14 marzo 2013

Antiguos compañeros de clase, Lavezzolo no tiene claro que Venezuela sea una democracia, mientras que Pablo Iglesias es un firme defensor del ejemplo chavista

Gresca entre polítologos Pablo Iglesias y Lavezzolo: «Si tú me echas en cara mi militancia política, yo te llamo puta de los poderosos»

Hechos

El 17.03.2013 D. Pablo Iglesias publicó el artículo «Politólogos: ¿Putas o militantes?».

14 Marzo 2013

¿Es Venezuela una democracia?

Sebastián Lavezzolo

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Tras la muerte de Hugo Chávez, hemos visto como periodistas, tertulianos y expertos se han enzarzado en una batalla dialéctica sobre si Venezuela es o no es una democracia. Al tratarse de un concepto ciertamente flexible, cada uno asistía a su tertulia o argumentaba en su artículo con su particular vara de medir las cosas: “Venezuela es una democracia porque a Chávez lo eligió el pueblo”; “Es una dictadura porque no hay libertad de expresión”; “Es una verdadera democracia porque redujo la pobreza”; “Hasta Hitler ganó elecciones”. Así, la información que hemos estado recibiendo sobre el pedigrí democrático de Venezuela seguramente este sesgada por los prejuicios ideológicos de quienes la ofrecen.

¿Es Venezuela una democracia? A pesar de que la mera pregunta pueda disgustar a unos (chavistas) y a otros (anti-chavistas), lo cierto es que establecer cuáles son los criterios básicos para definir a un país como democrático no es una tarea fácil. ¿Dónde debemos marcar la línea que separe las democracias de las dictaduras? En este sentido resulta interesante conocer las medidas que los politólogos utilizamos para clasificar a los regímenes políticos en nuestras investigaciones. Vaya por delante que éstas no han sido creadas para enjuiciar a un determinado país o a gobiernos de una ideología en particular, y si bien no son objetivas –pues en ciencias sociales todo está sujeto a interpretaciones – se basan en reglas simples y poco controvertidas concebidas para describir, medir y comparar diferentes países a largo del tiempo. No son medidas pro- ni anti-. Trayéndolas al debate no pretendo dictar sentencia, sino más bien aportar una herramienta analítica que nos ayude a comprender por qué Venezuela se mueve para muchos en una frontera difusa entre democracia y dictadura. Éste es un resumen de lo que nos dicen.

Mirando cinco medidas de regímenes políticos en el mundo en los últimos 20 años, vemos que Venezuela puede ser catalogada como una democracia fundamentalmente antes de la llegada de Chávez al poder y en los primeros años de su mandato. No obstante, a partir del cambio constitucional existen incertidumbres que justifican las dudas respecto a si Venezuela es o no una democracia. De acuerdo a algunas medidas, en la última mitad de los catorce años de gobierno de Chávez Venezuela ya puede ser clasificada como una dictadura.

En concreto, en el período que va de 1993 a 1999 todas las medidas que analizo interpretan que Venezuela es un país plenamente democrático. Recién en el año 2000 –cuando se produce el cambio de las reglas electorales con la reforma de la Constitución – una de las cinco medidas es incapaz de catalogarlo como democracia o dictadura por la sospecha de que la alternancia no es posible. Al ser una sospecha no confirmada esta medida no sería capaz de definir con certeza el régimen político de Venezuela.

En el 2006, dos de las cinco formas de clasificar a los regímenes políticos ven en Venezuela un sistema democrático, pero una pasa al plano de la indefinición y otra caracteriza a la República Bolivariana como un sistema autoritario por los problemas de alternancia ya mencionados y por el deterioro del papel de la oposición en la competición política.

En el 2012, con la excepción de las dos medidas que no pueden decantarse entre democracia y dictadura, ya todas clasifican a Venezuela como un sistema político autoritario. La ausencia de alternancia, el papel de la oposición y el debilitamiento de los mecanismo de control al ejecutivo serían, según estas medidas, los principales motivos para clasificarla como un sistema político no democrático.

