4 junio 1974

Pertenece al Partido Laborista, igual que su antecesora Golda Meir

Isaac Rabin, el vencedor de la guerra «de los seis días», se convierte en el nuevo Primer Ministro de Israel

Hechos

El 3.06.1974 el Parlamento de Israel (Knesset) designó a Isaac Rabin, del Partido Laborista, nuevo primer ministro de Israel.

Lecturas

Golda Meir fue nombrada primera ministra en 1969. 

Ocupó el cargo de Jefe del Estado Mayor del Ejército durante la ‘guerra de los seis días’.

En abril de 1977 Rabin será forzado a dimitir. 

El Análisis

Rabin, el relevo tras la tormenta

JF Lamata

En junio de 1974, Isaac Rabin asumió como primer ministro de Israel, recogiendo un testigo marcado por la fatiga y la crisis. Su antecesora, Golda Meir, había encarnado la fortaleza del laborismo en el poder desde 1969, pero la guerra del Yom Kippur de 1973 sacudió los cimientos de su liderazgo. La sorpresa inicial del ataque coordinado de Egipto y Siria, las miles de bajas y la sensación de vulnerabilidad dejaron a la sociedad israelí conmocionada. Aunque el ejército terminó imponiéndose, el trauma de la guerra y el informe de la comisión Agranat, que señalaba fallos de inteligencia y preparación, precipitaron la dimisión de Meir en abril de 1974.

En este contexto llegó Rabin, que no era un político cualquiera, sino ya un héroe nacional por su papel como jefe del Estado Mayor durante la guerra de los Seis Días de 1967, cuando Israel consiguió una victoria fulgurante frente a sus vecinos árabes. Diplomático experimentado y con prestigio militar, representaba una nueva generación dentro del Partido Laborista, la misma formación que había dado a Israel todos sus primeros ministros desde la independencia. Su elección significaba continuidad en el partido, pero también renovación de liderazgos, un intento de recuperar la confianza de una sociedad que dudaba de sus dirigentes tras la amarga experiencia de 1973.

Rabin asumía el poder en un momento delicado: el país estaba más fuerte militarmente, pero también más aislado diplomáticamente, con una sociedad dividida entre el orgullo de la supervivencia y la desconfianza hacia sus gobernantes. El nuevo primer ministro debía navegar entre la necesidad de garantizar seguridad y la apertura a un difícil diálogo con los vecinos. Su llegada demostraba que, pese a los reveses, el laborismo seguía siendo el partido central de Israel, capaz de reinventarse para mantener el timón en los años más convulsos de su joven historia.

J F Lamata