1 febrero 2023

Para que no fuera visto como transfuguismo Villacís proponía que se diera libertad para que los cargos municipales de Cs pudieran decidir si querían presentarse bajo sus siglas o aliados al PP

Fracasa Begoña Villacís en su propuesta de que Ciudadanos en la ciudad de Madrid se presentara integrado en el PP dentro de una ‘corriente liberal’

Hechos

El 1 de febrero de 2023 Dña. Begoña Villacís comparecía en rueda de prensa en una sede ajena a Ciudadanos para anucniar que permanecería en el partido tras mantener negociaciones con el Partido Popular.

05 Abril 2022

La tentación de Villacís

Luis María Anson

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«Se trata de que Ciudadanos recupere imagen con Villacís, descabalgando a Martínez-Almeida de la alcaldía madrileña»

Los dirigentes de Ciudadanos leen con pávido desaliento las encuestas publicadas sobre las próximas elecciones generales. Para el partido centrista resultan desoladoras. Albert Rivera pudo ser vicepresidente del Gobierno tras las elecciones de abril de 2019. Hubiera evitado la tempestad política que descargó en noviembre de aquel año: Gobierno de Frente Popular, apoteosis del sanchismo podemita y descalabro de Ciudadanos. Pero Rivera se negó a negociar con Pedro Sánchez y hoy Inés Arrimadas pelea con la triste herencia que recibió de Ciudadanos y que los sondeos cifran en un solo escaño en el Congreso de los Diputados.

«Algo habrá que hacer», afirman algunos dirigentes de Ciudadanos de cuyos nombres el off the record me impide acordarme. Y, después de ciertos tanteos autonómicos, el plato fuerte se llama Alcaldía de Madrid. Con los concejales del PSOE, los de Más Madrid y los suyos propios, Ciudadanos podría desplazar de Cibeles a José Luis Martínez-Almeida que es, por cierto, un político serio, un alcalde eficaz, un líder sólidamente respaldado por la opinión pública.

Las extrañas camas que la política perpetra, y a las que hacía referencia Antonio Maura, podrían descabalgar a Almeida. En Madrid todo es posible. Rodríguez Sahagún se convirtió en alcalde de la capital de España con poco más de la tercera parte de los concejales cosechados por Álvarez del Manzano que fue, por cierto, y conviene subrayarlo, un extraordinario regidor de la capital de España y un modelo de honradez y eficacia en la gestión.

Son muchos los dirigentes de Ciudadanos que barajan una posibilidad audaz y torpe a la vez: el alzamiento de Begoña Villacís a la alcaldía madrileña. Se despejaría así el camino del partido de centro, demasiado tortuoso ahora, y tal vez mejoraría resultados en las elecciones generales. Entre la oposición que desea escabechar a Almeida y Ciudadanos que aspira a recuperar la imagen, la tentación zarandea a Villacís con una presión que puede hacerse insoportable.

He sido siempre periodista, nunca profeta. No dispongo de información suficiente para afirmar si Begoña Villacís sucumbirá a la tentación política antialmeida. Tal vez sea un acierto para Ciudadanos, pero seguro que sería un error para España.

30 Enero 2023

Villacís en el espejo

Salvador Sostres

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Begoña Villacís le ha dicho a mi querido Jaime Rodríguez que “a veces hay que sacrificar las siglas para defender una idea y que la gente te siga”. Ciudadanos ha sido este oportunismo desde el principio, en Cataluña con Albert Rivera e Inés Arrimadas, y en el resto de España hasta el final de esta crónica de una extinción anunciada.

Villacís no quiere defender ninguna idea. Tampoco tuvieron ninguna intención de hacerlo Rivera y Arrimadas en Barcelona. Son egos hipertrofiados que sólo se mueven por vanidad, y de la barata. No la vanidad de lograr algo importante, de pasar a la Historia por haber aportado algo notable; simplemente la vanidad de ser alguien a través de su cargo, porque cuando rascas salen personas inseguras, normalmente incapaces, sin talento, sin interés alguno más allá de su estéril postureo ante el espejo.

Begoña Villacís no es, ni representa, ni defiende ninguna idea. Begoña Villacís es una ventana de oportunidad, y en la tensión de su pómulo está su mentira tensada. Todo es estético, y de un gusto dudoso. Todo es cálculo, el que se necesita para poder decir que a veces hay que sacrificar unas siglas para defender una idea sin que le caiga la cara de vergüenza.

