16 junio 1998

El ex dictador de Argentina, Jorge Rafael Videla, encarcelado por la acusación de haber permitido el ‘robo de bebés’ durante la dictadura

Hechos

El 9.06.1998 el ex Presidente de Argentina Jorge Rafael Videla fue encarcelado (73 años de edad) por su responsabilidad en la apropiación de bebés durante el periodo 1976-1981 en que gobernó.

Lecturas

PERIODISTAS CELEBRAN LA DETENCIÓN POR EL ROBO DE NIÑOS: LANATA, LEUCO

lanatA_leuco Jorge Lanata y Alfredo Leuco

El periódico Página/12 fundada por Jorge Lanata (el otro fundador, Osvaldo Soriano, había fallecido un año antes) publicó en portada el 10.0.1998 el titular: «Dios Existe’ con la imagen de Videla con uniforme de preso. Además Página/12 reprodujo el editorial que el locutor radiofónico, Alfredo Leuco, pronunció en su programa en Radio de la Plata. Lo reproducimos:

ALFREDO LEUCO- Videla está otra vez preso. Repito: Videla está otra vez preso. Disculpe que lo repita. Pero nunca pensé que podría pronunciar estas cinco palabras sin que estuviera soñando. Jamás me imaginé que podría decir: Videla está otra vez preso, sin estar mintiendo. Sin que sea apenas una expresión de deseo.

Es verdad. Videla está otra vez preso.

Ya sé que no se sabe por cuánto tiempo. Que en un par de días puede quedar en libertad. Que tal vez el juez Marquevich haya querido dar un golpe de efecto en los medios, que haya querido tapar algo. Sí, todo eso lo sé. Pero a esta hora Videla está otra vez preso. Y puede quedarse muchos años adentro.

Así que quiero darme el gusto de decirlo con todas las letras. De repetirlo. De saborearlo. De disfrutarlo mientras dure. Página/12 tituló «Dios existe» y puso una foto de Videla con traje a rayas de presidiario de cuarta. Y le digo la verdad, confieso que me gustó. No porque me anime un sentimiento de venganza. Me gustó porque sentí que unas abuelas desarmadas habían derrotado a un general asesino. Sentí que el cabello blanco y las piernas cansadas habían vencido al uniforme y la metralla. Sentí que una tal Estela Carlotto se había convertido en una suerte de David y que el hondazo había dado de lleno en la frente de Jorge Rafael Goliat. Y Goliat se desplomó.

Por eso me alegro cuando repito: Videla está otra vez preso.

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Porque está en el lugar del que nunca debió haber salido. Entre rejas. Porque solamente la inmoralidad de un indulto le permitió caminar las mismas calles que caminamos nosotros a alguien que había sido condenado por 66 homicidios agravados, por 306 secuestros, por 96 casos de tortura, por 4 tormentos seguidos de muerte y por 26 robos.

Y sin embargo estaba libre. Iba a misa los domingos, al supermercado, a hacer gimnasia como si fuera uno de nosotros. Y no era uno de nosotros.

Si le hubiesen sumado todos los años de cárcel que le correspondían le hubiera tocado estar 10.248 años a la sombra. Pero nadie vive tanto. Ni siquiera un tiranosaurio como Videla. Apenas estuvo menos de 5 años en la prisión militar de Magdalena y el actual presidente Menem lo indultó. Le perdonó todas las atrocidades que había cometido y que había ordenado cometer.

Pero ni siquiera Menem puede perdonar hacia adelante. Ni un ser sobrenatural como el actual Presidente podía imaginar que ocho años después Videla volvería a la cárcel otra vez con todas las de la ley. Porque está acusado de ser el autor mediato de robo, secuestro y cambio de identidad de cinco bebés y esos delitos no prescriben. Son delitos de lesa humanidad imprescriptibles. Hay muchos chicos nacidos en cautiverio que todavía no fueron ubicados ni restituidos a sus familiares biológicos y por eso se puede decir que esos chicos que ahora son jóvenes de 20 años, más o menos, son los desaparecidos que todavía están vivos.

La historia de los pueblos siempre tiene momentos mágicos y este es uno. A 20 años del Mundial ’78 que Videla y su banda de secuestradores utilizó tanto, Videla volvió a la cárcel. Tal vez tenga que ver los partidos de este Mundial de Francia entre rejas. El jefe de los terroristas del Estado está preso y eso bien vale un brindis. Porque hay un nazi menos en libertad. Porque el aire está un poco menos contaminado.

El responsable máximo del Holocausto argentino es un sinvergüenza pero si la tuviera debería padecer doblemente. Sentirse humillado porque un hombre de armas como él, un duro, un implacable está preso por robar bebés y por las denuncias realizadas por Abuelas.

Bebés y Abuelas llevaron a la cárcel a Videla, al más sanguinario. Por eso el miércoles fue un día histórico. Un canalla menos entre nosotros, los civiles desarmados y pacíficos. Una gran victoria de la lucha y la tozudez de las Abuelas de Plaza de Mayo que no descansan nunca. Dale que te dale siempre para adelante. Buscando sus nietos, dale que te dale, buscando su sangre, dale que te dale…

Buscando castigo a los culpables.

