4 julio 1996

Su principal rival fue el comunista Guennadi Ziugánov y, en la primera vuelta, el militar Alexander Lebed

Elecciones Rusia 1996 – Boris Yelstin ratificado como presidente ruso en las primeras elecciones presidenciales democráticas

Hechos

El 16.06.1996 se celebró la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Rusia y el 3.07.1996 la segunda vuelta.

Lecturas

TANTO YELSTIN COMO SU RIVAL ZIUGÁNOV TRATARON DE ATRAER A SU BANDO LOS VOTOS QUE LEBED LOGRÓ EN LA PRIMERA VUELTA

 

04 Julio 1996

Yeltsin vence a Ziugánov y se convierte en el primer presidente democrático ruso

Pilar Bonet

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Borís Yeltsin, de 65 años, venció ayer virtualmente al líder comunista, Guennadi Ziugánov, de 52, en las primeras elecciones democráticas a la presidencia de Rusia. Así lo indicaban los resultados provisionales disponibles esta madrugada. Tras el recuento del 65,3% del censo electoral, Yeltsin tenía el 54,55% de los votos, y Ziugánov, el 39,44%. Un 5,09% del electorado había votado contra ambos candidatos, una posibilidad que contempla la ley rusa. Los comunistas reconocieron su derrota por 15 puntos de diferencia y pidieron calma a sus decepcionados seguidores.

Los resultados no dejan duda de que Borís Yeltsin, que llegó al poder en junio de 1991, cuando Rusia era parte de la URSS y no un Estado independiente, ha recibido el espaldarazo popular necesario para continuar con la reforma durante cuatro años más si su salud se lo permite. El futuro está plagado de incógnitas, entre ellas la posible colaboración con los comunistas en la formación del Gobierno. Yeltsin contó con la complicidad de todas las cadenas de televisión centrales, tanto públicas como privadas, para ocultar cuál es su verdadero estado de salud. Los rusos votaron ajenos a la circunstancia de que desde hace una semana el presidente no ha aparecido en público ante un interlocutor independiente y que el aparente colegio electoral donde depositó su papeleta era en realidad una urna itinerante llevada a un sanatorio próximo a Moscú. A primera hora de esta madrugada, los comunistas comenzaban de hecho a reconocer la derrota. Anatoli Lukiánov, el jefe del Comité Legislativo de la Duma Estatal (Cámara baja del Parlamento) y ex presidente del Parlamento soviético, comentó: «A pesar de que Ziugánov pierde, la idea comunista está viva en el pueblo». El jefe de campaña de Ziugánov pidió calma a sus votantes y apuntó que «estamos completamente en contra de provocar tensiones». Bill Clinton calificó la victoria de Yeltsin de «un triunfo para la democracia en Rusia».

04 Julio 1996

Después de Yeltsin

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Curiosa victoria la de Borís Yeltsin. Más que del ganador de las primeras elecciones democráticas a la presidencia de la Federación Rusa -cargo que acumula un inmenso poder-, el mundo ha estado pendiente de su sucesor. No sólo desde ayer, sino desde el momento mismo en que se cerraron las urnas en la primera vuelta. Y si mucha gente, fuera y dentro de la Federación Rusa, respira hoy tranquila no es porque Yeltsin haya ganado -según indican las primeras estimaciones-, sino porque ha perdido su rival, el candidato comunista Guennadi Ziugánov, nada descontento -y aparentemente respetuoso- con el resultado.La celebración de estas elecciones constituye un avance en el largo e incierto camino de Rusia hacia la normalización democrática. Pero es tal la acumulación de problemas que sería prematuro dar por cerrado ese proceso. La victoria de Yeltsin significa que seguirá el proceso de reformas hacia una. economía mixta de mercado, si bien probablemente con nuevas sensibilidades. El resultado electoral -con la buena marca alcanzada por los comunistas- hará reflexionar al Ejecutivo ruso sobre la necesidad de suavizar el coste social de la reforma, lo que no resulta fácil. Además, Yeltsin ha hecho tantas y a menudo tan contradictorias promesas en campana que no podrá satisfacer las expectativas creadas. Súmense a ello las contradicciones existentes en su propio equipo sobre el contenido y el ritmo de las reformas económicas, sobre la corrupción, sobre el conflicto checheno y sobre el papel internacional de Rusia. Y ya tenemos los ingredientes del explosivo cóctel ruso.

