17 octubre 1987

El diario de Pablo Sebastián responde a las acusaciones de Juan Luis Cebrián

EL PAÍS acusa al semanario EL INDEPENDIENTE de haber actuado como ‘gamberros’ en el caso Pablo Castellano Cardalliaget – Benegas Haddad

Hechos

El 17.10.1987 la revista EL INDEPENDIENTE publicó unas declaraciones al dirigente del PSOE, D. Pablo Castellano en las que criticaba a sus compañeros de partido. Declaraciones tras las cuales los aludidos anunciaron medidas legales.

Lecturas

El 17 de octubre de 1987 el periódico semanal EL INDEPENDIENTE publicó una supuesta entrevista al dirigente crítico del PSOE D. Pablo Castellano en la que acusaba de corrupción a miembros de su propio partido.

El semanario El Independiente reproduce unas declaraciones del dirigente socialista Pablo Castellano Cardalliaguet al periodista Raúl del Pozo Page en los que acusaba de corrupción al Secretario de Organización del partido, José María Benegas Haddad. La difusión causa la expulsión del partido de Castellano Cardalliaguet, que desconocía que Del Pozo Page iba a reproducir sus declaraciones y lleva a El País, dirigido por D. Juan Luis Cebrián Echarri, a publicar un editorial reprochando a El Independiente por practicar un periodismo ‘gamberro’. El director de El Independiente, Pablo Sebastián Bueno responde con otro editorial asegurando que la ira de El País es por haber desvelado las subvenciones de TVE a ‘La Rusa’, la película del libro de Cebrián Echarri.

22 Octubre 1987

EL DIRIGENTE, EL DISIDENTE Y EL PERIODISTA

Editorial (Director: Juan Luis Cebrián)

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El escándalo provocado por las declaraciones de Pablo Castellano al semanario EL INDEPENDIENTE, en las que acusaba a su compañero de partido José María Benegas de corrupción, no favorece precisamente la imagen de los políticos y los periodistas en nuestro país.Pablo Castellano, principal representante de Izquierda Socialista, corriente crítica del PSOE, es un veterano antifranquista que ocupó cargos de responsabilidad en ese partido desde los años de la clandestinidad. Se ha distinguido por la perseverancía en la defensa de sus ideas, pero algo menos por la capacidad autocrítica cuando la realidad no ha confirmado sus predicciones, y muy poco por la prudencia verbal. Su estilo, poco dado a los matices, se ha visto perjudicado por su receptividad a los halagos de sectores tan alejados de su pensamiento como interesados, desde 1982, en acreditar una imagen catastrofista de la vida política española. Sus apelaciones a la dimensión ética de la política sonaron extrañamente cuando conjugó en el Congreso la defensa de la ley antiterrorista. Pero, a la postre, Castellano significaba una disidencia respecto a la aburrida y machacona petulancia de los ortodoxos del PSOE. Una disidencia que era preciso mantener desde cualquier punto de vista.

 Ahora, sus imputaciones contra José María Benegas, sin prueba alguna, constituyen una irresponsabilidad que en nada contribuirá a combatir los conatos de corrupción observados en sectores de la actual Adrninistración. Irresponsabilidad más grave por venir de un miembro del Consejo General del Poder Júdicial, por cuya independencia debe velar. Le honra a Pablo Castellano el que él mismo ha venido a reconocer lo mal fundado de su acusación cuando se ha adelantado a renunciar a todos sus cargos públicos e internos. Pero es de temer que su reacción política, coherente y muy de aplaudir, llegue demasiado tarde.

Porque las torpezas se han manifestado en cadena y llegaron hasta el punto de evocar la absurda decisión, pronto revocada, de poner precio al honor de José María Benegas, valorarlo en 50 millones de pesetas y adornarlo todo con la luminosa idea, llena de puerilidad demagógica, de destinar el producto de ese resarcimiento a las víctimas del terrorismo.

