12 febrero 2003

EL PAÍS publica informaciones sobre negocios de Alejandro Agag, yerno del presidente José María Aznar López, que este desmiente

Hechos

El 12 de febrero de 2003 D. Alejandro Agag mandó una carta precisando informaciones publicadas por el diario EL PAÍS.

10 Febrero 2003

El yerno de Aznar intermedió en la toma de control de Metrovacesa

Ramón Muñoz / Cristina Galindo

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Alejandro Agag ha intervenido en la mayor operación inmobiliaria actualmente en marcha. El yerno del presidente del Gobierno puso en contacto a mediados de 2002 a la cúpula de Bami, que controla el 23,9% de Metrovacesa, con el grupo italiano Caltagirone para estudiar la entrada amistosa de éste en la inmobiliaria. Pero las conversaciones acabaron sin éxito, y Caltagirone y otro grupo italiano lanzaron por sorpresa en enero una oferta hostil para hacerse con el 75% de Metrovacesa, a espaldas de Bami, que ve peligrar sus planes de fusionar ambas inmobiliarias para liderar el sector.

Agag no ha tardado mucho tiempo en pasarse de la política a los negocios, y además a los negocios de altura. Tras abandonar el pasado año sus cargos como eurodiputado del PP, secretario general del PP europeo y de la refundada Internacional de Centro, fichó por el Banco Portugués de Negocios y sus buenos servicios no se han hecho esperar. El esposo de Ana Aznar, hija del presidente del Gobierno, ha intermediado en la mayor operación financiera actualmente en marcha: el intento de toma de control de la inmobiliaria Metrovacesa.

El pasado 22 de enero, los grupos italianos Quarta Ibérica, presidido por Francesco Gaetano Caltagirone, y Astrim, una firma milanesa participada por diversas entidades financieras encabezadas por la del empresario Alfio Marchini, presentaban una oferta pública de adquisición por el 75% de Metrovacesa. Los italianos ofrecen 1.230 millones de euros y amenazan con dar al traste con los planes de Bami, la inmobiliaria española que, en junio de 2002, pagó 550 millones de euros al BBVA por el 23,9% del capital, creyendo que ese porcentaje le bastaba para controlar la sociedad.

Pero los ahora rivales estuvieron a punto de ser socios. Según fuentes cercanas a las negociaciones, a mediados de 2002, el vicepresidente de Bami, Ignacio López del Hierro, coincidió con Agag, que preparaba entonces su boda con Ana Aznar. El yerno del presidente del Gobierno ya había dejado su carrera política en el PP para trabajar en el Banco Portugués de Negocios, entidad que también ofrece servicios de banca de inversión. Según explican fuentes conocedoras de estas conversaciones, Agag y López del Hierro hablaron de una eventual fusión con Metrovacesa, que ya estaba bajo el control de Bami, y de la posibilidad de buscar un nuevo socio que entrara en el capital.

Tras varias reuniones con el presidente de Bami, Joaquín Rivero, que también preside Metrovacesa, Agag utilizó sus contactos y, como representante del banco portugués, le presentó una lista con varios grupos con los que podía asociarse. Entre ellos se encontraba Caltagirone, la quinta constructora italiana, presidida por Franco Gaetano Caltagirone, un empresario cercano al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y que la revista Forbes colocaba en el puesto 452º de la clasificación de los más ricos del planeta con una fortuna de 1.100 millones.

Alejandro Agag presentó a Rivero y Caltagirone, que se reunieron después del verano para negociar una posible compra por parte del italiano de hasta el 10% del capital de Metrovacesa, a cambio de que ésta comprara varios terrenos que Caltagirone tiene en Marbella y Mijas y en otras poblaciones de la Costa del Sol. Los italianos valoraron esos terrenos en unos 100 millones de euros, pero el precio y el canje por acciones de Bami le pareció excesivo a Rivero y las negociaciones se rompieron.

Según las citadas fuentes, el yerno de Aznar, que también mantiene buenas relaciones con el entorno de Berlusconi desde su etapa al frente del PP europeo, sólo intervino en la fase inicial de estos contactos, es decir, «en la parte amistosa», y no en la OPA (hostil a Bami), aunque no todas las partes implicadas comparten esta versión.

El 21 de enero pasado, cuando en Bami ya casi se habían olvidado las conversaciones con Caltagirone, las sociedades Astrim y Quarta volvieron a escena con una oferta hostil que ha puesto a Bami contra las cuerdas. En tanto, Agag se ha trasladado a Londres y se ha desvinculado completamente de la operación, según sus círculos más cercanos.

La guerra encarnizada por Metrovacesa, por la que compiten italianos y españoles, tardará al menos un mes en resolverse.

12 Febrero 2003

Precisiones de Alejandro Agag

Alejandro Agag

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Tras la publicación por parte de su periódico de una información en cuyo titular se me atribuye la intermediación en la toma de control de la sociedad inmobiliaria Metrovacesa por parte de dos grupos italianos, me gustaría realizar las siguientes precisiones:

En ningún momento he tenido ningún papel, ni de mediador, ni de ninguna otra cosa, en la operación de toma de control a la que su periódico se refiere en el titular del artículo.

Nunca tuve conocimiento de ningún extremo de dicha operación hasta el mismo momento en que el intento de toma de control de Metrovacesa se hizo público en los medios de comunicación.

