7 marzo 2021
Tras fracasar como político independentista tanto en SI como en ERC ha optado por volver al deporte
Elecciones Barça 2021: Joan Laporta vuelve a la presidencia ganando las elecciones a Víctor Font mientras que Toni Freixa queda en una débil tercera posición
Hechos
Fue noticia el 7 de marzo de 2021.
Lecturas
El 7 de marzo de 2021 se celebran elecciones para la presidencia del Fútbol Club Barcelona en un momento en que el equipo azulgrana esta en quiebra y con su mayor símbolo, el Sr. Lionel Messi, amagando con irse en una crisis que forzó la dimisión del hasta ahora presidente D. Josep María Bartomeu Floreta (que el 1 de marzo de 2021 es detenido en medio de l ainvestigación judicial del llamado ‘Barçagate’).
A las elecciones se presentaron tres candidatos. D. Joan Laporta Estruch, que ya fue presidente entre 2003 y 2010 (y ya intento volver sin éxito en las elecciones de 2015), D. Víctor Font Manté, uno de los fundadores del periódico Ara y D. Antoni Freixa Martí (“Toni Freixa”), que fue portavoz del Barça en las directivas de D. Joan Laporta y D. Alexandre Rosell Feliu (“Sandro Rosell”) y también fue candidato derrotado en las elecciones de 2015.
Obteniéndose el siguiente resultado:
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- Joan Laporta Estruch – 30.184 votos.
- Víctor Font Manté – 16.679 votos.
- Antoni Freixa Martí – 4.769 votos.
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Con este resultado D. Joan Laporta Estruch regressa a la presidência del Barça com el difícil reto de tratar de retener a su jugador más icónico: el Sr. Messi.
20 Diciembre 2020
El Laportazo
Conocí a Jan Laporta en el verano de 2004 en la casa mallorquina de Ágatha Ruiz de la Prada. Entonces era presidente en ejercicio del Barcelona, adonde había llegado meses antes con 40 añitos. Me resultó simpático a rabiar, educado, pasional y rápido, muy rápido. Las cogía al vuelo. Era lo que toda la vida de Dios se ha llamado un líder. Algo que corroboré meses después cuando lo traje al Foro de El Mundo de Baleares a dar una charla. Estaba lleno a reventar. Se ocuparon los 800 asientos de un salón que luego saltaría a la fama porque allí se celebró el Illes Balears Forum en el que el arriba firmante pilló con el carrito del helado a Iñaki Urdangarin. Allí corroboré que mi primera impresión no era fruto de la casualidad, que tenía ese carisma que distingue a los ADNs brillantes de los mediocres o de los que no valen ni para tacos de escopeta. Conectaba. Vaya si conectaba. Desde el minuto 1 hasta el 90 en que puso punto y final a la conferencia todo el mundo tuvo la mirada fija en su rostro. Nadie se distrajo, se aburrió, ni bostezó una sola vez. Gustaba porque, pasional como es él, hablaba desde el corazón y para el corazón, la clave del éxito de un buen discurseador.
Aquella húmeda tarde de invierno escuché por primera vez hablar de Leo Messi. «Tienes que estar atento a un chico argentino que tenemos en la cantera y que lo va a reventar, será el mejor del mundo», me espetó. Un servidor se lo tomó como la típica chulería culé a un devoto madridista. Deduje que sería un bluff más de Can Barça. Tres años después certifiqué que algo de verdad había en su afirmación y un lustro más tarde evidencié, tras el 2-6 del Bernabéu, que estábamos ante un crack para la historia.
Nuestra relación fue estupenda hasta que le cazamos con negocios turbios aprovechando la atalaya que le proporcionaba el Barça. Sus nunca del todo aclaradas relaciones con Uzbekistán, donde trincó 10 millones de euros desde su despacho de abogados, nos distanciaron porque cometimos el delito de desvelarlas en Marca. Luego le perdí la pista y las pocas cosas que he sabido de él han sido por su familia política, los Echevarría. Ahora vuelve a la carga tras una intentona fallida en 2015. Todos daban como favorito a un Víctor Font que, apadrinado por el siniestro Roures, propietario de la corrupta Mediapro, se había asegurado la llegada de ese supuesto nuevo Guardiola que es Xavi Hernández a la silla eléctrica que es el banquillo blaugrana.
