18 junio 1939

"LA VANGUARDIA no era un órgano del Gobierno, era escandalosamente personal suyo, pero pagado por el Tesoro público"

Indalecio Prieto acusa al Doctor Negrín de haber convertido al diario LA VANGUARDIA en un periódico de auto-propaganda

Hechos

En el intercambio de cartas que los señores D. Indalecio Prieto y Dr. Juan Negrín realizaron en 1939 desde sus respectivos exilios aludieron al diario LA VANGUARDIA, incautado por el Gobierno del Frente Popular.

Lecturas

Fragmentos del intercambio de cartas entre D. Indalecio Prieto y el Dr. Juan Negrín relativos al diario barcelonés LA VANGUARDIA:

D. INDALECIO PRIETO (Junio, 1939)

Enterado por LA VANGUARDIA, órgano escandalosamente personal de usted en la prensa de Barcelona, de la solución que iba a darse a la crisis [de Gobierno de abril de 1938], le escribí manifestándome mi disconformidad con su política y, sobre todo, con ciertos nombramientos, cuyo anuncio era ya público prontamente confirmados en la Gaceta y mediante los cuales se entregaban al Partido Comunista los más importantes resortes del poder.

D. Indalecio Prieto

Dr. JUAN NEGRÍN (23-6-1939)

Rechazo la imputación hecha a LA VANGUARDIA de ser un órgano ‘escandalosamente personal’ mío. LA VANGUARDIA era órgano e instrumento de política del Gobierno. Ningún periódico adscrito a una política fue en España tan relativamente sobrio en elogios personales a un jefe de Gobierno y ello por mandato mío. Mas si hay alguien que a este respecto no pueda hablar es usted. No quiero citar otros periódicos de entonces o de otras épocas, cito la misma LA VANGUARDIA donde a usted se le tributaron siempre los homenajes que le correspondían y se le ensalzó si tasa a virtud de sus merecimientos.

Dr. Juan Negrín

D. INDALECIO PRIETO (3-7-1939)

Rechaza usted mi imputación de que LA VANGUARDIA fuese un órgano escandalosamente personal suyo, arguyendo que era órgano e instrumento de política del Gobierno. ‘Ningún periódico’ – escribe usted –adscrito a una política fue en España tan relativamente sobrio en elogios personales a un jefe del Gobierno y ello por mandato mío’. Bien, por de pronto quedamos en que LA VANGUARDIA obedecía los mandatos de usted, lo cual, y desde que la subvencionaba el Gobierno, no admitía la menor duda. En cuanto a la sobriedad en los elogios que le tributaba, eso es cuestión de criterio. En cierta ocasión, y quizá recordando a Mussollini, un editorial refería como loa al jefe de Gobierno que éste incluso pilotaba el avión que le conducía a los frentes…

Como queriendo privarme de independencia para juzgar a lo de LA VANGUARDIA dice usted que en ese periódico se me tributaron homenajes y se me ensalzó sin tasa. Como, indudablemente, tales homenajes y ensalzamientos se debieron a indicaciones de usted, será cosa de darle las gracias. Téngalas por recibidas.

Pero no son los elogios, pródigos o mezquinos, que LA VANGUARDIA le rindiera, la base de mis apreciaciones. Eso de las alabanzas es muy secundario y la experiencia nos dice que cuando se extreman por afán de adulación resultan contraproducentes. LA VANGUARDIA era órgano escandalosamente personal de usted porque cuando todos los demás diarios aparecían adscritos a organizaciones políticas o sindicales y éstas cargaban con los respectivos déficit, el referido diario estaba adscrito únicamente a Juan Negrín, y sobre todo porque sus pérdidas, cifradas en cientos de miles de pesetas cada mes, las pagaba el Tesoro [Público].

Por razones de oficio – no sé si usted me incluye entre los políticos en paro porque no sabe arte ni oficio, aunque tengo el mío y de él he vivido durante 40 años – por razones de oficio, repito, conozco bastante bien la historia del periodismo español, y esto me permite afirmar que el caso de LA VANGUARDIA es nuevo en sus anales, no porque sea la primera vez que un jefe de Gobierno o gran figura política ha dispuesto personalmente de un diario, sino porque ninguno de quienes los tuvieron lo costeó con fondos del Estado.