Tal y como ustedes informan en su artículo, mi única intervención como profesional en el contexto de estas compañías se limitó al estudio de la posibilidad de una entrada amistosa en Metrovacesa de los grupos italianos que ustedes citan, operación que no llegó a concretarse. Difícilmente se puede mediar en una operación que no se produce.

Le ruego aclare estos extremos, dado que el titular de la información pudiera inducir a equívocos.

01 Julio 2003

Regreso al 93

Miguel Ángel Aguilar

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Se anunciaba en los carteles del Congreso de los Diputados el debate sobre el estado de la nación. Quienes pensaban que se abría una oportunidad para el esclarecimiento quedaron defraudados. El presidente del Gobierno, José María Aznar, en su primera intervención comprometía la convocatoria electoral para marzo de 2004 y reproducía aquel aforismo de Elías Canetti según el cual no se puede respirar cuando todo está lleno de victoria. Otra cosa es el análisis de en qué consiste esa victoria. Hablaba con tono cansino, pero estaba henchido de autosatisfacción y contaba los folios por éxitos sin concederse flaqueza alguna. Guardaba la pólvora para las réplicas pero avanzaba algunos desplantes en la línea dialéctica habitual para dar satisfacción a su hueste.

Por la tarde abría turno el líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, y centraba su discurso en la enumeración de los desastres y de las mentiras del Gobierno. Luego, lanzaba propuestas de regeneración encaminadas a dar más poder a los ciudadanos, desbloquear las listas electorales, sanear el modelo de televisión pública, levantar el sometimiento del Parlamento al Gobierno, establecer un efectivo control del Ejecutivo, fijar un estatuto de imparcialidad de la presidencia de la Cámara, crear una Oficina Presupuestaria en el Congreso y recordaba que todas ellas figuraban en el programa electoral con el que el PP se presentó a las últimas elecciones generales del 2000. Enseguida brindaba excusas por los errores imputables al incluir dos indignos en sus listas y pasaba a distinguir entre el proceder del PSOE, que expulsó a los corruptos de sus filas, y el del PP, que nada ha tenido que reprocharse pese a los militantes enredados en la trama que van sacando a la luz los medios informativos.

A partir de ahí, el presidente tachaba a su antagonista de todos los catastrofismos imaginables, desgranaba toda una catarata de cifras en favor de su gestión y se regodeaba en mortificar a Zapatero poniendo en duda que pudiera aguantar hasta ser el candidato socialista en pugna con el que resulte agraciado en el PP. Aquello parecía una discusión de contables y toda la esgrima parlamentaria iba dirigida a esquivar las respuestas a las cuestiones planteadas sobre Perejil, Gibraltar, Irak, las armas de destrucción masiva, el Prestige, la inseguridad ciudadana, el precio de la vivienda, las traviesas del AVE, los contratos con la empresa Ansaldo negociados por el yernísimo Agag, el accidente del Yakovlev con 62 militares muertos, la colisión ferroviaria de Chinchilla con 19 víctimas. Continuaba Zapatero su particular rosario con la modernización fallida de la economía, la concentración del poder económico financiero y mediático resultante de la privatización de las empresas públicas entregadas en manos de los amiguetes, el intervencionismo, el retroceso en los índices de productividad, el retraso en cuanto se refiere a investigación y desarrollo, el fracaso de los planes de innovación tecnológica, la gestión del compañero de pupitre en Telefónica con apropiación de 80.000 millones de pesetas en indemnizaciones, el despilfarro de un billón de pesetas en plataformas inviables y fútbol de interés general mientras se planea despedir a 15.000 empleados, los apagones eléctricos, la precariedad y temporalidad del empleo y las necesidades sin cobertura de los ancianos necesitados de asistencia domiciliaria, por ejemplo.

Por parte alguna asomaba el propósito de recuperar el consenso ni siquiera en aquellos asuntos como los de política exterior considerados como cuestión de Estado. Aznar volvía a exhibir sus limitaciones pero también sus destrezas. De ninguna manera parecía dispuesto a ofrecer un terreno para el acuerdo. Como sucedió desde el principio de la crisis de Irak sigue considerando que es mucho más favorable quedarse solo y excluir al PSOE, al que prefiere emparejar de modo permanente con los de IU, mencionados siempre como compañeros de pancarta de un Zapatero imaginario vestido de unos radicalismos a los que siempre ha sido refractario. Estamos, pues, en pleno proceso de construcción del adversario ideal. Pero, atención, considérese si un PSOE desalentado, sin esperanzas razonables para 2004 no tendería a instalarse en la rabia clarificadora, de modo que cunda el muera Sansón y los especuladores con el consiguiente derrumbe de muchos prestigios hasta ahora intangibles. Un PSOE descartado podría emprender una catarsis con repercusiones graves más allá de sus filas. Podríamos estar en vísperas de uno de esos conflictos luminosos y esclarecedores, de regreso a las exasperaciones del 93.

03 Julio 2003

Precisiones

Alejandro Agag

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Por segunda vez me dirijo a usted para precisar el contenido de un artículo publicado en su periódico.

Esta vez me refiero a una columna publicada en el diario EL PAÍS el martes 1 de julio, firmada por el periodista Miguel Ángel Aguilar.

En la citada columna se hace referencia a una supuesta participación mía en la negociación con la empresa Ansaldo para la construcción del AVE a Barcelona.

Deseo precisar que no tengo, ni he tenido, conocimiento alguno de dicho asunto y, por consiguiente, absolutamente ninguna participación en el mismo.