21 marzo 1992

El banco Banesto había salvado al periódico dirigido por Anson de la quiebra gracias a sus préstamos y realizó una oferta al editor, Guillermo Luca de Tena, para tener preferencia en caso de que quisiera vender

¿Intentó el banco Banesto de Mario Conde hacerse con el control del diario ABC y su editora a través de Rafael Pérez Escolar?

Hechos

En marzo de 1992 se celebró la Junta de Accionistas de Prensa Española (editora de ABC) ratificó a D. Guillermo Luca de Tena presidente del Consejo de Administración en el que seguiría estando D. Rafael Pérez Escolar (consejero del banco Banesto).

11 Agosto 1993

"Mario Conde es uno de los líderes sociales de España"

ABC (Director: Luis María Anson)

Positivo para España

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Banesto anunció ayer que los dos primeros tramos de su anunciada ampliación de capital han quedado totalmente cubiertos, culminando con éxito con ello la mayor ampliación de capital de la historia de la Banca europea. Es una magnífica noticia para España, para el sistema financiero y desde luego, para Banesto; pero es preciso subrayar que el acontecimiento sobrepasa los límites de un gran éxito financiero.

Demandar 94.000 millones al mercado es siempre difícil, como lo prueba el hecho de que nunca se abordará. Pero las circunstancias concurrentes en esta gran operación añadían factores de dificultad. Ante todo, el momento no era el más propicio. España se encuentra inmersa en una profunda crisis económica, con niveles de desempleo, endeudamiento del Estado, déficit público y de pérdida de competitividad apenas soportables.

Todo ello coincide con una situación interna caracterizada por un Gobierno de soporte parlamentario débil, acaso con demasiadas dificultades para abordar el tratamiento que la economía necesita, y con un partido gobernante sumido en una de sus peores crisis. El entorno europeo, con un Sistema Monteario que renuncia a su esencia para conservar su apariencia, con repetidas devaluaciones de la peseta y con una crisis económica generalizada, incrementaban el nivel de dificultad.

En circunstancias normales, el haber cubierto la mayor ampliación de capital de la historia de la Banca, hubiera sido un gran éxito. El conseguirlo ahora es ciertamente excepcional. Por ello conviene preguntarse sobre las razones del resultado. Ante todo parece claro que el mercado en general y los accionistas en particular han comprendido el enorme esfuerzo inversor de la entidad en estos años: más de 350.000 millones de pesetas fueron invertidos para ser competitivos en el largo plazo, sin pedir, hasta ahora, el concurso de los accionistas.

El Banco ha seguido una política de claridad informativa advirtiendo al mercado que iba a destinar todos sus resultados positivos a dotaciones y que la decisión sobre el dividendo se tomaría a la vista de la evolución del ejercicio. Ello ha sido interpretado como un acto de seriedad financiera y el mercado ha premiado a Banesto por ello. No cabe duda, además, que el prestigio del Banco de negocios JP Morgan, invirtiendo en Banesto como apuesta por la gestión de la entidad, ha contribuido al resultado final.

Pero a todo lo dicho hay que añadir un factor que, si no se quiere perder la objetividad, es preciso señalar: Mario Conde, el joven presidente de Banesto, se ha convertido en uno de los líderes sociales destacados en España. Liderazgo significa, ante todo, capacidad de inspirar confianza y ello es particularmente difícil cuando se trata de conseguir que los demás confíen sus ahorros. Por lo cual es tan significativo que casi 40.000 accionistas nuevos se hayan incorporado a Banesto y que más de 10.000 millones de pesetas se hayan quedado sin poderse invertir por falta de oferta. Todo ello es particularmente importante en estas horas de España. El hecho de que el presidente de Banesto haya sido el primero en acudir a la ampliación, arriesgando aún más su patrimonio con el futuro del Banco, ha sido decisivo.

Con el éxito obtenido en esta ampliación, Banesto, además de escribir una página memorable para la historia de la Banca española, ha rendido un magnífico servicio a España y a su sistema financiero. Con ello, además de ingresar en el cuadro de los Bancos mejor capitalizados a nivel mundial, Banesto dispone de la gran fuerza moral que proporciona el haber sido capaz de llevar a cabo, en las peores circunstancias, algo que nadie había abordado ni siquiera en los mejores momentos.

El frustrado asalto a ABC

Luis Herrero

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Guillermo Luca de Tena tuvo que hacer acopio de buena salud y de agilidad mercantil para quitarse de encima la espada de Damocles que suponía mantener viva la deuda contraída con el banco de Mario Conde. Remató la venta del edificio de la calle Serrano y saldó la deuda con Banesto. Conde se quedó a un paso de conseguir uno de los sueños dorados.