Alfredo Leuco

11 Junio 1998

Los niños de Videla

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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El ex general argentino Jorge Videla ha vuelto a la cárcel. A sus 72 años se las tiene que ver de nuevo con su tenebroso pasado. Esta vez, por el caso de cinco niños de padres desaparecidos de los que se falsearon sus actas de nacimiento para entregarlos a otras familias. Sentenciado en su día por asesinatos, torturas y secuestros, el presidente de la primera Junta Militar argentina tras el golpe de 1976 nunca se arrepintió de sus actos. Ni siquiera tras el indulto con el que Menem le sacó de la cárcel en 1990, después de haber cumplido seis años de la condena impuesta por el tribunal que juzgó a los integrantes de las juntas militares. Menem intentó pacificar el país en la estela de las leyes de punto final y de obediencia debida, después de varias asonadas, y enterrar los años oscuros. Videla se sentía a salvo. Pero el pasado acaba regresando.El juez federal Roberto Marquevich, que ordenó el martes por sorpresa la detención de Videla, considera que no ha prescrito el crimen de lesa humanidad que imputa a Videla, y que podría llevar a procesar a otros antiguos jefes militares, incluido el ex almirante Massera. De hecho, las citadas leyes de punto final excluyeron el perdón de los delitos cometidos contra menores. Por paradójico que pueda parecer, han prescrito los asesinatos de los padres -entre 10.000 y 30.000, según las diversas estimaciones-, pero no el secuestro de sus hijos. Aunque se trate en este caso de un hecho ocurrido en 1975, antes del golpe militar, cuando Videla era comandante en jefe del Ejército de Tierra.

Hay decenas de otras causas similares abiertas cuya llama mantienen viva las Abuelas de la Plaza de Mayo. Los niños de entonces, hoy adultos, han debido descubrir con horror no sólo que los que creían sus padres no lo eran, sino que éstos habían colaborado en no pocos casos en el asesinato de sus auténticos progenitores.

La detención de Videla ha vuelto a poner en primer plano el destino de esos niños, que en alguna ocasión nacían clandestinamente en el siniestro hospital y centro de detención de Campo de Mayo, donde eran arrebatados a sus madres -que engrosaban luego la lista de desaparecidos- y entregados a otras familias falsificando sus partidas de nacimiento. En el centro de la causa que afecta a Videla se encuentran el ex comandante Bianco y su mujer, que inscribió a los recién nacidos como hijos propios. Fueron detenidos y entregados a la justicia argentina en los últimos meses, tras haber huido a Paraguay.

Cualquiera que sea la evolución judicial de este caso para Videla y otros posibles encausados, Argentina ha vivido en el espejismo, en el que han caído también otros países, de creer que se puede borrar la memoria histórica por ley. Los países, naturalmente, siguen rutas propias en sus procesos de transición a la democracia, y no se trata de dar lecciones a nadie. Pero si se quiere ajustar la sanción penal a la sanción moral, la palabra la tiene la justicia, que ha encontrado un resquicio para combatir una tremenda injusticia histórica. Tras la detención de Videla ha habido un dato tranquilizador que refleja el cambio de Argentina: no se ha oído ruido de sables. ¡Enhorabuena! Por lo uno, y por lo otro

16 Julio 1998

Cerco a Videla

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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LA DECISIÓN del juez Roberto Marquevich de procesar y mantener en prisión preventiva al ex dictador Jorge Videla por el secuestro de cinco menores nacidos en cautiverio durante la infame dictadura que encabezó puede constituir una prueba de fuego sobre la madurez de las instituciones argentinas. La brecha abierta por el juez -para unos un inconformista, para otros, como las Madres de la Plaza de Mayo, un instrumento utilizado por el presidente Menem en una campaña de imagen internacional- tiene dos trayectorias. La más corta e inmediata es su pulso con el tribunal de apelación que debe confirmar o no la prisión de Videla, huérfano a sus 73 años de la arrogancia de la que hizo gala en el pasado. La de mayor alcance, su repercusión entre los militares argentinos, una gran familia que no ha ocultado su profundo malestar desde la espectacular detención de Videla, el 9 de junio.Los tiempos no son los que eran, y los procedimientos han variado en consonancia, pero Marquevich ha recibido anónimos del talante de «cuadros del glorioso Ejército han decidido hacer justicia por mano propia y lo condenan a muerte a partir de este momento». La ansiedad de los uniformados deriva no sólo de la negativa del juez a permitir que Videla permanezca recluido en la burbuja protectora de una unidad castrense, sino de la posibilidad, mucho más sustantiva, de que en la estela del que fuera todopoderoso jefe del Ejército y artífice del golpe de marzo de 1976, oficiales en activo sean llamados a declarar en causas relativas a otros niños nacidos en cautividad y secuestrados por los militares argentinos entre 1976 y 1983. Unos niños que ahora son adultos y deben enfrentarse al fogonazo de conocer su origen o enterarse de que aquellos a quienes llaman padres fueron en realidad los verdugos de sus progenitores verdaderos.

Procesando al ex general Videla, el juez federal Marquevich pone el dedo en las llagas de un país azotado por una de las dictaduras más sangrientas del continente americano. Juzgado y condenado en 1985 a cadena perpetua por asesinatos, torturas, secuestros y robos, Jorge Rafael Videla fue amnistiado como otros jefes de las juntas militares por el presidente Carlos Menem en 1990. El 70% de los argentinos rechazó entonces aquella medida, que se producía tras las leyes de «obediencia debida» y «punto final» promulgadas en 1987 por su antecesor, Raúl Alfonsín. Videla permaneció cinco años, los más violentos y represivos, al frente de un poder sanguinario que hizo desaparecer a más de 30.000 personas, según organizaciones de derechos humanos.

Las Abuelas de la Plaza de Mayo han denunciado la desaparición de más de 230 niños nacidos en los centros clandestinos de detención. Sólo el 25% de esas acusaciones ha sido aclarado hasta ahora. En Argentina surgen a diario nuevos testimonios y documentos que demuestran la amplitud y el carácter sistemático de los crímenes de la dictadura. Incluido el robo de niños, un delito de lesa humanidad y, por tanto, imprescriptible. El proceso a Videla amenaza también a otros oficiales que se creían a salvo.