El siguiente gráfico dibuja la evolución de estas cinco clasificaciones en los últimos 20 años.

Venezuela: evolución de las 5 medidas sobre regímenes políticos (1993-2012)

Venezuela: evolución de las 5 medidas sobre regímenes políticos (1993-2012)

Sin duda estas no son las únicas medidas que los politólogos utilizamos para clasificar a los regímenes políticos. Pero como medidas “cuantitativas” sí son lasmenos exigentes. Por otro lado, existen formas de evaluar la condición democrática de una país con información mucho más rica en términos “cualitativos” (véase por ejemplo la metodología de International IDEA o la conocida clasificación de Robert Dahl), pero a expensas de perder capacidad comparativa. Y tener la posibilidad de comparar de forma sistemática y rigurosa las diferencias entre países es algo ventajoso, pues nos permite poner a prueba hipótesis sobre qué tipo de instituciones o políticas funcionan mejor o peor para el bienestar de los ciudadanos. Eso sí, con datos; no solo con una narrativa persuasiva.

Para los que estéis interesados, dejo a continuación una explicación más detallada de las cinco medidas utilizadas.

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  • Según Przeworski, Venezuela es una: Democracia (1993-2005), ? (2006-2013)

La medida creada por Przeworski y otros es una de las más utilizadas en el mundo académico. Se trata de una clasificación de mínimos que nos permite determinar si un país es una democracia o una dictadura en función de cuatro reglas. Si un país incumple alguna de ellas es clasificado como dictadura. Estas son: 1) el primer ministro/presidente debe ser elegido directa o indirectamente por elecciones; 2) el poder legislativo debe ser elegido por elecciones; 3) los electores pueden elegir entre dos o más partidos independientes y 4) debe existir alternancia en el poder tras, al menos, dos legislaturas o períodos presidenciales.

De acuerdo con estas reglas, Venezuela sería clasificada como democracia hasta el 2005. No obstante, y de acuerdo con la regla de la alternancia de Przeworski, con la tercera victoria de Chávez en las urnas todo el período del chavismo en Venezuela pasaría a ser un caso difícil de clasificar. Al no haberse producido alternancia política desde la llegada de Chávez, Przeworski consideraría que esto podría ser un indicio de que se trata de un régimen de partido hegemónico donde la alternancia no ha tenido lugar porque simplemente no es posible. Asimismo, podría considerar que se trata de una democracia en donde el ejecutivo es repetidamente elegido por su popularidad  y que, en el caso de perder elecciones, abandonaría el cargo –como el partido socialdemócrata en Suecia (1933-1976) o el partido liberal en Japón (1955-1993).

  • Según Cheibub, Venezuela es una: Democracia (1993-1999), ? (2000-2013)

Cheibub y otros evalúan si un régimen es democrático o no sobre la base de los criterios de Przeworski aunque señalan una modificación de la cuarta regla. Para estos autores un país puede ser clasificado como democracia cuando además de no violarse las tres primeras reglas “existe una alternancia política bajo las mismas reglas electorales que llevaron al ejecutivo al poder”. Este matiz resulta relevante para el caso de Venezuela pues desde el cambio constitucional no ha habido alternancia política. Si bien no es posible clasificar al régimen político sin asumir un posible error en la codificación (como en Przeworski), en el caso de que el régimen se demuestre una dictadura, debería ser codificado como tal desde que tuvieron lugar los cambios en las reglas electorales.  Pero si por el contrario el chavismo perdiese elecciones y abandonase el poder, el nuevo período abierto con la nueva Constitución en el 2000 debería ser clasificado en su conjunto como democracia.

  • Según Boix, Venezuela es una:  Democracia (1993-2004), Dictadura (2005-2012)

Según Boix y otros un país es democrático si este cumple con los siguientes criterios: 1) el ejecutivo es directa o indirectamente elegido en elecciones populares y es responsable ante los votantes o la legislatura; 2) el legislativo (o el ejecutivo si es directamente elegido) es elegido en elecciones libres y justas; y 3) la mayoría de adultos tienen derecho a voto. De acuerdo a esta medida, la Venezuela de Hugo Chávez sería una democracia hasta 2004, puesto que a partir del 2005 incumpliría la segunda regla ya que es cuando la Asamblea (sin presencia de la oposición al no haberse presentado) aprueba un Decreto Habilitante que le da poderes especiales al Presidente. Según Boix y sus colegas, el deterioro democrático se habría profundizado desde el 2007 con la utilización de recursos del Estado para influir en las elecciones, la descalificación ilegal de los candidatos de la oposición y la represión a los medios opositores.

