4 febrero 1993

Guerra entre las revistas de televisión contra el canal TELECINCO de Valerio Lazarov por alterar su programación de manera sistemática para contraprogramar a TVE y ANTENA 3

Hechos

El 30 de enero de 1993 las revistas sobre programación de televisión en España publicaron el comunicado «No es mi culpa, no es tu culpa. Es culpa de las televisiones».

Lecturas

CRONOLOGÍA DE LA PUGNA:

En el número correspondiente a la semana del 30 de enero de 1993 las revistas de televisión de España: TELEPROGRAMA (TP), SÚPER TELE, TELEINDISCRETA, CLAN TV y TV PLUS, junto a las revistas DIEZ MINUTOS, PRONTO y LECTURAS publicaron una página en común en la que acusaban a las televisiones de mentir con sus parrillas por la contraprogramación y luego hacerles quedar mal a ella:

«No es mi culpa, no es tu culpa. Es culpa de las televisiones. Cuando las programaciones que publicamos los medios de comunicación no se cumplen, la culpa no la tenemos nosotros, sino las cadenas de televisión que, o no han facilitado la información, o la han falseado para engañar a sus competidores. Queremos que quede claro: los errores en la programación son su grandísima culpa, no la nuestra. Para defenderle a usted, que es el telespectador, a partir de esta semana publicaremos un espacio de denuncia bajo el título de PROGRAMAS FALSOS informando sobre la cadena que más incumple». Firmado: Medios que informan sobre la programación de TV. 20 millones de lectores. 

El 30 de enero de 1993 y el 6 de febrero de 1993, tal y como lo había anunciado la revistas del grupo Hachette Filipacchi SUPER TELE dirigida por Dña. Charo Carracedo, TP y DIEZ MINUTOS inician la publicación de ‘el cepo’ que se prorrogará durante cuatro semanas, en todas ellas se acusará a TELECINCO de ser la cadena que más miente con su programación.

La propia directora de SUPER TELE, Dña. Charo Carracedo, dio la cara respecto a la medida de denuncia contra la ‘contraprogramación’.

También el 6 de febrero de 1993, tal y como habían anunciado las revistas del grupo Heres encabezadas por TELEINDISCRETA, pero también por PRONT

O, publican el mismo recuadro (en su caso en zona inferior) que pone de manifiesto los errores y falsedades en la programación facilitada por TELECINCO.

El 13 de febrero de 1993 el recuadro publicado por las revistas de Hachette Filipacchi y Heres, en su tercera edición de ‘el cebo’ hacen un balance del porcentaje de falsedades de todas las cadenas, incluyendo, por tanto, en su acusación a TVE-1, La 2 , ANTENA 3 TV y TELECINCO, dejando claro que las cuatro cometen errores, pero que la que más es TELECINCO.

El 20 de febrero de 1993 la revista TV PLUS (editada por el grupo Bauer) que, a pesar de haber firmado el manifiesto inicial, sorprende publicando un recuadro contrario a «el cepo» y pidiendo disculpas a TELECINCO. La revista TV PLUS acababa de estrenar un nuevo director, D. Delfín Rodríguez, y estaba controlada en última instancia por los responsables de Heinrich Bauer Ediciones S. L. en España, D. Eric Block (director general) y D. Manuel de Haro (Subdirector general).

El mismo 20 de febrero de 1993 en que desaparecía ‘el cepo’, SUPER TELE realizaba una entrevista al director de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), D. Juan del Real, que critica como ‘las televisiones juegan con el espectador’.

 

06 Febrero 1993

La batalla de la contraprogramación

Charo Carracedo

SÚPER TELE

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La semana pasada todas las revistas de televisión nos pusimos de acuerdo para estrenar una sección, Programas falsos, en la que les informamos de qué cadena es la que más cambia su programación e incluimos un Cepo en el que cae dicha cadena. Desde que las privadas debutaron en España, los espectadores sufrimos un nuevo mal, la contraprogramación, que consiste en ocultar a las televisiones rivales el programa previsto, o en cambiar lo anunciado si su programa es mejor. La consecuencia es que nos encontramos indefensos frente al televisor, sin saber si veremos o no la película anunciada, esa que tanto nos apetecía, o si hemso hecho mal aplazando una cena o una salida al cine. Por eso, para defender al espectador, hemos ideado esta sección. ¡Que les guste!

