18 octubre 2015

Sectores de las federaciones andaluza y extremeña del PSOE expresaron su oposición al haber sido alguien que había criticado reiteradamente al partido cuando era la portavoz de UPyD

Listas PSOE 2015: Pedro Sánchez Castejón ficha a Irene Lozano Domingo que abandonó UPyD tras perder su batalla interna frente a Rosa Díez

Hechos

El 18.10.2015 el Comité Federal del PSOE aprobó sus listas electorales que incluían a Dña. Irene Lozano como número 4 del PSOE por Madrid.

Lecturas

LA LISTA DEL PSOE POR MADRID

  • Nº 1 – D. Pedro Sánchez
  • Nº 2 – Dña. Meritxell Batet
  • Nº 3 – D. Antonio Hernando
  • Nº 4 – Dña. Irene Lozano Domingo (Independiente)
  • Nº 5 – D. Rafael Simancas
  • Nº 6 – Dña. Zaida Cantera (Independiente)
  • Nº 7 – D. Eduardo Madina
  • Nº 8 – Dña. Ángeles Álvarez
  • Nº 9 – D. José Enrique Serrano
  • N º0 – D. Juan Ignacio Díaz Bidart

M_Batet La catalana Dña. Meritxel Batet será la ‘número 2’ de D. Pedro Sánchez en la candidatura por Madrid.

zaida_cantera La comandante Dña. Zaida Cantera, que denunció haber sido víctima de acoso de un superior y que-con ayuda de la diputada Dña. Irene Lozano (entonces en UPyD) denunció la inactividad del ministerio de Defensa en su caso – ha aceptado la oferta del PSOE de ir en el puesto número seis de la lista del PSOE por Madrid.

17 Octubre 2015

Lozano, un fichaje de difícil explicación

Editorial (Director: David Jiménez)

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El fichaje de Irene Lozano, diputada de UPyD en esta legislatura, por el PSOE de Pedro Sánchez ha causado un revuelo político y social del que pueden salir malparados los dos protagonistas. Lozano ha sido una combativa parlamentaria contra la corrupción en estos cuatro años. Se ha distinguido en el Congreso por sus intervenciones en contra del bipartidismo y a favor de la regeneración, muy en consonancia con el discurso de la ex líder de su partido, Rosa Díez, hasta el punto de convertirse en una de las figuras más reconocibles de UPyD

No hay que olvidar, por ejemplo, su ataque contra el eurodiputado Francisco Sosa Wagner cuando defendió en un artículo en EL MUNDO la conveniencia de una fusión entre UPyD y Ciudadanos. Esta operación contradecía las tesis de Rosa Díez y el aparato, inmutables tras el notable fracaso en las elecciones europeas de 2014. «Al final, suele suceder que mientras uno debate cómo mejor actuar para lograr esa sociedad, va mostrando su propia naturaleza, a veces con un simple acto o una sola frase. Me alegro de conocerte un poco mejor. Perdona que no me levante», concluía Lozano su carta a Sosa. Aunque se disculpó posteriormente, esas duras palabras quedaron escritas y ahora se vuelven en su contra.

Irene Lozano justifica hoy en este periódico su inclusión en las listas del PSOE al que tanto ha criticado en esta legislatura en que ella misma es la prueba del afán regeneracionista de Pedro Sánchez. Pero tiene ahora muy complicado mantener su discurso de renovación del sistema democrático cuando tanto ha evidenciado la inacción socialista en este asunto. Dice que se incorpora al PSOE como independiente, pero es difícil justificar esa independencia porque hasta ayer mismo militaba en UPyD. La política tiene unos códigos éticos que es contraproducente incumplir. Conviene recordar que la mayoría de los compañeros de Lozano con cargos electos ha optado por abandonar esta actividad ante la debacle de UPyD.

Pero si Irene Lozano queda en entredicho con su decisión, Pedro Sánchez tampoco sale bien parado. Porque si para demostrar que el PSOE está empeñado en regenerar el sistema tiene que fichar a alguien ajeno al partido, está transmitiendo a la sociedad que dentro no encuentra a nadie capaz de llevarlo a cabo. Y también surge la interpretación de que se trata de una operación puramente cosmética, una mera cuestión de imagen que a la larga no hará nada bien al proyecto que lidera. De hecho, el malestar causado por la llegada de Lozano ya se nota en la formación. Guillermo Fernández Vara le exigió ayer que pidiera disculpas por todo lo que ha dicho del PSOE en estos años.

