6 marzo 1994

Primeras elecciones en Italia tras la destrucción de Democracia Cristiana y el Partido Socialista Italiano y sin las figuras políticas que habían liderado hasta entonces: Andreotti, Craxi o Forlani

Elecciones Italia 1994 – El magnate Berlusconi irrumpe en política ganando pero deberá pactar con otras fuerzas de la derecha

Hechos

El 27.03.1994 la formación política ‘Forza Italia’ se convirtió en la más votada en las elecciones legislativas italianas.

Lecturas

LOS OTROS LÍDERES DE LA DERECHA ITALIANA

fini1992 Gianfranco Fini

El líder de la Alianza Nacional (antiguo Movimiento Social Italiano) era considerado el partido político ‘heredero’ del Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini, que dirigió Giorgio Almirante hasta su muerte. Tanto Fini como Alessandra Mussolini se mostraron partidarios desde el principio en colaborar en un Gobierno de coalición con Forza Italia.

umbertobossi_1992 Umberto Bossi

El grupo derechisa ‘Liga del Norte’ de Umberto Bossi, era una formación que tenía especial fuerza en la región de Padania, al norte del país, de la que Bossi llegaría a proclamar una independencia ficticia. Bossi, que durante la campaña electoral lanzó varios ataques tanto contra Berlusconi como contra ‘los fascistas’ (según sus palabras) de Alianza Nacional, sí coincidía con ellos en una fuerte posición anti-islámica.

29 Marzo 1994

"Berlusconazo"

Miguel Ángel Bastenier

Leer

Larga noche de espera. En la madrugada de hoy, 29 de marzo de 1994, la coalición de la derecha -Berlusconi, Bossi, Fini- parece haber alcanzado la mayoría en las dos cámaras de la República italiana. Posiblemente absoluta en la Asamblea, y quizás sólo relativa en el Senado. La ley electoral, que distribuye un 75% de los escaños por el sistema mayoritario y el cuarto restante por el antiguo planteamiento proporcional, no es únicamente inédita para los italianos, sino que está sujeta a un margen de error considerable cuando se trabaja con proyecciones francamente enanas.

Pero lo que se presenta como una victoria más que respetable de la derecha, unida a la peculiaridad de las formaciones que integran la coalición vencedora en las elecciones italianas, permite ya aventurar un curso, al menos complejo, para la formación del Gobierno.

De los tres líderes de la coalición, Silvio Berlusconi, el jefe de Forza Italia, es el que ocupa la posición central en más de un sentido. Se ha esforzado con suave inteligencia en tener las mejores relaciones posibles con la derecha posfascista, en líneas generales con éxito, puesto que Gianfranco Fini está aún opositando a político homologable, al menos en esta fase precoz de la rebatiña por el poder. Algunas carteras en el futuro Gabinete, preferentemente de carga social, constituirían un extraordinario negocio político para quien aún lleva colgado de los faldones el adjetivo de fascista.

Otra cosa son las relaciones de Berlusconi con Bossi, el líder de la Liga Norte, obstinadamente federalista en un país donde federalismo quiere decir poco más que el derecho a que no le reclamen a uno los impuestos, no ya a no pagarlos, a lo que no está, dispuesto casi nadie.Mientras el líder de Forza Italia mira a Bossi con fingida ternura, como quien dice a la opinión: «No se lo tomen en serio, es un buen chico, aunque tenga siempre tan mala cara», el hombre de la Liga responde con improperios, gimnásticos movimientos de ceja y una profunda voz de tenor fabricada para el refunfuño y la cólera nada ensordecida.

Pero unos y otros hacen su papel, por lo que no hay que quedarse ni con las protestas de amor y buena compaña, ni on las iracundias verbales. Berluscon¡ juega a centrocampista del éxito; Fini, al alumno estudioso que ha aprobado cum laude las asignaturas de una democracia que hasta hace poco él creía sólo orgánica; Bossi ha de estar enfadado con todo y contra todos porque él es el único que propone un cambio sustantivo de la naturaleza del Estado-nación italiano. Y aunque sabe de sobra que no logrará jamás sus objetivos, para que le tengan en cuenta ha de pasarse la vida amenazando con fugarse con su fajo de escaños.

Las amenazas de Bossi

Así, mientras Fini propone a Berlusconi como nuevo e indiscutible presidente del Consejo, sabiendo que en ese viaje han de contar con él, Bossi amenaza con romper la baraja y clama que un hombre con los intereses personales del cavaliere: cadenas. de televisión, periódicos, conglomerados publicitarios, no puede pretender la jefatura del Gobierno. Ése es el drama del federalista lombardo, como el de tantos poderes regionalistas o nacionalistas que ganan o incluso barren en su casa, pero para realizar sus designios han de soportar la indignidad de aliarse con fuerzas nacionales, y, como le pasa a Bossi, recurrir además a fórmulas chantajistas como la amenaza de ruptura permanente para estar siempre en juego. El líder de la Liga puede estar ahora levantando la voz para asegurarse de que Berlusconi cuenta suficientemente con él, sea o no a la postre el milanés presidente del Consejo.

