2 noviembre 1991

Finaliza la Conferencia de Paz en Madrid entre Israel y la OLP fracasa sin acuerdo entre el líder judío Isaac Shamir y el palestino Yasir Arafat

Hechos

El 2 de noviembre de 1991 la prensa informó de la finalización de la Conferencia de Paz de Madrid.

02 Noviembre 1991

El largo y tortuoso camino

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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EN EL mismo momento en que terminaron, ayer, viernes, las sesiones plenarias de la Conferencia de Madrid surgieron las enormes dificultades que supone poner en marcha un proceso concreto de negociación susceptible de desembocar en acuerdos de paz. Como primer obstáculo se presentó el problema del lugar en el que deberán celebrarse los encuentros bilaterales entre las delegaciones, segunda y decisiva fase de la conferencia. Sin embargo, esa batalla sobre la sede -y las que sin duda van a surgir sobre otros problemas de procedimiento- forma parte de las estrategias que las delegaciones han elaborado para afrontar un momento tan delicado como es el de las negociaciones directas.Si ha sido extraordinariamente dificil, tras siete meses de gestiones de la diplomacia norteamericana, lograr que las delegaciones de Israel, Jordania, Líbano, Siria y los representantes palestinos se sienten a una -misma mesa -por primera vez en la historia- para exponer públicamente sus puntos de vista, el paso a la fase bilateral será un auténtico salto cualitativo. Como ha dicho el secretario de Estado James Baker, entonces «deberá empezar el verdadero trabajo en favor de la paz». Cuando los israelíes estén sentados cara a cara con los jordanos, los sirios, los libaneses y, sobre todo, los palestinos, ya no se tratará de discursos generales. Será la hora de la verdad, el momento de ver sí existen puntos en los que se puede empezar a trabajar para llegar a un acuerdo y voluntad conciliadora para seguir adelante.

Sí se tomara al pie de la letra lo literalmente afirmado en los discursos de los tres días de sesiones plenarias, podría parecer que no existe ninguna esperanza de que las negociaciones bilaterales puedan dar resultado. Sin embargo, una cosa es la tribuna pública y otra muy distinta lo que se puede decir en conversaciones directas. A primera vista, el problema palestino se presenta como el más dificil, aquel en el que se concentran más pasiones. Sin embargo, hay en -los puntos de referencia previos a la reunión de Madrid algunos elementos que, no habiendo sido rechazados en ninguno de los discursos, pueden ofrecer inicios de acercamiento. Concretamente, la preparación de un estatuto provisional durante cinco años que permita a los palestinos de los territorios ocupados elegir sus representantes y tener ciertos órganos de autogobierno o autoadministración bajo garantías internacionales.

Democracia y devolución de territorios

Avanzar por ese camino supondría para los palestinos posponer su demanda fundamental -ampliamente respaldada en el mundo- de disponer de su propia patria y Estado. Pero la aparición de un organismo elegido por los palestinos -aunque sea con poderes limitados, de momento- crearía un factor nuevo. Ayudaría a dar a la lucha palestina unas características mucho más orientadas a crear un futuro que a saldar las cuentas con el pasado. Una vez que puedan apoyarse en una estructura democrática, nacida de las urnas, los palestinos tendrán unas posibilidades mucho mayores para presionar, con todo el apoyo internacional, sobre el Gobierno israelí, y conseguir que éste acepte la ley internacional, la retirada de los territorios que ocupa y el reconocimiento de una entidad política palestina o de una confederación jordano-palestina. Sobre todo si, simultáneamente, un nuevo clima en la región demuestra a los israelíes que. su seguridad no es incompatible con la devolución territorial.

