Anatomía de una noticia errónea que nos ha costado una condena del Tribunal Supremo, convenientemente manipulada por Editorial Prensa Ibérica
Una sentencia del Tribunal Supremo que recibí 24 horas después que dos periódicos de la competencia, me ha confirmado que sigue cabreándome que me den un pisotón periodístico. Pero en este caso doblemente porque se trata de una sentencia en la que se me condena a mí. Es norma en Canarias Ahora publicar todas las resoluciones judiciales que puedan tener interés para nuestros lectores, incluyendo las que nos afectan y nos cuecen, y esta era una que pensábamos publicar, y hemos publicado, como una noticia más. Nos hubiera encantado ser los primeros en contarlo, pero qué se le va a hacer, se nos adelantaron los periódicos de Prensa Ibérica, a los que una mano amiga, naturalmente la de Wert, y probablemente a través de la de José Manuel Soria, se las hizo llegar con mayor diligencia que la de nuestro procurador en Madrid para con nosotros. A El Día y a La Provincia les faltó tiempo para publicarla, jugando muy groseramente en este último caso a la confusión para que pareciera que una de las más destacadas primicias de la historia de mi periódico también quedara en entredicho: las vacaciones de gorra del exministro Soria en un hotel de Punta Cana.
La sentencia del Supremo no dice nada de Soria, sencillamente porque esa causa se juzgó y la sentencia firme fortaleció nuestras noticias: que Soria había pasado unos días de vacaciones en Punta Cana, en el verano de 2015, de colgadera de un empresario canario amigo.
Pero la sentencia que ahora nos ocupa es otra. Esta viene a decir, someramente, que no contrasté suficientemente la presencia de José Ignacio Wert en el mismo hotel en el que sí confirmé que se había hospedado Soria. La jurisprudencia del Constitucional establece que basta con que se demuestre la búsqueda diligente de la verdad por parte del periodista para que quede fijada su inocencia en caso de una información errónea. Y a juicio del tribunal, yo me quedé corto porque me conformé con la confirmación que me dio una recepcionista del hotel, al que telefoneé antes de publicar. Esa persona me dio una información errónea y, por lo tanto, me equivoqué. Por eso, desde que descubrimos el error, sacamos a Wert de las vacaciones de Soria en Punta Cana, por la que el canario nos demandó sin éxito, porque esas sí que pudimos probarlas plenamente.
La secuencia de los hechos que nos condujeron a la noticia y a mi error fue la siguiente: un mensaje de una persona que pasaba sus vacaciones de aquel verano de 2015 en la República Dominicana nos había alertado de la presencia de los dos ministros (Wert acababa de dejar de serlo) del gabinete de Rajoy en la isla. La persona comunicante, de plena confianza, los había visto juntos cenando en casa de un conocido empresario catalán con vivienda en la lujosa urbanización La Romana.
A partir de ese momento empezó la indagación sobre qué podían estar haciendo juntos ambos personajes en el Caribe, y las noticias locales hablaban de la presencia oficial de José Manuel Soria, que mantuvo al menos un encuentro formal con su homólogo local. Queríamos saber dónde se hospedaban dada la tradición del ministro canario de no pagar (o de pagar poco) por sus vacaciones. Así que telefoneé al hotel propiedad de un empresario amigo suyo a cuya inauguración había asistido Soria como ministro un par de años antes. Y a la primera llamada hicimos pleno. La solícita recepcionista que me atendió me confirmó que los dos matrimonios habían estado hospedados allí, que ya habían abandonado el hotel y que habían sido invitados VIP del propietario.
Durante ese día y al siguiente intenté contactar sin éxito con el director del hotel para conocer más pormenores del asunto, pero no me quiso atender en ningún momento. Tanto la grabación con la recepcionista como la certificación de las llamadas al hotel por parte de la empresa de telefonía fueron aportadas a los tribunales en cuanto me demandaron, por separado, tanto Soria como Wert.