20 Febrero 1993

Contaprogrmación

TV PLUS

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Queridos lectores:

Hace cuatro semanas TV PLUS publicó un anuncio de acuerdo con el resto de revistas de televisión, en el que se manifestaba su preocupación por la contraprogramación. Decíamos que los errores de la programación, no eran culpa nuestra. Aquel anuncio constaba de otra parte, en la que se anunciaba que en lo sucesivo se publicaría un espacio en las revistas, llamado ‘cepo’ en el que se incluiría a la televisión que más hubiese alterado la programación.

Desde el principio TV PLUS manifestó sus reticencias hacia dicho espacio. Consideramos que podía ser lesivo para la imagen de las televisiones y aún para sus legítimos intereses comerciales. Por eso no lo publicamos. En su lugar, hemos decidido seguir luchando honestamente con los medios que tenemos a nuestro alcance para seguir mejorando nuestra oferta.

En cualquier caso y aún conscientes de que el sarampión de la contraprogramación se prolongará por algún tiempo, queremos manifestar que jamás ha estado en nuestro ánimo perjudicar ni a TELECINCO, ni a ninguna otra cadena susceptible de figurar en el ‘cepo’ en el futuro.

Las mentiras de la contraprogramación

Juan Caño Díaz (Hachette Filipacchi)

1999

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Una historia afectó gravemente afectó a todo un segmento de revistas en España, las de televisión, que se vieron obligadas a publicar informaciones falsas, incluso a sabiendas de que lo eran.

En todo el mundo, las revistas de televisión nacieron como manual de instrucciones del televisor: si quieres ver la película tal, se proyecta a la hora tal y tienes que apretar el botón tal.

Esa simple fórmula de ser guía de los programas de televisión se basa en la exactitud de los miles de datos semanales que proporciona a los lectores. Cualquier error, en este sentido, se paga con el descontento y rechazo hacia la publicación.

Por eso, las revistas de televisión de todo el mundo mantienen complicados programas informativos y numerosos controles para asegurar la veracidad de sus informaciones. El premio es que figuran siempre encabezando las listas de revistas más vendidas en cada país.

Las cadenas de televisión lo saben y, por eso, conociendo que el correcto anuncio de un programa provocará el interés de millones de lectores, se preocupan de facilitar sus programaciones sin errores a las revistas.

Anthea Disney, que dirigió TV GUIDE (catorce millones de ejemplares semanales), contaba que había cadenas americanas que deseaban cambiar un programa que no les funcionaba y la telefoneaban para preguntar el cierre próximo de la revista. Si veían que no llegaban a tiempo, retrasaban el cambio para que pudiera figurar correctamente en TV GUIDE.

El brillante director de RADIO TIMES en Inglaterra, Nicholas Brett, iba más allá: ¡Él hacía que las cadenas cambiaran la programación! En cierta ocasión recibió unas extraordinarias fotos de Greta Garbo que servirían muy bien para hacer una bella portada, pero ninguna televisión tenía previsto transmitir una película de la actriz. Ni corto, ni perezoso, telefoneó al jefe de programas de la BBC y le prometió que si transmitía una película de Greta Garbo, RADIO TIMES lo anunciaría en portada como así ocurrió.

Mientras, en España, empezaba a ocurrir todo lo contrario. A mediados de 1992, a raíz del aumento de audiência de ANTENA 3, tras ser adquirida por Antonio Asensio, se desencadenó la guerra de la contraprogramación, utilizada no sólo con fines comerciales, sino políticos también.