De ahí, probablemente, la táctica de Israel de multiplicar los pretextos para dificultar las negociaciones bilaterales, a pesar de que ha sido él quien siempre las ha reivindicado como única forma de abordar los problemas de Oriente Próximo. Al provocar la primera batalla sobre el lugar en que deben desarrollarse las reuniones bilaterales, Israel se ha colocado en una posición incómoda, no sólo porque la simple lógica aconseja continuar en el mismo lugar en el que están ya todas las delegaciones, sino porque su actitud le ha enfrentado con el conjunto de las delegaciones árabes -cosa previsible- y con EE UU, que está demostrando de manera cada vez más clara su voluntad de hacer los máximos esfuerzos por contribuir al acuerdo sin privilegiar -como hacía en etapas anteriores- su alianza tradicional con Israel.

Al insistir en que la sede de los encuentros bilaterales no sea Madrid, sino Oriente Próximo, Israel querría obtener de forma indirecta su reconocimiento por los Estados árabes. Si, como propone Shamir, las delegaciones árabes acuden a Jerusalén a proseguir la negociación directa, de hecho Israel habría logrado ya su reconocimiento por dichos Estados. Antes incluso de negociar nada. Cuando precisamente el fin del estado de guerra y el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Israel por parte de Siria, Líbano y Jordania es uno de los puntos centrales que estos países se han comprometido a negociar. Por ello se explica que la propuesta israelí choque con dificultades. Y que EE UU esté presionando, incluso públicamente, para que al fin se produzca un acuerdo de todos para seguir en Madrid, cuyas condiciones para la celebración de las reuniones, elogiadas unánimemente, en nada intervienen en la designación de la sede.

En los tres días transcurridos desde la apertura solemne del miércoles pasado, los discursos públicos han sido una exposición por las diversas partes de sus políticas respectivas, presentándolas incluso en ciertos casos como irrenunciables. Esos discursos no estaban dirigidos solamente a los otros participantes en la conferencia, sino a las opiniones públicas de los respectivos países. El impresionante despliegue informativo mundial ha jugado también una baza en el tono, formas y gestos de los reunidos, desde el distanciamiento de los enemigos hasta la exhibición de. material de archivo. por parte del ministro de Exteriores sirio. Era impensable que nadie, en esta primera ronda, pudiese aceptar posiciones del contrario o dar pasos de acercamiento. Por eso no podía sorprender la dureza de los discursos. Era asimismo inevitable que la delegación israelí fuese objeto de las críticas y ataques del resto de las delegaciones.

Para medir las posibilidades existentes para el futuro, el discurso sin duda más importante fue el que George Bush pronunció en la sesión de apertura. Con gran finura y matizando cada palabra, poniendo por delante la voluntad de paz de EE UU, éste no se mantuvo en la ambigüedad tradicional. La imposibilidad de una paz sin «compromisos territoriales» fue el punto clave de sus palabras.

En un año cargado de acontecimientos en el campo diplomático, la Conferencia de Madrid ha puesto de relieve, con una nitidez no alcanzada en anteriores ocasiones, el papel hegemónico de EE UU en el mundo de hoy. Y con el anuncio de una estrategia nueva en Oriente Próximo, EE UU, una vez desaparecido el conflicto Este-Oeste, parece resuelto a establecer un nuevo orden en la zona que no esté basado exclusivamente en las garantías militares que le daba hasta ahora la alianza con Israel.

Al insistir en que la paz debe pagarse con territorios, en que las resoluciones 242 y 338 de la ONU deben ser aplicadas -con los matices que luego introduzca la negociación concreta-, EE UU ha estado más cerca de las posiciones árabes que de las de Israel. Dato sorprendente, que a nadie que haya seguido el desarrollo de la conferencia se le ha podido escapar. -Ello indica que las posibilidades actuales de presión de EE UU sobre todas las partes son mayores que nunca. En un momento en que el futuro de la reunión es laborioso y complejo, esta nueva situación adoptada por EE UU es una razón de peso para no perder la esperanza. Se acaba de iniciar un largo camino.