Yeltsin ha demostrado en las últimas semanas una sorprendente capacidad de recuperación política. No cabe olvidar que hace tan sólo unos meses sus perspectivas electorales no superaban el 10%. Y probablemente seguirá sorprendiendo. Lo ocurrido desde la noche misma de la primera vuelta de las elecciones presidenciales es prueba de sus reflejos políticos, pero también de su debilidad, biológica -con dos ataques cardiacos en los últimos días- y política. De esta última ha sacado partido al incorporar a su equipo, como en las matriuskas, a sus rivales anteriores. No cabe excluir que lo haga incluso con algunos seguidores de Ziugánov, especialmente para ocupar, carteras de contenido social. Claro que el espacio disponible es escaso y para meter nuevas muñecas en su círculo se ha visto obligado a sacar otras. El reparto de poder en el Kremlin sigue sin aclararse, y las luchas de palacio arreciarán probablemente si se confirma el mal estado de salud de Yeltsin.

Si no tenía delfin, el general Alexandr Lébed ha asumido claramente este papel, desde el momento -si no antes- en que Yeltsin le nombró secretario general del Consejo de Seguridad. La era pos-Yeltsin comenzó ya entonces. No está garantizado que su sucesor sea este ambicioso general que ha hecho pública su aspiración de ser presidente antes del año 2000, es decir, antes de que expire el renovado mandato de Yeltsin. Para ello debería realizar en su persona una síntesis aún pendiente entre el reformismo y el nacionalismo ruso.

La formación de un nuevo Gobierno permitirá valorar las primeras claves políticas del futuro inmediato de Rusia, un futuro de relativa inestabilidad que puede tardar varias décadas en sedimentarse y que, en parte, determinará el porvenir de Europa. Yeltsin ganó ayer. Pero un poco al modo de El Cid.

04 Julio 1996

Clara victoria de Yelstin

ABC (Director: Luis María Anson)

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Cuando el gigantesco escrutinio de los cien millones largos de electores rusos reveló cifras significativas a últimas horas de esta madrugada, apareció como vencedor en la elección el candidato-presidente Boris Yelstin, con porcentajes de votos muy considerables, por la distancia abierta entre las papeletas favorables a uno y otro de los adversarios enfrentados en esta segunda vuelta. Un análisis lleno de cautela ante las cifras que aparecen en los monitores indican, sin embargo, una constante tendencia de sostén a Boris Yelstin, separado de Guennadi Ziuganov por unos 15 puntos de porcentaje, sometidos a pequeñas oscilaciones según los resultados parciales tengan origen en zonas donde la implantación pol´tiica de los dos líderes rivales resulta más favorable para cualquiera de ellos.

Boris Yelstin, que había recibido en la primera vuelta algo más de un 35% de votos, comprueba como los trasvases de los electores que en el primer turno prefirieron otros nombres como favoritos, se cumplen ahora con muy aceptable regularidad. La mayoría del 15% de seguidores del general Lebed parece haber cumplido la consigna de votar por Boris Yelstin, con quien el general ha suscrito un pacto de cooperación política. El dato es importante, porque entre los votantes del general Lebed se contaban numerosos electores en plena discrepancia con los programas del actual presidente de la República. A la vista de estos resultados parece evidente que los partidarios de Lebed han cumplido las consignas repartidas por su líder.

El resto del fondo electoral alcanzado por Yelstin puede venir del grupo liberal capitaneado por Grigori Yavlinski que no habrá volcado la totalidad de sus caudales electorales en la casilla de Boris Yelstin, pero ha permitido que la franja más realista de sus militantes haya alimentado la cuenta final del actual inquilino del Kremlin, para remachar una victoria holgada donde sus resultados establecen entre los dos candidatos de las segunda vuelta una clarísima separación en términos de asistencia popular. De esta manera Boris Yelstin adquiere indudable legitimidad para cerrar en triunfo la primera consulta popular celebrada en Rusia para designar un jefe de Estado.

La enfermedad de Yelstin no ha sido capaz de perturbar la conciencia de los electores rusos que han demostrado alta madurez política convencida de que ‘más valía un Yelstin enfermo que un Ziuganov comunista’. El voto histórico del 3 de julio, deja malheridas las esperanzas de resurrección comunista en Rusia a manos de un partido de la nostalgia, animado por sueños imperialistas donde los contornos de la vieja Unión Soviética se imaginaban como fronteras a conquistas en breve tiempo. Por eso la victoria de Yelstin, hombre de innumerables defectos pero con carisma popular, permite saludar el resultado electoral de Rusia como un acontecimiento positivo para el equilibrio de la paz en nuestro Continente.