3 febrero 1940

Vinculado con los crímenes más horrendos de las purgas soviéticas y acusado incluso de haber asesinado a su propia esposa, Yehzov ahora es borrado del mapa por sus antiguos camaradas

El que fuera jefe de la policía secreta de la URSS, Nikolai Yehzov, es aniquilado por Stalin y Beria

Hechos

El 4.02.1940 fue ejecutado Nikolai Yehzov en la URSS.

Lecturas

El 4.02.1940 fue ejecutado Nikolai Yehzov en la URSS. Como único de los máximos responsables de la policía secreta de Stalin, Yehzov, tras el asesinato de Kirov. coordinó las purgas como la purga de Purga de Zinoviev y Kamenev. o la purga de Bujarin, Rikov y Yagoda, su antecesor. Ahora llega su turno.

EL PODER DE BERIA, BRAZO EJECUTOR DE STALIN

Beria001 La eliminación de Yehzov, confirma el poder de Lavrenti Beria, la persona que le reemplazó como jefe de la policía secreta de la Unión Soviética, la NKVD. Su mayor triunfo: lograr la muerte de Trotsky.

¿YEHZOV? ¿QUIÉN ES YEHZOV?

Stalin_Yehzov  Encerrado desde el 10 de junio de 1939 en la lóbrega prisión especial del NKVD de Sujánovka, reservada a «enemigos del pueblo especialmente peligrosos», situada a las afueras de Moscú. Allí fue acusado de espionaje en favor de Alemania, Gran Bretaña, Polonia y Japón; de dirigir una confabulación en el seno del NKVD, de preparar un golpe de Estado, organizar algunos asesinatos y de sodomía.86 Incapaz de soportar la tortura a la que se le sometió, aceptó todas las acusaciones. El 17 de enero de 1940 el politburó aprobó la propuesta de Beria de juzgar a 457 enemigos del pueblo, entre ellos 346 para los que se pediría la pena de muerte, Yezhov incluido. El 1 de febrero de 1940 llegó el turno del juicio de Yezhov con su acusación formal. Al día siguiente comenzó la vista, sin abogados, testigos o fiscal, ante el Colegio Militar de la Corte Suprema de la URSS. Condenado, su solicitud de perdón fue rechazada y fue fusilado esa misma noche.89 Su cadáver fue incinerado y sus cenizas vertidas en una fosa común del cementerio de Donskói de la capital. Ni la prensa ni la radio informaron sobre el juicio y la ejecución.

Beria quedará al frente de la policía secreta de la URSS hasta la muerte de Stalin. 

 

El Análisis

Yezhov: el verdugo de Stalin devorado por el terror que dirigió

JF Lamata

Con la ejecución de Nikolái Yezhov, el régimen soviético ha cerrado un capítulo tan oscuro como revelador de su historia reciente: el de la Gran Purga. Yezhov, el diminuto y despiadado comisario apodado “el enano sangriento”, dirigió la NKVD en los años de mayor violencia política de la Unión Soviética. Bajo su mando, centenares de miles de ciudadanos soviéticos fueron ejecutados o enviados al Gulag, entre ellos héroes de la revolución, científicos, militares y campesinos. Pero hoy, como muchos de aquellos que él mismo eliminó, Yezhov ha sido arrestado, torturado, juzgado en secreto y ejecutado, mientras su nombre es suprimido y su imagen borrada de los retratos oficiales en los que antaño aparecía junto a Stalin. La lógica del terror no perdona a sus propios arquitectos.

La caída de Yezhov no ha sorprendido a quienes conocen la dinámica interna del stalinismo: en la URSS, el éxito absoluto es casi siempre el prólogo de una ejecución. A medida que el ciclo de la purga se agotaba y el país necesitaba recuperar cierta estabilidad —especialmente en vísperas de una guerra que ya asomaba en Europa—, el mismo sistema que Yezhov había perfeccionado fue dirigido contra él. Irónicamente, las mismas acusaciones que él formuló contra miles —conspiración, sabotaje, traición al partido— fueron esgrimidas ahora para justificar su eliminación. El verdugo se convierte en víctima para cerrar el círculo del miedo.

En su lugar, Lavrenti Beria ha asumido el control de la policía secreta. Astuto, metódico y sin el histrionismo sangriento de Yezhov, Beria es una figura no menos temida [y con una leyenda sexual sobre su persona], pero más eficaz y calculadora. Fue él quien colaboró silenciosamente en la caída de su predecesor, ganándose la plena confianza de Stalin. Ahora, con Beria al frente, el aparato represivo soviético no ha desaparecido, solo ha mutado: menos visible, quizás, pero no menos implacable. Yezhov, cuyo nombre ya no puede pronunciarse en Moscú, no será recordado por sus crímenes, sino por su destino: ser uno más entre los muchos ejecutores devorados por la máquina de poder que ayudaron a construir.

J. F. Lamata