16 abril 1993

Jiménez Losantos es asesor y apoyo mediático del Partido Popular y de su candidato José María Aznar en estas elecciones de 1993

Jiménez Losantos critica a los columnistas de prensa que meten miedo contra la derecha como ‘Cándido’, Umbral o Martín Prieto

Hechos

El 16.04.1993 D. Federico Jiménez Losantos publicó el artículo ‘La Izquierda Sempiterna’.

Lecturas

En campaña electoral D. Federico Jiménez Losantos, a través de artículos en ABC el 16 de abril y el 9 de mayo lamenta que haya columnistas que apoyen al PSOE en lugar de al PP citando a José Luis Martín Prieto (Diario16), Javier Pradera Gortázar (El País), Francisco Pérez Martínez “Francisco Umbral” (El Mundo), Manuel Hidalgo (El Mundo), Manuel Vicent (El País) y Carlos Luis Álvarez Álvarez ‘Cándido’ (El Mundo).  De los aludidos sólo repicará Cándido Luis Álvárez Álvarez el 17 de abril. Martín Prieto califica el día 30 a Jiménez Losantos que, aunque fuera atada durante semanas ante TVE ‘saldría corriendo a votar al PP’.

15 Abril 1993

Aznar

Francisco Umbral

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Estamos en la precampaña de la precampaña y el señor Aznar ya ha empezado a disolverse, que es un disoluto. Dice que González le debe el ser presidente al dinero de Filesa. Demasiado, cuerpo. O sea que, según Aznar, el PSOE no existe, un siglo de luchas socialistas, en las que el pueblo se reconoce, no existe. La hasta ahora sólida y bien trabada estructura del partido gobernante, no existe. La cualidad política y personal de González no ha existido nunca, ni su tirón con las masas. Sólo ha existido Filesa: Decir estas cosas es tanto como insultar a los españoles, llamarles tontos o frívolos. Gracias a Filesa, quizá, el PSOE hizo, en el 89, una campaña con más colorín, como la hizo el PP, gracias a quien sea. Si ocurre que las elecciones se ganan sólo con dinero, como parece insinuar Aznar, el PP no ha carecido de dinero (es el partido de los ricos), y sin embargo no ha ganado, o sea que lo que le falla es otra cosa. A lo mejor lo que le falla es él mismo. Aznar también ha deslegitimado la validez de aquellas elecciones. No es por ahí, no es por ahí. El PSOE y González están en su momento más bajo, pero si empezamos a decir bobadas y a tirar a las avutardas, le hacemos el juego al Gobierno. Ignorar la noción histórica de socialismo para explicar la victoria socialista por Filesa es como si los socialistas ignorasen que Aznar viene de Don Pelayo, cuando está tan claro que Aznar viene de Don Pelayo y de Covadonga. El líder de la derecha anda por ahí muy puesto y. la corbata se le ha llenado de gaviotas, como si fuera un barco bacaladero. Cuevas, el empresario de los empresarios, ya ha enseñado la patita por debajo de la puerta, o sea que puede ganar el partido de los ricos y eso le tiene muy facundo, mayormente porque de momento nos hemos cargado la Ley de Huelga, que, siendo flojona, le parecía revolucionaria, jacobina y menchevique. Julio Anguita sostiene que PSOE y PP lo pactan casi todo. No sé, pero desde luego esa ley está o estaba un poco pactada. Es lo que pasa cuando la derecha se encampana en este país: que van a por todas, no tienen paciencia ni prudencia, hala, en mogollón, y venga de decir cosas. El PSOE ganó las elecciones del 82, llegó al poder sin Filesa y sin televisión. El PSOE es algo más que Aída Alvarez. Lo que ha dicho Aznar es como decir que en España nunca ha habido izquierda o que la izquierda es espuria, que diez millones de españoles y sus familias se han equivocado repetidamente, que este país es tonto. Pero ¿cómo iban a votar a la derecha después de medio siglo de franquismo? El subconsciente y la cosa freudiana, hombre, han traicionado a Aznar. Según el pensamiento tradicional, conservador y reaccionario, España es de derechas, la nación es nacional, y todo lo que ha sido progresismo, libertad, igualdad, izquierda, realmente es la Antiespaña, el anticuerpo, o no existe. Aquí al rojo siempre se le ha visto como extranjero, judío, forastero, intruso, y Aznar vuelve sobre esta anciana postura negando la realidad socialista en nombre de Filesa. El dinero le hace tanta falta a González casi como a él, pero González era mucho más que su dinero y que su partido, mientras que Aznar es un poco menos. Luego está lo de la tele. La oposición se pasa todo el rato pidiendo debates televisivos con el presidente y, ahora que van a ser posibles, Aznar dice que él no va a Televisión Española. ¿Acaso las otras son neutrales? No. Sabemos que cada una tiene su coloración, como cada periódico. Así es la democracia y en esa jungla hay que moverse. Aznar está empezando a ponerse caprichosito. Gran movilización de la derechona en estos días, con estandartes y confaloneros. Lástima que los empresarios no se callen un poco. Aquí lo que pasa es que con Felipe González estamos cabreados, pero con la derechona tenemos miedo. Y eso es peor.

