23 octubre 1989

El país retira los logotipos comunistas de su bandera y el resto de símbolos oficiales

Hungría suprime oficialmente la dictadura comunista que gobernaba el país desde 1947 y establece una democracia parlamentaria

Hechos

  • En 23.10.1989 en un discurso desde el balcón del Parlamento, el Presidente de Hungría, Matyas Szuros, proclamó la denominación del país como ‘República de Hungría’ que reemplazaba el nombre de ‘República Popular de Hungría’.

07 Octubre 1989

Los reformistas ganan el primer asalto en el congreso comunista húngaro

Hermann Tertsch

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Un duro enfrentamiento entre el secretario general, Karoly Grosz, y el ministro de Estado y líder de los reformistas radicales, lmre Pozsgay, marcó ayer la apertura del congreso del Partido Socialista Obrero Húngaro (PSOH). Grosz pronunció un discurso para contentar a reformistas y ortodoxos. El reformista Pozsgay apareció como el principal triunfador y se declaró incompatible con quienes no se muestren defensores del pluripartidismo y de un sistema económico de mercado.

Abrió el congreso el presidente del partido, Rezso Nyers, que resaltó que «el pueblo tiene todo derecho a pedirnos cuentas», al referirse a la grave situación en que se halla Hungría, y pidió una purificación total del nuevo partido de los errores del «centralismo democrático y la dictadura». Añadió que el partido debe extraer las consecuencias oportunas de la catástrofe a que ha llevado un Gobierno sin controles externos. Sin embargo, Nyers también se refirió a «mesianismos reformistas» y a personas que quieren perfilarse a costa del partido y consideran que cuantos más militantes lo abandonen, mejor, en claras críticas a Pozsgay.»Hay que definir los límites en que pueden moverse las facciones internas. Hay gente que no puede sumarse al proyecto, que tiene que estar en otro partido», replicó Pozsgay. Éste rechazó explícitamente la defensa de Grosz de la necesidad de «un partido renovado, y no un nuevo partido», y propugnó la creación de un «nuevo partido socialista» que «sea aceptado por la izquierda europea y el pueblo húngaro». «La historia del PSOH acaba aquí. Tenemos que romper con el monstruo que no funcionó como partido, sino como instrumento de poder». Pozsgay defendió que el nuevo partido se llame Partido Socialista Húngaro, eliminando el calificativo de obrero.

Pozsgay, interrumpido por aplausos en varias ocasiones y ovacionado al concluir su discurso ante los 1.270 delegados en el Palacio de Congresos de Budapest, fue el vencedor del primer asalto en este congreso, que se podría prolongar hasta el martes a la vista de la dureza de los enfrentamientos que se esperan entre las numerosas tendencias del amplio espectro político del partido. Se mantiene la absoluta incertidumbre sobre los resultados de este primer congreso que celebra un partido comunista del este de Europa para liquidar todo el lastre acumulado en 40 años de poder dictatorial.

Línea divisoria

Pozsgay hizo una clara línea divisoria entre la «militancia del partido» exenta de culpa en los «errores y pecados del pasado, ya que no era consultada», y «las oligarquías con responsabilidades personales servidoras de esta política errónea», aseguró el líder de los reforrnistas.

Desde la tendencia abiertamente socialdemócrata de Pozsgay hasta los comunistas ortodoxos de la sociedad Ferenc Munnich, los diferentes grupos organizados entre los delegados comenzaron ayer una dura pugna, de la que, en todo caso, emergerá un partido de nuevo tipo, adaptado a las nuevas circunstancias.

En gran parte, la lucha por lograr el apoyo de la mayoría de los delegados no adscritos a ninguna de las tendencias gira en torno a la consecución de la sucesión jurídica y, por tanto, del patrimonio del actual Partido Soc¡alista Obrero de Hungría.

10 Octubre 1989

Descanse en paz

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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LA DECISIÓN adoptada en el congreso de los comunistas húngaros, por mayoría aplastante, de cambiar el nombre, el programa, los estatutos y hasta la ideología del Partido Socialista Obrero Húngaro (PSOH), que ha gobernado el país desde hace 40 años, constituye la ruptura más radical que se ha producido en el complejo proceso de reformas que está desarrollándose en el este de Europa. Hasta ahora ha habido intentos numerosos en el movimiento comunista de «corregir errores», «criticar el pasado», «mejorar» el partido… Pero en este caso se trata de otra cosa: de una ruptura radical, de una autodisolución. Desaparece el PSOH existente y se crea un nuevo partido que toma el nombre de partido socialista y aboga por una economía de mercado, una democracia parlamentaria pluralista, un socialismo democrático, y que se estructura con criterios nuevos, ajenos al tradicional centralismo democrático.Se explica que esta ruptura haya tenido lugar en Hungría. A diferencia de Polonia, donde Solidaridad ha sido el motor del cambio, en Hungría la oposición ha sido menos poderosa y menos cohesionada; por ello, el ala reformista del partido ha sido la principal protagonista del proceso de cambios. Por otra parte, los comunistas húngaros tienen en su historia un episodio que hoy cobra un enorme valor teórico y político. En los años cincuenta, Imre Nagy, un dirigente comunista inteligente y progresista, hizo un primer intento de reforma radical y en 1956 se enfrentó a la intervención militar soviética. Condenado y ejecutado como traidor, ha sido rehabilitado y es considerado ahora como una personalidad gloriosa de la lucha de Hungría por su independencia. En esa figura de Imre Nagy se inspira el grupo reformista de Poszgay, Nemeth y otros, que ha impulsado la marcha de Hungría hacia la democracia y el pluralismo y la transformación del viejo PSOH.

