6 junio 1965

Se le acusa de 'traición, usurpación del poder personal, corrupción, demagogia y malversación de fondos"

El dictador comunista de Argelia, Ben Bella, destituido por sus propios compañeros y reemplazado por el coronel Bumedian

Hechos

El 19.06.1065 fue depuesto el presidente de Argelia, Ben Bella, que fue reemplazado por un Consejo Revolucionario encabezado por el coronel Bumedian.

Lecturas

El dictador de Argelia, Ahmed Ben Bella, ha sido depuesto este 20 de junio de 1965 por un golpe de Estado según una información difundida esta mañana a las 9 por Radio Argel.

El golpe está encabezado por el ex ministro de Defensa, Huari Bumedián, de 40 años, que cuenta con el apoyo del ejército.

Se sabe que Ben Bella ha sido arrestado en su casa de Villa Joly; la noticia ha causado una honda impresión en Argelia, donde Ben Bella estaba considerado hasta hoy el padre de la independencia nacional.

Bumedián había sido durante la guerra de liberación comandante de la wilaya V (un cuerpo de reserva que no intervino en los combates contra Francia). Ahora Bumedián será el nuevo dictador del país.

20 Junio 1965

Un golpe de Estado lógico e inevitable

N. de la R. (Director: Torcuato Luca de Tena Brunet)

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El golpe de Estado que el coronel Bumedian ha desencadenado con tanta eficacia material, como ausencia de víctimas para derribar a Ahmed Ben Bella, puede considerarse, hablando seriamente, como la consecuencia lógica y en cierto sentido inevitable, del fuego del as fuerzas políticas existentes en Argelia, muy distinto del que aparecía en la superficie, donde Ben Bella, vestido unas veces con su uniforme militar y otras con su guerrera a la moda de China, figuraba como detentor de todos los poderes. Eso era en la superficie. En el fondo los poderes de Ben Bella eran una benévola delegación del coronel Bumedian y de sus trescientos oficiales, perfectamente entrenados y leales a la figura del hombre que había capitaneado durante toda la guerra, las unidades militares del Ejército de Liberación Nacional – ANL – brazo armado y militante de la revolución argelina. Ben Bella carecía de autoridad personal y desde que se abrió la lucha entre los líderes históricos del FLN al día siguiente de la independencia, su entronización como Jefe del Estado fue debida única y exclusivamente al apoyo que le prestaba el sombrío coronel Bumedian, mucho más que a sus méritos propios, qe eran, si queremos hablar honestamente, más bien escasos. Así, lo que ha sucedido en la noche del 18 de junio no ha sido más que la reordenación del Poder, con arreglo a los factores reales que condicionan la política argelina, suprimiendo la figura artificial de Ben Bella. Bumedian no ha hecho otra cosa que tomar el Poder que era suyo desde el primer día de la independencia suprimiendo el personaje que coronaba el edificio político de la Argelia independiente por una simple condescendencia de los militares.

Ya en las ocnfusas días de julio de 1962 en estas columnas se escribía con bastante exactitud una anticipación de los hechos del 19 de junio de 1965: “No son las tropas del Ejército de Liberación, obedientes a Bumedian, las que aclaman a Ben Bella y tratan de entronizarlo como un nuevo Nasser argelino, sino Ben Bella el que se suma a la rebeldía de una parte del Ejército. No es Bumedian quien obedece a Ben Bella, sino Ben Bella quien se une a la rebeldía de Bumedian”. Que los sucesos de Argel hayan confirmado esta tesis no tiene nada de extraordinario, dado el funcionamiento interno de la revolución argelina.

La lucha del FLN por conseguir la independencia es quizá una de las más heróicas aventuras que haya conocido la historia contemporánea. Sobre una población de nueve millones de musulmanes, es muy posible que la cifra de muertos haya alcanzado el millón y, en todo aso, los sufrimientos, los actos de valor y la voluntad de luchar, incendió literalmente las almas del pueblo entero.

Todo esto es la pura verda histórica, pero precisamente por eso la lucha fue colectiva y popular y no la operación de un partido minoritario. Al FLN se le ha definido muy exactamente como un “Partido Nación”, la totalidad de un pueblo que busca la independencia a costa de los más grandes sacrificios.

Pero en esta organización no existía un líder central encargado y personalizando la revuelta anticolonial, sino una dirección colegial que, por otro lado, quedaba establecida por los estatutos del FLN ,cuya lectura explica todo lo que ha pasado en Argel durante las últimas horas. “Articulo 12 – el poder personal y el culto de la personalidad son incompatibles con los principios de la Revolución, así la colegialidad o dirección colectiva, en un principio fundamental de trabajo en el seno del FLN. La colegialidad significa que en los organismos las decisiones son tomadas después de libre discusión”. Prácticamente, el texto del artículo 12 no hacía sino reflejar una realidad indiscutible del fenómeno revolucionario argelino: la ausencia de un líder capaz como Burguiba, como Mohamed V, como Nasser, de encarnar en su propia persona, por sus cualidades personales y las condiciones en que cumplió su lucha, el espíritu de la revolución. De ser el símbolo de la revolución.

Nadie hubiese podido decir que Ben Bella era el “combatiente supremo” de Argelia como lo ha sido Burguiba en Tunez; entre otras razones, porque su larga detención en Francia desde 1956, es decir, cuando la guerra comenzaba a tomar su ritmo más dramático, le impidieron realizar esos gestos que entronizan a los grandes hombres en el corazón de las multitudes. Ben Bella no era ni más ni menos que Budiaf – intelectualmente hablando, mucho menos – o que Krim Belkacem – un auténtico héroe militar – o que AIt Ahmed o que Rabat Bitad o Mohamed Jider. Prácticamente no habría sido combatiente y su capacidad de doctrinario no pareció nunca demasiado famosa. Fue, eso sí, un hábil político oportunista para apoyarse antes que cualquier otro en la fuerza militar del coronel Bumedian, gracias a una indudable astucia política. Pero eso era todo.

Su error ha sido creerse que verdaderamente el pueblo argelino le consideraba como la encarnación humana del combate anticolonial – la acusación de ‘narcisismo político’ es significativa en el comunicado – y olvidar que, en su propio Gobierno, una serie de oficiales jóvenes auténticos revolucionarios, hombres “Puros y duros” con la intransigencia de unos Robespierres en uniforme, nuevos “Jóvenes turcos”, generosos y extermistas, soportaban cada día con mayor malhumor el verbalismo de Ben Bella, sus gestos teatrales y su apetito creciente de Poder. Quizá en nombre de la herencia kábila que repugna el poder personal, y sólo cree en los acuerdos colectivos: quizá en el poco atractivo que el nombre de Ben Bella tenía para un pueblo que ha repetido como una religión el principio de la colegialidad o porque el balance de Ben Bella no constituya una obra de gobierno, entendidas las cosas con seriedad, los jóvenes oficiales de ALN han reclamado de su jefe, Bumedian, que retirase a Ben Bella, el Poder delegado que le concedieron durante la sublevación de julio de 1962. Lo único extrañ es que hayan tardado tanto en hacerlo.