16 Abril 1993

La izquierda sempiterna

Federico Jiménez Losantos

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Algunos se creían que cuando el PSOE entrase en barrena, cosa que ya ha sugerido, la opinión de izquierdas agradecería mucho que hubiese una alternativa de derechas, centrada, democrática, educada, aseada y laica. Como vengo diciendo hace años que nuestros intelectuales son típicamente caribeños con una inclinación colectivista y una tentación totalitaria que tiran de espaldas, y que en ellos priva esa especie de espíritu de secta que unos llaman progresía y otros izquierdismo, está claro que no me sorprende la reacción de algunos de nuestros más brillantes columnistas y hacedores de opinión que, ahora que Aznar se perfila como alternativa posible, se han acordado de golpe que la Derecha es indeseable.

Y cuando digo, y dicen, Derecha, no me refiero a la que pueda presentar aún resabios de autoritarismo, siempre menores al lado de los resabios totalitarios de un Julio Anguita, por ejemplo, que sueña en voz alta con la resurrección del comunismo. La derecha que realmente les saca de quicio es esa liberal y democrática, moderada y laica. Porque mientras puedan exhibir el espantajo del franquismo, neofranquismo o retrofranquismo, nuestros talentos zurdos se sienten cómodos en sus dogmas apantuflados. Cualquier cosa, dicen, antes que volver al pasado. Pero antes una derecha que no se parezca al franquismo y que pueda ganar las elecciones, ante la mera hipótesis o posibilidad de esa derecha, se echan a temblar, porque entonces la izquierda, o sea, ellos, es el pasado. Y esa conciencia de verse en trance de jubilación, a la vez teórica y práctica, los pone a cien.

Por eso, los brillantes mantenedores de la opinión de izquierdas, los Martín Prieto, Umbral, Cándido, Manuel Hidalgo y otras ilustres y admirables plumas, han descubierto de pronto que la derecha da miedo. Sí, sí, después de lo del GAL, de lo de Juan Guerra, de lo de Ibercorp, de lo de Filesa, resulta que les preocupa mucho lo que pueda hacer la Derecha con ese panorama de bienestar y libertades que nos ofrece la izquierda en su año onceno de mayoría aplastante. «Aquí lo que pasa es que con Felipe González estamos cabreados, pero con la derechona tenemos miedo. Y eso es peor», dice Umbral. ¿Miedo a qué? No será a la derecha que representa Aznar, la misma que representó UCD en su día, que trata a los intelectuales progres con una beatería complejada muy propia, esta vez sí, de la derechona frente a la izquierdaza. No me creo yo que Umbral ni nadie de la secta le tenga miedo a un Gobierno del PP, y menos a José María Aznar. Hay muchos chicos de Gënova, 13, y no digamos chicas, que a lo que quieren es que la izquierda intelectual y periodística los trate. Vamos, lo de UCD con EL PAÍS hasta el 82. ¿Dónde está, pues el peligro?

