25 abril 2000

El periodista había señalado como 'intoxicador' por la revista ARDI BELTZA de Pepe Rei, considerada próxima a ETA

Intento de asesinato con bomba contra el subdirector de LA RAZÓN, Jesús María Zuloaga, mandada por el entorno de ETA

Hechos

El 25.04.2000 El servicio de seguridad del periódico LA RAZÓN detectó una bomba escondida dentro del libro ‘Crimen y Castigo’ enviado en un sobre dirigido al subdirector del periódico, D. Jesús María Zuloaga.

26 Abril 2000

En defensa de la libertad

Jesús María Zuloaga

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Los terroristas (de alta, media o baja intensidad) volvieron a fallar ayer, gracias a la profesionalidad del servicio de seguridad de LA RAZÓN y los desactivadores del Cuerpo Nacional de Policía. Vaya por delante mi agradecimiento a todos ellos. Y también fallaron si lo que pretendían era apearme de la información en la que vengo trabajando desde hace casi catorce años.

He pensado muchas veces en la posibilidad de que los terroristas intentaran algún tipo de acción criminal contra mí, como consecuencia de mi trabajo. En este tiempo han sido muchas las amenazas y coacciones que desde el sector más violento del separatismo vasco he recibido, al igual que otros muchos compañeros, mediante carteles, artículos de prensa, etcétera.

Por eso, supongo que, también al igual que estos compañeros, me he acostumbrado en mi vida cotidiana a actuar con una cierta prudencia para evitar ciertos riesgos. Es, lamentablemente, una forma de vivir que conocen muy bien miles de personas en el País Vasco, miembros de las Fuerzas de Seguridad, cargos públicos no nacionalistas, o simples ciudadanos de a pie, que todos los días, antes de salir a la calle, miran a uno y a otro lado para asegurarse de que el asesino no se esconde tras la esquina.

Es difícil saber cuántas personas engrosan en estos momentos las listas negras de los terroristas (de alta, media o baja intensidad). Y en esas listas los periodistas amenazados somos últimamente un colectivo cada vez más numeroso. En un artículo reciente publicado en una revista abertzale de escasa difusión, ese supuesto periodista gallego metido a separatista vasco que se llama Ppee Rei, hablaba de un centenar de periodistas que escribían al dictado del Ministerio del Interior. Yo estaba entre ellos, claro, y me citaba por un artículo que escribí hace algunas semanas, sobre la participación de una organización del entorno de ETA en futuras movilizaciones de los presos comunes más peligrosos. Curiosamente en la carta que acompañaba al paquete bomba que llegó ayer a LA RAZÓN, y que iba firmada por el supuesto corresponsal en Hong Kong de un diario madrileño, se aludía a los artículos que he escrito en las últimas semanas sobre el mundo penitenciario.

Ayer, cuando me enteré de la llegada del paquete-bomba, me vinieron a la cabeza los artículos que ese individuo, Pepe Rei, escribió sobre algunas personas que, posteriormente, fueron asesinadas por ETA. También me vino a la memoria un artículo escrito por otro supuesto periodista, que trabajaba en el desaparecido diario EGIN y que ahora está en la cárcel por haber formado parte de un comando de ETA. En ese artículo, este recluso me llamaba ‘guardia civil de paisano’, y aprovecho esta ocasión en que, según las primeras hipótesis policiales, han sido sus compañeros de banda los que enviaron el paquete-bomba a mi nombre, para decirle que, lejos de agraviarme me hizo un gran honor, porque gran honor considero ser equiparado a los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado – Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil – que tan eficazmente combaten el terrorismo etarra.

Quiero agradecer a todas las personas que me llamaron ayer sus mensajes de solidaridad, que sin duda son también para todos los compañeros periodistas que están amenazados y para los que, desgraciadamente, ya son víctimas de ETA.

Para terminar, me gustaría repetir una frase que le dije una vez en antena a Carlos Herrera que, como todos saben, hace poco recibió también un paquete-bomba. Al referirme a unas amenazas contra periodistas que acaban de aparecer, le dije a Carlos: “A mí, para callarme, me tienen que matar”.

Pues eso, que voy a seguir, si los responsables de LA RAZÓN me lo permiten, en este mismo trabajo. Y lo haré como cualquier periodista, con el servicio a la verdad y la defensa de la libertad como objetivos. Soy vasco, de Bilbao, y por lo tanto español. Mis padres son vascos, mis abuelos lo fueron, y sin ser uno de los inmigrantes a los que alude Arzallus, me siento tan vasco como ellos.

Los que estamos del lado de la Constitución queremos un País Vasco en paz y libertad. Pero para conseguirlo hay que luchar por ello. Los periodistas, que al principio utilizábamos la pluma, luego la máquina de escribir y ahora el ordenador, no podemos ocultarnos tras una pantalla. Hay que dar la cara aunque te la rompan.

Recuerdo una frase de mi padre, que tuvo que abandonar el País Vasco por las amenazas de ETA, por indicación de la Policía, y pese a que él quería quedarse en su tierra ya que es guipuzcoano de Irún: “No hay hombres cobardes o valientes, sino los que se saben aguantar el miedo y los que no”.

Jesús María Zuloaga.