4 noviembre 2004

Amplia decepción en la izquierda europea ferozmente enemiga de Bush

Elecciones EEUU 2004 – George Bush es reelegido como presidente frente a Kerry con el mayor número de votos de la historia

Hechos

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos de América de noviembre de 2004 volvieron a dar la victoria a George W. Bush.

Lecturas

George W. Bush fue elegido presidente de EEUU en las elecciones del año 2000.

LOS VICEPRESIDENCIABLES

Cheney_Edwards El presidente y candidato del Partido Republicano, George Bush volvía a llevar como candidato a Vicepresidente a Dick Cheney, representante del ‘ala dura’ y máximo promotor de la invasión a Irak. Por su parte, John Kerry llevó como Vicepresidente a John Edwards, un combativo abogado.

EL FACTOR NADER

Ralph_Nader Ralph Nader volvía a ser candidato a la presidencia de los Estados Unidos, pese a no contar ya con el respaldo del Partido Verde. Lanzó su candidatura independiente. El Partido Demócrata hizo lo posible por impugnar aquella candidatura sabiendo que el 1% de votos que pudiera lograr se los estaba quitando a ellos.

EL PERIÓDICO BRITÁNICO DAILY MIRROR INSULTA A LOS VOTANTES DE BUSH.

«¿Cómo puede haber 59.054.087 personas tan tontas?» fue la forma en la que el director del periódico tabloide progresista DAILY MIRROR de Reino Unido, Richard Wallace, tituló al día siguiente de que se supiera la reelección de Bush, citando así a cada uno de los votantes del presidente reelegido.

PIFIA DEL DIARIO EL PAÍS

kerry___bus Tanto el primer periódico generalista de España, el diario EL PAÍS (del Grupo PRISA) dirigido por D. Jesús Ceberio como la Cadena SER dirigida por D. Daniel Gavela (también de PRISA) mantuvieron una cobertura totalmente favorable a la candidatura de John Kerry. El mismo día de las elecciones a pesar de que todas las encuestas en Estados Unidos daban como ganador a Bush Jr., EL PAÍS aseguró en su portada que había una ‘ligera ventaja’ de Kerry.

bush_reelegido Una vez se conoció el resultado, EL PAÍS tuvo que cambiar su portada. Medios de la competencia como el diario derechista LA RAZÓN de D. Luis María Anson no pudieron evitar lanzar puyas a EL PAÍS y la SER.

Las siguientes elecciones están previstas para el año 2008.

 

04 Noviembre 2004

Segundo mandato

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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George W. Bush probablemente no es el presidente de Estados Unidos que preferiría el resto del mundo, pero es el que han elegido con rotundidad democrática los votantes norteamericanos. A diferencia de lo que ocurrió cuatro años atrás frente a Al Gore, Bush ha ganado también en voto popular, con más apoyo que ninguno de sus predecesores: más de 58 millones de votos, frente a los casi 55 millones obtenidos por su dignísimo rival demócrata, John Kerry. Bush iniciará el 20 de enero su segundo y último mandato de cuatro años con un poder casi absoluto, al haber incrementado los republicanos su mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes.

Bush, cuyo primer mandato cambió radicalmente tras el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001, ha metido a su país y al mundo en la guerra de Irak; su Administración se ha extralimitado en el recorte de las libertades internas en nombre de la lucha contra el terrorismo, y ha violado las convenciones que protegen a los prisioneros de guerra en Guantánamo, Abu Ghraib u otros lugares. El paro ha subido, y el déficit público y exterior se ha disparado. ¿Cómo ha sido posible que ganara Bush o que perdiera Kerry?

Los republicanos han hecho una campaña más eficaz, centrándola en la imagen de un «presidente en guerra» contra el terrorismo que amenaza a Estados Unidos, frente a un Kerry al que caricaturizaron como chaquetero, y defendiendo valores tradicionalistas en relación con la religión o la familia.

El partido republicano se ha convertido en una maquinaria potente y efectiva. Empezó a movilizar a nuevos electores conservadores hace cuatro años y su campaña puerta a puerta en las últimas semanas ha resultado decisiva en unas elecciones que han registrado una participación de las más altas, cercana al 60% del censo. A pesar de algunos movimientos poco limpios y sospechosos para dificultar el voto a Kerry en algunos Estados clave, como Ohio, la victoria de Bush y los republicanos ha sido rotunda, lo que llevó sensatamente a Kerry a reconocer ayer su derrota.

