27 mayo 2013

También desvela situaciones de los protagonistas de su época como político de primera fila

El ex Vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra ajusta cuentas en sus memorias («Una página difícil de arrancar») con el exjuez Baltasar Garzón de haber querido cobrar en negro del PSOE en 1993

Hechos

El 27.05.2013 el ex Vicepresidente del Gobierno D. Alfonso Guerra presentó sus memorias tituladas E ‘Alfonso Guerra, Una página difícil de arrancar’, en las que aludía al juez D. Baltasar Garzón.

Lecturas

MOMENTOS ESTRELLA DEL LIBRO:

La memoria histórica de Alfonso Guerra.

El sueldo en ‘B’ de Garzón.

Cuando Garzón entró en las listas del PSOE para las urnas del 93, acudió a la dirección del partido a plantear un «problema operativo». Guerra lo cuenta así: «Como juez debía abandonar unos meses antes de las elecciones el cargo, por lo que dejaría de recibir su estipendio. Me lo consultaron y contesté que sin duda el partido sería solidario abonándole las cantidades hasta ser proclamado diputado, pero que lo haríamos en A, es decir, de manera legal y con firma del recibo por la cantidad real. No aceptó. ‘Pues entonces no hay pago’, fue mi respuesta. Parece que acudió a otra institución, esta vez con éxito». Aunque valora algunos logros del juez, como el procesamiento del dictador Pinochet, a Guerra no le gustó el fichaje de Garzón. Cuando González le anunció que tenía un golpe electoral, el número dos socialista contestó: «Ése es un golpe que nos estallará en nuestra propia cara».

Ajuste de cuentas con Jorge Semprún:

En los consejos de ministros el primero en llegar era siempre yo, seguido de Paco Fernández Ordóñez; un rato después aparecía inexorablemente el ministro de Cultura, Jorge Semprún. Cuando él llegaba estábamos enfrascados en una revisión de nuestras lecturas, dando nuestro criterio sobre novelas y personajes. Semprún siempre corroboraba lo que estábamos diciendo. Sabíamos de su calidad literaria, pero nos escamaba que en todo momento ratificase nuestras opiniones sin añadir nada más. Concebimos Paco y yo una broma que nos despejase la duda de si él verdaderamente había leído todo lo que comentábamos. Acordamos que a la siguiente sesión del consejo hablaríamos de una novela inexistente y ponderaríamos a un personaje de tal novela, por supuesto una invención. Él nos siguió la broma, había leído la novela, confirmaba nuestro criterio acerca del personaje. No podíamos aguantar la risa, pero le ahorramos la crueldad de colocarlos ante su presunción. (pag. 141)

Pradera, Tontos y malvados.

En 1992, Guerra se opuso a la creación de un cartel que copiaba la foto de Felipe y él en el Palace el 28 de octubre del 82. Lo veía una «impostura» poco ética, ya que la unión de entonces entre ambos no era ya la misma. Insistió, pero el cartel se imprimió. «Los aduladores de González –entre ellos destacaron Joaquín Almunia, Carlos Solchaga, José María Maravall, Joaquín Leguina y el periodista Javier Pradera– le rodeaban impidiendo que pudiese escuchar otras voces» (pag. 133). «Los aduladores se reclutaban en su entorno, ministros, exministros y dirigentes del partido, pero también en el extrarradio de los medios, como el grupete de periodistas capitaneados por Javier Pradera, que se presentaban sin haber sido invitados algunos miércoles a la puerta del Palacio de la Moncloa para contemplar con el presidente los paridos de fútbol que emitían en la televisión, le hacían ver que él era un político exepcional y que no podía estar sometido a la politiquería del partido (pag. 143).. Se sintieron golpeados y extendieron en el partido la especie de que era un intento por mi parte de expresar que Felipe sólo podía caminar si lo hacía de mi mano. Dudé si serían más tontos que malvados, o a la inversa».

El vídeo de Pedro Jota.

EL MUNDO siguió la estela de la política del PP, el director del periódico Pedro J. Ramírez, culpaba a Vera de un vídeo de su vida privada, los que lo vieron afirman que sonrojante, que le fue hurtado y difundido. Si el afectado tiene interés en conocer el origen, tal vez debiera orientar sus pesquisas hacia colegas de profesión.

Polanco y Borrell.

Viene a visitarme José Borrell. TIene grandes dudas sobre su vuelta política en primera línea. Denuncia que existe una suerte de nomenclatura de la dirección. Me contó como Polanco le dijo en el proceso de primarias «A ti no te vamos a apoar porque cuando tú estabas en el Gobierno no nos hiciste ningún favor» (pag. 374).

Felipe; engaño y cacería.

