5 marzo 1997

Haro: "Liaño empapela a mis compañeros Polanco y Cebrián, hay fascistas detrás de la querella y fascistas delante. Todo un Gobierno fascistizado"

Jaime Campmany Díez de Revenga (ABC) responde a los dardos de los columnistas de EL PAÍS, Javier Tusell Gómez y Eduardo Haro Tecglen ‘el tonto y el malo’

Hechos

Tras presentar una demanda contra el presidente del Grupo PRISA, el periodista D. Jaime Campmany fue muy criticado por columnistas de EL PAÍS (diario del Grupo PRISA) como D. Javier Tusell o D. Eduardo Haro Tecglen.

Lecturas

Coincidiendo con el caso Sogecable en el que D. Jaime Campmany Díez de Revenga es uno de los demandantes contra el presidente de El País, D. Jesús Polanco Gutiérrez, el columnista de El País el 1 de marzo de 1997 publica un artículo contra Campmany por su pasado franquista. El 2 de marzo de 1997 otro columnista de El País, D. Eduardo Haro Tecglen, criticará a Campmany por ser ‘fascista’. A ambos respondió D. Jaime Campmany Díez de Revenga el 5 de marzo de 1997 desde ABC con su artículo ‘el tonto y el malo’.

A finales de febrero de 1997 el juez instructor Nº1 de la Audiencia Nacional, D. Javier Gómez de Liaño, había iniciado una causa contra los máximos directivos de Sogecable, que eran los directivos del Grupo PRISA, el llamado ‘caso Sogecable‘, se les acusaba de haber usado los fondos de los abonados para otras cuestiones del grupo. El caso lo había iniciado un artículo de la revista ÉPOCA, que dirigía D. Jaime Campmany. PRISA había demandado al Sr. Campmany y el Sr. Campmany había respondido demandando a la cúpula de Sogecable por apropiación de fondos y falsedad documental. (Por cierto, el Sr. Campmany era accionista minoritario de VÍA DIGITAL, la plataforma de televisión que competía con la de Sogecable, CANAL SATÉLITE DIGITAL). 

Los medios de comunicación del Grupo PRISA no se quedaron callados ante las medidas judiciales contra su patrón. El primero en atacar fue el columnista de EL PAÍS D. Javier Tusell. Que el 1.03.1997 publicaba un artículo titulado «El sabio arte de Pedir perdón». Era un artículo dedicado a RTVE, pero su último párrafo era un ataque directo a D. Jaime Campmany:

¿Quién no rectifica nunca pase lo que pase? Quien ha ignorado por completo, en su pasado, aquello en que la democracia consiste. Jaime Campmany se, especializó en su día en atacar desde ARRIBA a quien no podía defenderse y, desde los sindicatos oficiales, en contemplar cómo iban a la cárcel aquéllos a los que debiera proteger. Ahora pretende ejercer no se sabe bien qué «acciones populares» en pro de intereses colectivos. No pedirá nunca perdón, aunque tiene motivos sobrados. Razón de más para pensar que ésa es sabia doctrina. (D. Javier Tusell, 1.03.1997).

El siguiente columnista de EL PAÍS en salir en defensa del patrón fue D. Eduardo Haro Tecglen que se atrevía no sólo a sacar el calificativo de ‘fascista’, sino que veía al Gobierno de D. José María Aznar detrás de las querellas.

El Sr. Campmany no tendría problemas en responder a ambos desde su columna en el diario ABC.

02 Marzo 1997

INQUIETUD

Eduardo Haro Tecglen

Leer
Hay fascistas detrás de la querella y fascistas delante. Todo un Gobierno fascistizado, mussolinista, franquista, lanza su peso contra una empresa que emite información y opinión, incluso la mía, tan pequeña y pobretona

Hablo por la radio (A vivir que son dos días – menos mal – de Fernando Delgado, en la SER, fines de semana) con tres políticos: Cisneros, gubernamental; Rosa Aguilar, Izquierda Unida; Ciprià Ciscar, socialista. Y, claro, con mi sereno compañero conservador del PP (o emparentado) Charles Powell. Los políticos son de letanía aprendido: no me interesan, y yo no los llevaría a la radio. Parlen en su Parlamento: yo no voy allí a quitarles su micrófono y ellos sí me quitan el mío. Exceptúo a Gabriel Cisneros. Gabi, querido y antiguo amigo, víctima del crimen de ETA; a veces fuimos medios cómplices, como cuando les puse a él y a otro querido amigo, el padre Patino, de acuerdo para una misión difícil: resolver el caso Añoveros entre el Gobierno y la Iglesia. Les llamaron ‘los pajes’: hicieron bien su trabajo. Pero es que Gabi, porque fue periodista antes que fraile, y charla y réplica, y es gracioso y sensible (Ciprià, como siempre).