  • Según Polity IV, Venezuela es una: Democracia (1993-2008), Dictadura (2009-2013)

Una medida muy empleada por los politólogos es la desarrollada por el Proyecto Polity IV. Se trata de una caracterización que introduce grises a la hora de clasificar a los regímenes políticos. En concreto, el índice de Polity IV está compuesto por seis medidas relacionadas con el modo en el que el ejecutivo es elegido, con la existencia de los controles y límites sobre el mismo, y con algunas características propias de la competición política. Todas estas dimensiones se condensan en un índice que puede variar desde -10 a 10, siendo las puntuaciones negativas escalas grises de regímenes autoritarios y los puntos positivos de democracias. De acuerdo a este índice la Venezuela de Chávez sería considerada una democracia desde 1993 hasta el 2008 y a partir de entonces un régimen autocrático (véase gráfico más abajo). El cambio de 2008 está relacionado con una degradación del mecanismo de selección del ejecutivo así como de los niveles de competitividad del mismo. También los controles sobre el ejecutivo habrían disminuido de acuerdo a esta medida.

  • Según Epstein, Venezuela es una: Democracia (1993-1998), Democracia Parcial (1994-2008), Autocracia (2009-2013)

La escala de Polity IV sirvió para que Epstein y otros propusieran una clasificación con tres categorías que fuera útil para identificar aquellos casos en donde la frontera entre democracia y dictadura no es del todo clara. De hecho, el caso de Venezuela confirmaría para estos autores la utilidad de su medida. Para éstos, un régimen político puede considerarse democracia si puntúa entre 8 y 10 puntos en la escala de Polity IV, democracia parcial si puntúa de 0 a 7, y dictadura si el índice es negativo. De esta manera, según Epstein, Venezuela sería considerada una democracia hasta 1998, una democracia parcial hasta el 2008, y a partir de entonces una autocracia.

17 Marzo 2013

Politólogos: ¿Putas o militantes?

Pablo Iglesias

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Cada vez que un colega de la Academia pretende restar valor a mis argumentos recriminándome mi compromiso político le respondo “Y tú puta”. Es la forma más directa que encuentro de recordarle que los intelectuales jamás caminaron al margen ni en cabeza de la historia, sino dentro de ella y que, por tanto, su trabajo es siempre partisano, esto es, “que toma partido”. Pero hay que reconocer que tomar partido no siempre deriva del compromiso, a veces deriva también de la voluntad de poder o de la simple  necesidad de obtener un salario. Como en tantas otras profesiones, la prostitución intelectual es una de las características definitorias, en términos históricos, del trabajo de los científicos políticos. Por eso es siempre agradable que a uno le recriminen el compromiso (la alternativa no es nada alentadora).

El otro día volvió a ocurrir. A propósito de un artículo de Sebastián Lavezzolo sobre Venezuela en Diario.es comenté en mi cuenta de Twitter que lamentaba que Sebastián se hubiera convertido en un politólogo al servicio de los poderosos. Sebastián me respondió “A mí me entristece que vuestra militancia político-académica os haga pensar que escribo para los poderosos”.

