18 febrero 1943

Tras las derrotas en las batallas de Stalingrado (Alemania), Midway (Japón) y El Aleim (Alemania-Italia) la situación de la Segunda Guerra Mundial parece haberse invertido contra el Eje

El ministro de propaganda alemán, Josep Goebbels, proclama ‘la Guerra Total’: todos los recursos del país para ganar la contienda

Hechos

El 18.02.1943 en un discurso público Josep Goebbels, ministro de Propaganda de Alemania proclamó la ‘guerra total’

Lecturas

Batallas clave de la Segunda Guerra Mundial de 1942-1943

El ministro de Propaganda alemán, Joseph Goebbels, anunció este 18 de febrero de 1943, en un discurso pronunciado durante una gigantesca manifestación ante el Palacio de los Deportes, que Alemania ha declarado la guerra total a sus enemigos.

Al mismo tiempo, Goebbels pidió a sus compatriotas nuevos esfuerzos y sacrificios. La ceremonia se realizó ante una tribuna presidida por un enorme cartel con la frase: «La guerra total es la guerra más corta» y fue íntegramente transmitida por radio. Las palabras de Goebbels fueron largamente aplaudidas, y la multitud participó activamente en la liturgia nazi, dando muestras de un enorme entusiasmo.

Goebbels dijo a los asistentes que se proponía presentar una imagen real, sin afeites, de la verdadera situación militar imperante en el mundo y aseguró que la cultura occidental se enontraba amenazada de hundimiento, ante el ataque combinado del judaísmo, de las corruptas democracias anglosajonas y, especialmente, del comunismo de Stalin. Para rechazar esa triple alianza, Goebbels sostuvo que sólo cabía adoptar medidas radicales. En un tono exaltado el ministro de Propaganda preguntó a sus oyentes: «¿Estáis decididos vosotros y todo el pueblo alemán a trabajar diariamente no ya ocho, sino diez, doce, catorce, o si fuera necesario dieciséis horas si el Führer lo ordena, hasta la victoria final?».

La multitud respondió con una aceptación unánime y estentórea, que duró largos minutos. Más adelante, Goebbels formuló a los manifestantes otras preguntas del mismo tono y recibió idéntica respuesta.

Por último, el alto jerarca nazi recomendó a sus oyentes una actitud vigilante respecto de ‘los especuladores y los holgazanes’, y pidió el mantenimiento de la solidaridad entre los alemanes ricos y pobres. Poco después, en una conversación confidencial que ha llegado a los servicios de espionaje aliados, refiriéndose a los integrantes de la manifestación, Goebbels afirmó: «Esta es la hora de la idiotez. Si les hubiera ordenado que saltaran desde el tercer piso del edificio Columbus, también hubieran obedecido». Sin embargo, los informes provenientes de la cpaital alemana indican que la población del Reich se muestra cada vez más escéptica respecto del resultado final de la guerra. Para gran parte de la opinión pública alemana, el discurso de Goebbels constituye una especie de representación teatral colectiva, que de ninguna manera puede equipararse a un referéndum espontáneo de apoyo al Gobierno de Adolf Hitler.

Por si fuera poco ha trascendido que la versión radiofónica tenía grabados los coros aclamatorios.

El siguiente paso decisivo de la guerra será el Desembarco de Normandía. 

19 Febrero 1943

Goebbels declara que Europa se encuentra ante la alternativa de victoria alemana o bolchevización

ABC (Director: José Losada de la Torre)

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José Goebbels hace honor al pueblo alemán al no ocultarle la verdad. Sabe que se dirige a una nación viril que siente reforzar su ánimo con las dificultades. Dice que el ministro de Propaganda que los alemanes miran cara a cara los acontecimientos por duros y crueles que sean. Los partes del Alto Mando alemán nos han acostumbrado ya a la sinceridad. Goebbels reconoce que el empuje de los bolcheviques es mucho más fuerte que en otras ocasiones. Si los soldados del Reich, asistidos por sus aliados, no consiguiesen detener la revuelta de la estepa, toda Europa correría el mayor peligro. Según la tesis de Berlín el único remedio contra la bolchevización del Continente sería su protección militar por las fuerzas del Eje. Pero hay que actuar rápidamente, pues la reacción de Europa pudiera resultar tardía. Todos están amenazados por el terror, el hambre y la anarquía, aunque muchos no quieran ver el peligro. Añade Goebbels, que los adversarios del Reich intentarán explotar su discurso interpretándolo como una tentativa de llegar a un compromiso. El orador desvanece esta creencia y afirma que su país no está dispuesto a concertar una paz sin victoria completa. Victoria o bolchevismo es la alternativa que nos presenta el gran discurso.

El Análisis

Goebbels y el grito desesperado de la ‘guerra total’

JF Lamata

El 18 de febrero de 1943, desde la majestuosa sala de la Ópera Kroll en Berlín, Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer Reich, pronunció su célebre discurso proclamando la necesidad de una “guerra total”. Ante un público cuidadosamente escogido y coreografiado, Goebbels preguntó a gritos: “¿Queréis una guerra total? ¿Queréis una guerra más total y más radical que cualquier cosa que hayamos vivido hasta ahora?”. El auditorio respondió con vítores y aplausos. Pero tras el fervor orquestado de aquel espectáculo propagandístico, lo que se percibía era el eco de la desesperación.

Alemania acababa de sufrir su primera gran cadena de reveses estratégicos: Stalingrado, El Alamein y Midway. Lo que hasta el año anterior parecía un camino directo hacia la victoria del Eje se había transformado en un conflicto de desgaste, donde las potencias del Eje comenzaban a perder la iniciativa militar en todos los frentes. La llamada de Goebbels era una admisión implícita de que la guerra relámpago (Blitzkrieg) había fracasado y que ahora Alemania necesitaba movilizar todos sus recursos humanos y materiales para sobrevivir.

La «guerra total» significaba más que una intensificación militar: era una conscripción total del pueblo alemán en cuerpo y espíritu. Significaba fábricas funcionando día y noche, mujeres incorporadas al esfuerzo bélico, jóvenes alistados sin demora, racionamientos más estrictos, y la represión absoluta de cualquier disidencia. Goebbels hablaba desde la retórica del entusiasmo, pero la realidad era el miedo: miedo a la derrota, al cerco, al castigo. Con este discurso, el régimen nazi enseñó al mundo que ya no luchaba por la victoria, sino por evitar el derrumbe. Y al hacerlo, marcó el principio del fin.

J. F. Lamata