9 abril 2002

La presidenta del Senado recuerda a 'la Dama de Hierro' que Marx escribió 'El Capital' en Londres

Esperanza Aguirre escribe un artículo contra Margaret Thatcher por atacar en su libro a los ‘países continentales’ como un lastre para Reino Unido

Hechos

El 9.4.2001 la presidenta del Senado, Dña. Esperanza Aguirre publicó un artículo en EL MUNDO replicando unos argumentos de la política británica Mrs. Margaret Thatcher.

Lecturas

ARTÍCULO ÍNTEGRO

Margaret Thatcher no tiene razón (por Esperanza Aguirre)

09/04/2002 (EL MUNDO)

Margaret Thatcher ha escrito un libro (Statecraft) del que The Times ha empezado a publicar algunos fragmentos. Lo poco que nos ha llegado a los lectores de prensa española es la interpretación que la dama de hierro hace de ciertos aspectos de la historia reciente de Europa. A grandes rasgos, podríamos decir que la señora Thatcher piensa que todos los grandes males del siglo XX han surgido en el continente y que han sido los países de habla inglesa los que nos han librado de ellos.

Olvidándose de algún pequeño detalle como que Marx escribió El Capital en Londres, raíz de uno de esos totalitarismos , la baronesa recuerda que los peores totalitarismos de la Historia de la Humanidad, el comunismo y el nazismo, han sido productos nacidos en el continente europeo. Es cierto que los pensadores que proporcionaron las raíces ideológicas de esas terribles teorías totalitarias así como sus primeras manifestaciones en la Rusia soviética, la Italia fascista o la Alemania nazi han tenido allí su cuna. La constatación de este hecho inequívoco la lleva a afirmar lo siguiente: «Durante mi trayectoria, la mayoría de los problemas a los que el mundo ha debido enfrentarse han procedido de la Europa continental». Y la dama de hierro concluye que, si bien es verdad que los principales problemas que la Humanidad ha tenido que afrontar durante el último siglo procedían del continente europeo, «las soluciones han venido de fuera».

Es comprensible que la señora Thatcher haya conservado siempre viva la tremenda experiencia que vivió en su primerísima juventud cuando sólo el coraje de Winston Churchill y la ejemplar actuación del pueblo y de las instituciones británicas salvaron a Europa y, en general, a Occidente de caer bajo la tiranía nazi. Creo que tiene toda la razón del mundo en llamar la atención sobre la necesidad de que nunca se olvide el heroísmo con que Gran Bretaña cargó con la responsabilidad de defender la libertad frente a las tiranías (no se debe olvidar que en junio de 1940, en el momento en que Francia se rinde ante Hitler, Molotov, entonces ministro de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética, envió un entusiasta telegrama de felicitación al dictador alemán en nombre de su colega Stalin).

Tiene también toda la razón al insistir en la deuda que todos los que amamos la libertad tenemos con los Estados Unidos: sin su trascendental aportación, hubiera sido imposible la derrota final del nazismo primero en 1945 y del comunismo después en 1989.

Pero al afirmar tan rotundamente que las soluciones han venido de fuera, a Margaret Thatcher se le escapan aspectos fundamentales de la Historia y pierde la razón. Pierde la razón porque no es capaz de reconocer que la acción liberadora de británicos y americanos se sustentaba en unos valores y en unas categorías morales y políticas que, también de forma indiscutible, hay que considerar productos genuinamente europeos.

Para ser exactos y rigurosos con la Historia, habría que aceptar que Europa ha sido la cuna de los conceptos que más han hecho progresar moral y materialmente a la Humanidad, si bien, y ya nos lo advertía Goya cuando certificó que «el sueño de la razón produce monstruos», en Europa han surgido, como hijastros de esos conceptos liberadores, los proyectos políticos más liberticidas de la Historia.

Por eso, cuando hablamos de la liberación de Europa, tenemos que tener en cuenta que todos los que durante el siglo XX han luchado por la libertad, la democracia y el Estado de Derecho lo han hecho en nombre de unos conceptos surgidos en Europa y desarrollados en la tradición cultural europea. Hasta el punto de que no es ninguna exageración afirmar que Europa, esclavizada por algunos europeos, fue liberada también por europeos, aunque algunos de esos europeos de espíritu que dieron su vida por la libertad vinieran de la otra orilla del Atlántico.

Es en Europa, en esa matriz de Europa que son la Grecia y la Roma Clásicas y la tradición cristiana, donde la razón humana, el pensamiento lógico, liberado de mitos, empezó a crear los conceptos que después demostrarían ser el motor de los mejores avances de la Humanidad.

Aquí va a aparecer el concepto de persona, con su autonomía y sus límites, con sus atributos y sus obligaciones, con la libertad como esencia y con la responsabilidad moral como consecuencia.También en Europa va a aparecer el concepto de Ley como marco y norma de las relaciones humanas y sociales, sobre el que podrá edificarse el Estado de Derecho, que garantizará la libertad de los futuros ciudadanos.

En 1940, Winston Churchill no así todos los políticos del Reino Unido supo ver con claridad la amenaza que Adolf Hitler suponía para la libertad de toda Europa y fue capaz de unir a todos los británicos y no sólo a los británicos, sino a los demócratas de toda Europa para defender la libertad. Thatcher olvida que Churchill es uno de los padres fundamentales, si no el que más, de la Europa de hoy porque, cuando ofreció a los ingleses «sangre, sudor y lágrimas» para enfrentarse a la Alemania triunfante de Hitler, lo hizo pensando no sólo en su patria, que podría haberse mantenido al margen, sino en la libertad de toda Europa. Porque Churchill sabía que los principios morales por los que pedía a sus compatriotas que lucharan hasta la muerte eran la esencia espiritual de Europa.

Hay que agradecerle a la siempre indócil baronesa su inmensa capacidad para poner en cuestión los lugares comunes. Con sus opiniones siempre originales y nunca sometidas a tópicos o ideas preconcebidas, nos obliga a pensar para aceptar o rebatir sus juicios. En este caso, no tenemos más remedio que estar de acuerdo con ella cuando nos recuerda que en Europa se ha incubado la serpiente de los peores totalitarismos. Pero también tenemos que quitarle la razón cuando dice que la liberación de esos totalitarismos siempre ha venido de fuera. No, el reconocimiento de la dignidad de la persona, la consideración de la libertad como valor esencial de los individuos y el respeto a la Ley que protege el ejercicio de los derechos de los ciudadanos son elementos consustanciales al concepto de Europa. Y cuando se lucha por ellos se está luchando por Europa en nombre de Europa.

Esa Europa de la libertad y del Estado de Derecho es la Europa que Churchill, los británicos, los americanos y muchos europeos de muchas nacionalidades ayudaron a salvar en 1940. Esa es la Europa en la que nacieron los conceptos de persona, de libertad y de ley que han demostrado su capacidad para impulsar el desarrollo moral y económico de las sociedades que los han hecho suyos.Y ésa es la Europa que nuestros ciudadanos entienden porque de ella nacen sus libertades y derechos. Y sólo sobre esos derechos y esas libertades pueden edificarse el progreso y la prosperidad.

Esperanza Aguirre