6 abril 1980

El Gobierno de Gran Bretaña respalda la 'proclamación de independencia' de Mugabe, a diferencia de lo que hizo con la 'proclamación' de Ian Smith de 1965

Finaliza el ‘apartheid’ racista en Rhodesia-Zimbabue: el negro Robert Mugabe se convierte en el nuevo dictador del país

Hechos

El 17.04.1980 se proclamó ‘la independencia de Zimbabue’ (el país, con el nombre de ‘Rhodesia’ ya se había proclamado independiente de Gran Bretaña en 1965). El presidente de Zimbabue será Robet Mugabe.

13 Febrero 1980

Rodesia, imposible

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera)

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EL PROBLEMA principal que parecen presentar las elecciones generales de Rodesia es que los candidatos lleguen vivos a la fecha del 27 de febrero, primero de los tres días en que estarán abiertos los comicios. Robert Mugabe, a quien los cálculos previos atribuyen la mayoría de los escaños reservados a los negros en el Parlamento, escapó por décimas de segundo a la explosión de cuarenta kilos de dinamita y una mina militar; lo cual no impidió que, horas después, el gobernador británico le reprochara realizar una labor de intimidación sobre los votantes. Un obispo miliciano, Muzorewa, y otro jefe guerrillero, Joshua Nkomo, disputan al no menos guerrillero Mugabe el derecho a la reconstrucción de un poder que ya tuvo Muzorewa y que perdió por su violencia y su desprestigio.Si Rodesia aparece ahora como un imposible, no hay que despreciar el valor de las desinencias históricas que lo cargan de odio, de maniobras, de juego sucio. Es un amplio y rico país, constituido como propiedad privada -su nombre viene de sir Cecil Rhodes, su primer propietario, con la compañía que lo conquistó y explotó, en el siglo XIX-, y que ha mantenido a la minoría blanca -un 5% de la población total- dentro de este sentido de propiedad, no sólo de haciendas, sino de vidas y de trabajos forzados. No es de extrañar que, al final de la era que defendía principios de racismo y esclavitud, y que se trató de mantener a ultranza mediante la declaración unilateral de independencia de 1965 por parte de los blancos, con el rudo iluminado Ian Smith, toda esta vieja presión salte y se incendie. Sobre todo si maniobras trasnochadas de las momias imperiales de Londres, renovadas desde que está en el poder su fuerte admiradora Margaret Thatcher, tratan como pueden de seguir sosteniendo a sus primos blancos y a los privilegios personales y coloniales.

La posibilidad de que Robert Mugabe alcance el poder desespera a los blancos de Ian Smith y a los británicos representados por lord Soames. Se ha desatado contra él toda la fuerza de la campaña, desde las acusaciones de marxista y prosoviético, hasta las de terrorista, sin dejar de practicar el terrorismo directo contra él, como se ha visto no sólo en este último atentado, sino también en otros varios (algunos de sus sostenedores no han podido escapar a la muerte violenta). Incluso se trata de favorecer a Joshua Nkomo, que durante tantos años fue el perseguido, el encarcelado y el torturado, en vista de que la candidatura del eclesiástico Muzorewa, acusado de colaboracionismo y de violaciones del alto el fuego, ha ido disminuyendo en capacidad. La última defensa del sector imperial parece ser ahora la de suspender las elecciones que él mismo convocó. Podrían declararlas imposibles en vista de la ola de violencia que parece disminuir la capacidad de libertad y de decisión de los votantes. Pero suspenderlas acarrearía, además de un grave reproche internacional, el estallido de la guerra civil, contenida ahora con un «alto el fuego» que se viola continuamente.

Esta situación trágica de un país por donde se cruzan muchas riquezas -el oro- y muchas líneas de la estrategia mundial con respecto a Africa es, como la mayoría de los conflictos que se concatenan en el mundo, la herencia de un mundo injusto administrada con toda la irresponsabilidad propia de los dueños de nuestro tiempo.

05 Marzo 1980

El incierto futuro de Rodesia

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera)

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Los RESULTADOS en las elecciones de Rodesia no rompen lo previsto: la victoria de Mugabe. Lo único que felizmente se ha situado fuera de los pronósticos es que se han desarrollado con relativa calma, cuando se profetizaba una matanza. Se sigue profetizando para más adelante: para cuando se retire lord Soames -Gran Bretaña- y el país tenga su independencia legal. Ya los blancos piden que Gran Bretaña retrase su retirada durante tres meses para garantizar que no habrá «caos». La palabra caos la maneja también la Unión Surafricana, que anuncia que tendría que intervenir en ese caso en favor de los blancos y de los negros anticomunistas (Muzorewa, incluso Nkomo, a pesar de haber sido considerado antes como terrorista); Mozambique, quizá Angola, podrían movilizarse entonces en sentido contrario. Ese pesimismo, expandido especialmente por los blancos para pedir ayuda y control internacional, dibuja una gran guerra en el cono sur de Africa. Es posible, pero no probable. Mugabe, descrito como marxista, como viajero frecuente a Moscú y a Mozambique, y por tanto como marioneta de la URSS, puede resultar un dirigente moderado y prudente. No ignora que vive sobre un volcán; pero es un volcán de dos bocas. Por una parte, no puede tomar decisiones demasiado ásperas para con unos dirigentes de la oposición que tienen ejércitos privados y bandas guerrilleras -como los tiene él mismo-; por otro, no puede defraudar las esperanzas de la inmensa mayoría negra, que vive desde hace siglos en algo peor que la injusticia social: en la opresión y la casi esclavitud. En estos mismos momentos hay una vela de armas ante cualquier desbordamiento que pueda producirse al saber la victoria de Mugabe y la creencia popular de que se ha entrado ya en una fase de restitución.

Puede encontrarse con una represión muy dura ordenada por el propio Mugabe y ejercida por el general Peter Walls, figura clave de la situación, que, probablemente, seguirá al frente del Ejército cuando se instale el nuevo poder.

El mismo riesgo de la situación puede actuar como freno para evitar males mayores; también parece que Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética no tienen ningún interés en estos momentos en producir una crisis en un punto geopolítico que se extendería rápida mente y que, incidiría de manera grave en la crisis general internacional. Pero la población negra tiene que notar rápidamente que por lo menos algo ha cambiado en su favor, y que el reparto de la riqueza y de la pobreza comienza a enfocarse con otros conceptos; de otra forma, la paz será imposible.