18 mayo 1998

Escándalo en la prensa norteamericana: el periodista de THE NEW REPUBLIC, Stephen Glass, se inventaba sus reportajes

Hechos

El 18.05.1998 el número THE NEW REPUBLIC incluyó el artículo de «Hack Heaven» firmado por Stephen Glass.

Lecturas

Hubo señales de advertencia. Joe Galli, del Comité Nacional Republicano y Davide Keene de la Unión Conservadora Americana, escribieron sendas cartas a TNR acusando a Glass de invenciones en «Spring Breakdown», una historia que describía borracheras e inmoralidades en la Conferencia de Acción Política Conservadora de 1997. La organización Educación para la Resistencia contra el Abuso de Drogas (Drug Abuse Resistance Education, D.A.R.E.) acusó a Glass de falsedades en su artículo de Marzo de 1997 «Don’t you D.A.R.E.». El Centro para la Ciencia de Interés Público (Center for Science in the Public Interest, C.S.P.I.), objetivo de un hostil artículo de Glass en diciembre de 1996, llamado «Hazardous to Your Mental Health» dirigió una carta al editor de TNR e hizo público un comunicado de prensa en el que señalaba tergiversaciones, manipulaciones y posible plagio en el artículo de Glass. Un artículo de Junio de 1997 titulado «Peddling Poppy» sobre una conferencia en la Universidad Hofstra sobre George H. W. Bush motivó una carta de la universidad al director de The New Republic enumerando los errores de Glass. El propietario de la revista, Martin Peretz admitió más tarde que su esposa le había dicho que encontraba las historias de Glass tan increíbles que había dejado de leerlas.

Glass fue finalmente descubierto en mayo de 1998. La historia que precipitó su caída apareció en el número del 18 de mayo de 1998. Se llamaba «Hack Heaven», y trataba de un supuesto hacker de 15 años que había sido presuntamente contratado por una gran compañía para trabajar como consultor de seguridad después de haber entrado en su sistema informático y expuesto sus debilidades. Como varios de los artículos de Stephen Glass, «Hack Heaven» describía los hechos casi cinematográficamente y éstos eran narrados en primera persona, implicando la asistencia de Glass a los acontecimientos que relataba.

Poco después de la publicación del artículo, el reportero Adam Penenberg, de Forbes.com, lo leyó e hizo sus propias investigaciones, no encontrando evidencia alguna de la existencia de la empresa Jukt Micronics o de las personas citadas por Glass. Cuando Penenberg y Forbes hicieron frente a TNR con estos datos, Glass alegó que había sido engañado. El director de TNR, Charles Lane, sospechaba algo distinto. Buscando confirmación para la historia, Lane pidió a Glass que le llevara al Hotel Hyatt en Bethesda, Maryland, donde supuestamente el hacker Restil se reunió con los ejecutivos de Jukt Micronics, y a la sala de conferencias donde tuvo lugar la convención de hackers. Glass describió los detalles de la reunión e insistió en que la historia era cierta, pero Lane descubrió que la sala de conferencias estaba cerrada el día en que Glass decía que el encuentro de hackers había tenido lugar. Una investigación interna concluyó que Glass también había creado un sitio web y una dirección de correo electrónico para la inexistente Jukt Micronics con la intención de despistar al departamento de confirmación de datos de TNR, a quienes también presentó notas inventadas y tarjetas de visita falsificadas. Incluso creó un boletín hacker en su esfuerzo por cubrirse.

Posteriormente TNR determinó que al menos 27 de las 41 historias escritas por Glass para la revista contenían material infundado. Algunos, como «Don’t you D.A.R.E.» contenían declaraciones e incidentes inventados entremezclados con otros reales, mientras que otros, como «Hack Heaven» fueron completamente ficticios

17 Junio 1998

Auténticas noticias de Mentira

Pedro Rodríguez

Leer

Pasa hasta en las mejores familias. En un arte donde la imaginación es necesaria pero se debe utilizar siempre al margen del rigor informativo, los periodistas de Estados Unidos ha vuelto a descubrir estos días cómo algún ‘compañero’ ha optado por la cómoda investidura literaria en lugar del esforzado reporterismo para cuajar una noticia en exclusiva. Una vergonzosa estafa que en cierta manera se ve favorecida por una nueva cultura del pelotazo que está cobrando vigor y la forma en que los medios de comunicación deciden invertir sus presupuestos.

El escándalo de las noticias de mentira le ha salpicado esta vez a la seria y conservadora revista THE NEW REPUBLIC por culpa de un joven estrella, Stephen Glass. El redactor, conocido por su cobertura de los múltiples escándalos que tanto abundan en Washington, se ha inventado parte o la totalidad de 24 reportajes publicados durante los últimos tres años.

La desfachatez de Stephen Glass ha saltado al aire por una historia sobre adolescentes obsesionados con la piratería informática. Al intentar comprobar la veracidad de los datos aportados en su reportaje, la revista empezó a darse cuenta de que las empresas informáticas y especializadas citados en el texto no existían más que en la imaginación del joven estrella.

