10 febrero 2019

La izquierda y el independentismo impulsa la etiqueta del 'tri-fachito'

Foto de Colón: PP, Ciudadanos y Vox se manifiestan juntos contra el Gobierno del PSOE por sus pactos con el independentismo causando una campaña mediática contra Ciudadanos

Hechos

El 10.02.2019 se celebró una manifestación en la Plaza Colón de Madrid.

Lecturas

El 10 de febrero de 2019 en la Plaza de Colón, en una situación preelectoral (las elecciones generales están previstas en abril) se produce una manifestación de la oposición contra el Gobierno de D. Pedro Sánchez Pérez-Castejón (PSOE) al que se acusa de estar haciendo concesiones al independentismo catalán por insinuar que estaba dispuesto a mantener negociaciones del Gobierno de España a la Generalitat de Catalunya “de igual a igual” y con un relator.

En la manifestación participan el presidente del Partido Popular, D. Pablo Casado Blanco, el presidente de Ciudadanos D. Albert Rivera Díaz y el presidente de Vox D. Santiago Abascal Conde (formación que aún no tiene presencia parlamentaria en el congreso, pero que acaba de entrar con fuerza en el parlamento andaluz.

Los encagados de leer el comunicado contra el Gobierno del PSOE son tres periodistas: Dña. María Claver Ruiz (considerada afín al PP), D. Albert Castillón Goni (considerado afín a Ciudadanos) y D. Carlos Cuesta Arce (considerado afín a Vox).

La manifestación activará una campaña político-mediática especialmente contra Ciudadanos cuyos dirigentes se muestran incómodos por haber coincidido en un acto político con Vox. D. Luis Garicano Gabilondo, eurodiputado de Ciudadanos, airea públicamente su discrepancia por la presencia del presidente de su partido en un acto al que asistieron miembros de Vox.

En el lado mediático a D. Albert Castillón Goni considera que su presencia en ese acto influirá decididamente en que ‘Espejo Público’ decida prescindir de él a partir del 1 de septiembre de 2019.

10 Febrero 2009

La España harta

Antón Losada

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La insoportable expropiación de la bandera, el himno y la nación promovida por los Albert Rivera, Pablo Casado y Santiago Abascal solo entusiasma a sus votantes

A la derecha española le ha dado para llenar la plaza de Colón por los pelos y poco más. Esperaban inundar el centro de Madrid con la supuesta ola masiva de rechazo popular a Pedro Sánchez y al diálogo en Catalunya. Lo tenían tan claro que hasta una parte de la izquierda estaba convencida y había buscado ponerse de lado para no verse arrastrada. Pero esto funciona así. Si quieres ganar una moción de censura en las calles tienes que reventarlas de gente. Si solo cubres los huecos, has fracasado. Y eso han hecho: cubrir huecos. Lo saben los convocantes y lo sabemos todos, no se deje engañar.

La única conclusión que se puede sacar de la manifestación es que la derecha española no quiere diálogo en Catalunya y exige elecciones ya porque está convencida de ganarlas. Nada que no supiéramos desde junio de 2018. El resto de las evidencias que los organizadores pretendían presentar con la convocatoria ni han comparecido, ni se han podido aportar. Ni afluencia millonaria, ni convocatoria histórica, ni denuncia ciudadana de la traición a España, ni incontestable moción de censura popular contra Pedro Sánchez.

La España cabreada está muy cabreada y son muchos, resulta indiscutible y lo hemos podido constatar de nuevo. Pero también que, por mucho que muevan la bandera y declamen como personajes de Calderón de la Barca, no representan mucho más que su propio cabreo; ni siquiera con sus maquinarias políticas y mediáticas a pleno rendimiento parecen capaces de juntar para abrir los telediarios con un record de manifestantes. A Colón acudieron los convencidos, ni uno más.

La insoportable expropiación de la bandera, el himno y la nación promovida por los Albert Rivera, Pablo Casado y Santiago Abascal solo entusiasma a sus votantes y parece que ni siquiera a todos. Tan importante como analizar quienes fueron resulta preguntarse por los miles que no acudieron y los convocantes, sin duda, esperaban. Puede que se deba al frío de ayer, o al enorme poder de convicción de los muchos cómplices que el nacionalismo tiene en España y que periodistas independientes, como los lectores del manifiesto, no se cansan de señalar y denunciar.

Pero puede que la razón resida en que también hace mella en la derecha moderada el hartazgo por la crispación como único mensaje, el guerracivilismo como único discurso y la demonización del adversario como única política. O que el rechazo al diálogo y al relator no resulte tan mayoritario ni tan univoco como se pretende hacer creer. O que muchos no vean qué relación existe entre la unidad de España y la convocaría de elecciones. O que, incluso, no pocos crean que volver a votar no arreglará gran cosa.

El Gobierno y el Govern harían bien en aprovechar que Colón no salió como esperaban sus convocantes y reabrir la senda de una negociación política basada en la cooperación, no en la competición. Hay millones de españoles, hartos de enfrentamientos y ultimatos, esperando que demuestren su capacidad para ponerse de acuerdo y buscar soluciones. Muchos estamos hartos de la gente que siempre tiene razón. Queremos gente que prefiera arreglar los problemas, aunque eso requiera darle una parte de la razón a otro. Hay una España cabreada pero también parece que asoma una España harta de tanto cabreo.