Rosa Aguilar está contenta porque el fiscal Poyatos – con perdón – haya salido de la candidatura del Consejo de Ministros: volverá la semana que viene. La pregunto cómo ella y su partido son tan capaces de intervenir en la política de justicia, qué piensan del juez Gómez de Liaño, que empapela, casi esposa con palabras, a mis compañeros Polanco, Cebrián y otros de la empresa donde difícilmente tengo mi agujero. No sabe, no contesta. Tampoco hay ocasión en este micrófono, entre desertado por uno e invadido por otros, de tratar el tema. Será por algo.

A mí me parece grave. Por cuanto aumenta la fascistización progresiva: hay fascistas detrás de la querella y fascistas delante. Todo un Gobierno fascistizado, mussolinista, franquista, lanza su peso contra una empresa que emite información y opinión, incluso la mía, tan pequeña y pobretona – Gabi me dice que no tengo variedad – la quiere ahogar y, como siempre, u objetivo es la cárcel, González sabía, mucho antes de perder las elecciones, que lo que querían no era sólo quitarle el Gobierno, sino meterle en la cárcel. No cejan. Polanco y Cebrián no podían ni imaginarlo. Recuerdo que en las vísperas del 36, luego del 39, nadie creía que le iban a encarcelar; menos, que le iban a matar. Y los periodistas fueron su presa, su carnaza. Yo mismo estoy seguro de que no me va a pasar nada. Y ¿quién sabe? Quizá los pistoleros andan ya limpiando sus armas, cuando sus antiguos camaradas empiezan por acudir a los juzgados a denunciar, sucia palabra.

Eduardo Haro Tecglen

01 Marzo 1997

EL SABIO ARTE DE PEDIR PERDÓN

Javier Tusell

Leer
Jaime Campmany se, especializó en su día en atacar desde ARRIBA a quien no podía defenderse y, desde los sindicatos oficiales, en contemplar cómo iban a la cárcel aquéllos a los que debiera proteger. Ahora pretende ejercer no se sabe bien qué "acciones populares" en pro de intereses colectivos.

Creo que fue Jovellanos quien, enzarzado en las agrias disputas entre los reformistas, revolucionarios y reaccionarios de su tiempo finisecular, recordó que el hecho de que el adversario pareciera desmesurado no daba derecho, por sí mismo, a mostrarse frenético en la defensa de sus propias posturas. Tenía toda la razón aunque ni siquiera se le prestara, mucha atención por entonces.La cita viene a cuento de] debate en el Congreso de los Diputados acerca del nombramiento del director de Radio televisión Española. Los reproches de la oposición socialista fueron respondidos desde el Gobierno con referencias al pasado poco digno de respeto de los socialistas en aquellas mismas materias que reprochaban al PP. El «más eres tú» siempre es un argumento contundente y provocador aunque su eficacia se limita a quien no exige sobrepasar el nivel argumentativo de la gresca en un patio de colegio. Pero parece evidente que puede haberlos mejores. No sólo denota poca imaginación, sino que además instala el debate en un cruce de reproches que puede estar justificado, pero sirve para poco de cara a los intereses generales y deposita el debate en un ambiente de politiquería raquítica y estéril.

¿Por qué no pensar en la posibilidad de otro? Si así se hiciera quizá se descubriría que existe otra forma de comportarse que no sólo es la que corresponde al trato normal de las personas, sino que incluso puede resultar más rentable en la vida política. Alfonso Guerra podía, en su momento, haber prometido una investigación acerca de su hermano y haber pedido disculpas por que una decisión inadvertida suya hubiera tenido las consecuencias sabidas en la Delegación del Gobierno de Sevilla. López-Amor habría quedado mucho mejor aceptando que fue un error consultar la declaración fiscal de su compañero de partido y que di aquellos 59 segundos sobraron 60.