Revisión párrafo a párrafo

Al tirar de la manta, THE NEW REPUBLIC ha tenido que revisar párrafo por párrafo todos los artículos publicados por Glass en sus páginas. El resultado ha sido un cúmulo de fabricaciones que rivalizan con el célebre escándalo protagonziado por Janet Cooke en el THE WASHINGTON POST. La redactora se inventó la historia de un niño drogadicto, crónica por la que llegó a recibir en 1981 un premio Pulitzer. El mismo galardón que el periódico tuvo que devolver al comprobarse la no existencia de Jimmy, el supuesto pequeño de ocho años adicto a la heroína.

Dentro de esta reciente historia de la infamia periodística en Estados Unidos también destaca el caso de R. Foster Winans. El famoso columnista del WALL STREET JOURNAL terminó con sus huesos en la cárcel por utilizar sus artículos para manejos bursátiles sucios pero bastante lucrativos.

En el caso de Stephen Glass, la revista THE NEW REPUBLIC no ha sido la única afectada. El joven convertido en productor estajanovista de reportajes exclusivos, también ha logrado colar sus peculiares ‘creaciones’ en otras publicaciones nortamericanas de prestigio como Harper´s, Rolling Stone y ‘George’, la revista política que publica John Kennedy Junior. E incluso hasta el dominical de THE NEW YORK TIMES tenía en cartera una de esas sospechosas piedras. John Kennedy Junior, en su faceta de director de ‘George’ ha presentado, en su faceta de director de ‘George’, ha presentado sus disculpas más sinceras a Vernon Jordan. El polémico confidente del presidente Clinton había sido el objeto de un perfil crítico por parte de Stephen Glass. Un texto basado en fuentes sin sustanciar.

Analizando el creciente nivel de engaño producido por Stephen Glass, algunas lecciones se están aprendiendo. El joven redactor tenía una buena reputación dentro de la revista, donde él mismo habían realizado trabajos de edición. Dada esta condición de ‘insider’ y amigo, se puede explicar cómo tres sucesivos directores no pudieron detectar sus manejos.

De hecho, sus incursiones en las novelística no habrían sido detectadas de no ser por un periodista de la edición electrónica de la revista FORBES. Adam Penenberg, al intentar seguir la historia sobre los precoces piratas informáticos, se dio cuenta de que ninguna de las fuentes citadas existían en realidad y se puso en contacto con los responsables del THE NEW REPUBLIC.

Aquellos que han investigado las invenciones de este engañoso redactor han reconocido todos los recursos que Stephen Glass ponía en sus mentiras. En sus desesperados esfuerzos por cubrirse las espaldas llegó a inventarse una página en Internet para una empresa ficticia, pero que según él había servido como referencia en una de sus historias-ficción.

Andrew Sullivan, el antiguo director del THE NEW REPUBLIC que contrató en su día a Stephen Glass, se lamentaba recientemente en un artículo sobre todo el escándalo.

Según el periodista ‘éste es uno de esos momentos en que uno se cuestiona todo, especialmente todo lo referente a este negocio… ¿Qué motivos tiene alguien para hacer esto? ¿Y cómo podemos confiar en nadie? ¿Y qué podemos hacer para prevenirlo?’

13 Mayo 1998

Un periodista, despedido por inventarse un reportaje

Felipe Cuna

Leer
El falso artículo, sobre un precoz pirata informático, fue publicado en la prestigiosa revista «The New Republic»

Era una historia demasiado buena para ser verdad: un pirata informático de 15 años que consigue colarse en los ordenadores de una importante empresa con tal derroche de genialidad que la propia compañía afectada termina contratándole.

La historia fue publicada la semana pasada en la prestigiosa revista estadounidense The New Republic. Iba firmada por Stephan Glass, subdirector de la publicación. Y era, sencilla y llanamente, mentira. Pura invención.

Este falso reportaje le ha costado el puesto a Stephan Glass. El periodista, de 25 años, fue despedido fulminantemente la semana pasada, tras confesar que parte de la historia se la había inventado.

«Steve ha admitido que se inventó algunas partes del reportaje», ha declarado al diario The Washington Post el director de The New Republic, Charles Lane. «Sin embargo, yo estoy moralmente convencido de que el artículo entero es una invención».

El artículo de Glass pasó todos los controles de autenticidad de The New Republic, que cuenta con un departamento dedicado a comprobar la veracidad de las crónicas.

Y así, el semanario publicó la historia, que incluía citas textuales del precoz e inexistente pirata informático. «Quiero más dinero», confesaba el chico a Glass. «Quiero irme de viaje a Disney World. Quiero un número uno del cómic de la Patrulla X. Quiero una suscripción de por vida a la revista Playboy.».

The New Republic, una publicación con 84 años de vida, aseguraba que el chaval había entrado en el sistema informático de la empresa Jukt Micronics, que había logrado acceder a las nóminas de los empleados y que a cada uno de ellos le había enviado una copia de ellas acompañada de una foto de una mujer desnuda. Y que el director de la compañía, impresionado por la hazaña, le había ofrecido trabajo.

Pero el artículo levantó el interés de Adam Penneberg, directivo de la revista electrónica de Forbes Magazine. Al leerlo, Pennenberg pensó primero que se le había escapado una gran historia. Pero, posteriormente, llegó a la conclusión de que todo el reportaje era mentira. Después de hacer muchas llamadas a piratas informáticos y de seguir la pista de la información publicada por Glass, Pennenberg informó a la dirección de The New Republic que el reportaje era falso, una ficción.