Pero para que nada falte en la comedia queda por analizar la actitud de unos periodistas y una publicación que sorprenden la buena fe de un entrevistado y ponen en su boca palabras que pronunció pero que es, cuando menos, dudoso lo hiciera para que se publicaran. El periodismo creíble y respetable tiene unos principios cuya vulneración avergüenza a cualquier buen profesional. Son los que diferencian a un periodista de un espía, de un chismoso o de un gamberro.

24 Octubre 1987

LA IRA DE JUAN LUIS CEBRIÁN

Editorial (Director: Pablo Sebastián)

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Lo estábamos esperando. Desde que EL INDEPENDIENTE osó poner en letra impresa que Juan Luis Cebrián se había beneficiado de una subvención oficial del Gobierno y de la televisión estatal de 115 millones de pesetas, para realizar sobre su novela una mala película, sabíamos que la ira del director de EL PAÍS caería tarde o temprano sobre nosotros.

La dirección de EL PAíS ha demostrado en este caso poca ética profesional y desinformación. El rotativo de Miguel Yuste ocultó durante dos días a sus lectores la crisis del caso Castellano, que fue primera noticia en toda España. Al tercer día el diario editó la información (ver EL PAÍS del lunes 19) y se limitó a la cuestión de las querellas y del falso off the record para hablar  con intención de ‘supuestas declaraciones’ y no recoger en ningún momento la versión de los periodistas. De unos periodistas que fueron los auténticos testigos de una información publicada en EL INDEPENDIENTE hace ya una semana y que ahora tardíamente, ocupa la primera página del diario EL PAÍS.

Pero hay más, la dirección del matutino, despreciando la defensa de la libertad de expresión, de la que tanto alardea el IPI, escribe un editorial desinformado, sin saber, por ejemplo, que fue Castellano quien pidió la entrevista y quien tenía escritas de antemano incluso algunas respuestas.

El buen periodismo no se hace con insultos que pretenden sustituir la falta de información. Y si aquí quisiéramos dar consejo como hace a diario EL PAÍS, le diríamos que la próxima vez reserve los insultos y ligerezas de sus editoriales para el libreto de una comedia musical que muy bien podría escribir un periodista tan polifacético como el señor Cebrián es ‘independiente de la mañna’ porque por la tarde se abren las taquillas, llegan las subvenciones y empieza la función.

21 Octubre 1987

El baile de las frivolidades

DIARIO16 (Director: Pedro J. Ramírez)

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Pablo Castellano, un socialista histórico que se ha convertido en el crítico más desenfadado del Gobierno de Felipe González y del aparato del PSOE, está siendo víctima de su propia frivolidad. La irritación del poder por un comentario suyo de sobremesa publicado en un semanario [EL INDEPENDIENTE], se ha desbordado y amenaza con acabar expeditivamente con esta característica voz de la discrepancia.

Algún día tenía que ocurrir. El dirigente de Izquierda Socialista acostumbra a transitar por la vida política llamando demasiado la atención. No se puede ir por ahí soltando maledicencias en los cenáculos. Ahora, su compañero de partido José María Benegas, que siente su imagen zaherida, quiere sentarlo en el banquillo. El secretario de organización del PSOE pretende salvar su honra y dejar claro que no tiene negocios en común con el político de la derecha y comisario europeo Abel Matutes, y con su comapñero Enrique Múgica.
Pablo Castellano admite que cometió una ligereza en su conversación de sobremesa con unos periodistas, quienes, en su opinión, han abusado de su amistad y quebrantado el carácter confidencial de sus conflictivas manfiestaciones. «Me siento lamentablemente traicionado», ha declarado. De ser cierto, estos profesionales de la información también habrían incurrido en una gravísima frivolidad, que evidentemente contribuiría al desprestigio de la prensa.

El ejercicio del periodismo debe basarse en unas normas deontológicas, y quienes no la respeten – presentando, por ejemplo, como entrevista una encerrona con magnetófono oculto – han de ser puestos en evidencia.