Según las encuestas, Bush ha ganado entre los hombres, los blancos, la tercera edad, la clase media, los sectores más religiosos (salvo los judíos), los militares y los casados. Y ha retenido una parte importante del voto latino y de los jóvenes. La experiencia de estas elecciones muestra un consistente giro conservador en Estados Unidos, que entre otras cosas se refleja en el hecho de que 11 Estados han prohibido por referéndum los matrimonios homosexuales. No es seguro, pese a las buenas palabras en la hora de la victoria, que Bush logre unir a esta sociedad partida. Más bien su base electoral le exige lo contrario. Y el legado de Bush puede llegar más allá de estos próximos cuatro años si, como parece, le toca nombrar jueces para el Supremo.En el terreno exterior hay el peligro de que cuatro años más afiancen la política imperial que ha practicado desde el 11-S en nombre de la defensa propia.

Bush descubrirá pronto sus propios límites, impuestos en buena parte por los problemas que su gestión ha creado: un ejército infradimensionado para un intervencionismo creciente, un presupuesto quebrado por la combinación de recortes fiscales y gastos militares desbocados; y una política exterior que ha alienado a muchos aliados, cuando EE UU no puede gestionar el mundo, o siquiera Irak, por sí solo. Ahora bien, los precedentes llevan a no juzgar la política exterior de un presidente por las promesas en campaña, o un segundo mandato por el primero. Además, Bush empieza con expectativas tan bajas desde Europa que difícilmente pueden empeorar las relaciones transatlánticas. Las primeras reacciones europeas suponen una mano tendida, pero no incondicional. La próxima Administración de Bush -en la que los nombramientos serán indicativos de intenciones- debe a su vez dar muestras de confianza en el proyecto europeo, y volver a impulsar con Europa una cuestión esencial: un proceso de paz entre israelíes y palestinos, una de las claves para superar la actual brecha transatlántica.

También Zapatero debe acomodarse a la nueva realidad, aunque el resultado no sea el que deseara. Coordinar la posición española hacia Washington en el marco europeo, y especialmente con Francia y Alemania, va en la dirección adecuada, aunque hay dimensiones propias en las relaciones bilaterales entre España y EE UU, especialmente la latina o el uso de las bases. Hay terrenos de entendimiento posible, como la política mediterránea. No se trata de pasar página ni volver a empezar, pero sí de dejar atrás una política declarativa desafortunada por ambas partes y de defender lo que interesa a España con un aliado necesario. No se deben echar a perder los próximos cuatro años.

04 Noviembre 2004

Aznar vencedor español de las elecciones americanas

Luis María Anson

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La mayoría de los ciudadanos norteamericanos ha tenido la desfachatez de no seguir dócilmente las instrucciones del diario EL PAÍS y la radio adicta. Hay que ser muy cabrones para no aceptar la superioridad moral del célebre grupo español, faro de la conciencia occidental, sol rojo que ilumina los corazones de los hombres todos de progresiva voluntad. EL PAÍS y los gabilondos se lanzaron hace dos meses a una frenética campaña a favor de Kerry, satanizando a Bush y explicando al mundo entero, desde el Olimpo de su gran sabiduría, que era imposible una victoria del presidente, el cual ha abrumado a Kerry con cuatro millones de ventaja en el voto popular.

A mí, Bush II me toca los dídimos igual que Kerry. Tal para cual. En esta columna he subrayado semana tras semana, los errores y la inextinguible mentecatez del presidente. Antícipe la equivocación que cometía el César al desencadenar la guerra de Iraq sin calcular la posguerra. Hace ñaos tuve ocasión de conocer a Bush I. Le considero un hombre muy inteligente. Bush II me parece un percebe. Se trata de una opinión personal, claro.

Pero una cosa es subrayar la mediocridad de Bush II y otra estar ajeno a la realidad del pueblo americano, mayoritariamente religioso, mayoritariamente patriota, mayoritariamente solidario, mayoritariamente en contra de las intimidaciones y amenazas terorristas. Como ocurrió en las recientes elecciones australianas, el pueblo americano, desoyendo de forma intolerable las enseñanzas del diario EL PAÍS votó por lo que Bush II, a pesar de su irrelevancia personal, representa: los valores tradicionales del mundo occidental. De ganar Kerry, por cierto, la política norteamericana hubiera sido muy parecida.