El principal acicate de los debates del congreso ha sido la proximidad de las elecciones -las primeras de carácter general que tendrán lugar en Hungría-, que deben celebrarse en la primavera del año que viene. En las elecciones parciales que han tenido lugar hasta ahora, los candidatos comunistas han sido sistemáticamente derrotados por los de la oposición, concretamente los del Foro Democrático, una agrupación de diversas tendencias. El congreso del PSOH se enfrentaba, pues, con un problema apremiante: cómo evitar en 1990 una derrota semejante a la de los comunistas polacos, que quedaron reducidos a un 10% de los votos. Los reformistas han optado, con el apoyo de la aplastante mayoría del partido, no por cambios cosméticos, sino por la autoinmolación.

No pueden sorprender las resistencias que se han producido al salto dado por el congreso del PSOH. Aparte de razones de orden ideológico, de escasa importancia cuando la desmoralización cunde en las filas de los comunistas fieles al pasado, existe en el aparato del viejo partido el apego a un enjambre de intereses creados que se ven comprometidos con el cambio en curso. Un grupo de dirigentes y militantes -quizá varios- quiere separarse del nuevo partido para intentar mantener los viejos ideales y, sobre todo, las viejas estructuras. Tal desgajamiento, aunque pueda suponer problemas jurídicos y financieros, tendrá ventajas políticas. Evidenciará ante la opinión la ruptura entre un paleocomunismo condenado a periclitar con escasísimos votos y el nuevo partido socialista, decidido a amoldarse a la realidad.

La autodisolución húngara es indicativa de un fenómeno de alcance general: el fracaso histórico del comunismo como movimiento internacional basado en la propagación del falso modelo del socialismo soviético. El fracaso es tan profundo que ante él no caben medias tintas. Los húngaros son los primeros que han sacado de ello consecuencias rotundas hasta el fin. Pero, sin duda, otros seguirán.

24 Octubre 1989

Hungría es ya "independiente y democrática"

Hermann Tertsch

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«Larga vida a la República de Hungría y paz para Hungría y el mundo entero». Estas palabras del presidente del Parlamento y jefe del Estado en funciones, Matyas Szuros, dieron paso a una clamorosa ovación, gritos de júbilo y trompetas militares a las 12.15 del día de ayer, 23 de octubre de 1989, frente al palacio del Parlamento, en Budapest. Así nació la nueva República de Hungría, «un Estado de derecho independiente y democrático» en el que el poder emana del pueblo a través de sus representantes elegidos en elecciones libres, según reza su nueva Constitución.

A las doce en punto de la mañana habían sonado las camparias de Budapest, cuando Szuros se asomó al histórico balcón del Parlamento desde el que hace 33 años el primer ministro linre Nagy pidió ayuda a sus compatriotas y al mundo entero contra los invasores soviéticos.Hungría celebró ayer solemnemente su entrada oficial en la comunidad de Estados regidos con división de poderes, pluralismo político y respeto a los derechos humanos. Atrás quedan mas de 40 años de república popular, dictadura monopartidista y colectivismo impuesto.

Al caer la tarde, centenares de miles de personas acudieron a esta misma plaza frente al Parlamento convocadas por los partidos de la oposición.

Por primera vez, la población conmemoró oficialmente el aniversario del levantamiento nacional de 1956, aplastado días después por los carros de combate soviéticos.

El fin del régimen

El poder comunista, que la pasada semana decidió dar los últimos pasos hacia su autodisolución, había convocado esta ceremonia para marcar oficialmente, con honores militares y la presencia del Gobierno y una oposición perseguida hasta hace poco, el fin del régimen. Las elecciones generales, a celebrar en el primer trimestre, de 1990, dejarán a los herederos del partido comunista, organizados en el Partido Socialista Húngaro (PSH) y en algunos grupúsculos ortodoxos, en una clara minoría parlamentaria. Algunos medios húngaros auguran su total desaparición como fuerza política relevante. Decenas de miles de ciudadanos se habían reunido ante el Parlamento antes del mediodía para asistir al acto histórico del nacimiento de una nueva república que se autodeclara humanista y plural, basada en los valores democráticos hasta ahora exclusivos de Occidente. Acudieron con centenares de banderas con el escudo húngaro tocado con la corona del patrón nacional, san Esteban; los estandartes históricos de la Hungría tradicional, y banderas con un agujero en el centro, símbolo del levantamiento de 1956, cuando era arrancado por los insurrectos el escudo comunista en el centro de la tricolor.Muchos de los ancianos, que con ojos empañados de lágrimas entonaron el himno nacional húngaro tras la proclamación de la nueva república, estaban convencidos hace aún pocos meses de que no vivirían para ver unacto que nuchos añoran desde que en 1948 fuerzas extranjeras impusieran al país un régimen extraño.

