5 abril 1993

El cantante pide ante las cámaras de ANTENA 3 TV que le quiten el carnet de periodista

Jaime Campmany bautiza a María Antonia Iglesias (TVE) como ‘La Albondiga’ en su revista ÉPOCA causando una protesta de Sabina

Hechos

El 5.04.1993 el director de la revista ÉPOCA, D. Jaime Campmany dedicó su artículo en esa publicación a Dña. María Antonia Iglesias, a la que calificó de ‘albóndiga’.

Lecturas

El Director de la revista Época, Jaime Campmany Díez de Revenga publica un artículo el 5 de abril en el que califica a la Directora de Informativos de TVE, María Antonia Iglesias González como ‘la albóndiga’.

EL ARTÍCULO DE CAMPMANY:

 

JOAQUÍN SABINA PIDE QUE ‘LE QUITEN EL CARNÉ DE PERIODISTA’

joaquin_sabina_1993 El cantante D. Joaquín Sabina aprovechó una intervención en ANTENA 3 TV para aludir al artículo del Sr. Campmany contra Dña. María Antonia Iglesias en ÉPOCA, texto que calificó como ‘una absoluta canallada’ y opinió que ‘los carné de periodistas había que quitarlos en esos casos’. Ninguno de los periodistas presentes (ni la presentadora Dña. Mercedes Milá o los tertulianos D. Iñaki Gabilondo del Grupo PRISA o D. Carlos Carnicero del Grupo Zeta) plantearon ninguna réplica a lo manifestado por el Sr. Sabina.

 

05 Abril 1993

A María Antonia Iglesias

Jaime Campmany

Leer

Mire usted, colega, está usted desmadrada, hija. Desde que sus amos, los socialistas andan de capa caída se le están abriendo a usted las carnes, que gracias a Dios no le faltan a su merced, y ya no sabe usted qué hacerse para sacarlos del pozo.

Hace unos días cogió usted las cintas del abucheo de los estudiantes a nuestro señor, don Felipe, que dios guarde, en la Universidad Autónoma. “Pero ¿qué es eso?” debió preguntarse para sus anchos adentros. “¿Cómo se atreven esos chiquilicuatros, sopistas y bachilleres de tres al cuarto, a vapulear y darle masculillo verbal a esta lumbrera europea, a este estadista providencial? ¿Se puede aguantar esto? ¡A ver el lápiz rojo! ¡Que resucite aquella Dama de Negro llamada Doña Censura! Volvamos a los tiempos del Paseo de la Habana y vuelta a empezar”. Y tomando las tijeras en sus manos gordezuelas, manos de confitera de heñido y amasijo, le extirpó su excelencia albondiguísima el sonido a la cinta.

“Aquí no gritan ni los grajos”, ordenó con voz rotunda, como salida de las cavernas de la tierra. Y entonces apareció el discurso de don Felipe, fluido como un arroyuelo, cantarín, claro, ameno, riente, magistral. No parecía sino que el señor presidente del Gobierno, cuya inapreciable vida guarde Dios muchos años, estaba hablando a un rebaño de corderitos, a un coro de querubines silenciosos y embelesados, a un concurso de jóvenes embobados y en levitación mística, arrobados, rendidos y fervientes. A todos los escándalos, protestones, descarados y alborotadores se les ha callado la boca. Ha bastado con meterles una albóndiga en la boca.

No se escucharían, como antes, aquellas voces del 82, música popular que acompaña al genio hasta la Moncloa. “Felipe, capullo, queremos un hijo tuyo” que cantaban por las calles y en las salas del mitin las mozas del partido. Aquellas que se encendían de amor sobre su nombre, esas no volverán. Bueno. Pues ¡ellas se lo pierden! Pero protestas, no. ¡Protestas contra Felipe no las verán nuestros ojos en la pantalla de Televisión Española mientras la Albóndiga sea la Albóndiga y esté donde la puso el amo! La Albóndiga, en caso de necesidad, echará toda la carne en el asador. “¿Toda la carne dice usted? ¿Pero toda, toda, toda?”. “Sí señor. Toda. Sin dejar ni un rollo de manteca”.

Pues nada, a rendirse.

Jaime Campmany