25 diciembre 2006

Quevedo escribe en EL CONFIDENCIAL su convencimiento de que el atentado dle 11-M fue una conspiración

El periodista Federico Quevedo se erige portavoz de ‘La Teoría de la Conspiración’ del 11-M encabezando una manifestación de los ‘Peones Negros’: «La policía ha manipulado las pruebas»

Hechos

El 25 de diciembre de 2006 se celebra una manifestación a Atocha.

30 Mayo 2005

La mano que mece la cuna o cómo ZP ha pactado con Marruecos el precio de su victoria: Ceuta y Melilla

Federico Quevedo

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Normalmente me gusta enredar un poco, llevarles a ustedes a mi terreno dando una vuelta por aquí, otra por allá. Hoy me van a permitir que

Normalmente me gusta enredar un poco, llevarles a ustedes a mi terreno dando una vuelta por aquí, otra por allá. Hoy me van a permitir que sea muy directo, porque el tema se las trae y me parece de una enorme gravedad. El presidente Rodríguez ha pactado la entrega de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla al Reino de Marruecos. Me consta que es así, aunque me lo desmientan por los cuatro costados, porque mis fuentes de información gozan de un acceso privilegiado y, tal y como se me ha contado, no puedo por menos que dar crédito y hacer a ustedes partícipes de lo que buenamente pueda, que no será todo, pero sí muy sustancioso y, si saben leer entre líneas, algo más habrá que provoque su atención como me sucedió a mí.

Desde que el 14 de marzo de 2004 Rodríguez ganara –contra todo pronóstico- las elecciones gracias a los atentados del 11-M, su política ha venido marcada por un pacto anterior, el que los fundamentalistas de ERC negociaron con el PSC y que condiciona también al PSOE y a su relación con el PP; por otro intermedio, el que ERC cierra con la banda terrorista ETA en Perpiñán y que implica que el Ejecutivo vaya dando los pasos suficientes y necesarios para la autodeterminación de Cataluña y el País Vasco –hoy puede darse una zancada si el Parlamento Catalán envía a Madrid la reforma anticonstitucional del Estatut-; y un tercero del que no tenía cuenta hasta ahora pero sospechaba, y en el que intervienen personas muy próximas a Rodríguez y al monarca alauita, Mohamed VI. Este tercer pacto implica la cesión definitiva de las dos plazas españolas en el Norte de África, contra toda razón histórica.

¿A cambio de qué?

He ahí la cuestión, porque es más que probable que Marruecos ya haya pagado su parte y que algo tenga que ver con el hecho de que hoy Rodríguez sea presidente y, si no, vayan a las páginas de los periódicos, a las más recientes hemerotecas, y simplemente aten cabos que les llevarán a puertos muy interesantes.

La entrega ya está pactada, y lo único que el Gobierno tiene que hacer es ir creando el necesario ambiente favorable en la opinión pública para que, en el momento en el que se tome la decisión, el coste en términos electorales sea el menor posible. Para esa tarea de adormecimiento social el Gobierno cuenta con inestimables colaboradores en los medios de comunicación, y ya están preparados los argumentarios que medios y periodistas de cuestionable independencia seguirán al pie de la letra. ¿Será María Antonia Iglesias de las primeras en pretender convencernos de que es mejor devolver Ceuta y Melilla a Marruecos para evitarnos escenas como las vividas esta semana en ambas plazas y que ayer mismo causaron cuatro muertos? No es ninguna casualidad que los asaltos de inmigrantes a las vallas fronterizas se produzcan al mismo tiempo que la cumbre España-Marruecos en Sevilla, a la que no han sido invitados representantes de estas dos plazas, y sí de las comunidades de Canarias y Andalucía.

Se utilizarán argumentos falaces, sofismas que pretenderán hacer creer que la Historia es distinta a como se ha escrito y que ambas plazas son colonias que deben ser devueltas a Marruecos, cuando aquel reino nunca tuvo poder territorial sobre ellas. Es más, Ceuta y Melilla pertenecen al territorio español desde bien antes que Alá diera en convertir al rey alauita en profeta de su doctrina. Nada contarán de la conquista de Melilla por parte de Juan Alonso de Guzmán, III Duque de Medina Sidonia, en nombre de los Reyes Católicos, o de la de Ceuta por parte de Juan I de Portugal para luego pasar a formar parte de la Corona de los Austrias en 1640. La Historia es un molesto obstáculo fácilmente salvable en una sociedad dispuesta a tragarlo todo.

La pregunta que me hago, y deberían hacerse ustedes, no es otra que la de quién es el cerebro, el muñidor de este plan maquiavélico para deshacer todo lo que hemos construido con un enorme esfuerzo, con el objetivo de eliminar aquello que más le molesta en sus fines totalitarios, y que se va ejecutando siguiendo un guión preestablecido de manera perfecta y al detalle. Es evidente que Rodríguez no tiene la capacidad para pergeñar algo que precisa de una habilidad e inteligencia notables, por más que el discípulo pueda pretender ahora emular e, incluso, superar al maestro provocando la contrariedad de éste.

No. Hay una mano que mece la cuna.