Con ambas actitudes, en primer lugar, habríamos salido ganando todos los ciudadanos españoles. Lo pésimo de «mantenella y no en mendalla», de no reconocer los errores propios y pensar que se justifican porque los de] adversario fueron mayores, es que fuerza la argumentación hasta tal extremo que parece dar por supuesto que el ciudadano no sólo se halla por debajo del coeficiente de inteligencia normal, sino que propende a ser mansurrón y lanar. Cuando López-Amor, pongamos por caso, atribuye sus males a la persecución o argumenta que la promesa de Aznar fue cumplida al nombrar a Ridruejo sólo cabe la duda de atribuirlo a que es idiota, se hace el idiota o nos toma por idiotas a los demás. Lo peor del caso es que, como suelen explicar los malos catedráticos, en este caso la doctrina correcta consiste en la síntesis de todas las demás. Por si fuera poco, este género de respuestas crea ante todo adicción. Ya se puede asegurar que, habiendo empezado con este pie, a López-Amor se le van a reprochar cosas de las que no será culpable.

Hace unos días el dirigente del partido conservador danés salió a cenar, tomó unas copas, tuvo un accidente de coche y, como resultado, ha dimitido de su puesto. La reflexión a que induce esta anécdota no sólo es que un político español montaría toda una teoría conspirativa para justificarse, sino que el danés tiene posibilidades de volver. Sucede que quien pide perdón -como haría cualquier individuo en el trato personal o en el seno de una empresa- sale ganan do. El reconocimiento por parte de Felipe González de que el intrincado laberinto de la OTAN fue un error o el de Aznar de que la ley de secretos oficiales era lo más parecido a una castaña no sólo producen satisfacción porque se nos trata como adultos en pleno uso de nuestras capacidades mentales, sino que compensan a medio plazo a quienes las practican.

Porque ¿quién no rectifica nunca pase lo que pase? Quien ha ignorado por completo, en su pasado, aquello en que la democracia consiste. Jaime Campmany se, especializó en su día en atacar desde ARRIBA a quien no podía defenderse y, desde los sindicatos oficiales, en contemplar cómo iban a la cárcel aquéllos a los que debiera proteger. Ahora pretende ejercer no se sabe bien qué «acciones populares» en pro de intereses colectivos. No pedirá nunca perdón, aunque tiene motivos sobrados. Razón de más para pensar que ésa es sabia doctrina.

Javier Tusell

05 Marzo 1997

EL TONTO Y EL MALO

Jaime Campmany

Leer
El tonto intonso y la Momia han obedecido al unísono al ‘silbo vulnerado’ de Jesús Polanco y arremeten contra mí desde las páginas de EL PAÍS. Tusell que yo me especialicé en el sindicato vertical franquista. La verdad es que cuando yo llegué al sindicato me encontré allí al padre de Tusell.

Dice Santo Tomás que el error es la maldad, y de ahí hay que concluir que los tontos son los malos. La Verdad, la Belleza y la Inteligencia son hermanas, o a menos primas hermanas. En cambio, los errados, los feos y los mentecatos son de la misma estirpe y desde luego van en el mismo carro. Lo que le pasa a Javier Tusell es que le falta pesquis, tiene el talento romo o nonato y se halla inmerso en una charca perenne de estupidez. Lo que le sucede a Haro Tecglen es que tiene mala sangre, no digo mala leche, porque la mala leche en dosis razonables es saludable, benéfica y divertida, sino mala sangre, sangre engangrenada y emponzoñada por un alacrán interior jamás aplastado. En cuanto hay un indicio de que le vaya a salir del pecho una paloma, brota una culebra de la tetilla izquierda y se la come.

Javier Tusell la tiene tomada conmigo desde que un día salió a defender a su amo Oscar Alzaga, que no se digna bajar al palenque y par eso tiene al escudero, o al palafrenero, y hube de llamarle aquí, en esta misma columna, ‘tonto intonso’, es decir, tonto sin tonsura. Intervino en aquella ocasión el teclista y en vez de tonto intonso salió escrito tonto intenso, con lo cual el texto ganaba mucho. Javier Tusell escribe una prosa horrenda, en cambio Haro Tecglen pergeña una prosa excelsa. Y además, Haro evita pícaramente la cita que los juristas llaman ‘nominatim’. Haro no nombra sino que alude. Insulta o ataca por adivinanzas, que tiene más morbo. Bien es verdad que también él sufre la alusión sin mención, y hay muchos que le llaman ‘la Momia’.