02 Noviembre 1991

La cuerda estuvo a punto de romperse pero Baker dejó claro quién manda

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Las sombras sobre el futuro del proceso de paz en Oriente Medio crecen. Ayer, los negociadores sirios e israelíes tensaron la cuerda hasta el límite. Tanto que la sesión de clausura de la primera parte de la Conferencia de Paz parecía el principio del fin. El primer ministro hebreo Isaac Shamir y el ministro de Exteriores sirio Faruk Al Shara se intercambiaron acusaciones de terrorismo en un tormentoso ping-pong, llegando el sirio a exhibir una vieja ficha policial de Shamir en la que los británicos le acusaban de participación en un asesinato. En las valoraciones que hicieron los portavoces de las delegaciones árabes y judía en las ruedas de prensa posteriores se traslucía un deje de pesimismo, en tanto que en la opinión pública persistía la duda de si las posiciones de dureza darían paso a las aproximaciones. Por la tarde, se mantenía incluso la peor de las incertidumbres: la de si el proceso se atascaría definitivamente.

El mismo Baker que ayer volvió a reiterar que la paz no era cosa de EEUU, sino de las partes, convocó a los negociadores a una reunión mañana en Madrid para decidir dónde tendría lugar la segunda parte de las negociaciones bilaterales, demostrando así quien maneja los hilos. Israel se opone a que la sede de dicha fase sea Madrid, lugar que los árabes no cuestionan, y prefiere que el escenario sea Oriente Medio. Celebrar ahí los encuentros bilaterales significaría que todos los negociadores árabes terminarían pasando por Tel Aviv, lo que equivale a reconocer al Estado de Israel. Así, los judíos habrían ganado una batalla nada más sentarse a negociar. Pero ni siquiera este punto, donde las posiciones parecen irreductibles, permite augurar el fracaso. Nadie más interesado que el duro Shamir en que continúe el proceso. No se puede olvidar que un «intransigente», Beguin, contribuyó a hacer posible el «milagro» de Camp David.

28 Noviembre 1991

El no / sí de Israel

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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LA NEGATIVA del Gobierno de Israel de acudir el próximo 4 de diciembre a la reanudación de la Conferencia de Paz en Oriente Próximo en Washington y su ofrecimiento del día 9 como fecha alternativa es un rasgo típico de sus reservas a la cuestión de la paz en la región. Isaac Shamir no quiere ceder sin más a la continuada presión de EE UU por negociar el fondo del asunto. Cree que aceptar sin resistencia la fecha que quiere Bush supondría perder la iniciativa en su propia posición negociadora. Tel Aviv ha querido romper desde el principio la solución de continuidad entre el cierre de la sesión plenaria y la reanudación de las discusiones bilaterales, probablemente para impedir la formación de una bola de nieve que conduzca imparablemente a la paz sin las matizaciones que pretende.Desde que en Madrid se trató del lugar en que proseguiría la conferencia, el Gobierno de Shamir dijo que aquél debería aproximarse a la zona para regionalizar la discusión y sustraerla a la presión internacional. Al final se ve obligado a aceptar la propuesta norteamericana, entre otras cosas, para conseguir que el Congreso de EE UU ceda en la petición israelí de créditos por valor de 10.000 millones de dólares para continuar con la política de asentamientos en los territorios ocupados, una ayuda tan necesaria que acaba de proponer intercambiarla por la asistencia financiera general que anualmente recibe de Washington.

A Shamir tampoco le gusta tener que pasar nuevamente por el trago de sentarse a la mesa de negociaciones con los representantes palestinos, que de forma creciente se van identificando con el liderazgo en Túnez de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Tanto Hahan Ashraui como Faisal al Huseini, los dos responsables efectivos de la delegación palestina, han sugerido de forma clara su fidelidad a la OLP (que no necesariamente a Yasir Arafat), lo que irrita aún más a Israel ante la escasa posibilidad que tiene de rechazar a unos interlocutores aceptados a regañadientes desde un principio. Lo mismo ocurre con el doctor Abdel Shafi, cabeza visible palestina en la mesa negociadora y uno de los fundadores de la OLP en 1964. No hay duda, finalmente, de que en el tira y afloja de Shamir ha influido el que el laborismo de su rival Simón Peres haya decidido la semana pasada reconocer la nacionalidad palestina, primera vez en que se abre este frente en Israel.