El martes se produjo un hecho de los que cambian la historia, uno de esos turning point que vemos en las películas y que cambian el discurrir vital de un hombre, que pasa de ser uno más a transformarse en un ganador. El pancartazo con el lema «Ganas de volver a veros» en la fachada de un edificio a escasos 250 metros del Bernabéu acaparó portadas de periódicos, telediarios y programas de radio, deportivos y no deportivos. Fue el hit de la jornada. Una genialidad que seguramente le proporcionará la victoria por un precio ridículo, 50.000 euros, especialmente si se compara con los 4 ó 5 kilos que mueve una candidatura sólida en Madrid o Barça.
El viernes, tras ver el percal, Xavi dijo «Diego» donde había pronunciado un contundente «digo». Fue un golpe mortal a la candidatura de Font. Si yo fuera culé, que no lo seré ni en 3.000 reencarnaciones, le votaría. Como madridista prefiero no verlo ni en pintura. Su gran piedra de toque será no regalar la entidad al independentismo para que la mangonee a su antojo. Cada vez que se ha caído en esa tentación, el Barça ha hecho aguas. Me dicen que tiene tan claro como en su primera etapa que los políticos han de quedarse en su casita, que es la Generalitat; los deportistas en la suya, que es el Camp Nou y Dios en la de todos. Y eso que él es un furibundo indepe. Su otro reto será cómo meter mano al «caso Messi» y conseguir que el 10 deje de ser más que un club. No le arriendo la ganancia. Ahí o sale por la puerta grande o llevaremos luto por él.
04 Marzo 2021
¿En qué momento se jodió el Barça?
Que el ‘Barçagate’ haya sido una herramienta execrable de persecución a los críticos no quiere decir que no sea sospechosa la detención de un expresidente a solo seis días de las elecciones. Que se trocearan facturas de forma grosera, imputando incluso 192.000 euros a La Masia, o vaya quedando en evidencia que la auditoría encargada a PwC fue una obra de teatro, entre muchas otras prácticas dudosas, no quiere decir que haya que pasar por alto el sorprendente y humillante espectáculo montado por los Mossos este pasado lunes.
Las dos cosas son compatibles, básicamente porque en el Barça, un club siempre manoseado y utilizado por todos los poderes, todos los fangos son complementarios. El ‘Barçagate’ resume probablemente todas las negligencias de la ‘era Bartomeu’: un estado enfermizo de paranoia con la oposición (la real y la imaginada) que le llevó a una progresiva y letal bunquerización y una incapacidad patológica del presidente para deshacerse de las personas nocivas que tenía a su alrededor, que fomentaban un clima de trabajo insoportable, además de promover procedimientos irregulares, y que han terminado por hundirle. Llegados a este punto de degradación, es lícito preguntarse cómo y cuándo empezó todo.
¿En qué momento se había jodido el Perú?”, se pregunta el narrador en la segunda frase de ‘Conversación en la Catedral’ de Vargas Llosa. Después de estos días en el fango, cabe parafrasearlo: ¿En qué momento se jodió el Barça? Cierto, el club lleva décadas con una crisis institucional semanal y con el poder, sea cual sea, obsesionado con las críticas externas. Pero, sin duda, el punto definitivo de implosión fue la vergonzante asamblea de compromisarios del octubre del 2010, donde se realizó un grotesco juicio sumarísimo a la anterior junta, vestido de objetividad (con la colaboración otra vez sonrojante de una auditora) cuando en realidad se trataba solo de un vulgar ajuste de cuentas. A partir de aquel punto crítico, el Barça aceleró el círculo de la venganza, dirimió sus crisis institucionales en los tribunales y cualquier conflicto grave terminó judicializado, con el coste económico y reputacional que esto ha supuesto. Es decir, sin el clima bélico que propició la Asamblea del 2010 no se entiende todo el dominó posterior de los múltiples casos Neymar o, ahora, de la detención de Bartomeu.
