30 mayo 1985

Gregorio Morán es nombrado director del periodico progresista vasco LA GACETA DEL NORTE, ahora propiedad de Fernández Bobadilla en sustitución de Xabier Zabaleta

Hechos

En mayo de 1985 D. Gregorio Morán fue nombrado Director del periódico LA GACETA DEL NORTE.

04 Octubre 2014

El gran Morán

Santiago González

Blog de Santiago González

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Gregorio Morán publicó ayer una necesaria ‘Sabatina intempestiva’ sobre Pujol. También sobre algo más; los dos párrafos finales recuperan un artículo de hace quince años:

“En octubre de 1999, a punto de la última victoria casi pírrica del president Pujol que cerraría los 23 años de poder absoluto, el hombre que había logrado reintroducir el miedo en la sociedad catalana y en sus medios de comunicación, escribí un artículo que las circunstancias no consintieron su publicación. Ahí iban unos párrafos que ahora, con el derecho que me otorga el tiempo y la razón, convendría repetir: “La doblez pujoliana es uno de los hallazgos de la historia contemporánea de este país. Ha conseguido hacer de la doblez una moral. Entre el personaje real y el que la gente se quiere creer hay tal diferencia que el resultado es un producto genuino: él es él y su doblez”.

“Y esta doblez pujoliana, que es el privilegio mejor guardado del Olimpo, ha cimentado el denominado oasis catalán. En casi veinte años se ha creado un sindicato de intereses del tal envergadura, que al final se impone como moral social la propia doblez pujoliana: no somos como somos sino como creemos que somos”. El artículo, ¡ay!, se titulaba “Las trampas del redentor”.”

Y lo escribe en el mismo diario que no quiso publicarlo entonces, Es una victoria, mínima si se quiere, pero victoria y reconfortante, del periodismo. Y del mismo Morán, a quien conocí hace cosa de 30 años, cuando él ya había empezado a escribir los sábados en La Vanguardia. Algún tiempo después vino a instalarse a Bilbao, cuando el PNV se hizo con la mitad de La Gaceta, un diario en crisis del que Luciano Rincón y yo habíamos salido hacía muy pocos meses: él para  colaborar en El Correo, yo para hacerme cargo del gabinete de prensa de la Delegación del Gobierno en el País vasco. Morán quiso recuperarnos a los dos para su proyecto, pero tanto Luciano como yo habíamos apurado el cupo de nuestra precariedad en La Gaceta y declinamos su amable invitación. Él fichó entonces a mi segundo, un periodista llamado Miguel Sánchez, que apenas desembarcado en la nueva Gaceta, pasó a autodenominarse ‘Mikel Sánchez’ en la firma de sus cosas.

Su dirección de la Gaceta, el acuerdo con el entonces factótum de Arzalluz en la comunicación, Kepa Bordegaray, constituye tal vez el único rasgo de ingenuidad de Morán en toda su vida. Cuando la aventura terminó dos años después, él se sacó la espina, claro, en un libro titulado ‘Testamento vasco’, conde clavaba a su empleador la siguiente, impresionante greguería: “Kepa Bordegaray, carne de alubias pintas y mucho seminario…”.

También me citaba a mí:

“Si la objetividad informativa se mide por el nivel de protesta de las oficinas de prensa de los partidos, podemos jactarnos de cierto equilibrio. Santiago González, jefe de prensa del entonces delegado del Gobierno en Euskadi, Ramón Jáuregui, nos envió una nota breve, de las que antaño llamaban ‘billetes’ para responder a nuestro anuncio de que el Gobierno vasco había frustrado el intento de los socialistas de cerrar el segundo canal de la televisión autonómica: “Querido Gregorio: pocas veces he leído una información tan desinformada, tan desinformadora y tan tendenciosa. Un abrazo”.

El contrapeso de su equilibrio era una nota de protesta que el jefe de prensa del PNV, Javier Vizcaya (éste sí de un partido) le dirigió por adjudicar a Arzalluz la expresión “A los socialistas les interesa que EE triunfe el 30-N”. Como se puede ver, nada tenía que ver un asunto con otro. Mi nota fue escrita en julio de 1985, la de Vizcaya en octubre de 1986. Nada impedía, en consecuencia que ambos pudiéramos tener razón contra el sofisma “in medio virtus” de Morán.

 Cuando comenté el asunto con un amigo, éste me auguró: “esa nota que le enviaste volverá a aparecer en tu vida. Morán lo guarda todo”. Tenía razón, como se ha visto. Mi nota también, como se verá a continuación.

Los hechos habían sucedido el martes, 30 de julio de 1985, víspera de San Ignacio. El delegado del Gobierno y sus asesores habíamos celebrado una comida de fin del curso, tras la cual nos enzarzamos en apasionada partida de mus. A eso de las cinco de la tarde me llamó Juan Carlos Viloria, gran periodista de El Correo para preguntarme si Jáuregui había ordenado a las Fuerzas de Seguridad cerrar ETB-2, cadena que el director general del ente autorreferente, José María Gorordo, había puesto en marcha ilegalmente unos días antes. Le dije que no, y él me explicó que la sede de ETB en Durango se hallaba rodeada por la Ertzaintza, en defensa del recinto. Jáuregui se puso al teléfono y le repitió la negativa, tras lo cual, llamó al gobernador civil de Vizcaya, Iñaki López y le ordenó que enviara a un par de inspectores que se acercaran hasta el peaje dela autopista A-8, que estaba justo enfrente de la sede de ETB y que le llamaran.

Luego me llamó el ya citado Mikel Sánchez, que hasta dos meses antes había sido mi segundo en la Delegación del Gobierno con el nombre de Miguel Sánchez. Hablé con él y me preguntó por el intento de cierre de ETB-2 con las FSE. “Pero Miguel”, le respondí, “¿dónde iban a poner el candado si emite por el mismo lugar que ETB-1?” Luego le puse en contacto con Jáuregui que le repitió todo lo dicho. Al día siguiente, la información de Sánchez, más Mikel que nunca, arrancaba: “A pesar del desmentido de Ramón Jáuregui LA GACETA ha podido saber que la Ertzantza frustró su intento de cerrar el segundo canal de la televisión autonómica…”

Me perdonarán el anecdotario personal, pero yo, que soy también muy de guardar y memorión, aunque no tan rencoroso como él, admiro mucho estas características de Gregorio Morán, que hacen de él un mal enemigo. Tendría alguna dificultad para considerarlo buena persona, pero las cosas como son: periodistas así ya casi no quedan.