A pesar de que los dos candidatos norteamericanos no son otra cosa que ambas caras de una misma moneda, se comprende el desmelanmiento de nuestro Gobierno socialista y del grupo mediático adicto al poner en marcha una campaña sin mesura a favor de Kerry y en contra de Bush II. Se comprende, sí, porque la victoria del actual presidente significaba para la opinión pública en nuestro país, el éxito de José María Aznar, que es el indiscutible vencedor español de las elecciones americanas.

Luis María Anson

04 Noviembre 2004

Bush gana en una América dividida y de espaldas a una Europa lejana

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Aunque al igual que hace cuatro años los americanos se fueron a la cama sin saber quién iba a ser el próximo inquilino de la Casa Blanca, el desenlace se precipitó horas después del amanecer cuando John Kerry llamó a Bush para felicitarle y reconocer su victoria.

Kerry dio por consumada su derrota en Ohio, el estado que concedía el triunfo a uno u otro candidato, donde llevaba una desventaja de 135.000 votos, a falta del recuento de los llamados sufragios «provisionales» y de los recibidos por correo. El candidato demócrata hizo lo correcto porque su desventaja era irrecuperable, a diferencia de lo sucedido hace cuatro años en Florida, donde el escaso margen entre Bush y Gore y la denuncia de irregularidades justificaban un nuevo recuento.

Bush ha conseguido más votos que ningún otro candidato en la historia de la Presidencia al superar el techo de los 58 millones.Ha vencido por una ventaja de tres puntos, con tres millones y medio de votos populares más que Kerry. Su triunfo no es discutible, pero el aspirante demócrata -percibido como el «anti Bush»- ha logrado 55 millones de votos, lo que también ilustra sobre el rechazo que suscitan las políticas del ahora reelegido.

Tras el absurdo suspense de la madrugada, vuelve a quedar en evidencia el anacrónico y caótico sistema electoral estadounidense, en el que cada estado fija sus normas, impropio del país más poderoso del planeta. Pero reglas de juego al margen, lo indiscutible es que una clara mayoría de americanos ha votado por Bush, quien entra por derecho propio en la Historia tras exorcizar el fantasma de Quincy Adams, que, siendo el único anterior presidente hijo de presidente, fracasó -igual que su padre- en la elección para su segundo mandato.

Los republicanos amplían su mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes y mantienen su ventaja en número de gobernadores, lo que confiere a Bush un poder extraordinario para ejercer su liderazgo. En cuanto a los referendos celebrados anteayer, resulta significativo el rechazo de once estados a la legalización del matrimonio homosexual. Sólo la luz verde de California a la investigación con células madre es la excepción en el giro a la derecha del conjunto de la nación.

A pesar de las predicciones de los analistas, la alta participación no ha beneficiado a Kerry sino a Bush, ya que, en una especie de efecto carambola, ha movilizado el voto de la América profunda y de los sectores más conservadores. Karl Rove, el asesor del presidente, tenía razón al afirmar que la gran reserva oculta en el electorado era la de los evangelistas que se quedaron en casa hace cuatro años.

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RESPUESTAS SENCILLAS

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El impacto del 11-S, el miedo al terrorismo, el afán de un liderazgo fuerte han prevalecido sobre el deseo de cambio porque la mayoría de los ciudadanos estadounidenses quiere respuestas sencillas a problemas complejos.

El electorado ha valorado la religiosidad de Bush y sus apelaciones a la fe en ese giro de la sociedad americana hacia los valores tradicionales y puritanos, mientras que Kerry ha fracasado con una alternativa centrista y liberal. Ha hecho una buena campaña, ha estado convincente en los debates, pero no ha logrado conectar con esa sensibilidad conservadora que va calando en la sociedad americana. La radicalización demócrata con un candidato como Dean sólo habría servido para acentuar su derrota, como ocurrió con McGovern frente a Nixon.

A pesar de la indiscutible victoria de Bush, hay que insistir en que los resultados muestran una América dividida en dos mitades.De una parte, esos 55 millones de ciudadanos, concentrados en las dos costas y los estados industriales del norte, que han votado demócrata. En el otro lado, la América interior y todo los estados del sur, que se han inclinado por Bush. El resultado es una sociedad mucho más polarizada que cuando se produjeron los enfrentamientos de Reagan con Carter o de Kennedy con Nixon, pues las acusaciones de juego sucio y la actual inquina entre las dos formaciones fueron mucho menores.