Si en su momento se hubiera actuado con transparencia y sensatez y sin ánimo justiciero, probablemente muchos de los desastres posteriores se hubieran fiscalizado igualmente pero dentro de un ámbito interno y administrativo menos doloroso. Porque a estas alturas nadie puede negar que la crisis actual es consecuencia en realidad de un mal gobierno y de una concepción trasnochada del liderazgo. Dentro del caos, es una gran noticia que el próximo domingo haya elecciones y el socio del Barça pueda hacer, por fin, borrón y cuenta nueva de todo este inquietante pasado. No hay mal que por bien no venga
07 Marzo 2021
Victoria contundente
Joan Laporta ganó de forma contundente las elecciones del FC Barcelona que arrojaron un sensacional dato de participación. La gente del Barça volvió a demostrar su fuerza y su compromiso en una jornada modélica, en la que por primera vez en la historia hubo voto por correo y se pudo ejercer el derecho al voto en diversas sedes dentro y fuera de Catalunya, lo que ayudó sin duda a lograr un nivel participativo tan exitoso en medio de una pandemia.
Así, lo primero que se debe hacer es felicitar a Joan Laporta, nuevo presidente del Barça que llega otra vez al palco con el respaldo de la gran mayoría de la masa social. También vale la pena felicitar al personal del club y a la Junta Gestora que ha gestionado con acierto todo el proceso, en plena pandemia, logrando una gran participación y a todo el barcelonismo movilizado en unos comicios difíciles, pero concebidos como muy importantes.
La imagen de Messi votando con su hijo fue también un buen dato de compromiso del número uno del mundo, así como la presencia en el Camp Nou de Luis Enrique, Juan Carlos Unzué o Abrines o Puyol, figuras míticas del club que se movilizaron para emitir su voto.
Victor Font y Toni Freixa merecen también el agradecimiento de los socios tras haberse presentado, logrado las firmas y encarado la campaña electoral. Laporta y su equipo marcaron el inicio de la campaña con la famosa pancarta al lado del Bernabéu, luego una encuesta única publicada por Mundo Deportivo dibujó como sería un final que se ha acabado cumpliendo.
Freixa fue de menos a más y Font no pudo culminar su intenso trabajo. Laporta, el más carismático, llevó con inteligencia estratégica la campaña y transmitió emociones a los socios con un lema basado en el amor al club. Ahora deberá hablar con Messi, gestionar una economía precaria, dar fuerza a Koeman y al equipo en lo que queda de temporada y diseñar un organigrama deportivo potente. Lo hará con la ventaja de tener el apoyo impresionante de los socios.
09 Marzo 2019
Laporta, sin Guardiola ni Puyol ni Xavi
La victoria de Laporta ha sido clamorosa. Alta participación (casi récord y en tiempos de pandemia) y más de la mitad de los votos emitidos. Su éxito se presentía desde que anunció candidatura y se dio por seguro cuando se tiró de espontáneo en la zona cero del madridismo con aquella maniobra brillante y sutil. Todo en él emanaba optimismo. De sus adversarios ni se preocupó. Sólo de lanzar su mensaje, que no ha sido sino recordar qué pasó cuando él fue presidente. Años maravillosos, no tan lejanos como para que no queden en el equipo algunos jugadores. Años cuya añoranza escuece como una herida en carne viva.
Con todo a favor, ni siquiera ha tenido que justificar las sombras de su periodo, que las hubo. Perdió muchos de sus colaboradores (Rosell, Bartomeu, Ferran Soriano, Ingla…) por su personalismo. Tuvo algún episodio que desdecía mucho del club que preside, como aquel ‘striptease’ aeroportuario. Salvó una moción de censura porque la repulsa no llegó al 66% estatutario, pero alcanzó el 60%. Se presentó en 2015 contra Bartomeu con un acendrado discurso independentista (“el que quiera ver el Camp Nou lleno de esteladas, que me vote”) y perdió. Nada de eso ha operado ni apenas sonado en la campaña.
