13 octubre 1993

El diario EL MUNDO arremete contra el programa de Julián Lago en artículos y editoriales

Éxito de ‘La Máquina de la Verdad’ de TELECINCO con Antonia Dell´Atte poniendo a caldo al conde Lecquio y a Ana Obregón

Hechos

El 13.10.1993 en el programa ‘La Máquina de la Verdad’ estuvo invitada Dña. Antonia Dell´Atte, esposa del Conde Lecquio, que mantenía una relación con la actriz española Dña. Ana García Obregón.

Lecturas

 Más de siete millones de telespectadores vieron el programa de ‘La Máquina de la Verdad’ de TELECINCO para ver a la esposa ofendida, Dña. Antonia Dell´Atte poniendo a caldo al infiel de su marido, el Conde Lecquio y a la española ‘que se lo había quitado’: el Conde Lecquio.

LOS OTROS PROTAGONISTAS DEL PROGRAMA  ‘LA MÁQUINA DE LA VERDAD’ CON DELL’ ATTE

zap_maquina_massiel La antigua cantante ‘Massiel’ oficializó tras su aparición en ese programa su ‘conversión’ al mundo del tertulianismo, donde no se desenvolvió nada mal, almostrar haberse estudiado el tema y analizando el ‘triángulo amoroso’ de los Sres. Ana Obregón, Antonia dell Atte y Alessandro Lecquio desde un punto objetivo.

zap_maquina_josemiEl tertuliano Sr. Josemi Rodríguez Sieiro participó en aquel programa ejerciendo de principal defensor del Conde Lecquio. Replicó a la Sra. Dell´Atte que hubiera venido a España a airear una situación que debía ser vergonzosa para ella, desatando un enfrentamiento entre la italiana y él.

zap_maquina_alicia La actriz Dña. Alicia Moro quiso ejercer junto a Dña. Pilar Eyre en atacante a la Sra. Dell Atte con quien mantuvo discusiones en aquel programa, pero los críticos a aquel programa consideraron que, al contrario que el Sr. Rodríguez Sieiro, la Sra. Moro no parecía muy bien informada sobre el tema sobre el que se estaba debatiendo.

DEMANDA DE ANA OBREGÓN CONTRA EL PRESENTADOR DEL PROGRAMA, EL CANAL Y LA MODELO

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Dña. Ana García Obregón anunció tras la emisión del 13 de octubre de 1993 que demandaría tanto a Dña. Antonia Dell´Atte por lo que había dicho de ella, de su pareja y de su hijo, tanto a D. Julián Lago como presentador del espacio, como al propio canal TELECINCO por permitirlo. Pese a lo cual la Sra. Dell´Atte concedió una nueva entrevista al programa ‘Viva la tarde’ de D. Miguel Ángel García Juez de la cadena ANTENA 3 RADIO (Segunda emisora del Grupo PRISA) en el que repitió parte de sus acusaciones.

‘LA MÁQUINA DE LA VERDAD’ ESTIRA EL TEMA

El programa tuvo tal éxito de audiencia – junto con el consecuente alud de críticas – que tanto el director del programa, D. Julián Lago, como el director del canal, D. Valerio Lazarov, recuperarían pronto el tema: invitarían a la niñera del hijo de Dña. Ana Obregón y el Conde Lecquio, aunque aquello causaría problemas legales al programa.

15 Octubre 1993

Los derechos de dos niños, vulnerados al amparo de una concesión pública

Editorial (Director: Pedro J. Ramírez)

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La cadena de televisión privada TELECINCO volvió a dar la noche del pasado miércoles una prueba de mal gusto cercano al escándalo. El programa La máquina de la verdad tuvo como invitada a la modelo Antonia Dell’Atte con la finalidad de hablar de su vida privada, de la de su ex marido, el conde Lecquio, y de la de su actual compañera, la actriz Ana García Obregón. Hasta siete millones y medio de telespectadores vieron un espacio caracterizado por su chabacanería en el que entre una larga retahíla de acusaciones e insultos se reprodujo una conversación telefónica entre Lecquio y su ex esposa. En ella, además de comentarios sobre sus vidas privadas, se hablaba de los hijos que Lecquio tiene con ambas mujeres, lo que ha sido denunciado justamente por la Agrupación de Telespectadores y Radioyentes como un atentado a los derechos de los menores. Es inaceptable que un medio de comunicación que se ha beneficiado de una concesión pública en. aras del interés social, recurra a este tipo de resortes para excitar los más bajos instintos del morbo social por puro mercantilismo.

