Zaplana y Ángel Acebes, hoy fuera de la política. Su jefe se llamaba Mariano Rajoy, un político que alentó la teoría de la conspiración, que ignoró a las víctimas que no eran de su cuerda y que jamás ha pedido perdón.
Tampoco se han disculpado Jiménez Losantos y Pedro J. Ramírez, a pesar de las sucesivas sentencias (incluyendo condenas contra ellos dos). Al contrario: once años y ocho meses después, aún continúan con la teoría de la conspiración y ambos han acusado a eldiario.es de censura por retirar esa entrevista que nos coló en nuestro servidor por error uno de nuestros medios asociados y que jamás se debió de publicar. El policondenado por injurias y calumnias Jiménez Losantos incluso nos tacha de golpistas; sin rubor. Se enteraron de que habíamos quitado la entrevista porque nosotros mismos lo contamos; porque en eldiario.es tenemos la costumbre de pedir disculpas a los lectores cuando nos equivocamos y explicar la causa y los detalles del error.
Para leer y escuchar mentiras sobre el peor atentado de la historia de España ya hay medios de comunicación más que de sobra. Demasiados, como sufre Pilar Manjón. Incluso El Mundo aún hoy sigue publicando columnas de Losantos donde impunemente acusa a la Policía y al CNI de manipular pruebas del 11-M. La Fiscalía no dijo nada; estaría muy ocupada rastreando algún tuit.
La línea de eldiario.es es amplia, pero en ella no caben mentiras tan burdas como las de la conspiración del 11-M. No porque en este periódico no haya espacio para puntos de vista distintos con los que discrepar; al contrario, en numerosas ocasiones he defendido frente algunos socios y lectores la pluralidad. Sino porque la libertad de expresión en el periodismo tiene límites muy obvios: los hechos y el respeto a la verdad.
25 Noviembre 2015
Dos preguntas muy sencillas a Ignacio Escolar
Hace tres días publiqué un artículo en Libertad Digital denunciando el ejercicio de censura y manipulación llevado a cabo por Ignacio Escolar, eliminando de su medio de comunicación una entrevista con un cineasta francés porque se permitía dudar de la versión oficial del 11-M.
Ayer, Ignacio Escolar publicaba una contestación en su columna de eldiario.es. En su contestación, donde no se digna a citarme, afirma don Ignacio que «las mentiras de la conspiración están más que acreditadas». Y se dedica a arremeter contra Pedro J. Ramírez o Federico Jiménez Losantos.
Puestos a escribir un artículo sobre «mentiras del 11M», ¿por qué don Ignacio Escolar, el Censor, desaprovecha la oportunidad de citarme? Pues porque no me ha podido pillar en mentira ninguna.
A lo largo de todo este tiempo, he publicado centenares de artículos sobre el 11-M en Libertad Digital, en El Mundo y en otros medios. Y esos artículos eran de dos clases. Por un lado, artículos sobre los hechos, en los que he demostrado que las pruebas del 11-M son falsas. Y nadie me ha podido nunca desmentir una sola coma. ¡Qué más hubiera querido don Ignacio Escolar, el Censor, que pillarme en un renuncio! De haber sido así, me hubiera dedicado diez mil portadas en alguno de los medios en que colabora o ha colaborado. Pero no ha podido.
También he publicado opiniones sobre qué pasó el 11-M. Pero dejando claro que eran opiniones. Y que, como opiniones, son discutibles. De hecho, otros investigadores tienen opiniones sobre qué pasó el 11-M distintas de las mías. Y tan respetables como las mías.
En cualquier caso, las opiniones son irrelevantes. Lo que importan son los hechos. Y ahí don Ignacio Escolar, el Censor, tiene perdida la partida. Porque no puede responder a preguntas muy simples, a las que debería poder responder. Ayer le lancé públicamente una de esas preguntas a través de Twitter:
Si la bomba de Vallecas tenía metralla, ¿por qué no había metralla en los cadáveres de las 192 víctimas mortales de 11-M?
Espero su respuesta, don Ignacio. Puesto que todo lo que dicen todos los que investigan el 11-M son chorradas, le debería resultar a Vd. muy fácil responder a una pregunta tan sencilla como esa.
Igual que espero su respuesta a otra pregunta muy simple, don Ignacio. De los 116 detenidos por el 11-M, solo se pudo demostrar la relación con Al Qaeda de los dueños de la casa de Morata de Tajuña donde nos dicen que se montaron las bombas.
Si el 11-M fue un atentado islamista, ¿por qué no se procesó a los dueños de esa casa donde se montaron las bombas, que sí tenían relación con Al Qaeda?
Venga, don Ignacio, y ahora escriba otro artículo-consigna hablando de la Orquesta Mondragón, el ácido bórico y el olor a pies. Seguro que con ese tipo de artículos consigue que algún tonto siga comulgando con las ruedas de molino de una versión oficial infumable.
Yo, a diferencia de Vd., prefiero apelar a la inteligencia y el sentido común de la gente. Y exponer los hechos. Que hablan por sí solos. Y por eso no tengo ningún problema en citar y enlazar lo que Vd. publica, para que la gente compare con lo que yo le contesto.
Mientras que Vd. necesita silenciar a los discrepantes. Ningunearlos. Invisibilizarlos. Porque carece Vd. de argumentos, don Ignacio. Y lo sabe.