25 noviembre 1965
Estados Unidos y Bélgica dan su apoyo al nuevo dictador
El General Mobutu da un golpe de Estado y se convierte en el dictador del Congo, país que pasará a rebautizarse como ‘Zaire’
Hechos
El 25.11.1965 un golpe de Estado en el Congo depuso al jefe del Estado, Kasavubu, que fue reemplazado por el GEneral Mobutu.
Lecturas
En julio de 1964 Moshe Tshombe había sido nombrado primer ministro.
El comandante en jefe del ejército congoleño, general Joseph Mobutu, ha depuesto hoy al presidente de la república, Joseph Kasavubu, y se ha hecho cargo del poder político como dictador del Congo (que pasará a denominarse Zaire).
El golpe de estado viene a poner fin a la crisis desatada hace un mes cuando el presidente Kasavubu destituyó al primer ministro, Moshé Tshombe; desde entonces, las insalvables diferencias políticas entre los grandes grupos étnicos habían impedido por completo la formación de un nuevo gobierno.
El general Mobutu nació en Lisala, en 1930 y actuó primero como suboficial de la fuerza pública, antes de adherirse al movimiento de liberación nacional que encabezaba Patrice Lumumba.
Ha sido, a partir de proclamarse la independencia, jefe de estado mayor del ejército, y luego comandante en jefe. En el ejército de ese cargo destituyó a Lumumba y se convirtió en jefe de Estado. Poco después, en febrero de 1961, abandonó ese puesto y se mantuvo al frente del ejército.
Mobutu ha ostentado desde entonces el poder real en el Congo, por encima incluso de las instituciones estatales.
Moshe Tshombe huirá del país y acabará su vida en una cárcel de Argelia.
El Análisis
El golpe de Estado protagonizado ayer por el general Joseph Mobutu en el Congo —ahora Zaire— no sorprende a nadie que haya seguido el devenir errático y convulso del país desde su independencia en 1960. Lo que sí sorprende, o mejor dicho inquieta, es la normalidad con la que se asume que el experimento democrático africano ha fracasado. Kasavubu, un presidente cada vez más aislado y sin poder real, es apartado sin resistencia. Moshe Tshombe, el último intento civil de recomponer el país, ya había sido destituido. Y así, Mobutu —el hombre fuerte desde las sombras desde los tiempos de Lumumba— emerge como líder absoluto. Lo que queda claro es que Zaire ha cambiado el sueño democrático por la promesa del orden. Y el mundo parece dispuesto a aplaudir, o al menos a tolerar, ese pacto.
El nuevo régimen de Mobutu ofrece, para quien quiera verlo así, una solución pragmática a la fragilidad institucional de los últimos años. Con el beneplácito tácito de Bélgica y Estados Unidos, se espera que este nuevo orden contenga las tentaciones comunistas y estabilice un país que ha sido campo de batalla entre bloques, etnias y ambiciones personales. Pero a cambio, se aparca de manera indefinida cualquier posibilidad de construir una democracia real. Lo que está en marcha es una dictadura militar en toda regla, vestida de nacionalismo africano y apoyada desde el exterior como mal menor.
El Zaire de Mobutu podrá, tal vez, ofrecer carreteras asfaltadas y un Estado funcional; pero será a costa de silenciar las voces críticas, suprimir libertades y enterrar, una vez más, el ideal de un África negra capaz de gobernarse a sí misma sin recurrir al uniforme ni al bastón de mando.
J. F. Lamata