El propio líder de Forza Italia, con su agresiva prudencia característica, ha hablado esta madrugada muy en primer ministro, terno oscuro y corbata a juego de recepción de alta categoría, en vez de los conjuntos más gótico-flamígero que de ordinario luce, pero no ha querido valorar las dimensiones de su victoria hasta conocer los datos definitivos. Con una inteligencia natural, que nadie en su sano juicio osaría negarle, el líder derechista ha advertido apenas velada pero educadamente a Bossi que no juegue con fuego, y ha nombrado el último a Fini en la larga lista de sus aliados electorales. Guante, quizá de popelín, pero con puño bastante férreo.

¿Y el líder de los socialdemócratas, todavía ayer comunistas, Achille Occhetto? Ha reconocido parcamente la victoria del adversario, advirtiendo que ésta sería intransitable para la formación de Gobierno. Debe ahora lamerse, seguramente, las heridas; contemplar el paisaje después de la contienda; prepararse aún, sin duda, a muchas batallas por librar. El jefe del Partido Democrático de la Izquierda, derrotado en los comicios de ayer, se consolida, sin embargo, como líder de la oposición a lo que sea. Al berlusconazo.

29 Marzo 1994

Los italianos se radicalizan y giran a la derecha

Peru Egurbide

Leer

Las primeras proyecciones hechas públicas anoche reflejan una radicalización del electorado, que, tras el hundimiento del centro ex democristiano, tiende a limitar la representación del reformista Partido Democrático de la Izquierda (PDS), ex comunista y reformista, y a dejar caer a las expresiones más moderadas del centro, como el Pacto de Mario Segni, en favor de las fuerzas de la derecha dura: Alianza Nacional y la neonata Forza Italia, un producto de los aparatos publicitarios del empresario Silvio Berlusconi.La derechización es evidente si se tiene en cuenta que la izquierda habría recogido aproximadamente un 34% de los votos, que representan algo menos que los presuntamente sumados por los dos elementos más ultraliberales del bloque opuesto: Forza Italia y la Alianza Nacional de Gianfranco Fini, una agrupación integrada fundamentalmente por el Movimiento Social Italiano que, hasta hace pocos meses, no se desmarcó con claridad de la tradición del fascismo. AN es, de hecho, la fórmación con políticos de experiencia previa en otras elecciones que más ha avanzado, ya que las proyecciones le atribuyen un porcentaje de votos en tomo al 12% e incluso superior, mientras que en 1992, el MSI sólo logró el 5,3% de los votos.

El mayor avance absoluto es de la neófita Forza Italia, que, de esta primera comparecencia a las urnas, sale como el primer partido de Italia, con cerca de un 25% de los sufragios, según las proyecciones. Pese a sus planteamientos radicales de suprimir la sanidad o la escuela públicas y de flexibilizar al máximo el mercado de trabajo, Silvio Berlusconi triunfa como el gran heredero de la tradición de derecha dialogante y negociadora por la que se rigió Italia durante tanto tiempo.

Los datos de referencia sugieren también que la Liga Norte ha cumplido su papel de enfermedad infantil del liberalismo, acuñado por los pequeños empresarios del norte de Í Italia como protesta frente al orden democristiano. Aunque siga teniendo un número importante de escaños en el sistema mayoritario, el porcentaje entre el 6% y el 9% de votos que los sondeos le atribuyen en el sistema proporcional indican un parón.

Dentro del campo de la izquierda, las proyecciones atribuían al PDS cotas electorales que se aproximaban al.19%, lo que implica una fuerte caída con respecto al 23,33% de los sufragios que este mismo partido obtuvo en las elecciones legislativas de 1992. Refundación Comunista habría elevado entretanto su cuota del 5,6% al 6% o el 8%, según las mismas fuentes. El umbral mínimo del 4% de votos, sin el cual ningún partido puede aspirar a que se le atribuyan escaños por el sistema proporcional, penalizó además duramente a formaciones moderadas como el Partido Socialista Italiano (PSI), el tronco mayor socialista que dirige Ottaviano Del Turco, o los verdes, ninguna de las cuales parecía poder entrar en el Parlamento por este cupo. Tampoco La Rete tenía muchas probabilidades de cruzar el umbral, ya que las proyecciones le atribuían, en el sistema proporcional, entre un 1% y un 2% de los votos.

El centro conservaría aproximadamente un 14% de los votos, algo menos de la mitad de los que tuvo en 1992 la antigua Democracia Cristiana (DC), repartido entre un 10% del Partido Popular Italiano (PPI), el heredero mayoritario de la DC, y un 4% del Pacto de Mario Segni. Este último dato hace pensar que el llamado líder de los referendos, famoso porque inició la reforma del sistema político italiano con este recurso constitucional, no tiene futuro como fuerza independiente.