Naturalmente, no se resignó. Conde nunca se resigna al primer contratiempo. Aunque el diario conservador se había convertido en su mejor aliado, significándose como el más activo amplificador de sus excelencias sociales y profesionales, el banquero n ose fiaba de que esa magnífica relación fuera a durar para siempre. Podría ocurrir que Pérez Escolar perdiera fuerza en el Consejo de Administración de Prensa Española o que Rafael Ansón subiera excesivamente  las tarifas por hacer de embajador de Banesto ante el periódico dirigido por su hermano.

La posición editorial de ABC respecto a Conde siempre estuvo al servicio de una idea fundamental: no era sólo un banquero de éxito; era un líder social vigoroso, inteligente, insumiso al poder, innovador y admirable. No será nada fácil encontrar un florigelio tan abudante, en las páginas editoriales de ABC dedicado a otra persona. ¿Por qué? Tal vez sea plausible la explicación de que, facilitándole un buen trato, Luis María Anson trataba de evitar que insistiera en su propósito de hacerse con la propiedad del periódico.

Si fue así, no lo consiguió. Mario Conde cortejó la propiedad de ABC casi hasta el último minuto y siempre se rodeó de los mejores aliados posibles para salirse con la suya. La única explicación de que no lo consiguiera está en la defensa heroica que hizo de sus acciones Guillermo Luca de Tena. Rechazó ofertas multimillonarias y presiones muy poderosas.

La peor de todas le llegó por sorpresa, en casa de Mario Conde, después de una larga conversación de sobremesa. No había testigos. Cuando el banquero ya había agotado todos los señuelos y el editor de ABC se creía a salvo, sonó el teléfono del salón. El dueño de la casa atendió la llamada y a los pocos segundos le ofreció el auricular a su invitado.

– Alguien pregunta por ti, Guillermo – le anunció con voz neutra.

A Guillermo Luca de Tena casi le dio un vuelco el corazón cuando reconoció la voz que le estaba aconsejando vender sus acciones al presidente de Banesto.

– No, no estoy de acuerdo – dijo poco antes de colgar. Y luego añadió: ¡Mis acciones no están en venta… Señor!

Casi estuvo a punto de colgar y dejarlo con la palabra en la boca. Pero no lo hizo. Hubeira sido la primera vez que el dueño de ABC dejaba en mala situación al padre del Rey.

– ¡Le digo que no, Majestad, eso que me pide – insistió – no lo puedo hacer de ninguna manera!

Y, ciertamente, no lo hizo.

La estrategia de Conde, cambió desde ese momento. En su opinión, el verdadero culpable de que la compra no saliera adelante era Luis María Anson. Por eso decidió quitárselo de en medio. Sus hombres – Fernando Garro y Rafael Pérez Escolar entre ellos – pusieron en marcha una operación de acoso y derribo tomando como excusa la información que publicaba el periódico a propósito de las audiencias de televisión. Le acusaron de perjudicar intencionadamente a ANTENA 3 en beneficio de TELECINCO y respondieron a esa pretendida campaña poniendo en circulación algunos rumores sobre las servidumbres que le suponía a ABC las fraternidad de Rafael Ansón.

En el capítulo estricto de la leyenda hay quien afirma que todos estos detalles se incluyeron en un dossier que sirvió días más tarde, para que Rafael Pérez Escolar pidiera la cabeza de Luis María Anson durante una reunión del Consejo de Administración de Prensa Española. No es cierto. En ninguna reunión del consejo se ha planteado el cese del director. Tampoco es cierto – tal y como se especuló profusamente – que Anson estuviera destituido durante algunas horas.

Lo único real es que las horas más difíciles del director de ABC coincidieron con la batalla informativa sobre las audiencias de los distintos canales. La sangre, sin embargo, no llegó al río, a pesar de que Mario Conde estuvo empeñado en lo contrario.

Le dijo a Pérez Escolar que era indigno que Prensa Española estuviera al servicio de los negocios del hermano del director de ABC; que no podía entender que Guillermo Luca de Tena consistiera esa situación y que él había pagado dinero por aparecer en el periódico  más de una ocasión. Empresarios comentaban entre sí las tarifas que cobraba Rafael Ansón por aparecer en ‘Las Caras de la Noticia’.

