27 abril 2023

La rusa ahora es colaboradora habitual de Iglesias en su Canal Red desde posiciones anticapitalistas

EL PERIÓDICO (Prensa Ibérica) echa en cara a Inna Afinogenova su pasado como propagandista de Putin en RT, causando la defensa paternalista de Pablo Iglesias

Hechos

El 27 de abril de 2023 la editorial Prensa Ibérica publicó reportajes en sus medios sobre Dña. Inna Afinogenova.

27 Abril 2023

El fichaje estrella de Pablo Iglesias para sus medios, acusada de falsear noticias en la TV rusa

Marc Marginedas

Leer
Antes de venir a España, Inna Afinogenova fue subdirectora de la web en español de RT, canal gubernamental ruso señalado como difusor de graves bulos a favor de Putin

Max Golovánov, antiguo productor del canal gubernamental ruso RT, ha denunciado a El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica  que Inna Afinogenova, exsubdirectora de la página web en español de dicha cadena y en la actualidad cercana colaboradora de Pablo Iglesias en sus medios de comunicación en España, falseaba noticias en favor del Kremlin mientras trabajaba para esa televisión. RT, antigua Russia Today, señalada en multitud de investigaciones por haber aireado noticias falsas, fue vetada en la UE por la Comisión Europea en el arranque de la invasión rusa de Ucrania, alegando que constituía un «instrumento de desinformación» de Moscú para azuzar la agresión militar. La dirección del canal internacional del Kremlin ha establecido un régimen de sanciones para los exempleados que revelen detalles de su funcionamiento interno.

«En mi presencia, Inna violó la ética periodística, ordenando publicar material falso deliberadamente, contribuyendo al belicismo y a la propaganda de la violencia en Rusia», sostiene Golovánov en una carta de su puño y letra. Contactada por El Periódico de Catalunya, la comunicadora rechazó responder a las acusaciones concretas que se le planteaban, aseguró no recordar conversaciones que pudo haber tenido «hace años en un pasillo» y alegó que «gran parte» de los hechos sucedieron antes de ocupara el cargo de subdirectora de la web de RT.

El exempleado Golovánov, que trabajó en RT entre 2009 y 2013, año en que dimitió tras comprobar «hacia dónde iba todo», cita una noticia del 24 de diciembre de 2012 titulada ‘Los rebeldes sirios usaron presuntamente armas químicas contra el Ejército’. «Recibimos una versión alternativa que no procedía ni del Kremlin ni del régimen de Asad (aliado de Moscú) e Inna dio la orden de ignorar estas informaciones y solo citar fuentes oficiales rusas; le dije que estábamos publicando una mentira», escribe.

En 2019, un estudio del Global Public Policy Institute identificó 336 ataques con armas químicas durante la guerra en Siria, atribuyendo el 98% al régimen sirio y solo un 2% a Estado Islámico. La proclamación del denominado Estado Islámico de Irak y el Levante en Siria, grupo extremista que posteriormente pasó a llamarse Estado Islámico a secas, se produjo a mediados de 2013, meses después de difundirse la noticia.

El segundo ejemplo del «comportamiento no ético» de Inna que constata Golovánov se remonta al 15 de abril de 2011. Bajo el título «Silvio y yo estamos más cerca que nunca», la web de RT difundió una entrevista con Raísa Skorkina, quien aseguraba ser la amante rusa del exprimer ministro italiano Silvio Bersluconi. «Estábamos haciendo el doblaje de la conversación y le dije que la invitada no estaba diciendo lo que estábamos traduciendo al español. Ella me gritó: ‘hazlo como ordeno’ y lo acabó ella», rememora. En la entrevista, Skorkina presenta al magnate italiano en términos positivos, y niega que pagara por mantener sexo. Berlusconi está considerado como uno de los líderes europeos más próximos al presidente Vladímir Putin.

Según Golovánov, «en general», Inna, colaboradora también de Público en temas de análisis sobre Rusia, «pedía eliminar o incluir elementos en las noticias siempre a favor del Kremlin», como «no mostrar la agresividad de la policía durante las protestas de Maidán en Ucrania» o incluir en los reportajes «imágenes de gente ajena a las protestas con esvásticas fascistas«. El testigo asegura haber visto cómo Afinogenova, caracterizada siempre por su «complicidad y lealtad al régimen» (de Putin), expresaba «ideas nacionalistas, homófobas y racistas… especialmente contra los ucranianos».