Las cadenas de televisión facilitaban su programación a las revistas y luego introducían cambios sobre lo previamente anunciado incluso el mismo día de emisión. Se establecieron verdaderas redes de espionaje entre las emisoras para averiguar qué película preparaba la competencia, con el fin de ofrecer otra mejor.

En el despacho de Valerio Lazarov, entonces Director General de TELECINCO en Torre Picasso, fueron descubiertos micrófonos ocultos…

El desconcierto cundió entre millones de seguidores de las revistas de televisión, las cuales, ante la gravedad de la situación, unieron fuerzas. El 17 de noviembre de 1992, conseguimos reunir en un salón privado del hotel Eurobuilding a los representantes de las tres cadenas en litigio. Acuden Ramón Colom, Director de TVE, Manuel Campo Vidal, Director de ANTENA 3 TV y no lo hace Valerio Lazarov, que se excusa aduciendo un viaje (que más tarde comprobamos no existió). En su lugar envía al cordial y diplomático Manolo Villanueva, Jefe de Programación de TELECINCO, que trata de capear las críticas que enseguida se centran sobre su cadena.

Ante las protestas de los representantes de las revistas, los directores de las televisiones aceptan emitir un comunicado conjunto declarando su intención de ‘reducir al máximo los efectos negativos de los cambios de programación’.

Ese ‘pacto de caballeros’ se viene abajo una semana más tarde, cuando Valerio Lazarov ordena a su  gabinete de prensa que difunda un comunicado titulado ‘Televisión Española rompió el acuerdo sobre contraprogramación’ y que termina con este durísimo párrafo:

‘TELECINCO, que fue pública y demagógicamente acusada por Ramón Colom de practicar actos de piratería, considera que esta vez, una vez más, el responsable de la programación de TVE pierde toda credibilidad al mostrarse primer incapaz de cumplir un pacto de caballeros a sólo una semana de ser cerrado”.

Ramón Colom aduce que se vio obligado a cambiar en el último momento una película porque la copia de emisión enviada desde Estados Unidos había llegado defectuosa…

Entre pillos andaba el juego y, desoladas, las revistas de televisión vuelven a reunirse, esta vez a solas, el 4 de diciembre de 1992. Yo propongo que contratemos una campaña de publicidad conjunta para defender nuestra posición, mientras que Manuel Velasco, entonces Director de TV PLUS, sugiere una acción de denuncia más contundente, mediante la publicación en todas las revistas de una sección que castigue a las televisiones que más contraprograman. Las dos propuestas son aceptadas y se hace saber a las cadenas nuestro propósito con la ilusoria finalidad de que cesen en la práctica de la contraprogramación.

Encargamos a la Agencia De Federico, Herrero y Ochoa la campaña y Jorge de Federico y José Luis Herrero plasman perfectamente la situación en un eslogan: “No es mi culpa, no es tu culpa, es TV culpa”. Firmado “Medios que informan sobre la programación de TV”.

La campaña publicitaria, que aparecería en nuestros propios medios y en las revistas profesionales del sector Prensa y Anunciantes, fue pagada por TELEPROGRAMA [Hachette], SUPER TELE [Hachette], TELEINDISCRETA [Heres], CLAN TV [Heres], TV PLUS [Bauer], LECTURAS [Edipresse], DIEZ MINUTOS [Hachette] y PRONTO [Heres]. Las tres últimas, aunque pertenecientes al segmento del corazón, se unieron a la acción porque incluían en sus páginas mucha información sobre televisión. La audiencia conjunta de esos medios superaba entonces los veinte millones de lectores.

El costo de la campaña fue inferior al millón de pesetas por cabecera, algo simbólico para la economía de esas revistas, acostumbradas a frecuentes promociones millonarias. La agencia De Federico, Herrero y Ochoa renunció gentilmente a sus honorarios creativos, pero hubo que pagar las inserciones en ANUNCIOS, CAMPAÑA, IP MARK, NOTICIAS DE LA COMUNICACIÓN.