Sánchez ha decidido que Lozano vaya de número cuatro en la candidatura que PSOE va a presentar por Madrid en las próximas generales. Se asegurará así un escaño en el Parlamento y, por tanto, relegará a algún miembro preeminente del partido en un momento en el que pueden emerger luchas de poder porque con la aparición de Podemos y Ciudadanos nadie es capaz de predecir dónde estará el corte de los elegidos socialistas en la próxima convocatoria electoral.

El PSOE ya ha desvelado que en la lista por la capital irá Meritxell Batet, destacada dirigente de ese PSC dubitativo en Cataluña, a la que se une también Zaida Cantera, la ex comandante que tuvo que dejar el Ejército tras denunciar acoso sexual y laboral por parte de sus superiores –caso en el que se comprometió personalmente Irene Lozano– y que no tiene ninguna experiencia política. Ahora se anuncia este nuevo fichaje, procedente de UPyD, un partido que ha defendido a ultranza la unidad de España. El PSOE, que propugna una reforma de la Constitución que lleve hacia un modelo federal, incorpora a sus filas a alguien que procede de una organización que ha hecho bandera, por ejemplo, de la retirada a las comunidades autónomas de las competencias en Educación y Sanidad.

Pedro Sánchez, pues, tiene muy difícil explicar a sus compañeros estas medidas que, como decimos, parecen más bien bandazos cosméticos que decisiones meditadas para conformar unas candidaturas coherentes con el discurso que los socialistas quieren presentar en las trascendentales elecciones del 20-D. Y, de puertas afuera, el líder socialista debe argumentar a sus votantes por qué avala esta heterogénea lista, que sugiere que el PSOE se presenta sin una idea clara de lo que quiere para el futuro de España.

18 Octubre 2015

...y en el PSOE

Editorial (Director: Antonio Caño)

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La decisión del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, de incluir en la lista electoral de Madrid a la hasta ahora diputada de UPyD Irene Lozano ha causado una lógica tormenta interna en el partido. Aunque a la hora de votar, los más de 200 miembros del comité federal hayan dado el respaldo casi unánime a las listas de candidatos socialistas al Congreso de los Diputados y al Senado, algunos de los pesos pesados del partido no han desaprovechado la ocasión para criticar un fichaje que han visto arbitrario y rozando lo estrambótico.

Nadie pone en duda la necesidad de renovar las listas electorales con vistas al 20 de diciembre después de los malos resultados electorales del PSOE en los últimos años. Es positivo que se hayan renovado en torno al 80% de los candidatos en busca de esa regeneración que han pedido los ciudadanos con sus votos. Pero la inclusión de Lozano como número cuatro de la lista por Madrid (al igual que la de la comandante Zaida Cantera como número seis), plantea algunos problemas en el fondo y en la forma.

En cuanto al fondo del fichaje, las razones expuestas por Sánchez sobre la función que tendrá Irene Lozano en el partido (impulsar su regeneración), nos lleva a plantear varias preguntas: ¿es que no se puede regenerar el partido desde dentro? ¿No era una de las prioridades del nuevo equipo? Se da, además, la circunstancia de que el nuevo fichaje ha sido durante años un auténtico azote de los socialistas, a los que ha equiparado sistemáticamente con el PP en el nivel de la corrupción.

Las formas utilizadas para la contratación de Lozano y Cantera son también manifiestamente mejorables. Las decisiones de este calibre deben consensuarse con los principales líderes del partido, para evitar problemas de unidad a poco más de dos meses de unas elecciones en las que los socialistas (y sobre todo Pedro Sánchez) se juegan su supervivencia como partido de Gobierno.

17 Octubre 2015

¿Ha habido un 'lozanazo'?

Ruben Amón

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Quienes conocemos a Irene Hernández Lozano en su rectitud y en su honestidad nos hemos armado de argumentos estrafalarios para comprender su mutación política. El propio sustantivo “mutación” implica un punto de vista condescendiente, edulcorado, más o menos como si resultara inapropiado relacionar a Lozano con la desmesura del transfuguismo.

No creo que proceda hablar de lozanazo, entre otras razones porque los antecedentes de este lenguaje dislocado y soez –pensemos en el tamayazo- identifican una traición política al partido y a los votantes, muchas veces concebida desde el oportunismo o desde el cohecho, incluso instrumentada para malograr un gobierno o forzar unas elecciones.