De acuerdo con Golovánov, miembro del equipo fundacional de RT en español, Inna ascendió rápidamente en la cadena de mando, y ocupó pronto el cargo de vypuskaiuschi redaktor, traducido al castellano como ‘editor de puesta en marcha’ y equivalente en España a un responsable editorial de turno laboral. En febrero de 2018, según ha confirmado ella misma en un tuit, ya ejercía el cargo de subdirectora de la página web, y como también reconoció en otro tuit más reciente, entre sus tareas se incluía escribir las correcciones a noticias falsas.

Investigación del avión malasio

En marzo de 2018, con Inna ejerciendo el cargo de subdirectora, una investigación de Radio Free Europe y RISE Project desentrañó uno de los bulos más graves atribuidos a RT en español: la difusión de una entrevista con un supuesto controlador aéreo en Kiev de nacionalidad española, quien dijo en antena, bajo la cobertura del anonimato y con el rostro difuminado, que cerca del Boeing 777 de Malaysia Airlines derribado en julio de 2014 sobre el este de Ucrania volaban cazas ucranianos, lo que daba a entender que Kiev era el culpable de una tragedia en la que murieron 298 pasajeros y tripulantes. Sus tesis no solo fueron ampliamente difundidas por la cadena, sino también recogidas por TVEEl Mundo o la COPE, e incluso Putin hizo mención en un documental de Oliver Stone.

El trabajo periodístico de RFE y RISE Project demostró que el individuo era un estafador convicto en España llamado José Carlos Barrios Sánchez, de 44 años. Ni era controlador, ni tampoco había pisado Ucrania. Antes de desvanecerse, en una conversación con los periodistas autores de la información, Carl Schreck Ana Poienaru, Barrios Sánchez admitió haber recibido de Rusia «48.000 dólares», extremo negado por la cadena.

La única rectificación que realizó RT tras comprobarse la falsedad de la noticia fue un párrafo en el interior de un texto sobre el derribo del aparato en la que lamentaba no haber «verificado las credenciales» del entrevistado y ofrecía su «sincera disculpa». Afinogenova no ha querido responder a una pregunta de este diario, que le pedía su opinión sobre la rectificación escrita por RT y si era adecuada al impacto que tuvo en su día la noticia.

Ana Azurmendi, catedrática de Derecho Constitucional, y profesora de Derecho de la Comunicación en la Universidad de Navarra, recuerda que el derecho a recibir «una información veraz, clave para que nuestras decisiones, opiniones y acciones en la vida social y política sean de ciudadanos libres» está recogido en la misma Carta Magna española, concretamente en su artículo 20. Y en la Guía Jurídica para los Profesionales de los Medios elaborada por la académica, se recuerda que es obligación «del informador un específico deber de diligencia en la búsqueda de la verdad de la noticia y en la comprobación de la información difundida, de tal manera que lo que transmita como hechos o noticias haya sido objeto de previo contraste con datos objetivos o fuentes informativas de solvencia«.

El Periódico de Catalunya no ha podido certificar si Inna ocupaba el cargo de subdirectora a principios de 2017, fecha en que el Parlamento ruso aprobó una propuesta de la diputada ultraconservadora Elena Mizulina que despenalizaba las agresiones familiares, si éstas se producían una sola vez al año y no producían lesiones o sangre, y las tipificaba como faltas administrativas punibles con multa o trabajo social. En la web en español, en marzo de 2017, se publicó la noticia ‘Mitos y realidades de la ‘ley de las bofetadas’, nombre coloquial con el que se denominaba en Rusia dicho texto legal. En todo caso, Inna, quien en España defiende posturas izquierdistas, nunca ha expresado públicamente incomodidad ante noticias como ésta, contemporizadoras con la violencia de género, difundidas en su medio. De hecho, según Golovánov, como editora de turno, debía dar el visto bueno al 50% del material.

Inna Afinogenova, la antigua estrella del canal de Putin en español

Inna Afinogenova (Daguestán, 1989) habla un castellano casi sin mácula, prácticamente como un nativo. Una lengua que, según asegura en la primera entrevista concedida tras su fichaje por La Base (el programa de actualidad política que presentaba Pablo Iglesias), decidió estudiar a los 11 años después de una noche en la que soñó estar con su madre «en un lugar muy bonito» y que ésta le explicase que se trataba de España. Solo en su cuenta de Twitter acumula más de 300.000 seguidores, muchos de ellos probablemente en Latinoamérica, donde es muy popular.

