Escándalo en torno al actor Andrés Pajares: detenido tras amenazar a sus abogados con una pistola falsa y un spray de autodefensa

MARTES, 29

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Andrés Pajares sigue obstinado en su último y raro empleo: sostener su foto en las páginas de sucesos y no en las de sociedad, o acaso cultura, que debieran ser las suyas. Ahora sale porque ha asaltado a sus abogados, en el despacho de éstos, en el barrio de Salamanca.

Como últimamente Pajares no tiene papeles en el cine, va y se los inventa, y acaba en un hospital o en un juzgado. Ya digo que sus páginas no son las de crítica de cine o crítica de teatro sino las páginas de sucesos, zona surrealismo, donde no acaba de haber víctimas de gravedad, salvo él mismo, que viene moviéndose entre la soledad de los hoteles y la soledad de los hospitales. Le ha dado por meterse en el reparto de la Policía Municipal, las enfermeras de urgencias o los jueces de guardia. Lo último ha sido montarse el numerito de amedrentar a sus abogados, disfrazado de bigote postizo y usando una pistola de pega, o sea, en plan españolada, que es su especialidad, y no creo que haya hoy mortal que no conozca «la última» de Pajares, que no es una peli, sino el peliculón de su vida, entre el patetismo y el extravío, más algún hijo que le va poniendo a caldo.

Pajares es, sí, un protagonista de sucesos, y también un tema madrileño, porque las calles de Madrid son el escenario de sus dislates, que un día le llevan a un plató de tele y otro día le llevan a la habitación del Villamagna, o del Villa de Madrid, donde se entretiene haciendo kárate con sus miedos.

Pajares es un actor solvente al que le cayó trabajo extra cuando su familia se puso a lavar los trapos sucios en el programa Tómbola y no en el patio interior de su casa, un patio que ha acabado saliendo, por cierto, muy particular. Desde entonces a hoy, el patio particular lo ha ocupado todo. Pajares no sale del patio del disparate. Da casi vergüenza y un poco de asco, incluso, citar aquí a Chonchi Alonso, a Mari Cielo Pajares, a Andresito Burguera, a una tal Conchi, que fue novia última, e incluso a la hija sobrevenida, Eva, pero hay que hacerlo. Todos saben mucho de la vida del actor, que está más solo que la luna. Y lo cuentan, previo pago de su importe.

Uno no elige la familia, pero a veces la familia sí le elige a uno. Yo creo que el Pajares insólito del momento consiste en separación de Chonchi y fracaso estruendoso, hace meses, del espectáculo A mi manera, que se quedó sin público. Pajares ya no tiene público, o sólo tiene el público de su familia, que se pone a ratos tan cabrona con él como el crítico teatral que ya tampoco tiene. De modo que ya no nos sorprende nada de lo que le pase a este pobre hombre.

Mari Cielo está en Los Ángeles, luego de darnos durante años el convulso parte familiar, por capítulos. Pero vuelve para largar. Andresito, Pajarín para el siglo, se ha hecho un cátedro de sacar papeles en público, avalando que eran una familia como todas, pero como todas las familias que, a ratos, se llevan a matar. Los últimos oficios del retoño han sido acudir a la telerrosa para declarar que su padre se encuentra tocado de salud, o muy tocado. Unas declaraciones de ánimo «humanitario», según el mozo, porque él no se habla con su padre y el único modo de ayudarlo o aliviarlo es gritar esos males paternos a hora de prime-time, previo pago de su importe, eso sí. A Pajares no hay quien lo entienda. A su familia tampoco.

A los chicos que buscan la fama en la televisión, a los que buscan el triunfo o lo que sea, a los que se indignan por las burradas del tal Mejide (el último enganche entre OT y la audiencia), habría que ponerlos ante el caso de Andrés Pajares. Que fue un cómico popular y un actor de talento, un famoso, antes de ser un enfermo. Y es ahora carroña televisiva, un cuerpo con las vísceras al aire, exhibido para gozo del público: fama en estado puro. No hay nadie en España, ahora mismo, que no sepa la última de Pajares.

La crisis personal de Pajares constituye una noticia legítima, por supuesto. El humorista ha comparecido varias veces de forma voluntaria (hasta donde se pueda hablar de voluntad en alguien tan perturbado) ante las cámaras y ante la prensa, y ha mostrado en qué estado se encuentra. Cuando alguien entra en un bufete de abogados y ataca a varias personas está condenado a salir en los papeles; si es famoso (ah, la dulzura de la fama), está condenado a hacer portada. La mayoría de los medios se limitan a hacer su trabajo.