Varias veces fue interrumpido Szuros por aplausos de la multitud, sobre todo cuando manifestó: «Al concluir el siglo XX entramos en una nueva fase de nuestra historia con la nueva república. Hungría será un país independiente, democrático, abierto y con vocación a la integración europea. Sólo unidos pueden el Oeste y el Este formar una Europa en paz». Tan sólo fue interrumpido por silbidos de disconformidad de un sector del público cuando se refirió a que «Hungría desea conservar las buenas relaciones con su gran vecino la Unión Soviética». Siguió a este instante de azoramiento una larga ovación al continuar Szuros: «Y con la otra gran potencia, Estados Unidos de América».

En otros actos que se celebraron a lo largo de la tarde en toda la capital, las juventudes de la oposición encuadradas en Fidesz se manifestaron en contra de la vía impracticable del socialismo estalinista», cuyo fracaso dio a conocer ya el levantamiento de 1956. «Entonces se dieron a conocer al mundo los horrores del sistema estalinista impuesto», manifestó un portavoz de Fidesz en una alocución ante la Universidad Técnica.

Con pancartas de «Queremos una región libre de comunistas», «Proletarios, uníos en vuestros chalés» o «Proletarios de las grandes villas, qué va a ser de vosotros» recorrieron las calles de la margen derecha hasta llegar a la plaza de Bem, donde les esperaba una representación polaca de Solidaridad. Bem fue un oficial polaco que luchó con los húngaros en el levantamiento de 1948 y es el símbolo de la amistad entre estos dos pueblos, hoy las naciones que se encuentran en la vanguardia de la liquidación del socialismo posestalinista.

Llamamiento a la unidad

Ante el Parlamento, Szuros había llamado a la unidad de todos los húngaros para salir de la crisis y a una reconciliación total en la reconstrucción de una nueva Hungría. «Sólo unidos podemos crear un país libre y democrático donde se pueda vivir con alegría y bienestar», declaró. «En este camino tenemos que aclarar el pasado, pero siempre mirando hacia el futuro».»Que jamás tenga que volver a derramarse llanto ni sangre por la libertad de Hungría», decía horas después Andras Vagvolgyi, dirigente de la oposición.

«Nunca mas el comunismo»

Los policías en Budapest habían modificado ayer su uniforme por cuenta propia. Sobre los escudos con la estrella roja comunista de la república popular, ya oficialmente muerta, habían pegado o cosido pequeñas banderas nacionales o pegatinas con el escudo húngaro antiguo.Los portadores de pancartas con lemas como «Nunca más comunismo» y «Queremos una región libre de comunistas» eran conminados cortésmente a no pisar el césped durante las manifestaciones, y el ya jefe del Estado, Matyas Szuros, pronunció su alocución histórica desde el balcón que toda Hungría asocia a la persona que de ser oficialmente un traidor ha pasado a ser un héroe de la patria.

«Aún no sabemos qué va a ser de este edificio», manifestaban en la sede central de la organización paramilitar comunista tres milicianos de uniforme a EL PAÍS. En la sala principal hay un gran mural con las dos fechas que consideran victoriosas estas fuerzas, que en palabras del primer ministro, Miklos Nemeth, son «incompatibles con el Estado de derecho», y en las del líder de la oposición, Miklos Haraszti, son 60.000 estalinistas en armas. Se trata de 1945, fecha de la liberación frente al enemigo externo, y 1957, año de la victoria contra el enemigo interno, la contrarrevolución.

En el interior del edificio de la calle de Somloi, como en otros muchos centros de las milicias, hay un número incontrolado de armas ligeras y semipesadas. Muchos demócratas temen la provocación, pese a las aseveraciones del jefe de la milicia, Sandor Borbely, de que la organización acata la decisión del Parlamento. El jefe ya ha anunciado su jubilación.

Hay provocaciones, sin embargo. Según se supo ayer, un panfleto que llama a la reorganización de los Flechas Cruzadas, grupos fascistas colaboradores de los nazis en la guerra, fue impreso y distribuido por Rolad Antoniewicz, uno de los dirigentes de la asociación ultraortodoxa Janos Kadar. Al parecer ha sido ya detenido.