Es verdad que solo tenía una fuente que me confirmara la presencia de Wert en el mismo hotel en el que se hospedó Soria, y es verdad que por entonces desconocía que la familia de Monteserrat Gomendio, la esposa del exministro de Cultura y exembajador permanente ante la OCDE, tenía una vivienda en propiedad en la República Dominicana. Pero las evidencias nos invitaron a concluir que, teniendo confirmada la presencia de ambos en el país, la coincidencia de los dos en una cena y las respuestas de la recepcionista del hotel, eran suficientes confirmaciones.
Por eso titulé mi noticia como la titulé, incluyendo a Wert junto a Soria. Pero al primero de ellos lo excluimos de la historia en cuanto descubrimos nuestro error. De hecho, hay gente que ahora se ha percatado de que existían dos nombres en la noticia y no solamente el del ministro canario porque, a pesar del esfuerzo de Prensa Ibérica, no solo quedaron plenamente confirmadas las vacaciones de gorra de José Manuel Soria, sino que su demanda ante los tribunales de justicia fue desestimada en las tres instancias correspondientes, como publicó ese mismo periódico en su momento. Y eso que, en medio del juicio, celebrado en los juzgados de la Plaza de Castilla, a donde me obligó a desplazarme porque él era ministro del Reino, sacó de su americana por sorpresa una factura con la que pretendió engañar al juez.
La búsqueda de la verdad me llevó a viajar de inmediato a la República Dominicana para conocer con más detalle lo ocurrido. Me alojé en el mismo hotel en el que se alojó Soria para demostrar que el precio ridículo que él pagó no se correspondía ni siquiera con el de la habitación estándar que yo ocupé. Por un golpe de suerte, el primer día conseguí colarme en la suite presidencial que le fue cedida, la 2400, de la que hice incluso un vídeo; entrevisté al hamaquero que le atendió en una de las balinesas que hay en la playa, delante del hotel, y logré verificar que mentía cuando decía que había dormido dos noches de las siete que pasó en el país porque lo que decía el registro informático, al que pude acceder, era que esas noches fueron cuatro. Fue en esa visita cuando pude verificar que, efectivamente, me había equivocado al creer que Wert también había estado allí. Su nombre no aparecía en los registros, lo que significa que la recepcionista que me atendió cuando llamé para confirmar me respondió erróneamente, seguramente para esquivar una situación que realmente le pareció incómoda.
Las gestiones posteriores me llevaron a concluir que Soria pidió a sus amigos del hotel que le hospedaran porque en realidad le había fallado el hospedaje en casa del matrimonio Wert-Gomendio, que retrasó varios días su llegada a la República Dominicana. Y los propietarios del hotel hospedaron al matrimonio Soria-Benítez gustosamente. Los 283 euros que pagó el exministro de Industria por esas cuatro noches en una suite presidencial no cubrían ni la mitad del coste por noche de una habitación estándar. Mi factura acreditándolo también la presenté al contestar a su demanda civil de protección al honor.
Pero lo cierto es que he sido condenado, ya en firme, a pagarle al matrimonio Wert-Gomendio 3.000 euros de indemnización por vulneración de su honor, así como las costas de mi demanda ante el Supremo, otros 3.000. Respeto la resolución judicial pero no la puedo compartir. Intenté verificar una noticia al otro lado del atlántico pero me equivoqué porque obtuve una respuesta falsa. No mentí, no publiqué una falsedad a sabiendas de que lo era. Pero me equivoqué y mi empresa tendrá que pagar esa condena.
Lo siento por los ofendidos, lo siento por los lectores a los que, sin pretenderlo, informé incorrectamente. Lo siento por mis competidores, particularmente por aquellos que han utilizado esta condena para pasarme facturas que consideraban pendientes por publicar lo que a ellos les pasa y desde luego les pesa.
No vamos a amedrentarnos, y aprenderemos de este error. Pero nosotros no mentimos, y por supuesto que nos equivocamos. No todos los que nos atacan por esta sentencia pueden decir lo mismo.