26 marzo 2002

Cruce de demandas y pleitos de Kirch contra los bancos Deutsche Bank y Bayerische Landesbank

El grupo mediático alemán de Leo Kirch, accionista de TELECINCO, se derrumba asfixiado por los bancos

Hechos

En marzo de 2002 el grupo Kirchmedia se declaró en situación de ‘insolvencia’.

Lecturas

Leo Kirch, pionero de la televisión privada primero en la República Federal de Alemania y luego en la Alemania reunificada con televisiones como Sat.1, a los que luego sumó N24, DSF, ProSieben y Sky y presente en España con el 25% de Telecinco, entra en insolvencia dentro de la crisis por compra y venta de derechos deportivos del mundial de fútbol, lo que causó un endeudamiento ante el Deutsche Bank de Rolf Breuer.

09 Abril 2002

Kirch, el fin de un modelo de propiedad audiovisual en Europa

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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El enorme grupo de comunicación alemán Kirch está desde ayer en la antesala de la quiebra tras suspensión de pagos de su principal empresa, KirchMedia, encargada de adquirir derechos de películas y de nutrir a sus canales de televisión, en abierto y de pago.Kirch debe un mínimo de 9.000 millones de euros, y desde ahora según la ley alemana quedará regido por un administrador judicial durante un periodo no superior a tres meses, tras el que se decidirá si el grupo puede continuar con una nueva propiedad o si se vende a trozos.

Leo Kirch basó su apuesta en la televisión de pago Premiere en la carísima adquisición, no sólo de películas, sino de derechos de grandes acontecimientos deportivos como el Mundial de fútbol de este año o la Fórmula Uno. Pero no ha logrado atraerse a suficientes abonados y el gran negocio se ha convertido en un océano de números rojos. No es el único en Europa: la plataforma británica ITV Digital puede ir a la quiebra el día 15 al no poder hacer frente al pago de la fortuna que se comprometió a dar a la Liga de Fútbol inglesa: 500 millones de euros, de los que sólo ha desembolsado 190. La misma amenaza pesa sobre Vía Digital y Canal Satélite, claro está.

El sueño calenturiento según el cual existían millones de ciudadanos dispuestos a gastarse alegremente mucho dinero para poder ver fútbol y cine por la televisión digital fue otro subproducto más de la burbuja tecnológica y del exceso subsiguiente de liquidez en las bolsas durante los años 90. Ahora se revienta todo, y si por una parte los clubes de fútbol se ven amenazados de quiebra, con sus estadios de lujo y sus jugadores a 60 millones de euros comprados contando con unos ingresos que se han volatilizado, los grandes grupos mediáticos europeos también van a sentir una sacudida telúrica que afectará a su estructura económica y a su propiedad.

En el caso de Kirch todo se complica por razones políticas. Por una parte, la caja de ahorros bávara le prestó 1.900 millones de euros de dudosa recuperación, a instancias de su amigo el primer ministro Edmund Stoiber, rival cristianodemócrata y, hasta ahora al menos, ligero favorito del canciller Gerhard Schröder en las elecciones del próximo mes de septiembre. Por otra, dos socios minoritarios de Kirch, Rupert Murdoch y Silvio Berlusconi, quieren quedarse con el negocio, y en Alemania ponen el grito en el cielo porque no sólo son los dos extranjeros, muy conservadores y con fama de entrometerse en la línea editorial de los medios que controlan, sino porque Berlusconi es primer ministro de otro país, y los medios informativos siguen siendo considerados como un sector de interés estratégico nacional.Frente a ellos está la candidatura de los cuatro principales bancos acreedores de Kirch a quedarse con el grupo.

La candidatura de Berlusconi es, en efecto, muy poco defendible, y la de Murdoch poco más. En todo caso, cualquier decisión debería tener en cuenta, no ya la nacionalidad del comprador, sino la defensa de la mayor diversidad y competencia posibles dentro del mercado alemán. La lucha contra la concentración debe imperar, en los medios, sobre toda otra consideración. Por eso importa que el paquete de Kirch en Tele 5, sobre el que algún grupo ya instalado en la televisión ha colocado sus ojos codiciosos, no acabe agudizando la ya agobiante concentración de medios en España.

09 Abril 2002

Un emblema alemán

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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El imperio de Leo Kirch era más que un grupo. Era un emblema alemán. El anuncio de suspensión de pagos abre un agujero económico, mediático y deportivo de enorme envergadura, con consecuencias políticas. Kirch tenía en exclusiva los contratos de retransmisión de los Mundiales de fútbol de 2002, que empiezan el 31 de mayo en Seúl, y de 2006 (en Alemania), además de los derechos de la Bundesliga. Todo por unas cifras astronómicas. El ministro federal de Finanzas estudia una solicitud de los clubes para ayudarles a sobrevivir si Kirch Media, la unidad que opera la mayor cadena de televisión privada de Alemania y gestiona los derechos, acaba resultando insolvente. Los cuatro principales bancos acreedores han hecho saber su disposición a evitar la descomposición de esa unidad y crear una sociedad que se haga con estos activos, para evitar que los derechos del Mundial reviertan a la FIFA.

Haciendo caso omiso de su credo ultraliberal, el candidato de la oposición en las elecciones federales de noviembre, el primer ministro de Baviera, Edmund Stoiber, ha mostrado, al igual que los socialdemócratas, su disposición a apoyar a Kirch. No es un gesto caritativo. Uno de los principales acreedores de Kirch es el Bayerische Landesbank, propiedad en un 50% del Estado de Baviera. Los socialdemócratas han pedido, con razón, luz y taquígrafos en este punto.

En cuanto al control final del grupo, Rupert Murdoch puede acabar como el mejor colocado. El Gobierno alemán parece ahora, tras las resistencias mostradas en las últimas semanas, dispuesto a contemplar esta salida. Murdoch, además de ser uno de los accionistas minoritarios, tiene opciones de compra en Kirch Media. En todo caso, el Gobierno alemán prefiere a Murdoch sobre Berlusconi, pues la compra por el magnate italiano implicaría que un primer ministro extranjero, con pocas simpatías hacia el actual Gobierno de Schröder, tendría influencia sobre un imperio mediático alemán.

Todo apunta a que la solución alemana, excluyente de extranjeros, no será tan pura como los dirigentes alemanes habrían deseado. El nacionalismo se ha topado con una realidad difícil de manejar. Pero la forma en que se resuelva puede crear un precedente para otros casos que se den en la Unión Europea.