8 octubre 1974

El director de la revista de Blas Piñar protesta porque se les equipare con la izquierda y asegura que "los comunista y socialistas apoyan las reformas de Arias Navarro" para presentarse a ellos como los únicos críticos con la misma

El diario INFORMACIONES señala a Fuerza Nueva y a la izquierda de ser los dos grandes enemigos al aperturismo de Arias Navarro

Hechos

El 8.10.1974 D. Manuel Ballesteros publicó una carta de réplica al diario INFORMACIONES:

08 Octubre 1974

CONTESTANDO A "LOS OTROS ENEMIGOS DEL PROGRAMA ARIAS

Manuel Ballesteros

Leer

En primer lugar, he de expresar mi extrañeza por el título del editorial «Los otros enemigos del programa

Arias», publicado en ese diario de su dirección con fecha 27 del ppdo. Porque, así expresado, da a enten-

der que existen otros enemigos de tal «programa» presidencial distintos de «Fuerza Nueva», a quien co-

loca en la «ultraderechísima». Sólo los podría haber en la izquierda. Pero la izquierda, según declaraciones

públicas de uno de sus más conspicuos representantes, el señor Solé Barberá, presidente del Partido So-

cialista Unificado de Cataluña y ex condenado a muerte por un Tribunal militar por su actuación en zona

roja, estima «aceptable» el tal programa. ¿Puede haber, según esto, otros enemigos del programa Arias?

Sólo el semanario que dirijo. Lo que supongo, señor director, le alegrará. Ya que si no hubiera ningún

disidente, ¿dónde iba a quedar ese tan deseado y cacareado «contraste de pareceres»?

El editorial que comento afirma que «Fuerza Nueva» ha «disfrutado de unas posibilidades de expresión…»,

lo que como broma es aceptable, pero si bajo ese concepto de «posibilidades» incluye tres secuestros, dos

en un mismo año, dos expedientes y diversas declaraciones ante el Tribunal de Orden Público, hay algo

más que broma o el editorialista es de un optimismo envidiable.

Sigue diciendo que en «Fuerza Nueva» «entendernos una posición política contraria a toda evolución

política, maximalista, cada vez más aislada en el contexto de una sociedad que se -moderniza y evolucio-

na…». Tópicos aparte, entérese quien quiera entender, de una vez y para siempre, que «Fuerza Nueva» no

es contraria a ninguna evolución, de la clase que sea, pero —y ahí reside lo que nos separa y distingue—

siempre y cuando ésta no roce, empalidezca, desfigure, deteriore ni transforme las ideas básicas y

fundamentales sobre las que se asienta el Régimen del 18 de julio, que son —las señalamos para los

olvidadizos— el antimarxismo, el antiliberalismo, el antipartidismo y la unidad sindical, entre otras.

Por supuesto que no vemos «en todo progreso un enemigo», pero tampoco admitimos que bajo la palabra

«progreso», tan amada de las izquierdas, se nos intente meter de matute una vuelta atrás, unas fórmulas

demoliberales que nos vuelvan a tiempos por fortuna pasados y superados y de cuyas virtudes guardamos

memoria a través de la famosísima y democraticísima II República, de tan «gratos» recuerdos para ía

mayoría de los españoles.

En cuanto a lo de «Las inquietudes de los que no hicieron la guerra» (uno sí la hizo y no piensa pedir

perdón por ello), van por otros derroteros de los que el editorialista quiere. Van por las escasas

perspectivas de empleo bien remunerado; por la abundancia de «pisos de lujo» y escasez de viviendas

asequibles a los sueldos vigentes; el ascenso interminable de precios, las corruptelas, el poder omnímodo

de las grandes firmas bancarias; la prepotencia de las grandes empresas extranjeras en nuestro suelo, el

caos universitario, las recomendaciones, etc. Lo que nos preocupa —y supongo que al editorialista

también— son los que sí hicieron la guerra, pero en las trincheras de enfrente. Esos —y no son pocos— a

los que la «democratización del Régimen» les hace la boca agua pensando en su obsesión: La revancha.

«Cuatro veces treinta y nueve años de venganza», que ha dicho alguien tan demócrata y aper-turista como

«La Pasionaria», responsable de tantos cementerios españoles. Pero ya nos avisa. No se podrá alegar

ignorancia. Algo extraño hay en su frase, señor editorialista, de que hemos llegado a colocar bajo nuestro

punto de mira «al propio presidente del Gobierno». ¿Acaso no es signo de esa «pluralidad de opiniones» y

libertad de Prensa por la que combaten? Deberían congratularse, ¿o es que —como muchos sospechan—

hay dos medidas? Rechazo, desde luego, con energía lo que nos achaca: Unos términos —dice— «que

rozan el exabrupto y la injuria». ¿Quiere señalarlos? Una de dos, o e» el editorial nuestro que critica existe

injuria o no. Si la hay, ¿acaso nuestro Ministerio Fiscal desconoce su obligación? Y si no la hay, ¿no cae

usted mismo en lo que pretende achacarnos? Finalmente, nos dice que los que como nosotros «no

representamos los sentimientos ni aspiraciones de la sociedad ni siquiera representamos unos verdaderos

ideales, sino q«e pretendemos adquirir un monopolio (vaya, ;í/a salió!) y utilizarlo para impedir el

progreso del país» (¿hacia dónde?). Pero todo esto no casa con los numerosos telegramas, cartas y

llamadas telefónicas de felicitación y apoyo recibidas. Y es que eso de la «mayoría silenciosa» es un

tópico mus de los muchos con los que se pretende deformar la mente de los españoles ingenuos. Porque

cuando se habla claro, sin eufemismos, sin estribillos, con la verdad, la honradez y la sinceridad por

delante, nunca hay silencio.