29 Abril 1994

Insólito gobernante

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

Leer

EL PRESIDENTE de la República Italiana encargó ayer a Silvio Berlusconi la formación del primer Gobierno de la presente legislatura. Es una decisión lógica, casi obligada, a la luz de los resultados electorales, pero el retraso que ha sufrido este nombramiento refleja el carácter heterogéneo de la coalición victoriosa: ha sido un mes de contradicciones serias entre los neofascistas, los federalistas de la Liga Norte y Forza Italia, el movimiento creado por Berlusconi en vísperas de la consulta.La perspectiva inmediata de un Berlusconi jefe del Ejecutivo italiano suscita varios problemas. El más llamativo es, sin lugar a duda, que Italia va a tener un jefe de Gobierno que es a la vez el propietario de uno de los mayores imperios económicos del país, y en concreto del grupo que domina la televisión y otros medios de comunicación italianos, incluso con ramificaciones internacionales que incluyen a una cadena televisiva española. Es un hecho desconocido hasta ahora en la política europea. Si no hay barreras legales que lo impiden, provoca una pregunta grave: ¿hasta qué punto podrán prevalecer en esa personalidad doble los intereses del Estado sobre los suyos privados? De esa anormalidad ha sido consciente el propio Berlusconi: habló primero de vender sus empresas, luego de colocar a su lado como «garante» de honorabilidad a Spadolini, un político de la vieja escuela. Nada de eso ha cuajado, pero el hecho mismo de que tales proyectos hayan circulado indica que Berlusconi va a asumir su cargo rodeado de la desconfianza de gran parte de la sociedad italiana, y concretamente de sus aliados electorales.

La nueva etapa de la política italiana debiera haber significado una renovación basada en la transparencia y la pureza: Berlusconi está lejos de poder encarnar esas esperanzas. La confluencia en una sola persona de tantos intereses privados específicos puede o tiene que llevar a Berlusconi pronto a entrar en conflicto con los intereses de Estado. Puede que este nuevo jefe del Ejecutivo esté más cautivo de poderes ajenos al Gobierno y al Parlamento que anteriores políticos sujetos a presiones de mafias y corruptores.

En cuanto a la composición del Gobierno, la entrada de miembros del partido neofascista es un hecho que no se ha dado, desde la II Guerra Mundial, en ningún país europeo. En las calles de Milán y de otras ciudades, gran número de italianos manifestó el pasado 25 de febrero su repudio rotundo a esa especie de rehabilitación de un pasado odiado. Ello contribuirá, sin duda, a su debilitamiento. Pero también liará pasar a los socios europeos de Italia por el poco apetecible compromiso de sentarse en las mesas de la UE con ministros italianos que creen en la grandeza y ejemplaridad de Mussolini.

09 Junio 1994

Berlusconi y la RAI

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

Leer

LAS DECLARACIONES que ha hecho el 7 de junio el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, han desatado una segunda ola de inquietud en los medios políticos europeos. La primera fue motivada por la inclusión en su Gobierno de cinco ministros neofascistas. Pero ya entonces hubo voces, en la misma Italia, que situaron la amenaza para la democracia, más aún que en esos ministros, en el propio Berlusconi por el hecho sin precedentes de que éste detenta en sus manos, junto con la dirección del país, la propiedad de un imperio financiero gigantesco, y en particular de tres de las cuatro cadenas de televisión privada existentes en Italia.Con rapidez sorprendente, y sin disimulo, el propio Berlusconi parece querer confirmar esta tesis. Ha atacado implacablemente a la RAI, la televisión estatal (la que él no controla de modo directo), acusándola de mantener una actitud crítica hacia el Gobierno, y sugerido que el Ejecutivo va a tomar medidas para forzar la sumisión del ente público. Hay que recordar que Berlusconi ganó las elecciones con la campana machacona de sus tres televisiones, a pesar de que su partido, Forza Italia, era inexistente; había sido creado en tres meses por la empresa publicitaria Publitalia, parte de su imperio financiero. Ahora se ve que Berlusconi quiere imponer una total uniformidad en todas las televisiones, eliminando lo que quede de libre criterio en la RAI.

No se trata de una medida más o menos osada del nuevo Gobierno italiano. Lo que está en juego es el futuro mismo de la democracia en Italia. Si se tiene en cuenta el papel decisivo que las pantallas televisivas tienen en la formación de la opinión pública, la supresión en ellas de las voces discrepantes y la obligación. para la RAI de adaptarse a lo que hacen las cadenas propiedad del señor Berlusconi suponen una mutilación brutal de un puntal decisivo de la democracia.

Desde su llegada al poder, Berlusconi se ha sentido obligado a pedir excusas a la sociedad por hacer coincidir en su persona la condición de jefe de Gobierno y la de propietario de un imperio financiero y mediático. En su día anunció que vendería todas sus empresas para evitar esa coincidencia anómala. No lo hizo y ahora parece que inaugura ya la siguiente fase de su asalto al poder: la de someter los intereses del Estado italiano a los suyos particulares. 0 los italianos hacen frente a Berlusconi en estos recortes de las libertades o puede que pronto Italia eche de menos la muy imperfecta democracia que quisieron enterrar en las pasadas elecciones.