- El 10.12.2010 D. José Emilio Rodríguez Menéndez fue entrevistado desde Argentina por el programa ‘Sálvame Deluxe’. El 11.12.2010 fue igualmente entrevistado por el programa ‘La Noria’. Ambos producidos por La Fábrica de la Tele para TELECINCO.
LA REALIDAD contrae a cada instante una deuda mayor con Georges Perec. Resulta fabuloso que los días se esfuercen con tanto empeño en dar la razón a un escritor que suma a su afán de levedad, a su escaso interés por lo solemne, la condición de estar muerto. Sólo Perec pudo hacer de su aventura en las letras un síntoma tan directamente perceptible -aún hoy- en cualquier punto del cuerpo. Proponía mirar la vida por el lado de lo pequeño, por el gigantismo de la miniatura, por el costado del silencio, que al final explica mejor al hombre. Es un buen antídoto contra el j’acusse de saldo en que bracea el presente (y este oficio).
Asómense si no al caldo gordo de Telecinco y su modelo de televisión multiescatológico. El plató convertido en un butrón de vertedero del que se extraen los peores ejemplares de la condición humana. Los más chillones. Es una vieja fórmula: dar megafonía al mal gusto de una sociedad cuando acepta el escaparatismo delictivo de liendres como Rodríguez Menéndez y sus percantas suburbiales. Es el modelo anestésico de Berlusconi para la política, la intimidad, la vida. Una chabacanería histérica y maliciosa ahormada aquí por un viajante de la porquería tecnificada, Paolo Vasile, que fomenta el analfabetismo como una fiesta de verdín en prime time.
Eso es a lo que se oponía Perec a su modo, escogiendo como pasión el vacío, el inteligentísimo juego de esquivar lo evidente. Era un caso de resistencia ante la «realidad granítica» de la que hablaba Josep Pla. Aquella que podemos emparejar con esa decadencia verbal de casa de citas que impulsa una cadena absurda, arengada por tertulianos guturales y ciertos incapaces que se limpian las uñas con una navaja.
No me he parado a pensar si Telecinco es un reflejo de lo que importa en la calle. Quizá no sea más que un acelerador de palabras vanas y mancebías de retrete al que damos demasiada importancia. Pero si ciertos políticos se han dejado visualizar (que no entender) por esos frentes, será porque el caladero está populoso. Las choricillas y los prófugos resultan un negocio rentable. Y de paso, a lo mejor traen un puñado de votos. Un dinero fácil, abundante y necio. Quizá tenga razón quien dijo que la tele no es buena ni mala, sino que es así. Pero jode asumir que cuanto peor mejor. Da una incómoda sensación de escasez. A mí cuando no enchufo el aparato todo esto se me olvida, pero es que hay veces que el aparato se enchufa solo. Justo cuando estás recordando aquello de Perec: «Frente a este tipo de mundo, cierta indiferecia no es ignorante ni hostil». Pues eso.