8 abril 2001
La polémica se produce en medio de los rumores sobre la relación de Felipe de Borbón con la noruega Eva Sannum
Jaime Peñafiel (EL MUNDO) reprocha a Juan Manuel de Prada (ABC) que aleccione al príncipe Felipe sobre su elección de esposa
Hechos
El 8.04.2001 el diario EL MUNDO publicó un artículo de D. Jaime Peñafiel en respuesta a otro artículo publicado por D. Juan Manuel de Prada en el diario ABC.
02 Abril 2001
Amor real, amor fingido
08 Abril 2001
La profesionalidad
En un artículo, publicado el pasado lunes en ABC, Juan Manuel de Prada, ese enfant terrible de las letras españolas, al menos eso pretende, reconocía que acababa de convertirse en un «filípico» (?) convencido. No por sentimiento ni por la buena imagen del Heredero, como hombre serio, sensato y responsable que «pretende ganarse el puesto todos los días», sino porque Su Alteza Real «apartó de las solapas de mi chaqueta los churretones de cera» que la caída de un candelabro le produjeron después de una cena con el Príncipe Felipe. ¡Ay de esos conversos que lo son porque el Rey les ha saludado, dándoles no la mano sino apretándoles el antebrazo! Y no digamos si posa su real diestra en tu cogote. ¡Juancarlista para toda la vida!
Pero lo que más me ha sorprendido del artículo de De Prada ha sido su ataque y descalificación a los que defienden la «profesionalidad» de quienes, por vía de consorte, pueden convertirse en miembros de la Familia Real. Posiblemente, Juan Manuel, a quien admiro como escritor y articulista, se olvida que el dichoso término «profesional» lo acuñó Su Majestad el Rey cuando José Luis de Vilallonga le preguntó, en el transcurso de las charlas con el Soberano para el libro biográfico El Rey: «Señor, ¿cómo definiríais a la Reina en pocas palabras?». «La Reina es una gran profesional, una gran, gran profesional. Lleva la realeza en la sangre», respondió Don Juan Carlos. «¿Qué significa profesional exactamente?», inquirió el autor. «Significa que se toma su oficio muy en serio y Dios sabe que no es un oficio descansado… Doña Sofía nunca olvida que es la Reina… No basta con subirse a un pedestal para inspirar respeto».
Doña Sofía respondió a ese calificativo del Rey y esposo con estas palabras, en el libro La reina: «Si con esa definición se habla de una dedicación, de echarle horas, de prepararse los temas, entonces sí me considero una profesional… y serlo, ser Reina, te obliga al servicio y te obliga al sacrificio. Servicio y sacrificio».
Falta de profesionalidad.
Casualmente, casi coincidiendo con el artículo del estimado compañero, se publica una noticia que demuestra cómo la falta de profesionalidad ha colocado a una joven, incrustada por matrimonio en la familia real británica, al calificar ésta a su suegra la reina Isabel de «vejestorio»; a la reina madre «de esa vieja»; al jefe del Gobierno, Tony Blair, «de ser demasiado presidencial»; a su esposa Cherie de ser «una mujer absolutamente fea» y «deforme» al jefe de la Oposición, William Hague. La opinión pública ha visto con horror cómo Lady Di aparece reencarnada en la irresponsable Sofía Rhys-Jones, condesa de Wessex y esposa del príncipe Eduardo, que no ha dejado títere con cabeza. Estimado Juan Manuel de Prada, exigir a un miembro de la familia real, cualquiera que sea esta familia, un mínimo de «profesionalidad» no es pedirle «sea farsante», para ti sinónimo de profesional, sino la obligación de asumir que el hecho de ser nuera o hija política del rey o de la reina no es un privilegio sino una servidumbre, no un regalo sino un sacrificio.
Por último, no se trata de que «el Príncipe tiene que comportarse como un profesional al elegir su amor», nadie lo ha dicho sino que la mujer de la que se enamore y a la que enamore (pasaron los tiempos en los que los príncipes y plebeyos elegían como si estuvieran en el salón) lo sea. No sólo que lo parezca. Profesional como Doña Sofía. Profesional de la cosa real amén de mujer, esposa y madre, en su día. Y una aclaración por si tienes alguna duda.No soy moscón dinástico sino juancarlista que aspira a convertirse el día de mañana en felipista que no «filípico». Y, como tú, también deseo que el Príncipe se case enamorado. Siendo así, muchos matrimonios acaban como acaban, si no lo están, el fracaso está cantado.