17 noviembre 2021

Elecciones Legislativas Argentina 2021 – Retroceso oficialista e irrupción de radicales libertarios

17 Noviembre 2021

Diálogo necesario en Argentina

EL PAÍS (Directora: Pepa Bueno)

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Las elecciones han mostrado la debilidad del Gobierno peronista y han impulsado al presidente Fernández a buscar salidas del atolladero tendiendo la mano a la oposición

El Gobierno peronista ha sobrevivido con lo justo a las elecciones legislativas de medio término celebradas este domingo. Perdió la mayoría en el Senado, pero salvó la primera minoría en diputados. Ha sido clave la remontada electoral en la provincia de Buenos Aires, el principal distrito del país, donde en las primarias de septiembre le separaron más de cuatro puntos de su rival y finalmente quedó a menos de dos. Las previsiones del peronismo eran tan malas, basadas en la catástrofe electoral que sufrió en esas primarias, que celebró la derrota con la euforia que da un triunfo. El presidente, Alberto Fernández, incluso convocó a una gran manifestación el miércoles en la plaza de Mayo para “celebrar la victoria”.

El discurso político de la Casa Rosada, sin embargo, oculta una gran debilidad. La alianza oficialista no ha logrado una voz común ni siquiera ante los grandes desafíos a los que se enfrenta: inflación y pobreza récord, una economía lastrada por la pandemia y el reto de un acuerdo con el FMI que permita posponer pagos por 19.000 millones de dólares en 2022. Pese a la gravedad de la crisis, la alianza peronista que gobierna Argentina no ha encontrado un discurso común y se desangra en peleas intestinas. La vicepresidenta, Cristina Kirchner, ha desautorizado, cuando no desairado, repetidas veces al presidente que ella misma ungió como candidato en 2019. Las tensiones entre los sectores más radicales son un palo en la rueda de cualquier entendimiento necesario.

En este escenario, Alberto Fernández lanzó al calor de los resultados electorales un inédito llamamiento al diálogo con la oposición. Y prometió el envío para su aprobación en el Congreso de “un proyecto de ley que explicite un programa económico plurianual”, tal como exigen el FMI y los mercados, deseosos de tener previsibilidad sobre el futuro económico de Argentina. El presidente aclaró que el plan tiene la aprobación de Cristina Kirchner y Sergio Massa, el presidente de la Cámara baja y tercera pata de la coalición. Intentó así despejar dudas sobre la viabilidad política de su propuesta.

El anuncio fue recibido con prudencia por la oposición, que teme un dardo envenenado que solo busque repartir daños. Desconfían además de la vicepresidenta. Se preguntan si la líder del kirchnerismo aceptará un ajuste fiscal como el que sin duda exigirá el Fondo para cualquier acuerdo. El diálogo, sin embargo, parece ser la única opción para Argentina. La falta de un liderazgo fuerte, como alguna vez lo fue el peronismo, solo se suple con un acuerdo que socialice las responsabilidades políticas, y también las soluciones. Solo así el país podrá salir del atolladero en el que se encuentra.

22 Septiembre 2021

Guerra fratricida en Argentina

EL PAÍS (Directora: Pepa Bueno)

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La derrota en las urnas hace aflorar una rivalidad en el Gobierno peronista que afecta a la estabilidad política

La derrota electoral del peronismo en las elecciones primarias abiertas en Argentina expuso las crecientes tensiones internas de la coalición liderada por el presidente, Alberto Fernández, y su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Nacido por iniciativa de la expresidenta para ganar las generales de 2019, como finalmente sucedió, el Frente de Todos, como se llama la coalición gobernante, paga ahora sus pecados de origen. Al frente del Gobierno tiene a un hombre que ejerce el poder, pero no tiene los votos. En segundo plano tiene a una mujer que tiene los votos, pero sin derecho al poder. Como artífice de la alianza, Cristina Fernández de Kirchner ejerce entonces de hecho toda su influencia sobre Fernández, al que considera en deuda con ella.

Esta estructura antinatural, donde el segundo domina sobre el primero, lastró las estrategias oficiales contra la crisis económica heredada y la pandemia de la covid-19. La coalición peronista, cimentada sobre la creencia de que “el peronismo unido jamás será vencido”, exhibió ahora en las urnas la magnitud de su debilidad. Los cambios en el Gabinete de ministros posteriores a la derrota se resolvieron a viva voz, como una pelea abierta entre el presidente y su vicepresidenta. Cristina Kirchner venció finalmente en el pulso: Fernández debió sacrificar a su jefe de Ministros, Santiago Cafiero, además de la renuncia de hasta seis ministros más, junto a otros altos cargos.

Los ruidos de palacio apenas ocultan que día a día se agravan los problemas de fondo de Argentina. La pobreza supera el 40% y crece hasta el 63% entre los menores de 14 años. Sube el desempleo y la inflación está en el 50% anual. Mientras tanto, el país intenta refinanciar con el FMI parte de los 44.000 millones de dólares que el organismo dio al Gobierno de Mauricio Macri en 2018. El Gobierno ha emprendido las cinco semanas que restan para las elecciones legislativas del 14 de noviembre limitado por la crisis y debilitado en el frente político. Si se repitiera el resultado de las primarias del 12 de septiembre, cuando perdió en 18 de los 24 distritos del país, ya no tendrá el control absoluto del Senado y dejará de ser la primera minoría en la Cámara de Diputados. Los riesgos para la gobernabilidad en tiempos de tormenta son evidentes.

Es por ello que urge al Gobierno peronista poner fin a la guerra fratricida que libran las dos cabezas del Ejecutivo en pos de soluciones consensuadas a la crisis. Argentina vive en una relativa paz social, a diferencia de vecinos como Chile o Colombia, pero debe evitar a toda costa la erosión de la paz política. Solo así podrá superar años de deterioro económico y crecer como merecen sus habitantes.