Ciudadanos, Vox y Podemos son lo mismo, y van a acabar igual. Tres partidos que únicamente responden al narcisismo adolescente de sus líderes y al fanatismo de una sociedad ignorante y desvinculada, que está sedienta de la voz de Dios pero que al vivir de espaldas a su trascendencia, acaba escuchando a mentirosos y a lunáticos.

La respuesta a la imperfección de los partidos estructurales serios no son ni pueden ser estas microexplosiones fútiles, narcisistas e histéricas. Lo peor de estos partidos no son las ideas que defienden -aunque algunas son manifiestamente contrarias a los intereses de la Humanidad- sino la actitud mezquina, ventajista; y de qué modo han ido a explotar el defecto ajeno, y a propiciar los linchamientos, en lugar de promover virtudes edificantes que nos ayuden a crecer como individuos y como sociedad.

Villacís ve su cargo peligrar. Su espejo. Su tren de vida. Su nombre por encima del de las demás. Si esta señora no hubiera existido en la política española, nada importante habría dejado de ser dicho. Nada sustancial habría dejado de pasar. Hizo alcalde a Almeida, y eso está bien, pero no habría hecho falta si su partido y Vox no hubieran disgregado, desprestigiado el voto del centro derecha. Ver a Begoña Villacís reclamar su virtud en medio del salón de señoritas que ella misma fundó me produce una mezcla de grima y compasión, muy de la sección de cosmética del Corte Inglés. Si tuviera su dirección le mandaría el pack básico de maquillaje de Armani, que le dijo a Versace, “Gianni, yo siempre he vestido a las señoras y tú a las fulanas”.

02 Febrero 2023

Begoña Villacís, travesía hacia la nada

Antonio Lucas

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La demolición a cámara lenta del partido Ciudadanos no alcanza la condición de espectáculo. Es un pequeño entremés (pieza teatral de carácter cómico y de un solo acto que originalmente se representaba en el entreacto de una comedia). Lo de Cs es como ver caer esquirlas del glaciar Perito Moreno desde Calafate. Vale para un rato.

El último bloque en caer es la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, liquidada por un par de cafés por obra y gracia del PP. Le pusieron el señuelo del salto al partido grande y ella jugó las cartas del revés, mirando el dorso y enseñando la jugada. En qué momento creyó Begoña Villacís que el PP podía necesitar a Begoña Villacís. Un escándalo se tapa con otro escándalo, pero la torpeza tiene mal remiendo. Y si esa misma torpeza viene adobada de ambición injustificada es el momento de agitar el pañuelo del lado de afuera de la puerta del despacho y hacerse un Louis Malle: Adiós, muchachos. No se conoce el caso de un político que haya saltado a otro partido más grande, con mejor horizonte, con más razón y motivos, y haya hecho en él carrera. En verdad resulta difícil fiarse de este tipo de profesionales con alma de boya. En política el corcho, aunque parezca mentira, es lo primero que naufraga. Se nota demasiado de qué va.

Para justificar que el solitario le ha salido mal, la futura ex vicealcaldesa dice esto: «Haré el tipo de política en la que creo». En ese mismo momento, los de su casi ex partido se echan las manos a la cabeza y salen desbocados a por los extintores. La manera de trabajar en la que cree casi la aúpa hasta el PP por la puerta falsa, pero al final se ha dejado el incendio en casa.

En el vuelo sin motor de Begoña Villacís de nada le ha servido vocear su mercancía. Nadie compra. Los del PP le han puesto el cepo en la puerta de casa e Isabel Díaz Ayuso dio el golpe de verduguillo. Toni Cantó sólo hay uno. Puede incluso que Villacís se pire antes de ser más arrollada. Tragar falsas señales de humo tiene mala digestión. Lo sabe todo el mundo. También que Ciudadanos vive su segunda travesía hacia la nada y en ese momento frenético del sálvese quien pueda es muy fácil hacer el ridículo. Sobran pruebas.

Ahora anuncia que se queda donde estaba. Normal. A dónde ir políticamente después del desparpajo de creer, a lo loco, que la competencia la consideraba un valor de uso. Quizá sea el momento de volver al Scrabble para una última partida: cambiarle el nombre a Ciudadanos, como si regenerasen algo. Esto no da para más.