11 febrero 1997

Fue procesado en 1988 por mediar entre ETA y la familia del secuestrado Emiliano Revilla para el pagoa del rescate

ETA consigue asesinar a Francisco Arratibel Fuentes, tras dos intentos fallidos por no pagar el ‘impuesto revolucionario’

Hechos

El 11 de febrero de 1997 fue asesinado D. Francisco Arratíbel Fuentes.

Lecturas

El asesinato se produjo cuando Arratíbel participaba en el desfile de las fiestas de Tolosa, desfile que continuó tras el crimen sin ser suspendido en ningún momento

13 Febrero 1997

La broma

Arcadi Espada

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Tolosa, carnaval. Las charangas desfilan sin interrupción. El hombre llamado Arratibel oscila su batuta. Una máscara se acerca y le pone a ese hombre una pistola en la nuca. Arratibel va a desplomarse. Entre el disparo y la caída pasa el tiempo, un tiempo microscópico, infinitesimal. Pero de una densidad moral suficiente como para que los paisanos opinen: mira qué broma. Los paisanos podían haber opinado de cualquier otra forma, pero han elegido ésta. Una broma. ¿Por qué no iba a serlo? ¿Acaso no se da ese tipo de bromas en carnaval; acaso la muerte no es en febrero una impostación más; acaso al cabo del éxtasis no se acude en procesión grotesca a enterrar un cadáver, el apestoso cadáver… -es broma: ¡sólo una sardina!-, mientras la bruja se levanta incesantemente los refajos y se palpa el agujero negro y sulfuroso, el pan de higos? No se mueva nadie, que es una broma. Y es portentosa la eficacia con que la consigna se extiende: nadie se mueve. Todos sobre aviso. Arratibel, además, colabora: se ha tomado en serio su papel. Admirable Arratibel: tal vez llevase entre la oreja y la nuca uno de esos minúsculos saquitos que usan los actores y que estallan en rojo cuando la ocasión lo requiere. Grande commedia! Las charangas siguen desfilando. Nunca se han interrumpido. Ni aflojar el paso pueden para felicitar al cómico. Ni en broma, interrumpirse. Ni Franco pudo con el macho don carnal vasco. Toda la noche entre cánticos y tambores en Tolosa. Toda la noche encarando la muerte con burlas. La risa que da la sangre. Al alba, Arratibel es poco más que luna máscara arrancada de su rostro. Una serpentina de piel. Un rocío de plomo. Confeti en bombas. Llegan las brigadas del servicio de limpieza y recogen todo eso. Hace frío en Tolosa. Uno de la brigada silba y otro se frota las manos ateridas.

12 Febrero 1997

A la tercera cayó asesinado

Carmen Gurruchaga

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Francisco Arratibel, asesinado ayer por ETA mientras disfrutaba de los carnavales en su localidad natal, había nacido en Tolosa hace 43 años, aunque vivía en San Sebastián. Su muerte culmina una historia personal polémica, durante la que escapó a otros dos atentados.

Desde muy joven trabajó en el negocio de carnicería que tenía su padre, José Arratibel, fallecido hace un mes, y que era accionista del matadero de Pamplona. El joven empresario hizo crecer el negocio familiar y, en 1977, lo especializó en servicios de comidas para empresas y colegios, junto a sus cuatro hermanos, bajo el nombre de Cocina Industrial José Arratibel, S.L.

Al año siguiente resultó herido en un atentado, dirigido contra su padre, por no pagar el llamado impuesto revolucionario, procedimiento de extorsión habitual de ETA.

Francisco compró en 1988 la parte de la empresa de sus hermanos. Se separaron profesionalmente y pasaron a ser relativos competidores, aunque éstos ofrecían cocina preparada en venta al por menor. En 1990 quebró su empresa. A partir de esa fecha -y aunque su nombre nunca ha figurado en el Registro Mercantil- siguió con el negocio a través de Cocina Central Arratiblem, S.L y Master Catering, S.L.

Sus negocios tenían una vida irregular por la propia personalidad de Patxi Arratibel. Era un hombre trabajador, que gastaba mucho dinero en hacer relaciones públicas. Alto, guapo y simpático, era muy conocido en los ambientes nocturnos de la capital guipuzcoana. También eran notables las broncas que organizaba en cuanto algo no le gustaba. Además, la relación con sus trabajadores fue conflictiva a lo largo de los años. En una de esas situaciones, el sindicato LAB, próximo a la izquierda nacionalista, sacó un comunicado en el que denunciaba «la actitud prepotente y totalitaria en su concepción de las relaciones laborales, que se plasma en una actitud chulesca con cartas de despido ante la más mínima discrepancia».

Por otra parte, su desfile ante los juzgados fue una constante a lo largo de su vida y al final fue considerado responsable de «mala administración».

También tuvo que comparecer ante un juez por motivos extralaborales, como consecuencia de su mediación en el secuestro de Emiliano Revilla. Sus relaciones con la izquierda abertzale -más con las personas residentes más allá del Bidasoa que con las de este lado de la frontera francoespañola- hicieron que apareciera como intermediario. Al final, ETA le acusaba de haberse quedado con 60 millones de la primera entrega, descubierta por la policía francesa. Por otra parte, la familia Revilla constató que 25 millones se habían perdido.

Arratibel sería condenado en 1994 por colaboración con banda armada por haber intervenido en el secuestro de Revilla «con ánimo de lucro», ya que había cobrado de la familia Revilla 75 millones de pesetas «para resarcirse de los perjuicios que pudieran derivarse de su intervención en el caso». Durante el juicio declaró que actuó por «el deber moral y el miedo». Recordó el atentado sufrido en 1978 ante la negativa de su padre a pagar el impuesto revolucionario y añadió: «No puedo no hacer caso porque sé que ETA cumple sus amenazas».

Dos años más tarde, tras las acusaciones recibidas de ETA, Arratibel sufría un intento de atentado. Fue el 29 de mayo de 1996. La Ertzaintza consiguió desactivar el explosivo colocado a la entrada de su empresa.

Ayer, antes de ser asesinado, disfrutaba como cada año de los carnavales de Tolosa. Dirigía la charanga Kabi-Alai cuando un individuo se le acercó y le disparó una bala en la cabeza.