Ha ganado por carisma, por simpatía y por credibilidad. Su discurso ha sido conciliador. Nada de pedir responsabilidad económica a los salientes (y bien podría, a él se lo hicieron), no ha agitado el fantasma independentista, no ha estigmatizado al Madrid ni a los árbitros. Mensajes constructivos y disposición entusiasta por ir hacia el toro, que es de aúpa. Merece suerte, como todos los valientes. Ahora no se va a encontrar ahí dentro a Guardiola, Puyol y Xavi, aquella peana formidable para hacer lo que hizo. Le queda, esperamos todos, Messi, cuya decisión de ir a votar dejó claro que siente que el club es su casa. Renovarle sería su primer éxito.
09 Marzo 2021
Laporta debe convencer a Messi sin hacer ruido
Laporta ha vuelto. Y con él, la ilusión. El barcelonismo ha recuperado con su regreso la autoestima perdida durante la recta final del pésimo mandato de Bartomeu. El carisma de Laporta transmite confianza. Y eso, precisamente, es lo que necesita el Barça. Lo necesitan los socios y los aficionados. Pero también el club. Y, por supuesto, la plantilla. Por eso lo primero que hizo ayer el nuevo presidente fue reunirse con Koeman y los jugadores. Fue un contacto informal. Apenas unos minutos. Suficientes, sin embargo, para que su apasionado discurso subiera la moral de todos. La capacidad de Laporta de seducir a su interlocutor es una arma que el máximo dirigente sabe utilizar muy bien. Y que deberá poner en práctica muy a menudo en los próximos meses. Empezando con Messi.
El futuro de Messi es la máxima preocupación de todo el barcelonismo. En las últimas horas, esta preocupación se ha transformado en esperanza. La imagen de Messi votando por primera vez (acompañado de su hijo), su llamada a Laporta felicitándole por la victoria y las palabras del nuevo presidente (“Estoy convencido de que se quiere quedar”) permiten ser moderadamente optimistas sobre la continuidad del crack argentino. Al menos, más optimistas que hace unas semanas. Pero no hay que tener prisa con Messi. El capitán ya dijo que anunciaría su decisión a final de temporada, después de escuchar el proyecto deportivo que le puede ofrecer el club. Ya sabemos que no es una cuestión de dinero (Messi entiende que deberá ajustarse su salario por culpa de la pandemia), sino de sentimientos. Y en eso, Laporta es el número uno.
Laporta puede convencer a Messi para que siga. Pero no debe precipitarse. Messi tiene sus tiempos. Todo lo que rodea al mejor jugador del mundo tiene que gestionarse con calma. Mucha calma. Sin ruido. Sin filtraciones. Laporta debe aprovechar su buena relación con el crack argentino para sentar las bases de su futuro en el Barça. Con una renovación acorde a las circunstancias. Y, sobre todo, con la ilusión de un equipo ganador. Messi no tiene prisa. Y lo que no quiere, por encima de todo, es sentirse otra vez engañado.
11 Marzo 2021
Aquellas elecciones que ganó Núñez
El apasionamiento que ha rodeado estas elecciones al Barça evoca las de 1978, con las que hay paralelismos. Terminaba la época de Agustín Montal, Cruyff había anunciado su marcha para el fin de la temporada y el club estaba abrumado por una deuda similar a su presupuesto anual. Y se vivía un ambiente de efervescencia política. Estaba reciente la Constitución (diciembre de 1977) y Cataluña exigía un Estatuto de Autonomía. Por primera vez no votaba un número limitado de compromisarios, sino todos los socios mayores de 21 años con cuatro de antigüedad. Un censo de 53.688 votantes. Eran las primeras elecciones así que celebraba un club de fútbol en España.
Pese a la dificultad de la tarea, se manejaron hasta siete nombres, entre los que se contó incluso Miró Sans, falangista, que había sido el presidente que construyó el Camp Nou y que vivió la época dorada de Helenio Herrera. Pronto renunció, entendiendo que no era su hora. Como renunciarían otros, por falta de apoyos.