Estudie con Sebastián. Recuerdo con especial cariño haber compartido el curso “Bases sociales de los regímenes políticos” que impartía José María Maravall en el que competíamos, desde el más absoluto compañerismo (a veces incluso quedábamos para estudiar en mi casa), por ver quién era el más empollón de la clase. Maravall era uno de los mejores profesores de la facultad y, por supuesto,partisano; militaba en el PSOE, había sido ministro de Educación y presidía por aquel entonces la Fundación March, centro de formación de lo que me permito llamar “politólogos de Régimen”. Un día José María se nos acercó a los dos para sugerirnos que pidiéramos una de las becas predoctorales de la March. Por suerte yo ya disfrutaba de una beca predoctoral pública y pude permitirme declinar la invitación. Maravall me preguntó quién me dirigía la tesis; Heriberto Cairo le respondí. Por su cara y por su comentario “dicen que trata muy bien a los becarios” deduje que no le tenía en mucha estima pero créanme que, a diferencia de muchos colegas, yo pude escribir mi tesis doctoral sin tener que prostituirme a los intereses de nadie. Ignoro cómo fue la experiencia de Sebastián en la March, un centro que ha producido magníficas cabezas, pero que casi siempre escriben a favor de los mismos. No es eso lo que me molesta; cada uno pone su trabajo al servicio de lo que quiere o puede. Lo que me revienta es que no se reconozca. Quizá por eso respeto más a los colegas de la derecha que no esconden los valores que informan su trabajo científico, que a los que siempre se escudan en la “metodología”. Recuerdo que en el congreso español de Ciencia Política celebrado en Valencia en 2007, un doctorando de la March me pretendía argumentar que lo de Honduras no había sido “técnicamente” un golpe de Estado sino, más bien, un “pronunciamiento de restauración democrática”.

El artículo de Sebastián presenta una serie de argumentos apoyados en una discutible metodología (aparentemente muy prestigiosa) que vienen a decir que Venezuela dejó de ser democrática con Chávez, a diferencia de con Carlos Andrés Pérez o con el régimen puntofijista en general. Digo que la metodología es discutible porque en un momento del texto se afirma que, de perder las elecciones Maduro, quedaría demostrado que el periodo chavista sí es democrático: “si por el contrario el chavismo perdiese elecciones y abandonase el poder, el nuevo período abierto con la nueva Constitución en el 2000 debería ser clasificado en su conjunto como democracia”. Total, que si Maduro gana las elecciones Venezuela es una autocracia y si las pierde es una democracia. Sinceramente, con politología de este nivel argumentativo no necesitamos a Intereconomía para entretenernos.

Al inicio de su texto Sebastián señala: “resulta interesante conocer las medidas que los politólogos utilizamos para clasificar a los regímenes políticos en nuestras investigaciones. Vaya por delante que éstas no han sido creadas para enjuiciar a un determinado país o a gobiernos de una ideología en particular”. La primera afirmación les aseguro que no es cierta; somos muchos los politólogos que no empleamos los criterios que enumera Lavezzolo para clasificar los regímenes políticos y la segunda más parece una excusatio non petita que nos lleva a laaccusatio manifesta. Nunca vemos a estos politólogos argumentar, por ejemplo, que la cesión de la política monetaria a una institución independiente de todo control popular sea un indicador de la mala salud democrática de un régimen, o que las reformas constitucionales para limitar el déficit o las privatizaciones comprometen los derechos ciudadanos en los que se fundamenta la democracia. Pero claro, sus “metodologías” no han sido creadas para enjuiciar  “a un determinado país o a gobiernos de una ideología en particular”.

Por desgracia el texto de Lavezzolo, no sólo nos lleva a conclusiones absurdas (¿Hubiera dejado de ser democrático el sistema político español si Felipe González no hubiera perdido las elecciones en 1996?, ¿La democracia española estuvo en suspenso hasta la victoria de Aznar?) sino que profundiza en la indignidad de cierta politología española que permitió que Juan Linz fabricara argumentos legitimadores al Franquismo distinguiendo entre regímenes “totalitarios” y “autoritarios”.

Heredé de mi abuelo la colección completa de la Revista de Estudios Políticos durante el periodo franquista y releo con frecuencia esas páginas amarillentas que no carecen de interés intelectual pero que no dejan de recordarme quienes eran los hombres de la Ciencia Política española: franquistas. Muchos de esos hombres de poder cambiaron de chaqueta cuando cambió el viento político en España pero no se sorprendan, en la Ciencia Política se puede ser militante, pero también se puede ser puta.