12 Febrero 2019

¿Por qué leí el manifiesto de la plaza de Colón?

Albert Castillón

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Facha, mal catalán, pseudoperiodista, desecho humano, maricón, nazi … Así me han calificado tuiteros de izquierda y algunos independentistas (con el lazo bien visible) en las últimas horas en las redes sociales. Esta jauría de intolerantes se unía a la voz oficial del partido que gobierna lanzando sus consignas a periódicos, radios y televisiones afines: que si las mentiras del manifiesto, si la participación fue escasa, que si la foto de los líderes convocantes, … Había que aplacar como fuese el éxito de la convocatoria y destruir a los periodistas, que en nombre de la sociedad civil que estaba en la plaza, leyeron el manifiesto.

Compañeros de profesión que han firmado y leído manifiestos, que han militado en partidos o trabajado para gobiernos, que cobran subvenciones gubernamentales en sus medios, han sido los primeros en denostar nuestra presencia en la plaza de Colón, en criticarnos por hacer lo que dictaba nuestra conciencia.

Les confieso que tuve dudas para aceptar el encargo que me hicieron los partidos convocantes, mi entorno familiar me lo desaconsejaba. A la experiencia me remito: hace unos meses presenté el acto España Ciudadana donde se hacía un homenaje a la bandera, acto en el que cantó el himno Marta Sánchez, y todos los periodistas que en él participamos tuvimos posteriormente problemas en nuestros trabajos por hacerlo. Sabemos que la imparcialidad no existe en el periodismo, lo que no sabíamos es que pasa factura profesional solo a los que no se manifiestan públicamente de izquierdas. Que los que cobran millones de dinero público por parte de su gobierno autonómico (en Catalunya casi todos) no se consideran por ello comprados por el poder de ese gobierno. Es curioso que tanto El Periódico de Catalunya como La Vanguardia fuesen los dos únicos periódicos nacionales que en portada llevaban la foto de la manifestación, asegurando que había sido un fracaso para los convocantes. Casualmente son los dos periódicos que más dinero público reciben en “ayudas” del Govern de la Generalitat.

A pesar de todo estoy convencido de que los mayores ataques para los participantes en la concentración de Pza. Colón este domingo no tienen que ver con la política, ni procede ese ataque en su mayoría del PSOE, ni está provocado porque uno de los seis partidos que se sumaron a la convocatoria fue VOX. Es algo mucho más grave. Lo que en verdad sublevó a una parte de la prensa, la cultura y la opinión pública española fue mostrar tantas banderas de España sin complejos.

Sabemos que la imparcialidad no existe en el periodismo, lo que no sabíamos es que pasa factura profesional solo a los que no se manifiestan públicamente de izquierdas

Muchos compañeros buscaron entre los miles de banderas alguna con el símbolo franquista y apenas la encontraron, porque la mayoría de banderas constitucionalistas era abrumadora. Como sucedió con la victoria de la selección española en el Mundial de fútbol, una única bandera aunaba a ciudadanos españoles de muy distintas ideologías, desde la socialista del ex ministro José Luis Corcuera o Joan Mesquida, hasta la de la derecha más radical de Vox, pasando por el centro de UPyD y Ciudadanos.

Invité a mi programa de radio el día después a una amiga, diputada de Izquierda Unida en el Congreso, y me explicó el motivo. La bandera de España era, es y será la bandera franquista, la suya es la de la República. Ese es el principal motivo para que todo el que levante la bandera española o grite «¡Viva España!» como hicimos todos en ese acto sea considerado fascista.

El fascismo creado por Mussolini en Italia no provocó que tras su muerte cambiaran jamás los colores de la bandera italiana, y ningún italiano se siente fascista cuando ondea su bandera o gritan «¡Viva Italia!». Pero en España con nuestra bandera sí. Tampoco la Alemania nazi y su genocidio hizo cambiar los colores de la bandera alemana, de la que hoy se sienten orgullosos todos los alemanes. En cuestión de colores de las banderas, los españoles somos distintos al resto de europeos, permitimos que se cuelgue de balcones oficiales una bandera ilegal como la estelada, que ondee en múltiples manifestaciones sin provocar una ola de indignación en los medios de comunicación, mientras que la bandera constitucional se considera un símbolo de la derecha más rancia, del franquismo y quiere ser relegada a los espacios oficiales.

Solo soy un periodista muy catalán y, por lo tanto, muy español que quiere a su país. Algún día eso no será un delito en España

A los muchos compañeros que piensan eso les pregunto: ¿De qué país sois? ¿Qué se lee en el DNI que está en vuestra cartera? ¿Qué decís cuando viajáis fuera de España cuando os preguntan?

Muchos españoles esperábamos más del presidente Sánchez cuando en 2015 y flanqueado por una gigantesca bandera de España se vendió como patriota, criticando a las élites del independentismo. Hace menos de un año Pedro Sánchez decía “Torra es el Le Pen español y el PSOE le va a hacer frente”. Hoy es presidente del Gobierno gracias a él.

Solo soy un periodista muy catalán y, por lo tanto, muy español que quiere a su país. Algún día eso no será un delito en España.