17 Octubre 1993

Las dos caras de la telebasura

Pedro J. Ramírez

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Las anécdotas adquieren a veces rango de categoría y siempre amenizan cualquier explicación. Por eso cada vez que un periodista extranjero me escucha decir que la democracia se ha degradado en España durante la década felipista, inmediatamente me pide que le ponga algún ejemplo. Hasta hace poco recurría al florecimiento impune de la corrupción al desmantelamiento de mecanismos de control como el Consejo del Poder Judicial o a la aprobación de engendros como la Ley Corcuera. Desde ahora lo tengo mucho más fácil. Tanto si es australiano como noruego, mi interlocutor se caerá de la silla y lo entenderá todo en el acto tan pronto como le explique que España es un país en el que cuando la conductora del segundo informativo de mayor audiencia de la televisión publica –la compañera Elena Sánchez– se define políticamente participando en un sonado acto electoral de apoyo a Felipe González, no solo no es relegada a funciones menos comprometedoras, sino que se la promueve, encomendándole el primer informativo en audiencia.

Lo relevante, por insólito, del episodio no es que demuestre la obediencia gubernamental de un pilar básico para la limpieza del juego político–en muchas otras partes cuecen habas parecidas–, sino que pone en evidencia que en España se ha llegado a ese punto de no retorno en el que ni siquiera es preciso guardar las formas. Es decir que los comisarios políticos de TVE se sienten lo suficientemente al abrigo de cualquier eventualidad como para prescindir incluso del engorro de tener que recubrir su sectarismo bajo una apariencia de neutralidad. Y están en lo cierto porque si González ha confirmado a Candau, Candau ha confirmado a Colom y Colom ha confirmado a María Antonia Iglesias, nada tan lógico como que María Antonia Iglesias promueva a la compañera Elena Sánchez. Ni siquiera ha sido un escándalo público. Ni siquiera ha hecho falta recurrir a los recién adquiridos votos de CiU para convalidarlo en el Parlamento. Ni siquiera ha sido preciso taparle la boca al PP invocando lo que ocurre en la televisión gallega. En definitiva, España es un país al que ha dejado de parecerle raro que su principal suministradora de noticias lleve prendida en el jersey, no ya un lazo azul, sino una chapa electoral del PSOE. González puede sestear tranquilo: no será la obvia tomadura de pelo que supusieron sus promesas sobre el «impulso democrático» lo que haga peligrar su apalancamiento en el poder.

Aurora Pavón hacia recuento el otro día y subrayaba el hecho de que la practica totalidad de los responsables de los programas informativos de todas las televisiones, públicas o privadas, pasan por ser como mínimo simpatizantes del partido en el poder. En su desatinada pero coherente invocación del Pacto del Pardo, como referencia del tipo de relación al que le gustaría llegar con González, Aznar se olvido de mencionar que lo primero que hubieran acordado hoy en día Cánovas y Sagasta no habría sido la alternancia en el poder sino la neutralidad de la televisión.

¿Viene todo esto a cuento de algún flagrante caso reciente de manipulación informativa del que yo haya sido testigo? No; viene a cuenta de la sensación de vergüenza ajena y honda desmoralización que me produjo el otro día topar con esa emisión en la que ante un grotesco artilugio apellidado «de la verdad» se preguntaba a zutanita si se había acostado con menganito cuando ya vivir con fulanita. Eso no sucede en ninguna sociedad que se autorrespete. O por lo menos no sucede a la vez que lo del farsante que dos días antes exhibía durante una hora los empastes de purpurina que presentaba como estigmas sanguinolientos, mientras decía estar revelando el tercer secreto de Fátima. O por lo menos no sucede a la vez que lo del otro sinvergüenza que antes del verano alentaba las falsas esperanzas de tanta pobre gente, simulando curar con el mero contacto de sus dedos todo tipo de dolencias. O por lo menos no sucede a la vez que lo de aquel inolvidable programa desde Alcácer en el que sólo faltó la retransmisión en directo de la autopsia de las vísceras. O por lo menos no sucede a la vez que la semanal agresión a la ética y la estética con la que un avispado ex-periodista se embolsa quién sabe cuanto, invocando el interés publico sin tan siquiera descomponer el gesto.

