25 abril 2003

Elecciones Nigeria 2003: El dictador Olesegun Obasanjo proclama su victoria aplastante sobre Muhammadu Buhari entre acusaciones de fraude

Hechos

Fue noticia el 25 de abril de 2003.

25 Abril 2003

Mal ejemplo nigeriano

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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El Partido Democrático del Pueblo, liderado por el presidente Olesegun Obasanjo, ha obtenido una aplastante victoria en las elecciones celebradas en Nigeria. De acuerdo con los resultados oficiales, se ha alzado con la mayoría absoluta en las dos cámaras que componen el Parlamento nigeriano, además de con el Gobierno de una veintena de los 36 Estados en los que se divide la federación. Y en la elección presidencial, Obasanjo ha obtenido el doble de apoyo que su más inmediato rival, el ex general Muhammadu Buhari, cuyo partido ha debido conformarse con un porcentaje cercano al 30% de los votos. Buhari ha denunciado un fraude masivo en las elecciones, cuyo desarrollo no ha estado exento de violencia.

Tanto la Fundación Carter como la Unión Europea, que han formado parte del cuerpo de observadores internacionales en los comicios, han constatado la existencia de irregularidades a lo largo de todo el proceso. Sin embargo, han preferido inclinarse por convalidar los resultados ofrecidos por la Comisión Electoral, al considerar que estas elecciones son decisivas para el futuro de la frágil democracia nigeriana y, en general, para el resto de los países africanos. Con su convalidación han querido evitar una mayor inestabilidad en un país de gran peso en la producción de petróleo. En realidad, el argumento tendría que haber operado en sentido inverso: dada la importancia de esta consulta, tendrían que haberse extremado las garantías para que se hubieran desarrollado con absoluta transparencia.

Uno de los principales problemas a los que se enfrenta el continente africano es que se considera a sus ciudadanos incapaces de respetar las normas de la democracia y, consecuentemente, existe una injustificable propensión a exculpar sus exacciones. Esta actitud podría estar perjudicando la estabilidad y la credibilidad de los Estados africanos, única instancia con capacidad para mediar en el complejo mosaico étnico y religioso que, como en el caso de Nigeria, coexiste a presión en el interior de cada país, siempre con el riesgo de detonar. Al final, esta elección fraudulenta puede llevar a la desestabilización de Nigeria.

El Análisis

Nigeria entre urnas y sospechas

JF Lamata

Las elecciones presidenciales de 2003 han devuelto a Olusegun Obasanjo al poder en Nigeria, tras su primera legislatura iniciada en 1999. Han sido los segundos comicios tras la dictadura de Abacha, y sobre ellos pesaba la esperanza de consolidar la democracia más poblada de África. En estos cuatro años, Obasanjo ha intentado reinsertar a Nigeria en la comunidad internacional, reabrir relaciones con la Commonwealth, dar estabilidad a la moneda y negociar con los acreedores internacionales la pesada deuda del país. Sin embargo, dentro de Nigeria, su mandato ha sido mucho más ambiguo: no logró frenar la corrupción endémica, las tensiones étnicas se recrudecieron en el Delta del Níger y los abusos del ejército contra civiles siguieron siendo una constante.

Su rival en las urnas, Muhammadu Buhari, no es un recién llegado: general de carrera, fue el dictador militar entre 1983 y 1985, tras deponer a Shehu Shagari, y acabó depuesto a su vez por Ibrahim Babangida. Con un discurso austero y de “limpieza moral”, Buhari se presentó como alternativa al caos de los civiles, apelando al orden y la disciplina que había intentado imponer durante su régimen, aunque muchos recuerdan también la represión y las restricciones a las libertades de aquellos años.

La gran pregunta es si los comicios de 2003 pueden considerarse auténticamente democráticos. Los observadores internacionales han denunciado irregularidades masivas: urnas robadas, resultados inflados, violencia en varias regiones y una comisión electoral parcial. Obasanjo ha sido proclamado vencedor, pero con una legitimidad erosionada desde el primer momento. En teoría, Nigeria vive en democracia; en la práctica, la sombra del fraude y de un poder presidencial cada vez más autoritario hacen pensar que Obasanjo es más un continuador de la tradición autoritaria con ropaje civil que un demócrata consolidado.

Nigeria, con más de 120 millones de habitantes, sigue oscilando entre ser un ejemplo de transición democrática en África o otro caso más de república atrapada entre elecciones fraudulentas y caudillos reciclados. Lo ocurrido en 2003 inclina la balanza hacia lo segundo.

J. F. Lamata