El peligro está en que, después de la caída del socialismo real, de los principios económicos colectivistas y de la verborrea política tercermundista, se les venga abajo, también aquí, la ideología fáctica de la legitimidad, del poder intelectual y político. Lo temible es que después de que sus ideas se hayan mostrado como basura, todo lo históricamente acreditada que se quiera, pero basura al fin, se compruebe también que como administradores del Estado son una nulidad, y que cualquiera, sin necesidad de ser un genio con cuatro ideas claras sobre la sociedad actual, puede relegar a la política y a los políticos de izquierda al ostracismo por una larga temporada.

La izquierda ya no tiene ideas y ha perdido los principis. Sólo le queda el poder, que en España siempre es político, y ante la posibilidad de perderlo, sus intelectuales tienen mucho miedo. Pero no es a los otros. Es a ellos mismos. No temen a la derecha eterna como dicen. Temen por la izquierda sempiterna. Sospechan por quien doblan las campanas. Yo, en cambio, temo que sus temores sean infundados.

Federico Jiménez Losantos

17 Abril 1993

Miedo

Carlos Luis Álvarez 'Cándido'

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Federico Jiménez Losantos, a su manera tensa y nítida, achaca a algunas personas (me incluye) el haber descubierto ahora el miedo a la derecha. Cuando se abre el periodo electoral y el PSOE está en entredicho recordamos el fantasma de la ópera. El coco usado como argumento disuasorio. Hablo por mí. Yo no tengo miedo a la derecha de Aznar, de Alvarez Cascos, de Javier Arenas, de Isabel Tocino. Conforman una derecha progresista, con dotes de modernidad. Pero son tal vez una película demasiado delgada para resistir más tarde el géiser de una derecha fundamental y maciza no sometida después de la muerte de Franco al psicoanálisis del fuego. Así que el fantasma de la ópera existe. No digo que haya afinidades o elementos ocultos de continuidad entre la cúpula del Partido Popular y esa derecha que nunca creyó en su culpa política, y que por el aspecto conciliador de la transición conservó vivas sus posibilidades especulativas y funcionales. No. Pero los síntomas de que se cree reivindicada con el ascenso de Aznar son evidentes. La naturalidad con que Torcuato Luca de Tena y Ricardo de la Cierva han reproducido una situación de Cruzada en el episodio Alberti; la imperturbabilidad con que Alvarez del Manzano ha nombrado al general Fernández-Monzón inspector jefe de la Policía Municipal o lo que es casi una proclama de jefes militares sobre la «conciencia nacional», el «antimilitarismo con ideas pacifistas y ecologistas», el «desarme moral», «el separatismo», son hechos de ahora, actitudes que han visto la oportunidad de mostrarse. No es miedo a la derecha de Aznar, es miedo al vendaval sobre el que parece estar sentado y cuyas primeras ráfagas ya advertimos. ¿Cómo no tener miedo a esa derecha que espera, que puede destruir la imagen de Aznar y tomar la suya propia?

30 Abril 1993

Periodistas en cólera

Martín Prieto

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Para nada soy eso que se entendería un optimista periodístico del que sería paradigma un querido colega que a la laegría por su trabajo une el voluntarismo que ha deparado algunas de las mejores páginas impagables del periodismo epsañol en tres diarios. Pero es que yo, perro viejo, estoy convencido de que sí, ¡qué sé yo!, si al primo de Juan Guerra le atas con cadenas a una butaca y le lees de corrido todos los editoriales de EL MUNDO de un mes, cuando les liberes seguirá votando socialista. Y la viceversa. Sujétenme con mantas y frazadas a Federico Jiménez Losantos ante la primera cadena de TVE durante semanas y, en cuanto le sueltes la camisa de fuerza, saltará corriendo buscando un colegio electoral para votar por el PP. Lo que pasa es que los periodistas somos unos engreídos que pensamos que influimos mucho y a lo más que llegamos es a cabrear inútil y banalmente a los que discrepan de nosotros.

Martín Prieto