Tránsfuga no es Irene Hernández Lozano, pero su adhesión al PSOE le obliga a “cabalgar contradicciones”, expresión de geometría variable que Pablo Iglesias ha convertido en recurso de su propia mutación, viajando de Grecia a Suecia en cuestión de unos meses.

UPyD es un partido en descomposición que tiene más siglas que diputados. Y el PSOE es un partido en recomposición»
Quiere decirse que los evangelistas de la regeneración incurren prematuramente en el prosaísmo de la política convencional. Y que Irene Lozano, aun sin pretenderlo, se resiente de un laberinto paradójico. No sólo devolviendo UPyD a la casa madre –el PSOE- y neutralizando la aventura de Rosa Díez. También interpretando al revés su batalla iconoclasta al bipolarismo: acude al rescate del partido que antes lo encarnaba y que se aferra a encarnarlo.

Es la contradicción más asombrosa del proceso. Ahora que la Ciudadanos y Podemos han cuestionado la dialéctica bipolar, Irene Hernández Lozano se inscribe en el “eje del mal “socialista. Y ofrece la abnegación de su trabajo –ha sido ejemplar esta legislatura- a la recomposición el monstruo que ella misma aspiraba a derribar.

Sería un error confundir a Irene Lozano con un parásito de la política y una superviviente. Creo conocerla lo suficiente –amigos no somos- para excluir de su jugada cualquier pretensión arribista, incluso cualquier aspiración de ejercer un hipotético cargo ministerial. Y no voy a escarmentarla con sus delitos de hemeroteca.

No hace falta. La anomalía de la operación “evolutiva” -otro eufemismo- se identifica en la asepsia de un teletipo de agencia: “Irene Hernández Lozano será número cuatro del PSOE por Madrid”. Explicaba ella misma ayer que comprendía la incredulidad, pero la relativizaba desde la autosugestión, haciendo acopio de argumentos convergentes – la socialdemocracia, la transparencia, la regeneración- y exagerando sus pretensiones de independencia. Irene Hernández Lozano quiere estar excluida desde dentro. O incluida desde fuera.

UPyD es un partido en descomposición que tiene más siglas que diputados. Y el PSOE es un partido en recomposición cuyo líder, Pedro Sánchez, parece haber convertido la elaboración de las listas en una purga. Se trata de eliminar la “mezcla”, como diría monseñor Cañizares, así es que el revuelo edípico que la vieja guardia ha organizado a su líder instrumentaliza a la propia Irene Lozano no en su idoneidad ni aptitud sino en el problema de haber ocupado una plaza que otros patriarcas del socialismo antiguo creían propio o asegurado.

18 Octubre 2015

La cena del 11-F

Manuel Jabois

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El día en que Pedro Sánchez destituyó a Tomás Gómez como jefe del PSM mucha gente en el PSOE creyó que se estaba enterrando a sí mismo. Algunas de esas personas organizaron una cena para echarle una mano con la pala. Fue el miércoles 11 de febrero. Esa noche se reunieron en un domicilio de Madrid Zapatero, Susana Díaz, Gómez y Carme Chacón. El objetivo era conjurarse contra Sánchez. Y en un momento de la noche Díaz consoló a Gómez diciéndole: “Canijo, tú tranquilo que después de las autonómicas me tienes aquí”.

Lo que ocurrió después fue que todos dieron pasos atrás. La jugada a Gómez, que había sido elegido por la militancia, funcionó: Gabilondo, colocado por el aparato, sacó buenos resultados. Entre Sánchez e Iceta desactivaron a Chacón. Y Díaz dedicó el tiempo de después de las autonómicas a asegurar su investidura durante semanas. Sánchez tuvo un verano plácido: tanto que terminó acogiendo a Madina como peso pesado de la lista en Madrid. Dos meses atrás había pedido el contacto de Zaida Cantera a los diputados Ángeles Álvarez y Diego López Garrido.

Hace tres semanas el líder del PSOE fue más allá. Dice ahora que él siempre valoró el trabajo de Irene Lozano en el Congreso, que le parecía “una progresista que defiende con vehemencia” sus ideales. Esa vehemencia es la que ha provocado el terremoto bajo sus pies. Lozano ha sido una de las grandes fustigadoras del socialismo: se predestinó a acabar con el bipartidismo y ha llegado a preguntar, con sorna, si el PSOE seguía existiendo. Nada de eso evitó que a Sánchez, cuando pensaba en las listas, se le cruzase la mujer en la cabeza (“como si el Barça piensa en Mourinho después de meterle el dedo a Tito”, dice un diputado socialista). Sánchez envió a Antonio Hernando a sondear a Lozano en el Congreso. Hernando volvió al despacho de Sánchez con la sensación de que Lozano estaría abierta a escuchar ofertas. Cuando se encontraron, él le prometió espacio para su obsesión en regenerar la política. No hablaron de las diferencias del pasado. Ni de que la regeneración de la política que tuvo estos años Lozano en la cabeza pasaba por liquidar al PSOE.

