11 septiembre 2019

PSOE, Adelante Andalucía y activistas de la izquierda protestan porque se insinúe que puede haber hombres maltratados, algo que según ellos no existe

El Gobierno de Andalucía crea un teléfono de asistencia a víctimas de maltrato que no sólo atiendan a mujeres, sino también a hombres

Hechos

En septiembre de 2019 la Junta de Andalucía anunció que ponía en marcha un teléfono de atención a las personas que sufrieran maltrato, fueran hombres o mujeres.

Lecturas

El activista de izquierda D. Gerardo de la Torre Cortés, ‘Gerardo Tecé’ (tuitero con más de 500.000 suscriptores), conocido por ser guionista de D. Andreu Buenafuente en El Terrat, fue uno de los más vehementes contra aquel teléfono calificando a los hombres maltratados como una «fantasía inventada».

Tras su comentario muchos de sus seguidores publicaron burlas y risas contra la posibilidad de que hubiera un hombre que pudiera alegraba que sufría maltrato.

11 Septiembre 2019

Teléfono de la vergüenza intrafamiliar

Gerardo Tecé

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El Gobierno andaluz ha aprobado hoy la creación del “teléfono de atención contra la violencia intrafamiliar”. De primeras, dan ganas de salir de copas para celebrarlo. Esto no puede ser una mala noticia. El germen de esto viene de lejos. ¿Qué pasa con el niño maltratado por su madre alcohólica? ¿Y con el anciano maltratado por sus hijos drogadictos, que no puede llamar a ningún teléfono por ser un hombre? Preguntas como estas fueron durante meses el argumentario de Vox para intentar acabar con un servicio telefónico que les resultaba molesto y “discriminatorio para el hombre”: el de atención a las mujeres víctimas de la violencia machista. Aún quedan dudas sobre si el argumentario de Vox tenía más de repugnante o de infantil, pero de lo que ya no hay dudas después de hoy es de que los ultras se han salido con la suya imponiendo la tontería intrafamiliar que nadie atina a explicar bien en qué consiste: ¿y si la hostia me la pega un primo hermano?

Explicarle a un guiri que pase por Andalucía y vea el panorama que tenemos con las violencias sería relativamente fácil. Bastaría con aclararle que en todos esos supuestos que plantea la extrema derecha –qué pasa con los ancianos y los niños– en España existen desde hace tiempo unas cuantas cosas útiles. Sus nombres son, entre otros, policía, comisaría, juzgados, teléfono de emergencias o código penal; herramientas que protegen a cualquiera, sea hombre, mujer, niña, niño o anciano. Además de la policía y del código penal, en algunos casos, existen a modo preventivo una serie de teléfonos específicos para que profesionales específicamente formados puedan atender a los colectivos más castigados por las cifras de violencia, en este caso, mujeres y menores.

Un ejemplo sencillo –hasta un diputado de Vox lo podrá entender– para comprender que proteger a colectivos vulnerables no es discriminar al resto, podría ser el del terrorismo de ETA. Cuando se creó la oficina de atención a las víctimas del terrorismo, a nadie se le ocurrió indignarse porque aquello pudiera suponer una discriminación para el potencial abuelo maltratado por sus nietos drogadictos. A nadie se le ocurrió tampoco pedir la desaparición de esa oficina para crear la oficina de violencia intra-nacional y que el abuelo potencialmente maltratado no se sintiera discriminado ante las víctimas del terrorismo. No. A nadie se le ocurrió en aquel momento todo aquello porque, además de que no es plato de gusto para nadie hacer el ridículo, nadie era tan ruin como para mearse encima de colectivos que sufrían violencia a cambio de generar un poco de agitación. Esto, como sabemos, ha cambiado mucho.

La buena noticia es que el teléfono de violencia intrafamiliar que hoy presenta a bombo y platillo el nuevo Gobierno andaluz no sirve para nada: es sólo un guiño a la ultraderecha de cuyas manías infantiles depende. La buena noticia es que finalmente no se han atrevido a acabar con el teléfono para mujeres maltratadas, que seguirá funcionando como hasta ahora. Tampoco han acabado con el teléfono de atención a menores maltratados, que también seguirá funcionando. Es decir, la cosa intrafamiliar que hoy presentan es un servicio de atención para la violencia contra el hombre maltratado en el hogar, pero al parecer les ha dado pudor (otra buena noticia) llamarlo así.

La mala noticia es que este tipo de maniobras distraen el foco y lo quitan del problema real de la violencia machista. La mala noticia es que las ocurrencias para contentar a los ultras confunden y afectan a las mujeres que sufren violencia real. Desde hoy, las mujeres maltratadas estarán más confusas e inseguras. Si se han tomado en serio la propaganda institucional de hoy para contentar a los ultras, ya no esperarán encontrarse al otro lado a personas especializadas en su problema, tan complicado de afrontar, sino un servicio de violencia de la marca Hacendado, un genérico, un cajón de todo un poco bautizado con el concepto “intrafamiliar” para que no quede rastro de una realidad que a la extrema derecha le molesta: que el machismo mata.

La mayor confusión e inseguridad que hoy sufrirá la mujer maltratada que está pensando en pedir ayuda, no es culpa de Vox. ¿Qué otra dedicación puede tener la extrema derecha si no es joderle la vida al más vulnerable? La mala broma de la cosa intrafamiliar es responsabilidad de PP y C’s. Dos partidos que juran seriedad mientras bailan al ritmo que les marca la pandereta de un grupo ultra. Dos partidos que han decidido que merece la pena hacer este tipo de concesiones absurdas, que solo sirven para saciar la sed de sus socios psicópatas. Aunque su única aportación social sea confundir y complicarles un poco más la vida a esas mujeres que ya la tienen suficientemente complicada. ¿Para cuándo un teléfono de atención contra la violencia que genera la estupidez institucional?