Una mano muy bien relacionada con la inteligencia del país vecino, muy amiga de la monarquía alauita –y no hablo de ‘hermanos’ reales, no van por ahí los tiros, por más que muchos no entendamos la reticencia de Juan Carlos I a visitar las plazas africanas sobre las que también reina-, y que conserva intacta la red de información que en su día tejió en los servicios secretos y la inteligencia españoles. Una mano que fue aspa de molino y que ha tenido una habilidad especial para seguir controlando los resortes del poder aun bajo la apariencia de un dorado retiro. Y, si no, que se lo pregunten a Alfonso Guerra. A mí me ha causado pavor.

06 Mayo 2006

¡Quiero saber la verdad!

Federico Quevedo

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Aquella mañana, en las horas siguientes a los terribles atentados del 11 de marzo de 2004, una persona de figura oronda, pelo blanco y hablar entrecortado se dirigió a la sede del Centro Nacional de Inteligencia para ofrecer sus servicios como experto en asuntos islámicos. Aquella persona de figura oronda, pelo blanco y hablar entrecortado no era ningún cualquiera, por supuesto, pero nada tenía que ver con quienes en aquel momento ostentaban el Gobierno de la Nación. Y, sin embargo, ni el presidente, ni el ministro de Defensa, ni ninguno de los que integraban el Gabinete de Crisis creado para hacer frente la situación supieron nunca de la llegada al CNI de aquel personaje, dispuesto a ofrecer su ayuda para esclarecer los hechos. Según parece, según me cuentan mis fuentes, Miguel Ángel Moratinos tenía mucho interés en colaborar en la tarea de desentrañar la trama islamista del 11-M desde los primeros instantes posteriores a los atentados.

A nadie se le oculta que Miguel Ángel Moratinos guarda una estrecha amistad con quien entonces dirigía el CNI, Jorge Dezcallar. La pregunta es, sin embargo, ¿por qué ese interés de Moratinos por conducir la investigación hacia la pista islamista desde el primer momento, cuando en las primeras horas y siguientes los servicios de información apuntaban a ETA de manera indudable? Es más, ¿por qué se ocultó aquella visita al CNI al Gobierno de la Nación? ¿Quién la ocultó? ¿Quién la permitió? ¿Por qué Moratinos estaba tan seguro de que era un atentado islamista? ¿Por la misma razón que lo sabía Rubalcaba?

Yo tengo la convicción moral de que los atentados del 11 de marzo de 2004 fueron el producto de una conspiración para echar al PP del poder. A quienes me preguntan, y son muchos los que lo hacen, si creo a la izquierda española capaz de semejante barbaridad les contesto, sin dudarlo, que sí, lo cual no quiere decir que señale a nadie como culpable. Pero es un hecho que hoy algunos de los que en su día mataron, secuestraron y enterraron en cal viva en nombre del Estado campan a sus anchas e, incluso, se les trata como personas respetables. Siempre he creído que quien ha matado una vez en nombre de una determinada e interesada causa política puede volver a hacerlo sin importarle las consecuencias.

Tengo derecho a dudar. Es más, por mi profesión, estoy obligado a dudar, y con más motivo si quienes se empeñan en hacerme creer una única verdad son los mismos que negaban entonces la existencia de los GAL y del crimen de Estado. Si lo hicieron una vez, ¿por qué no van a volver a hacerlo? Ayer, en un artículo que pasó algo más desapercibido por la avalancha de informaciones y opiniones sobre la famosa tarjeta del Grupo Mondragón y el lío que se ha montado en torno a ella, afirmaba sin dudarlo que creo a la izquierda capaz de todo para lograr el poder, y capaz de todo para no perderlo. Incluso, aliarse con quienes llevan décadas matando, poniendo bombas y provocando masacres como la de Hipercor: solo les recuerdo que alguna vez esos mismos fueron considerados héroes por esa izquierda.

Tengo derecho a dudar. Es más, estoy obligado a hacerlo y a creer, como creo, que el 11-M fue el fruto de una conspiración. Y no caben posiciones intermedias en algo como esto. La simple duda sobre la verdad oficial conduce directamente a la sospecha de que algo se nos está ocultando, algo grave y probablemente horrible. Pero, fíjense, ¿nunca han pensado que si realmente el Gobierno socialista pudiera hundir, en toda la extensión del término, al PP con lo que pasó el 11-M, ya lo habría hecho? La izquierda no ha escatimado oportunidad alguna para machacar al Partido Popular con todo aquello que consideraba podía herirlo y anular sus expectativas electorales.

Entonces, ¿por qué da la callada por respuesta a todo lo que sobre el 11-M vamos conociendo? La nota de la Policía sobre la tarjeta no hace sino confirmar que la política del Gobierno es callar y no aclarar la verdad, porque si el Ejecutivo quisiera responder a todas las veces que se ha cuestionado la investigación, la respuesta no vendría de la mano de una nota de la Policía: hubiera salido Rubalcaba atacando al PP y ridiculizando hasta la carcajada su posición sobre este tema. Y, sin embargo, calla. No solo eso: está inmerso en una ceremonia de ocultación y destrucción de la verdad.