En Ferraz se defiende que Sánchez prometió a la militancia “abrir el partido e incorporar independientes”, aunque en el caso de Gabilondo eso fue a costa de la democracia interna. Díaz ha ordenado calmar las aguas a dos meses de las elecciones. Con el golpe de mano de Lozano, Pedro Sánchez reconoce que todas sus fichas están en La Moncloa. Ni un buen resultado que lo deje en la oposición valdrá para aplacar la ira de muchos socialistas, generales y soldados, que ayer aprobaron las listas con las mandíbulas apretadas. Díaz llegó una hora y cuarenta minutos tarde, entró y se fue sin hablar. No daban nada por Sánchez cuando fue elegido y han ido condenándolo por pactar con Podemos y con Rajoy. Hoy es el candidato más probable a presidir el Gobierno con medio partido desconfiando de él; si fracasa el 20-D no va a haber mesas en Madrid para tanta cena.

22 Octubre 2015

Zelote

David Gistau

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A partir de la revelación de la identidad de los Reyes Magos, todos los desengaños contribuyen a hacernos adultos. Hay un aprendizaje que extraer de la saga/fuga de Irene Lozano, que se ha subido al último helicóptero del PSOE como si no estuviera huyendo de UPyD, sino de Saigón. Como soy cínico y malvado hasta la carcajada aviesa, siempre disfruto mucho cuando la condición humana destroza una pretensión narcisista de superioridad. Un moralista regañón, sometida su conducta a prueba, se revela como un miserable. Con eso lo paso mejor que con las natillas desde que tres negaciones desnudaron la auténtica determinación de nuestro primer zelote.

Cómo será la disposición a la traición de Irene Lozano que, cuando en UPyD se le acabó la gente a la que traicionar, se traicionó a sí misma.

Al menos, a la zelote que castigó a Sosa y que luego mutó en su propio antagonismo. Y no fue una epifanía, sino un instinto de conservación. Para justificar su incorporación a lo que describía como un engendro cleptocrático llamado «PPSOE», utiliza un argumento delicioso que es el que los hará a ustedes más adultos: eran eslóganes parlamentarios, teatro, una exigencia del guión, como enseñar los pechos en «Emmanuelle». Cambiado el libreto, ahora Irene Lozano dirá otras cosas diferentes, y lo hará con la misma pasión teatral fingida. Un poco como el futbolista que de niño siempre soñó con jugar en los equipos por los que va pasando. ¿Se dan cuenta? Ustedes se toman esto en serio. Los creen cuando los ven heridos o indignados por algo. De verdad pensaron que en la «nueva política» hay profetas cuya sola presencia es curativa. Y luego resulta que todo es instrumental. Que la política potencia las partes más rastreras del ínfimo ser, con miedo a la intemperie, que somos. Y que las grandes verdades morales no son sino eslóganes desechables que pueden cambiarse por otros en apenas unos minutos.

De todos los ingenuos ideales que UPyD se propuso cumplir, queda desbaratado ése según el cual la política debían purificarla personas extraídas de la sociedad civil y de la clase intelectual a las que se suponía mejores por el solo hecho de no ser políticos profesionales. Igual hasta resulta que el fichaje por parte del PSOE, al que no es posible encontrar una explicación, es un modo enrevesado de refutar esa idea mediante la demostración de que es posible comprar a los fiscales morales. También este descubrimiento los hará a ustedes más adultos. Desde hace demasiado tiempo, la sociedad evita enfrentarse a sus defectos colectivos a base de adjudicar todas las culpas a la «casta» política, como si ésta estuviera compuesta de marcianos ajenos a nosotros a los que hay que expulsar para recuperar un paraíso ético perdido. Resulta que la única direrencia entre un moralista y un regañado a veces consiste en que el primero aún no tuvo una oportunidad de fracasar en su examen de conducta. Mira que si ahora Schz me ofrece un escaño y me pongo a decir cosas como «las libertades»…