Dos editoriales fueron las principales impulsoras de la acción: Hachette (TELEPROGRAMA, SUPER TELE y DIEZ MINUTOS) y Heres (TELEINDISCRETA, CLAN TV y PRONTO), y el anuncio, además de aparecer en nuestras publicaciones y en las revistas profesionales mencionadas, fue ampliamente difundido por la prensa diario, que se hizo eco de la acción sin precedentes emprendida por las revistas de televisión.

Estábamos hartos de que los lectores nos telefonearan diciendo: “Oiga, que se han equivocado ustedes y no ponen la película que dicen en su revista”.

Por eso: “No es mi culpa, no es tu culpa, es TV culpa”.

El texto bajo el eslogan decía: “Cuando las programaciones que publicamos los medios de comunicación no se cumplen, la culpa no la tenemos nosotros, sino las cadenas de televisión que, o no han facilitado la información, o la han falseado para engañar a sus competidores. Queremos que quede claro: los errores en la programación son su grandísima culpa, no la nuestra. Para defenderle a usted, que es el telespectador, a partir de esta semana publicaremos regularmente un espacio de denuncia bajo el título de ‘Programas Falsos’, informando sobre la cadena que más incumple’.

El 7 de enero de 1993 nos reunimos en Barcelona con Mariano Nadal, Eric Blok (el holandés recién nombrado Director General del Grupo Bauer en España) en representación de TV PLUS, Juan Fernando Dorrego, Director de SUPLEMENTO de TESA, el dominical que distribuyen numerosos diarios regionales y, yo, para perfilar la nueva sección conjunta de ‘Programas Falsos’.

Inicialmente, Mariano Nadal era contrario, aduciendo que era suficiente con que los lectores de nuestras revistas descubrieran que muchos programas no correspondían con la realidad, como para que, encima, les hiciéramos saber en una sección destacada los porcentajes detallados de errores.

Pero, cedió a nuestras presiones y aceptó publicar la sección, que finalmente fue bautizada con el nombre de ‘El Cepo’.

El mismo día, aproveché el viaje a Barcelona para visitar a Julio Bou en su despacho de director de LECTURAS, para darle cuenta de nuestra iniciativa y la acogió con tanto interés que se sumó a la campaña.

Justo a la hora que yo volaba de regreso a Madrid esa tarde, Maribel Escalona, directora de TELEINDISCRETA, entró en el despacho de Mariano Nadal para anunciarle que había aceptado una oferta de Juan Caño para dirigir TP.

  • Coño con Caño, ha estado aquí esta mañana y no me ha dicho nada – exclamó Mariano Nadal.

En su honor hay que decir que no mencionó este hecho a lo largo de las intensas conversaciones que mantuvimos las semanas siguientes con relación a ‘El Cepo’ y que respetó escrupulosamente los acuerdos sin toma represalias. Sólo años más tarde me reprochó que no le hubiera advertido de antemano del fichaje de su directora.

Desde el inicio, El Cepo albergó en su picota a TELECINCO todas las semanas como la cadena que más contraprogramaba. En la primera semana de publicación, que coincidió con la última del mes de enero, se detallaban las infracciones: TELECINCO no anunció 24 películas, cambió 3 de las anunciadas, cambió 24 programas y alteró los horarios 35 veces.

A las 48 horas de aparecer el primer ‘Cepo’, TELECINCO presentó una demanda en el Juzgado de Primera Instancia de Madrid contra todas las mencionadas revistas. Un portavoz de TELECINCO denunció: “La agresión directa a la imagen, prestigio y credibilidad de nuestra cadena, lo que resulta inadmisible y contrario a las más elementales normas y exigencias de la competencia leal”.

Pero TELECINCO hizo más. Por un lado cursó órdenes estrictas para que las revistas que habían publicado ‘El Cepo’ no recibieran a partir de ese momento los listados oficiales de programación que se facilitaban a todos los medios. Por otro, trató y consiguió romper nuestra alianza. Eligió  a la revista más débil, TV PLUS y negoció con ella favorables intercambios publicitarios a cambio de que se desmarcara de la acción conjunta y de que se excusara públicamente en una nota editorial.