El fichaje estrella del exlíder de Podemos para sus medios, acusada ahora de falsear noticias para favorecer al Kremlin, ocupó cargos de responsabilidad en RT en español hasta convertirse en subdirectora de la página web, aunque su gran salto a la popularidad se dio en los últimos años con ‘Ahí les va’, una emisión donde no solo comentaba noticias nacionales e internacionales, desde el arranque de la vacuna rusa a las denuncias de injerencia rusa en el ‘procés’ independentista, sino que aprovechaba para fustigar en tono sarcástico a la prensa extranjera por su cobertura sobre la actualidad de Rusia, señalando con nombre y apellidos a los autores de artículos que ella consideraba que no se ajustaban a la realidad de su país.

El mínimo común denominador de sus intervenciones era siempre una defensa a ultranza de las actuaciones y posiciones del Kremlin, una demonización radical de Occidente y por ende, sus medios de comunicación, y un respaldo a gobiernos de ideología izquierdista y populista en América Latina, la mayoría de ellos simpatizantes de Moscú.

Prensa española, objetivo

La prensa española acreditada en Rusia ha sido un objetivo destacado de sus ataques. ‘El Mundo’, por ejemplo, fue duramente acusado de manipular la realidad tras la dimisión del Gobierno ruso dirigido por Dmitri Medvédev en enero de 2020 y el anuncio de una reforma constitucional, de contenido aún difuso, que sería sometida a votación posteriormente.

En tono irónico, Afinogenova se burlaba de que el corresponsal sugiriera que lo que buscaba Putin era «perpetuarse en el poder». En junio de ese año, fueron aprobadas, tras una consulta popular, dichas enmiendas a la Carta Magna, que incluían la posibilidad de que el presidente Putin prolongara su mandato hasta 2036.

En agosto de 2020, la comunicadora arremetió duramente, entre otros medios internacionales, contra El País y TVE, con audios y vídeos de sus respectivas corresponsales en Moscú, por cuestionar los procedimientos de investigación rusos en su cobertura sobre la vacuna Sputnik y la rapidez de la certificación. Posteriormente se demostró que no solo los medios o círculos científicos occidentales se planteaban preguntas, sino también la propia ciudadanía de Rusia, país donde la vacunación avanzó a mucha menor velocidad que en Occidente.

Procedente de un cargo de responsabilidad editorial en RT, un canal denunciado por airear graves bulos como una entrevista a un impostado controlador aéreo, que resultó ser un estafador convicto en España, intentando en antena desviar hacia Kiev la responsabilidad del derribo del avión malasio sobre Ucrania, Afinogenova comenzó a colaborar en La Base en junio de 2022, y aceptó inmediatamente la oferta de Pablo Iglesias de escribir el epílogo del libro ‘Medios y cloacas: así conspira el Estado profundo contra la democracia’, donde precisamente el exlíder de Podemos denuncia también una campaña de noticias falsas, pero en este caso en los medios de comunicación tradicionales españoles contra su formación política.

Una pacifista que 3 meses antes de la invasión rusa de Ucrania se alineaba con el Kremlin en la guerra de Chechenia

«Nunca he estado de acuerdo con ninguna guerra», proclamaba Inna Afinogenova en el vídeo que anunciaba su renuncia a RT, pocas semanas después de comenzar la invasión rusa de Ucrania. En su discurso, enumeró un buen número de conflictos armados en los que participaban directa o indirectamente EEUU o sus aliados, –IrakAfganistánLibiaYemenSudán o Palestina– aunque en dicha lista no estaban incluidos otros recientes en los que Rusia sí ha jugado un papel preponderante, como las guerras de Siria y Chechenia. «Nunca voy a estar con una guerra que afecte a la población civil», prometió la comunicadora rusa mientras se disponía a iniciar una nueva etapa profesional en España.

Precisamente, respecto a la guerra de Chechenia, Afinogenova realizó en noviembre de 2021, tres meses antes de la invasión de Ucrania, unas declaraciones al portal CubaDebate en las que calificaba a los rebeldes de la república caucásica de «terroristas», demostrando, con el empleo de dicho vocabulario, su total alineamiento con las tesis de Vladímir Putin sobre el conflicto. «Los terroristas llegaron a un acuerdo con Boris Yeltsin, y se retiraron con rehenes….» aseguraba, refiriéndose probablemente a los acuerdos de Jasaviurt, que pusieron fin a la primera guerra chechena en 1996.

Noticias relacionadas

Tres años más tarde, Putin ya ocupaba el cargo de primer ministro, e inició la segunda guerra chechena. Y al igual que ha hecho ahora con el conflicto ucraniano, lo hizo retorciendo el vocabulario para evitar la palabra guerra. Si la invasión de Ucrania ha sido bautizada en el argot oficial ruso como «operación militar especial», el conflicto de Chechenia fue tipificado entonces por el Kremlin como «operación antiterrorista», exactamente las mismas palabras empleadas por Afinogenova en su entrevista.