Junto al reconocimiento que Alfonso Guerra hace de la «transformación» y «avance» de España bajo el mandato de Felipe González, se desgranan episodios menos amables. El 8 de enero de 1991, González y Guerra elaboran la composición del Gobierno. Pero dos meses después, mientras Guerra está en la Internacional Socialista en Sydney, González diseña otra. «Txiki Benegas me expuso el equipo que Felipe tenía previsto para el nuevo Gobierno. Le aseguró que ya lo había hablado conmigo. ¡Era radicalmente diferente del que habíamos pactado en enero!». Guerra relata la llamada que hizo a González desde Sydney: «Mantuvimos una conversación poco grata, incómoda. Se encerró en una actitud cínica (…) Había defraudado mi confianza (…) Evidenciaba un engaño, una trampa urdida sin motivo (…) Por primera vez me sentí engañado por Felipe González».

Otra afrenta.

Un diputado contó a Guerra que cuando Cipriá Ciscar fue nombrado secretario de Organización del PSOE, Felipe le dijo: «Tu misión aquí es sacar de la dirección a Alfonso y a Txiki». Guerra escribe que no sabe si esa instrucción existió, pero que los hechos posteriores «encajan absolutamente con aquella orden propia de la cetrería».

El filtrador de los Consejos de Ministros. En una cena, Jesús Polanco le dijo a Guerra: «Siempre hemos sabido que tú estabas contra nosotros en los Consejos de Ministros». El político socialista se extrañó y preguntó al fundador de Prisa cómo lo sabían. «Su respuesta me produjo una enorme tristeza: ‘Eso es lo que nos contaba Javier Solana’».

González y los GAL:

«Está acotado». La irrupción en política del caso GAL fue obra de un juez que «recuperó el expediente, dormido durante años», una «anomalía»: «El juez era Garzón, el que fue diputado socialista hasta poco tiempo antes». Guerra revela que cada vez que Garzón detenía a altos cargos del Gobierno o la Policía, él llamaba a González para que se lo explicara. Y siempre oía la misma contestación: «Está acotado». «Nunca recibí la explicación de su significado».

Solchaga y Rubio se vengaron de Conde.

Alfonso Guerra dice que, aunque había razones para que el Banco de España interviniera Banesto, la motivación fue «la negativa de Conde a hacerse cargo de Ibercorp». «Acudió a Conde el clan de los amigos, Mariano Rubio y Carlos Solchaga, antes de que estallase el escándalo con objeto de taparlo. Él no aceptó, y se vengaron con la intervención».

Guerra, Castro, el Papa y un cuarto de baño.

En 1996, un hombre de Clinton pidió a Guerra que mediara entre EEUU y Cuba. Él lo habló con González, que aceptó, «aunque dijo que tenía un mediador mejor: el Papa». En enero de 1997, Guerra cenó con Castro y otros dirigentes cubanos. «Tras dos horas de charla, pregunté dónde estaban los aseos. Inmediatamente se levantó Fidel diciendo: ‘Yo te acompaño’. Cuando empezamos a caminar le dije que quería plantearle un asunto de cierta importancia y no sabía si introducirlo delante de los demás. Me llevó a un salón donde le transmití la petición del enviado de EEUU (…) Decidió al instante: ‘Que digan fecha para iniciar los contactos’».

Suárez y Tejero cara a cara.

Guerra lamenta no haber creído a Adolfo Suárez el 10 de abril de 2002. «Fue mi última conversación con él (…) No supe creer sus palabras cuando me anunció que estaba perdiendo la memoria». Guerra desvela una nota que un ujier del Congreso le pasó tras el golpe de 1981. Era una escena entre Suárez y Tejero, en la que el ex presidente conminaba al guardia civil a que le explicara «esta vergüenza», le dijera «quién está detrás» y parara el golpe «antes de que ocurra una tragedia». «Se lo ordeno», llegó a decir Suárez. «No me provoque», soltó Tejero, y mandó a Suárez callarse. «Como dijo Hölderlin: ‘Algunos hombres se ven obligados a aferrar el relámpago con las manos desnudas’. Así fue Adolfo Suárez».

Al PSOE le sobran letras.

El 1 de marzo de 1997, en la comisión que preparaba el XXXIV Congreso, Felipe «interrumpió mi intervención para decir: ‘¿Y si bajamos a la reunión y proponemos cambiar el nombre del partido? Sería mejor que se llamara Partido Socialista’. Un silencio paralizante recorrió la sala». Guerra habló del escándalo que sería eliminar la O y la E. Felipe contestó: «No pasa nada si se forma el escándalo».

Asistir a tu muerte.

El 24 de noviembre de 2007, los periódicos de Paraguay publicaron un obituario de Alfonso Guerra, «fallecido en España el 22». El Movimiento Tekojoja señalaba «el apoyo de Guerra al pueblo paraguayo y la democratización del país». La información la había dado el candidato Fernando Lugo. Pero se equivocó de protagonista. «El fallecido es un homónimo paraguayo, Alfonso Guerra Rodas, ex dirigente de izquierda». Guerra le pone humor: «Si a alguien alegró la noticia, queda invitado a bailar una pavana en homenaje a la vida que aún sigue latiendo en mi cuerpo».