Lo que distingue la democracia inglesa de la española no es ni la tradición parlamentaria ni el apego a la ley, sino el abismo de civilización que se deriva del hecho de que a esas mismas horas lo que los británicos ven en sus pantallas son magníficos documentales, informativos cosmopolitas de larga duración y comedias llenas de ingenio. La historia sabrá deslindar las luces y las sombras de esta gran oportunidad perdida que está siendo el felipismo, pero no me cabe duda de que será implacable al juzgar las dos terribles rémoras con las que los errores de estos años están lastrando a las generaciones venideras: los 40 billones de Deuda Pública y la telebasura.

Antonio Herrero me decía anteayer que no le diera tanta importancia a la degradación y el mal gusto de los programas de entretenimiento cuando lo esencial es la adulteración democrática que se deriva de la tendenciosidad de los informativos. Mi respuesta es que se trata de las dos caras indisociables de la misma abyecta moneda, acuñada de la siguiente manera por la lógica de la Razón de Partido: 1) Para que TVE tenga eficacia como instrumento de propaganda política debe conservar la mayor audiencia posible. 2) Eso significa que su programación debe recurrir a cualquier resorte que atraiga la atención del publico y no debe reparar en gastos. 3) De ahí se deriva el retorno a la doble vía de financiación y la saturación publicitaria mas allá de todo limite. 4) Esta obvia situación de competencia desleal proporciona a su vez a las privadas una coartada perfecta para seguir peleando por la audiencia no importa cómo, para incumplir sistemáticamente la propia legislación española sobre niveles de saturación publicitaria y para presionar al Gobierno para que siga sin aplicar la normativa vigente en la CE. 5) En aras de lograr este objetivo pagan gustosamente el peaje político de no crear jamas un sólo problema al «felipismo» en tanto que medio informativo.

¿Existe peor forma de cohecho que este soborno en especies por el que el Gobierno y el Parlamento abdican de su función de vigilancia sobre el uso que se hace de licencias concedidas bajo el principio del interés público? ¿Qué hace la oposición que no le pregunta a Narcis Serra por que razón eliminó el jueves del orden del día del Consejo de Ministros la adaptación a España de la directiva comunitaria sobre «Televisión sin fronteras», aprobada por la Comisión de Subsecretarios? No soy ni intervencionista, ni moralista. Abogo por la libertad de televisión, pero puesto que no la hay me parece ignominioso que un Gobierno autotitulado progresista trafique de esta manera con la conciencia colectiva de los adolescentes, los analfabetos funcionales y otros sectores intelectualmente desprotegidos de la sociedad.

Pedro J. Ramírez

El Análisis

FARISEISMO Y CASUALIDAD

JF Lamata

No hay nada más clásico en TV que un  ‘triángulo’ amorososo. ¿Cuántas películas románticas se basan en eso y son un éxito? Pero, claro, si se muestra un caso real como el de Lecquio-Dell´Atte-Obregón, entonces ya es algo repugnante que hay que despreciar. Fariseismo genuino.

Ahora vamos al tema de la actitud de EL MUNDO, el que más se indignó por el tema. El mismo periódico que un año antes había aireado los líos de faldas del Jefe del Estado (todo, muy coherente, como se ve). ¿Tendría algo que ver el hecho de que Dña. Ana Obregón fuera accionista de EL MUNDO?

(Dejando al margen las motivaciones de los insultos del columnista de EL MUNDO, D. Carlos Boyero, contra D. Julián Lago, que merecen ser tratadas a parte)

J. F. Lamata