3 abril 1979

Elecciones Municipales 1979 – Se constituyen los primeros ayuntamientos democráticos: UCD gana, pero la izquierda suma

Hechos

  • El 3.04.1979 se celebraron elecciones municipales en toda España.
  • El 19.04.1979 se constituyeron los ayuntamientos.

Lecturas

REPARTO DE CONCEJALES DE LOS PARTIDOS DE ÁMBITO NACIONAL

Unión de Centro Democrático (UCD) – 5.247.051 votos (31,45%) – 30.192 concejales

Partido Socialista Obrero Español (PSOE) – 4.671.071 votos (28%) – 12.211 concejales

Partido Comunista de España (PCE) – 2.139.603 votos (12,82%) – 3.753 concejales

Coalición Democrática (AP + ACL + PDP) – 513.900 votos (3,08%) – 2.431 concejales

ALCALDES DE LAS CAPITALES DE PROVINCIA

  • Albacete – D. Salvador Jiménez Ibañez (PSOE)
  • Alicante – D. José Luis Lassaleta Cano (PSOE)
  • Almería – D. Santiago Martínez Cabrejas (PSOE)
  • Avila – D. Pedro García Burguillo (UCD)
  • Badajoz – D. Luis Movilla Montero (UCD)
  • Barcelona – D. Narcís Serra (PSC-PSOE)
  • Bilbao – D. José Castañares (PNV)
  • Burgos – D. José María Peña San Martín (UCD)
  • Cáceres – D. Luis González Cascos (UCD)
  • Cádiz – D. Carlos Díaz Moreno (PSOE)
  • Castellón – D. Antonio Tirado Jiménez (PSOE)
  • Ciudad Real – D. Lorenzo Selas Céspedes (UCD)
  • Córdoba – D. Julio Anguita González (PCE)
  • La Coruña – D. Domingo Merino Mejuto (Unidade Galega)
  • Cuenca – D. Andrés Moya López (UCD)
  • Gerona – D. Joaquim Nadal (independiente en lista PSC-PSOE)
  • Granada – D. Antonio Camacho García (PSOE)
  • Guadalajara – D. Francisco Javier de Irizar (PSOE)
  • Huelva – D. José Antonio Martín Rite (PSOE)
  • Huesta – D. José Antonio Llanas (UCD)
  • Jaén – D. Emilio Arroyo López (PSOE)
  • León – D. Gregorio Pérez de Lera (PSOE)
  • Lleida – D. Antoni Siurana Zaragoza (PSC-PSOE)
  • Logroño – D. Miguel Ángel Malín Castellanos (UCD)
  • Lugo –
  • Madrid – D. Enrique Tierno Galván (PSOE)
  • Málaga – D. Pedro Aparicio (PSOE)
  • Murcia – D. José María Aroca Ruiz-Funes (PSOE)
  • Orense
  • Oviedo – D: Luis Riera Posada (UCD)
  • Palencia – D. Francisco Jambrina Sastre (UCD)
  • Palma de Mallorca – D. Ramón Aguilo (PSOE)
  • Las Palmas de Gran Canaria – D. Manuel Bermejo Pérez (Unión del Pueblo Canario)
  • Pamplona – D. Julián Balduz (PSOE)
  • Pontevedra – D. José Rivas Fontán (UCD)
  • Salamanca – D. Jesús Málaga Guerrero (PSOE)
  • San Sebastián
  • Santa Cruz de Tenerife – D. Manuel Hermoso (UCD)
  • Santander – D. Juan Hormaechea (UCD)
  • Segovia – D. José Antonio López Arranz (UCD)
  • Sevilla – D. Luis Uruñuela Fernández (PSA andalucista)
  • Soria – D. José Luis Liso Martín (UCD)
  • Tarragona – D: José María Recasens Comes (PSC-PSOE)
  • Teruel
  • Toledo – D. José Ignacio de Mesa Ruiz (PSOE)
  • Valencia – D. Enrique Fernández Martínez Castellanos (PSOE)
  • Valladolid – D. Tomás Rodríguez Bolaños (PSOE)
  • Vitoria – D. José Ángel Cuerda (PNV)
  • Zamora
  • Zaragoza – D. Ramón Sáinz de Varanda (PSOE)

CIUDADES AUTÓNOMAS

  • Ceuta – D. Clemente Calvo Pecino (Independiente)
  • Melilla – D. Rafael Ginés Canamaque (UCD)

OTRAS

  • Badalona – D. Mario Díaz Bielsa (PSUC)
  • Santa Coloma de Gramantet – D. Lluis Hernández (PSUC, sacerdote)
  • Jerez de la Frontera – D. Pedro Pachecho Herrera (PSA Andalucista)
  • Ponferrada – D. Celso López Gavela (PSOE)
  • Marbella – D. Alfonso Canas Noguera (PSOE)
  • Marinaleda – D. Juan Manuel Sánchez Gordillo (CUT)
  • Cartagena – D. Enrique Escudero (PSOE)
  • Gijón – D. José Manuel Palacios (PSOE)
  • Vigo – D. Manuel Soto Ferreiro (PSOE)