Ya Lincoln observaba que un país dividido es muy difícil de gobernar.Jefferson logró unir al país en circunstancias más difíciles que las actuales, pero el carácter de Bush parece bien distinto.

Habiendo ganado hace cuatro años por un estrechísimo margen, prometió gobernar para todos e incluso incorporar a su equipo personas del Partido Demócrata. Actuó, por el contrario, de forma sectaria y extremista, como si tuviera un mandato que aplicar más allá de las mayorías y minorías electorales.

Interrogado por Bob Woodward sobre si consultaba las decisiones con su progenitor, Bush respondió que siempre lo hacía con «un padre superior». Las convicciones religiosas de Bush pueden llevarse a la conclusión de que Dios ha jugado un importante papel en su victoria, enfatizando aun más el tono mesiánico en este segundo mandato. El presidente electo subrayó anoche «los valores de la familia y la fe» al dirigirse a sus bases, mientras aseguraba que proseguirá «con todos los recursos» la lucha contra el terrorismo, presentando así la suma de fenómenos muy diversos como un único enemigo «global» y ensalzando el trabajo de sus militares en Irak y Afganistán. Sus palabras traslucen cuáles van a ser sus prioridades, no muy distintas de las que ya conocemos.

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LA RELACION CON EUROPA

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De entre todos los ámbitos en los que la victoria de Bush puede exacerbar las diferencias entre las dos Américas, el de la política exterior es a la vez el más evidente y el que suscita más preocupación.Lamentablemente, todo apunta a que los halcones que le rodean entenderán el resultado electoral como un respaldo y una legitimación tanto de la doctrina de la guerra preventiva como de su materialización en la invasión de Irak. No en vano Cheney, uno de los principales promotores del derrocamiento por la fuerza de Sadam, seguirá como vicepresidente pese a las sospechas de que sus lazos con Halliburton pudieron influir en los suculentos beneficios obtenidos por dicha empresa en Irak. En cuanto a Rumsfeld y Wolfowitz, nada permite pensar que matizarán sus posturas ni que perderán posiciones a favor de los moderados. Por el contrario, todo indica que Powell tiene los días contados como secretario de Estado.

Como solución al desastre iraquí, la segunda Administración Bush tiene todos los visos de ofrecer más de lo mismo. Con el riesgo añadido de que podría extender su política de guerra preventiva a otros países del Golfo Pérsico con vocación nuclear como Irán.Un aumento de la tensión entre EEUU y el mundo árabe es, en este sentido, previsible, lo que paradójicamente para los votantes de Bush acabaría beneficiando la causa del radicalismo islámico que encabeza Osama bin Laden. Una prolongación de la peligrosa dinámica de acción-reacción desatada tras el 11-S ampliaría también la brecha que por razones geoestratégicas objetivas ya existe entre Europa y EEUU. Ni protocolo de Kioto, ni Tribunal Penal Internacional, ni una postura ecuánime y firme ante el conflicto palestino-israelí, ni una ONU reforzada. Las probabilidades de que la Casa Blanca regrese al multilaterialismo parecen hoy muy remotas.

En este contexto cabe señalar que la victoria republicana complica especialmente la política exterior de España. Zapatero, que tenía sus esperanzas claramente depositadas en Kerry, acaba de sufrir -junto con la mayoría de sus colegas europeos y de la opinión pública española- un baño de realidad. Aunque ayer felicitó a Bush y expresó su deseo de establecer con él una «cooperación constructiva», lo cierto es que su Gobierno tendrá que hacer un esfuerzo enorme para recomponer los vínculos transatlánticos.Frescas están todavía en la memoria sus inoportunas declaraciones de Túnez sugiriendo que todos los aliados de EEUU deberían emular a España y abandonar Irak, y la decisión de excluir a la bandera norteamericana del desfile militar del Día de la Fiesta Nacional.

Que el éxito de Bush complique al Gobierno no significa, sin embargo, que beneficie al PP. Por el contrario, para Rajoy será más difícil imponer su línea moderada sobre las tesis más cercanas a la Casa Blanca que viene defendiendo Aznar. De ahí la importancia que tiene tanto para el PSOE como para el PP desarrollar el pacto en política exterior propuesto por Rajoy. Un pacto que para ser eficaz debe tener en cuenta que a España, por la amenaza de ETA y la proximidad de Marruecos, le interesa incluso más que a sus socios europeos tener una relación muy estrecha con EEUU.