Era favorito claro Víctor Sagi, propietario de una potentísima agencia de publicidad que trabajaba con el Barça y estaba presente en los reclamos de los cines de toda España. Era hijo de Sagi Barba, gloria del club en los años veinte, a su vez hijo de un célebre barítono y hermano de un cantante de zarzuela. Montó una gran candidatura, llena de nombres de peso e influencia. Lo tenía todo a favor, pero renunció inesperadamente por causas nunca aclaradas. Todo quedó reducido a tres:
Nicolau Casaus, 65 años, socio 7.202, industrial textil, presidente de la influyente Peña Solera. Condenado a muerte tras la Guerra por su militancia en Esquerra Republicana, le salvó su tío, Modrego Casaus, obispo. Pasó tres años en la cárcel.
José Luis Núñez, 46 años, socio 21.597, nacido en Bilbao, pero criado en Barcelona. Propietario de la importante constructora Núñez y Navarro, le llamaban el rey de los chaflanes porque compraba todos los solares con chaflán en venta. Los carteles de su constructora inundaban la ciudad.
Ferrán Ariño, 48 años, socio 27.037. Iba en la candidatura de Víctor Sagi y dio el paso al frente al abandonar este. Empresario farmacéutico, muy metido en la actividad catalanista de la época como impulsor de la Gran Enciclopedia Catalana y consejero de Avui. Con Montal había sido presidente del Barcelona Atlético, donde incorporó a Laureano Ruiz, al que muchos aún consideran origen de los éxitos de la cantera culé. Los años de Ariño al frente del filial alimentaron mucho al primer equipo: Tente Sánchez, Calderé, Corominas, Martínez, Estella, Manolo, Albaladejo, Rojo, Clos, Lobito Carrasco…
Dos de los candidatos representaban las aspiraciones nacionalistas del momento. Núñez, por el contrario, hacía bandera de la necesidad de mantener al Barça fuera de la lucha política, al tiempo que se presentaba como rupturista con los vicios propios de la gestión del fútbol en el pasado, que se proponía cambiar por técnicas empresariales modernas.
Núñez tenía a su favor, aparte de su prestigio como empresario y su aire de hombre nuevo, incontaminado por los errores del pasado (los otros no podían decir lo mismo, y él ahí pegó duro), la división del voto nacionalista entre dos candidaturas, una de un hombre joven y metido en los movimientos de su tiempo y otra de un veterano prestigioso, que tiraba del socio de más edad. Hubo movimientos para unir a Ariño y Casaus, pero no resultaron.
La campaña dividió a la prensa y a la calle. Fue muy dura, se puede decir que incluso desagradable. Las elecciones fueron el 6 de mayo, víspera de un Barça-Valencia. Se colocaron en el Camp Nou 54 urnas, abiertas desde la 9.00 hasta las 22.00. Votó el 41% del censo, que se consideró buena participación, dada la falta de hábito. El recuento dio una victoria muy ajustada de Núñez, con 10.532 votos, frente a 9.537 de Ariño y 6.020 de Casaus. Estaba claro que la división del voto nacionalista benefició a Núñez, cuya victoria creó gran irritación entre los partidarios de Ariño, que cuando el ganador llegó al Camp Nou le recibieron brazo en alto, cantando el Cara al Sol.
Cuando poco después Nicolau Casaus aceptó el ofrecimiento de Núñez para entrar como vicepresidente en su junta, muchos sumaron dos más dos y se indignaron. Y ganaron fuerza los rumores de que Sagi se habría retirado tras recibir un anónimo con la amenaza de hacer público un dossier de contenido personal si no se retiraba. Este sería un rumor recurrente en sucesivas elecciones en las que algún candidato, o aspirante a serlo, se retiraba sobre la marcha.
Núñez se mantuvo 22 años en el Barça. Llegó cuando aún vivía Bernabéu y se marchó cuando entraba Florentino. Su largo mandato, sin parangón en la historia del club, aún crea controversia.