1 diciembre 1984

El grupo francés Hachette entra en el mercado de revistas españolas comprando TELEPROGRAMA (TP), la revista más rentable del país

Hechos

  • En 1984 se produce un cambio de propiedad en la revista TELEPROGRAMA. No se hará público hasta que el 10 de julio de 1986 el diario CINCO DÍAS y el 5 de septiembre de 1986 informen de él.

Lecturas

A lo largo del año 1984 el Grupo MovieRecord (a través de su filial TelePublicaciones) vende la revista TelePrograma (TP) a la empresa Ediciones Universales, una empresa constituida por el grupo francés Hachette Filipacchi (en un 75%) y de los españoles Joaquín Bordiú y Esteban Molina (en un 25% restante). El pacto no se hará público en prensa española hasta el 10 de julio de 1986 el periódico Cinco Días informa de que Hachette.

Joaquín Bordiú y Esteban Molina, miembros del Opus Dei, ya habían sido directivos de TP en la etapa de MovieRecord.

El precio que pagó Hachette en el año 1984 por TP no ha sido desvelado por la compañía. La única referencia al respecto es la entrevista realizada por D. Antonio Jordán a al Sr. Jo Linten (dueño de MovieRecord) en la que afirmaba que la transacción se había realizado por 600 u 800 millones de pesetas [entre 3 y 5 millones de euros]. Juan Caño Díaz reconoce que hubo comisionistas que cobraron en el extranjero cantidades en un sistema no autorizado por la legalidad  vigente.

SE MANTIENE EL DIRECTOR:

El cambio de propiedad no impide que D. Francisco Yagüe siga siendo director de la revista TP, que dirige desde el año 1967

SOCIOS DE LA EMPRESA PROPIETARIA DE TP:

Los españoles D. Joaquín Bordiú Ximénez de Embún y D. Esteban Molina son los principales accionistas españoles de la sociedad que controla la revista TP, aunque ellos tendrán una participación minoritaria.

El Grupo Hachette Filipacchí presidido en España por el Sr. Frank Ténot tendrá la participación mayoritaria de la empresa que ha adquirido TP.

El grupo, presidido por Jean Luc Lagardire, uno de los millonarios más dinámicos de Francia, propietario también de Matra y de un equipo de fútbol, el Racíng de París, tiene grandes intereses tanto en el mundo editorial como en el de la Prensa y medios audiovisuales y es candidato a la compra del primer canal de la televisión francesa, TF1.

Gérald de Roquemaurel

Juan Caño Díaz

Pasando Revista (2018) Pags. 269-278

Leer

Gérald de Roquemaurel ejercía a veces de dios. Se sentía predestinado. Descendiente de Louis Hachette, fundador en 1826 de las librerías que llevan su nombre, e hijo del marqués Ithier de Roquemaurel, durante varios años presidente del grupo Hachette e inventor del libre de poche (libro de bolsillo), la historia tenía reservada para Gérald el puesto de presidente de la empresa de revistas sucediendo a Daniel Filipacchi.

Mientras sus compañeros elegían trabajar para Hacienda o el Tribunal de Cuentas, Gérald sorprendió a todo su entorno aceptando el puesto de… gerente de la edición francesa de la revista PLAYBOY, con el consiguiente desagrado de su familia, para la que los libros editados por Hachette representaban el exclusivo universo de lo escrito.

A partir de ahí comienza a escalar puestos en la empresa Hachette-Filipacchi, que editaba PLAYBOY en Francia además de una veintena de otras revistas, hasta llegar a lo más alto.

Su carácter imperialista le empujó a conquistar mercados internacionales y, tras el desembarco en USA con la revista ELLE, llegó el turno de España, el vecino pobre del otro lado de los Pirineos, pobre pero casi virgen, donde lo que se plantaba crecía como la espuma.

Existían, sin embargo, importantes dificultades jurídicas. Corre el año 1985 y España todavía no forma parte de la Comunidad Europa. Una antigua ley franquista prohíbe la inversión de capital extranjero en el negocio editorial. Incluso un libro de matemáticas debe financiarse con dinero local. La sospecha de cualquier infiltración propagandística ajena al Régimen estaba férreamente controlada en los medios de comunicación.

Una argucia jurídica del astuto abogado José Mario Armero permitió sortear dificultades.

Resulta que Hachette había creado en España a principios de siglo XX una filial dedicada a la distribución de publicaciones con el nombre SGEL, Sociedad General de Librerías, que operaba principalmente en estaciones ferroviarias. Fue esta SGEL la que sirvió como plataforma a Hachette para establecerse en España como editora de revistas. Además un año más tarde España entra en el Mercado Común.

Lo primero era encontrar alguna revista interesante que estuviera a la venta. Casualmente el grupo Movierecord, perteneciente al Opus Dei, necesitaba hacer caja y decidió desprenderse del semanario español de televisión por excelencia, TELEPROGRAMA (TP).

Como ocurría por aquel entonces, los semanarios de televisión eran verdaderas vacas lecheras generando ingresos en todo el mundo. Gérald lo sabía; no en vano su grupo poseía TÉLE 7 JOURS en Francia.

TP tenía el precio de portada más bajo de todas las publicaciones en España, 50 pesetas, y eso dejaba poco margen para obtener beneficio, tras pagar redacción, papel, impresión y distribución, amén de los gastos generales, pero por poco que fuera, había que multiplicarlo todas las semanas por más de un millón, que era la venta de la revista. Y, entonces, el beneficio era suculento.

A los niños listos se les llamaba TP porque sabían lo que ponía la televisión cada día. TELEPROGRAMA era toda una institución en España, la imprescindible prolongación del electrodoméstico más querido. En el ‘Libro Guiness’ de los récords figura como la revista española que alcanzó el mayor número de ejemplares vendidos de la historia, 1.359.335 ejemplares, el 5 de marzo de 1990.

El precio estipulado para la operación de adquisición fue alrededor de 1.000 millones de pesetas, una verdadera fortuna por aquel entonces, que fue enteramente financiado por un par de bancos que recuperaron su dinero mucho antes de lo previsto porque la revista generó un extraordinario cash flow desde el principio. La adquisición estuvo trufada de dificultades porque un intermediario deseaba cobrar su gestión en Suiza, algo totalmente prohibido por aquel entonces y ahora.

Hachette y Gérald de Roquemaurel ya tenían una pica instalada en España, una pica que se convertiría en la joya de la corona del grupo, cuya expansión internacional fue imparable desde entonces.