La ofensiva de Mario Conde contra Luis María Anson existió. EL banquero movió algunas piezas sobre el tablero para conseguir que el sustituto fuera Darío Valcárcel (al que Banesto se dice que pagaba ciertos informes de política exterior) pero sólo consiguió avisar del pelgiro a sus adversarios y forzarlo a extremar precauciones. Ante el riesgo de que la ofensiva prosperaba se rumorearon como nombres alternativos los de Francisco Giménez Alemán y Federico Jiménez Losantos.

Sin embargo, la cabeza de Luis María Anson, nunca corrió peligro. Ni Guillermo Luca de Tena podía dejar de agradecerle los servicios prestados durante la última década ni su hija Catalina podía permitir que ABC cayera en manos de Mario Conde. Por una parte, el banquero no era santo de su devoción; no estaba dispuesto a renunciar a su futuro en el periódico.

El resultado fue que el presidente de Banesto volvió a quedarse con la miel en los labios y que entre los hermanos Anson se establecieron aparentemente hostilidades serias.

Memorias

Rafael Pérez Escolar

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El ABC volvía por sus fueros, con éxitos crecientes en cuanto a venta y publicidad, frutos directos del prestigio periodístico recuperado brillantemente por Luis María Anson en un escenario en el que se estaba librando una dura lucha con los demás medios. Hasta que llegó una de las ocurrencias más originales de Guillermo Luca de Tena: ponerse en relación con los alemanes del poderoso grupo Berstelsmann para hacer en España un periódico sensacionalista, CLARO, editado por una nueva sociedad en la que Prensa Española tomaría el 50% del capital. Me consta que Luis María se mostró contrario a esa iniciativa, cuyo protagonismo fue asumido con obstinada decisi´n por Guillermo. El fracaso de la empresa fue tan estrepitoso y notorio que me excusa de cualquier comentario. Lo cierto es que Prensa Española, que ya había saneado su patrimonio al vender a muy buen precio los antiguos locales entre las calles de Serrano y la Castellana, en lo que también participé activamente y que le permitió construir el nuevo edificio de la carretera de Barcelona, próximo a Barajas, se enfrentó de nuevo a una situación aún más delicada que la que había padecido unos años antes. Los alemanes habían animado a Guillermo a que Prensa Española pidiese un crédito por 5.000 millones de pesetas con la Deutsche Bank, cuya póliza, después del fracaso de CLARO, estaba a punto de vencer, lo que permitía presumir oscuras maniobras para hacerse con el ABC.

Yo me encontraba pasando unos días del mes de agosto en Burgos, con una fuerte gripe propia de los veranos burgaleses, cuando a veces se asemejan al invierno más crudo. (Se dice, y no sin razón, que en Burgos hay dos estaciones: el invierno y el ferrocarril). Con una fiebre del demonio correspondí a una llamada telefónica que nos hizo Guillermo Luca de Tena, preso de la mayor angustia: “Rafael, estos cabrones del Deutsche Bank nos van a ejecutar. Soy incapaz de resolver la situación de inmediato, como me pide esa gente. Te ruego que hagas todo lo posible con Mario Conde para ver si podemos evitar la catástrofe”. Llamé por teléfono a Madrid y me dijeron que el presidente había regresado de Mallorca e iba a reunirse con la comisión ejecutiva al día siguiente. No lo dudé un punto: preocupado al máximo por lo que me había dicho Guillermo, me presenté por la tarde en el despacho de Conde para asegurarle en mi condición de consejero de Prensa Española que solamente el edificio de la carretera de Barcelona cubría sobradamente el crédito que ostentaba la Deutsche Bank. “No puedes dejar que caiga el ABC en manos de los alemanes”. “Estoy de acuerdo – contestó Conde – pero me temo que habrá dificultades por parte de Belloso”. “Por muy socialista que sea el Sr. Belloso, creo que esta casa tiene la obligación de impedir que el ABC deje de ser un periódico español”. Aproveché también la ocasión para hablar con Ricardo Gómez-Acebo, que me prometió apoyar en la comisión ejecutiva la propuesta de sustituir a la Deutsche Bank como acreedora de Prensa Española.  Y así pudo hacerse todo en menos de veinticuatro horas, un tiempo más breve todavía que el que empleaba lope para escribir “más  de una comedia”. Guillermo no se lo creía hasta que firmó la póliza y así pudo pagar íntegramente el crédito del banco alemán. Luego, cuando estalló la crisis de Banesto en diciembre del 93, nadie en el ABC publicó una sola línea en defensa de Pérez Escolar, y lo que aún fue peor, el periódico se acomodó en todo a las tésis oficiales, sin reparar en que se había producido un gigantesco expolio, en perjuicio de los accionistas del banco, basado en la prevaricación y la falsedad de los máximos rectores del Banco de España.