Daremos de lado, porque se trata de tiempos lejanos, cuando los diarios eran publicaciones de muy poco gasto, los casos de Cánovas del Castillo con LA ÉPOCA, Sagasta con EL CORREO y Silvela con EL TIEMPO. Después, ya modernizado el periodismo y constituyendo industria voluminosa, Romero Robledo, que ha quedado como prototipo de la inmoralidad política, fundó EL NACIONAL; Canalejas compró EL HERALDO DE MADRID y Romanones creó el DIARIO UNIVERSAL, pero los tres sostuvieron las respectivas publicaciones – EL NACIONAL y DIARIO UNIVERSAL fueron empresas ruinosas – con dinero propio o de sus amigos particulares. Ninguno osó hacerlas pagar por la Hacienda pública. En los primeros tiempos de nuestra República hubo el intento desventurado de convertir EL SOL en órgano personal de don Manuel Azaña mediante la compra de la mayoría de sus acciones, pero los quebrantos económicos del proyecto, que fueron grandes, no refluyeron en el Erario, sino que corrieron a cargo de amigos y admiradores del entonces jefe del Gobierno, principalmente de don Jaime Carner.

LA VANGUARDIA, sin miedo al déficit, así desviado hacia la torrentera de los gastos nacionales, se editaba espléndidamente, con profusión de páginas de texto y magníficos suplementos en rotograbado, mientras los demás diarios, que no contaban con tan inagotable fuente de ingresos, había de reducir el número de sus hojas y a veces incluso suspender la salida por carecer de papel. Así, en la prensa de Barcelona, podía ofrecerse singular contraste entre EL SOCIALISTA, órgano del partido al que pertenecía el jefe del Gobierno, que lanzaba a la calle sus pobres ediciones merced al auxilio de sindicatos y agrupaciones y LA VANGUARDIA viviendo en pleno lujo, casi avasallando el mercado con su copiosísima información telegráfica del exterior, su abundancia de papel, sus costosísimos suplementos gráficos en papel de lujo, un papel que se importaba pagándolo con divisas mientras estas se regateaban para víveres a al población civil. De artículos alimenticios andábamos mal, pero no, ciertamente, de literatura presidencial.

Si el Gobierno lo constituirán representantes de los partidos políticos y de organizaciones sindicales y todos estos partidos y organizaciones disponían de periódicos propios, ¿qué necesidad tenía el Gobierno de un instrumento especial? ¿Y cuánto trató el Gobierno de semejante asunto? Nunca. Eso lo disputó usted por sí y ante sí, sin contar con nadie.

Desde LA VANGUARDIA se hicieron campañas con las que no se hallaban conformes partidos políticos partícipes del Gobierno, lo que acentuaba más el carácter eminentemente personalista de dicho diario. Y en la campaña a que yo aludí y que usted niega, se dio el siguiente curiosísimo fenómeno: EL SOCIALISTA decidió oponerse a la tesis de LA VANGUARDIA y hasta logró que viera la luz un artículo de réplica. Pero entonces, por orden de usted, los censores que se halaban de guardia cuando pasó por la censura el referido artículo ingresaron en la cárcel. Así se acalló en el acto la voz de protesta contra LA VANGUARDIA. Lo que opinaba el Partido Socialista no podía decirse; sólo tenía libre plática la opinión de Juan Negrín. ¿Cabe nada más escandalosamente personal? . 

D. Indalecio Prieto

El Análisis

LA VANGUARDIA, el diario deseado

JF Lamata

Que el Doctor Negrín asumiera personalmente el control del diario LA VANGUARDIA cuando este periódico estaba ‘incautado’ por el Gobierno del Frente Popular no hace sino demostrar el poder de influencia que tenía LA VANGUARDIA, incluso fuera de Catalunya (el Gobierno del Doctor Negrín estaba en Valencia).  Nótese que el Doctor Negrín era del Partido Socialista Obrero Español, que tenía su propio periódico, EL SOCIALISTA, el hecho de que el Doctor Negrín recurriera a LA VANGUARDIA podía obedecer a dos motivos, o bien que el político socialista consideraba que era más útil la marca de LA VANGUARDIA que la de EL SOCIALISTA, o bien que el Doctor Negrín daba por perdido al diario EL SOCIALISTA al estar sometido al control del ‘aparato’ del partido (es decir, a D. Indalecio Prieto) y por eso recurrió al histórico periódico catalán para convertirlo en altavoz de si mismo y de sus aliados del PCE. No es casualidad que el artículo anti-Prieto de ‘El Pesimisma Impenitente’ sólo fue publicado por FRENTE ROJO (del PCE) y, claro, LA VANGUARDIA.

J. F. Lamata