Las oenegés de derechos humanos estiman que en las dos guerras chechenas murieron entre 160.000 y 200.000 civiles sobre una población de 1,5 millones, es decir, el 10% de los habitantes de la república.

29 Abril 2023

Creuheras y Afinogenova

Pablo Iglesias

Leer
Esos dos apellidos representan un retrato muy realista de la mayoría de la profesión periodística en España y también, por desgracia, de la parte de la izquierda española más cuidada por esos medios

No me negarán que estos dos apellidos –Creuheras y Afinogenova– se las traen y, además, nos traen, en estos días, un retrato muy completo de cierto periodismo. Dejemos a este tipo de periodismo en “cierto” y no añadamos más adjetivos calificativos, que está la profesión muy sensible estos días y no paran de mandarse abrazos y darse las gracias los unos a los otros.

Permítanme, simplemente, formular algunas preguntas y ya se las responden ustedes si les apetece. ¿Cómo es posible que el Juzgado de Instrucción nº 50 de Plaza de Castilla esté investigando al Grupo Planeta (editor de Antena 3, La Sexta y La Razón) y a su presidente, José Creuheras, por falsedad en documento privado, revelación de secretos, denuncia falsa y estafa procesal y que ninguna televisión lo haya contado? ¿Cómo es posible que el tema no se haya hablado en ninguna de las tertulias de las televisiones y las radios de Madrid? ¿Por qué ninguno de los periodistas que regularmente reivindica la dignidad de la profesión ha escrito un artículo acerca de esto? ¿Dónde está el mordaz análisis de Nacho Escolar sobre la imputación de Creuheras? ¿Dónde está el artículo de Maestre en La Marea? ¿Dónde está el tuit de Pedro Vallín? ¿Qué opina Ramón Lobo de esto? ¿Qué piensa Ana Pastor de la imputación de su jefe y de la empresa en la que trabaja? ¿Dónde está la verificación de Newtral? ¿Qué hace Maldita Hemeroteca que no lo cuenta? ¿No es un tema que merezca la atención de Xabier Fortes en su programa de la televisión pública? ¿Por qué no lo cuentan Marta Flich y Risto Mejide en su programa de Cuatro si, al fin y al cabo, se trata de la competencia?

Sigamos con más preguntas. ¿Cómo es posible que desde la televisión propiedad del gran amigo y defensor de Putin, Silvio Berlusconi, se acuse a Inna Afinogenova de defender la política bélica del Kremlin? ¿Cómo es posible que se dé credibilidad a la acusación de Marc Marginedas desde El Periódico de Catalunya, que solo se sostiene por una carta manuscrita en perfecto castellano por un ruso que dice que trabajó con Inna Afinogenova hace 10 años? ¿Cómo es posible que en el país en el que la prensa publicó que ETA estaba detrás del 11M se hable con tanta ligereza de periodistas que dieron noticias falsas? ¿Cómo es posible que Elizabeth Duval, que compartió candidatura con Inna Afinogenova hace pocos días para ser elegidas en la dirección del Sindicato de Periodistas de Madrid, no haya puesto un tuit de apoyo a su compañera? ¿Cómo es posible que muchos compañeros del periódico en el que escribe Inna se hayan quedado mudos? ¿Cómo puede ser que Vallín y Maestre, que despreciaron la información de Seymour Hersh sobre el Nord Stream por apoyarse en una sola fuente, hayan comprado con entusiasmo la “noticia” de Marginedas? ¿Cómo es posible que haya tantos silencios mientras revientan a una periodista que se fue de su país por estar en contra de la política belicista del Kremlin? ¿Por qué los que linchan a Afinogenova no pronuncian jamás en público el apellido Creuheras? ¿Por qué no se hacen eco de su procesamiento en sus prolíficas cuentas de Twitter? ¿Por qué ni uno solo de los periodistas que han mostrado en público su solidaridad con Xabier Fortes a pesar de la hostilidad evidente de TVE hacia Podemos, ha dicho ni pío sobre la imputación de Creuheras? ¿Por qué hay una parte de la izquierda que guarda silencio sobre la imputación de Creuheras y no se solidariza con Inna Afinogenova?

Respóndanse ustedes mismos. Yo me quedo con la sensación de que esos dos apellidos, Creuheras y Afinogenova, representan hoy, como digo, un retrato muy realista de la mayoría de la profesión periodística en España y también, por desgracia, de la parte de la izquierda española más cuidada por esos medios. Los adjetivos ya los ponen ustedes, si quieren.