En Está pasando, esa gran escuela de periodismo televisivo financiada por Tele 5, hacen algo más que su trabajo. ¿Habíamos hablado de vísceras? Eso no les basta. Ni les basta acosar a los escasos familiares y amigos que acudían a la comisaría donde el hombre permanecía encerrado. Una señora, supuesta experta en la tragedia del humorista, pronunció ayer en el programa una frase de gran interés: «Dicen que presuntamente Pajares tiene dinero fuera de España». Por si no tuviera bastante desgracia el infeliz, ahí quedó, «dicen que presuntamente», una insinuación de delito fiscal. ¿De verdad hay que ensañarse hasta esos límites?

Eché un vistazo al destartalado blog de Pajares (blog.andrespajares.es), un espacio triste y semivacío, como una casa después de un desahucio. Había una entrada de este mes, un exabrupto contra Jesús Mariñas. Como un recordatorio de lo que significa un cierto tipo de fama.

Gafas de sol, bigote y gorra se puso el pobre para que no lo identificaran pero, claro, el cabello color caoba 8/7, el font du teint extra terroso y la silicona en las nasofaciales le delataron. Era ¿un pájaro? ¿Un avión? ¿Súpercoco? ¿El vecino de Belén Esteban escondido tras un matojo? Bizcas tendríamos que estar servidora y las empleadas de la ley a las que les tocó la china para no caer en la cuenta de que ese moldeador y ese rictus sólo podrían pertenecer a una persona: Andrés Pajares. Presuntamente, Pajares se habría tomado algún petit suisse en mal estado, se enajenó, se armó con un bote de laca antivioladores y una pistola de pega, y desató su furia en un bufete de abogados de la Castellana. Pero, ¿pa’ qué? ¿Perpetraba un robo de material de oficina, que se paga muy bien en el mercado negro? ¿Quería hacer un llamamiento social ante la huida de la Infanta Elena a Ávila? Nenas, no me digáis que no estáis en un grito ante esta sinrazón. Y hablando de «vivir en un grito» y de sinrazón, y no me refiero al entrecejito de Lourdes María que no sé en qué está pensando Madonna para no depilarle esa selva negra. Yo a lo que iba era a saber cuándo piensan en Temas de Hoy encargarme la segunda edición de mis memorias. Tendré que refrescarles las meninges la semana que viene, que tenemos premio y estoy invitadísima. Aunque, me da miedo. Sí. Miedo. Una cita multitudinaria en un paraje de ensueño, lujo y paranoias es ideal para convertirlo en un baño de sangre. Imaginaos que aparece Ana García Obregón con una escopeta recortada. Es lo único que la falta. Lo de Parajes se veía venir ya desde hace mucho tiempo, lo suyo es de psicodrama en un psiquiátrico verde lima, pero lo de Ana es más sutil. Ahora se ha enrollado con un jovenzuelo de Los Vivancos… De aquí a disparar dardos con el mini tanga mientras taconea el Bolero de Ravel hay un pasito con stilettos Jimmy Choo. Gracias a Dios, confío en Ana Obregón, su mum, que esa señora tiene un aspecto impecable, para que la meta en cintura. Pero, en el tema Pajares, ¿en quién podemos confiar? Como recordaréis, tras el fracaso de su obra, dio una rueda de prensa, que se estudia clínicamente en la universidad en Harvard, y su prole salió dulce y conciliadora como siempre. Que si tenía la mirada perdida, que si llevaba jerseys rosa bebé y se peinaba con rulo gordo y golpe de secador… Andresito, incluso, se hizo unas imágenes en escorzo mientras pulsaba el telefonillo de daddys home para que España viera que su padre no le abría ni las puertas de su casa ni las de su corazón (sic). Y mientras, Pajares hablaba de sus atributos como la que comenta las bondades del Avecrem en internet. Poesía de la cotidianeidad. Como el Accatone de Passolini pero en cibernético. Algo así como Devendra Banhart, el nuevo novio de Natalie Portman y mi nuevo mito sexual. me encanta. Por cierto, ya que mencionamos el sexo ¿Eva, aquella que hija que le nació cuál espora y con la que en vez de montar a los columpios, visitaba sex shops, podrá hacerse cargo? Como decía Verónica Castro, los ricos también lloran. Y atracan. Y debieran tomar Prozac.