El tonto intonso y la Momia han obedecido al unísono al ‘silbo vulnerado’ de Jesús Polanco y arremeten contra mí desde las páginas de EL PAÍS, hermanas de Sogecable y otros amaños televisivos, tal vez porque Polanco les ha soltado la cadena en su desesperación, a ver si me amedrentan o me muerden. Para enfrentarse a Haro, mastín o dóberman, hay que ponerse el collar de pinchos. Tusell no pasa de caniche ladrador, es inofensivo y su enfado resulta pintoresco. Lo que a Tusell mas le gusta llamarme es fascista porque en el año 70 dirigí el periódico ARRIBA. Ahora ha traído a mi biografía un elemento nuevo. Dice Tusell que yo me especialicé en el sindicato vertical franquista en contemplar como iban a la cárcel aquellos a los que debía defender. La verdad es que cuando yo llegué al sindicato del Espectáculo me encontré allí al padre de Tusell, Luis creo que se llamaba, no sé, que era ‘camisa vieja’ de las falanges aguerridas y pionero y presidente del Grupo de Productores cinematográficos, y no me dijo que tuviéramos que defender a alguien de ir a la cárcel, quizá porque estaba muy ocupado en cobrar subvenciones y créditos sindicales para darle la merienda al niño.

Haro Tecglen es más fino, porque seguramente habrá leído a Savonarola y a Maquiavelo, mientras que Tusell no ha incidido siquiera en el padre Mariana, y sin citar nombres dices que hay fascistas detrás y delante de la querella contra Polanco. Luego habla de la denuncia, y recuerda las denuncias de la guerra civil, en el 36 y en el 39. Yo tenía once años entonces, pero ya sabía leer y leía. En Murcia quemaron primero e incautaron después el periódico LA VERDAD. Se limpiaron de un tajo a su director, un sacerdote llamado Pedro Sánchez Barba, convirtieron el diario en NUESTRA LUCHA y allí aparecía una sección de denuncia llamada ‘La Picota’. La denuncia no se presentaba ante los tribunales de justicia, sino que se lanzaba ante las brigadas de milicianos, y el infeliz denunciando aparecía al día siguiente muerto en una cuneta. Todo lo que yo he escrito desde entonces ha ido encaminado a favorecer el olvido de aquello y a predicar la reconciliación de los españoles. Palabras como las de Haro Tecglen ahora, me estremecen. Ah, y que conste que el denunciado soy yo. Él denunció primero.

Lo que sucede es que le administré su misma medicina.

Jaime Campmany

El Análisis

USAR AL PADRE PARA APORREAR AL HIJO

JF Lamata

Hacía tiempo que el Sr. Campmany dedicaba columnas a meterse con el Sr. Polanco y, en aquel año 97, ambos trasladaron parte de sus problemas a los tribunales al demandarse mutuamente por el ‘caso Sogecable‘. El Sr. Polanco no era columnista, pero tenía muchos columnistas en sus filas, entre los que se encontraban los Sres. Tusell y Haro Tecglen.

En su réplica el columnista de ABC hace una clara diferencia entre ambos, al Sr. Haro le considera malo, pero le reconoce talento, mientras que al Sr. Tusell, le considera un tonto sin talento y recuerda cuando le llamó tonto intonso en LA HOJA DEL LUNES y, por error, salió tonto intenso. El Sr. Tusell le recuerda su trabajo en la dictadura franquista en el Sindicato del Espectáculo y el Sr. Tusell le recuerda que ahí también andaba su padre D. Jordi Tusell, aunque erróneamente lo llama Luis. Usar como argumento al padre para aporrear al hijo es, en principio, penoso, pero si su objetivo era mosquear al Sr. Tusell lo consiguió, dado que replicó en otro artículo posterior en abril, ‘Defensores del Pueblo‘.

J. F. Lamata