Lo que, en todo caso, ha convertido en escándalo una cadena de frivolidades es el hecho de que haya circulado públicamente la sospecha del tráfico de influencias a gran escala. Los dirigentes socialistas, que tanto se rasgan las vestiduras, harían mejor en no dar pie, con su talante de nuevos ricos, a la extendida creencia de que también ellos, aprovechándose de su posición del poder, se han aficionado más de la cuenta a los negocios rápidos, a los chalés en Ibiza, a la discoteca Ku, a los yates de lujo y a viajar en el avión particular del multimillonario matutes.

Pablo Castellano, que debería aprovechar la ocasión para tirar de la manta, si es que tiene datos incontrovertibles, ha reaccionado con mesura y con una gran dignidad. Su gesto de entregar el carnet del PSOE y de presentar su dimisión como miembro del Consejo del Poder Judicial es algo que le honra. Esperemos que cunda el ejemplo y confiemos en que este valioso dicharachero político no pierda definitivamente el viejo carnet ni el puesto. El incidente, por muy desafortunado que sea, hay que inscribirlo seguramente en el clima de confrontación ideológica que vive el Partido Socialista ante su próximo congreso. El debate puede animarse ahora, paradójicamente, con el símbolo de los críticos amordazado y sentado en el banquillo.

22 Octubre 1987

Sin frivolidad

Pablo Sebastián

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EL INDEPENDIENTE ha publicado fielmente las eclaraciones que don Pablo Castellano hizo a don Raúl del Pozo en el curso de una entrevista. Tanto don Raúl del Pozo como nuestro semanario han tenido un exquisito cuidado con las declaraciones del Sr. Castellano y un comportamiento profesional, en nuestra opinión, intachable. Un comportamiento del que no se hace eco el editorial publicado ayer bajo el título de ‘El baile de las frivolidades’ en el que se recogen todos los aspectos de la polémica menos la versión de los periodistas, cuya integridad profesional se pone en tela de juicio con alusiones difamatorias, como la que se hace al incluir las palabras ‘encerrona’ o ‘magnetófono oculto’.

Da la casualidad de que, en este caso, además existía una grabación hecha durante la entrevista con un magnetófono puesto encima de la mesa. De la mesa de un restaurante que cualquier comensal pudo ver. Incluso, el propio entrevistado, en recientes declaraciones, afirma que en un momento pidió que se parara el magnetófono, lo que prueba que nunca hubo micrófonos ocultos.

Cuando el señor Castellano pidió, en un momento de la conversación, que se detuviera la grabación, así se hizo. Y a pesar de las últimas declaraciones del entrevistado y de las secuelas de la entrevista, EL INDEPENDIENTE nunca revelará sus palabras sobre ese apartado de la entrevista que no está grabado.

Pablo Sebastián

El Análisis

¿EL GRAN DIARIO ATACA A LA PEQUEÑA REVISTA?

JF Lamata

El diario EL PAÍS era el periódico más leído de España, por tanto, parecía lógico que medios de comunicación más pequeños le atacaran esperando conseguir una réplica en las páginas del diario de PRISA que les diera algo de notoriedad.

Por eso resulta tan extraño que en aquel momento el gran diario EL PAÍS publicara un editorial contra la pequeña revista EL INDEPENDIENTE haciéndole, en parte, un grandísimo favor desde el punto de vista de la notoriedad. Era la Segunda vez que D. Juan Luis Cebrián cargaba contra otro periódico. La primera había sido contra el diario EL IMPARCIAL en los tiempos de la ‘Operación Galaxia’.

Por tanto el ataque carece de sentido, a menos que fuera porque EL PAÍS considerara que EL INDEPENDIENTE le estaba quitando lectores (por lo pronto le había intentado quitar colaboradores como D. Javier Pradera o D. Fernando Savater).  Pero si en aquel momento EL INDEPENDIENTE pensó que estaba en condiciones de medirse con EL PAÍS, bastarían cuatro años para descartar esa posibilidad: el diario buscaría nuevos accionistas – concretamente la ONCE de D. Miguel Durán – que, a la larga, supusieron el final del periódico.

J. F. Lamata