En su número del 5 de febrero de 1993, TV PLUS publicó una destacada carta a los lectores: “…queremos manifestar que jamás ha estado en nuestro ánimo perjudicar a TELECINCO…”.

Manuel Velasco había dejado ya la dirección del semanario y el Director General, Eric Blok, cuando le telefoneé airado para saber por qué había cambiado de opinión, sólo pudo articular dos palabras: “Lo siento”.

A través de un buen amigo, Larry Álvarez, Director del suplemento ANTENA, que distribuían varios periódicos regionales, conseguíamos a todas las semanas la programación que TELECINCO nos negaba directamente y podíamos continuar con El Cepo.

Pero flaquearon las fuerzas de nuestros aliados catalanes una vez que se dio de baja TV PLUS y que TELECINCO presentó la demanda judicial.

  • Juan, ya sabes que a los catalanes nos gusta negociar, debemos dejar de publicar ‘El Cepo’ y negociar – me dijo Julio Bou.

Pero yo sabía que no había nada que negociar. Recordaba el único intento de contraprogramación que se produjo en Alemania, que fue solventado en tan sólo tres semanas. Todas las revistas de televisión se pusieron de acuerdo en no publicar una sola línea de información o comentario sobre una cadena que cambió tres programas previamente anunciados.

En España, sin embargo, la contraprogramación la practicaban todas las cadenas. Aunque TELECINCO era la que más programas cambiaba, TVE no le iba a la zaga y fue acusada en esos días de contraprogramar una intervención de José María Aznar en ANTENA 3, cambiando sin previo aviso de día de emisión su programa estrella “Quién Sabe Dónde” para restar audiencia a la aparición del líder de la oposición.

Gregorio Peña, el abogado de Hachette, nos dijo que no tuviéramos cuidado con la demanda de TELECINCO. Inmediatamente ganamos las medidas cautelares y el 23 de marzo de 1993 el Juzgado de Primera Instancia número 39 de Madrid quita la razón a TELECINCO y dice que las revistas de TV tienen derecho a hacer campaña frente a la contraprogramación.

Sin embargo, Julio Bou y Mariano Nadal deciden dejar de publicar ‘El Cepo’.

TP y SUPER TELE solas no podían conseguir nada, por lo que, aislado, yo también arrojo la toalla. Nuestra unión fue demasiado endeble y pasajera.

La difusión de las revistas de televisión comenzó a bajar imparablemente. Mostrar los gráficos comparativos de ventas de TELEPROGRAMA, por ejemplo, que había descendido de un millón y pico de ejemplares a menos de medio millón era un ejercicio desolador. Yo lo hice en una memorable ocasión. Durante una de las asambleas del ETMA (European Television Magazines Association) que tuvo lugar en Ginebra, proyecté sobre una pantalla gigante ante todos mis colegas editores de revistas de televisión el gráfico con la caída en picado de las ventas de TELEPROGRAMA.

Me coloqué delante de la pantalla, con el foco del proyecto iluminando mi silueta y el gráfico detrás, y declaré: “La única solución para resolver la situación en la que nos encontramos es ésta…”. A continuación saqué un revolver y me disparé un tiro en la sien que resonó fuertemente en la sala y sirvió de despertador para quienes dormitaban.

El fenómeno de la contraprogramación pasará a la historia como una maléfica práctica hispana.

A los siete años de que comenzara, la contraprogramación fue prohibida por ley. Después de seis meses de arduas negociaciones, el Congreso y el Senado aprobaron en mayo de 1999 una modificación de la llamada ‘Ley de Televisión sin Fronteras’, cuyo posterior reglamento obliga a las cadenas de televisión a anunciar sus programas con once días de antelación y a no cambiarlos.