04 Abril 1979

Los límites del poder

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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LOS RESULTADOS de las elecciones municipales conocidos en el momento de cerrar esta edición dan base suficiente para pronosticar, con escaso margen de error, la victoria en la mayoría de las grandes capitales y en buena parte de las ciudades de mediano tamaño de las formaciones políticas que el pasado viernes votaron en contra la in vestidura del actual presidente de Gobierno. Si el Partido Socialista Andaluz, cuya trayectoria, es todavía difícil de predecir, se les uniera -cosa nada probable-, la derrota de UCD en los núcleos de población más importantes sería sonada. También el aumento de la abstención debe ser señalado, porque resulta preocupante respecto a la capacidad de la clase política para ilusionar a los ciuda danos en la tarea común. Tan injustificado sería considerar los comicios locales como una «segunda vuelta» de las generales, atribuyéndoles el sentido de rectificar el mapa político del Parlamento, como restarles trascendencia con el argumento de que afectan únicamente a la intendencia de la vida municipal. El éxito en las municipales de los socialistas, el progreso comunista y la ratificación de la fuerte implantación del nacionalismo en el País Vasco rebasa el ámbito local para condicionar en el presente la política del Gobierno y recordar a la más importante minoría parlamentaria que el futuro no le pertenece inevitablemente. Un sistema pluralista no consiste sólo, y ni siquiera fundamentalmente, en que el partido del Gobierno concentre todos los poderes de la Administración y deje, en cambio, la libertad de expresión y el ejercicio de la crítica a una oposición cuya función se agotaría en la protesta y la denuncia. La clave del arco de un régimen democrático es la difusión del poder en múltiples instancias índependientes y, a veces, encontradas. Y en esta distribución vertícal y horizontal de los recursos del poder, la ocupación por la oposición de zonas periféricas tan importantes como las que corresponden a la Admínistración local constituye un saludable contrapeso a la concentración de la autoridad en el centro, una valiosa escuela de aprendizaje de los procedinvientos de gobierno para quienes tradicionalmente han sido mantenidos al margen de la responsabilidad de los asuntos públicos, y una materialización concreta de que existen alternativas a los profetas del milenio.En la actual coyuntura política española, el retroceso de UCD en las grandes y medianas capitales es posiblemente un factor positivo para la consolidación de la democracia. Y no hay que ser ni nacionalista vasco ni socialista ni comunista para opinar de esta forma. Porque la borrachera del triunfo en las legislativas había sumido al partido del Gobiemo en un éxtasis de poder que produce en los espectadores sentimientos combinados de burla y temor. Para todos, incluidos los líderes sensatos de UCD, es conveniente que el Gobiemo sepa que este país no es una finca y que existen centros de poder, aunque reducidos y periféricos, que pueden y deben ofrecer resistencia a los antojos y arbitrariedades del poder. Porque damos por descontado que el Ejecutivo no se atreverá a yugular en la cuna esos modestos contrapoderes por el sistema de cortarles los víveres y de condenarles, mediante trucos presupuestarios, a la indigencia.

Dentro de quince días, los concejales elegirán los alcaldes, dotados por la ley de facultades presidencialistas y representantes del Ayuntamiento frente a la Administración central. Aunque la posibilidad pueda ser justificadamente rechazada por quienes piensan que la política debe ser una actividad razonable y limpia, no cabe rechazar de plano que los enconos entre socialistas y comunistas no provoquen el holocausto suicida de la izquierda a la hora de elegir los munícipes. Y si bien esta perspectiva es remota, no resulta fácil, en cambio, pronosticar cuál va a ser el comportamiento del Partido Socialista Andaluz, en cuyas manos están las alcaldías de algunas importantes ciudades del Sur, en el diseño de su política de alianzas. Se dirá que es absurdo pensar que el señor Rojas-Marcos va a dar sus votos a UCD para la elección de alcaldes; pero también lo era predecir su alianza con Coalición Democrática para investir al señor Suárez como presidente.

Comentario aparte merece el comportamiento de los responsables técnicos de toda la mecánica electoral. Desde diciembre de 1976, los españoles han sido convocados cinco veces a las urnas y el Ministerio del Interior aún no ha logrado restar del censo el listado de numerosos cementerios, garantizar el voto por correo, lograr que pueda votar la emigración o, simplemente, censar correctamente a los ciudadanos vivos mayores de dieciocho años. A lo que se ve, los progresos de la informática son buenos para lograr que el señor ministro del Interior disponga de los resultados electorales dos horas antes que el resto de los ciudadanos, pero notablemente insuficientes para elaborar en dos años un censo mínimamente acorde con la décima potencia industrial del mundo.

Confiemos en que el nuevo responsable de la cartera del Interior entienda que la democracia liberal tiene sus ritos, costumbres y sacralizaciones, y que en ella un censo electoral es algo reverenciable.