4 diciembre 2007

Joan Ferrán (Portavoz adjunto del PSC) arremete contra TV3, CATALUNYA RADIO y Antoni Bassas: «Hay que arrancar la costra nacionalista»

Hechos

El 4.12.2007 el diario EL PERIÓDICO DE CATALUNYA publicó una entrevista a D. Joan Ferrán, portavoz adjunto del PSC.

Lecturas

ATAQUE DIRECTO A BASSAS:

«…Hay algunos gurús mediáticos al frente de programas de máxima audiencia que no informan; editorializan. Confunden sistemáticamente información y opinión; su opinión. Usan las emisoras a su antojo, como si fueran su púlpito particular, lanzan soflamas, llaman a la gente a manifestarse contra esto o lo otro. Cuando un director de programa pronuncia arengas como las que se oyen a primera hora de la mañana en CATALUNYA RADIO…» (D. Antoni Bassas es el conductor y locutor estrella de las mañanas de CATALUNYA RADIO).

04 Diciembre 2007

"Hay que arrancar de Catalunya Ràdio y TV3 la costra nacionalista"

Joan Ferran

Entrevista de Luis Mauri

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El diputado socialista Joan Ferran ha acusado en el Parlament a TV-3 de ser la televisión pública más antigubernamental de España. En esta entrevista agrega que no reclama una televisión gubernamental, «pero sí neutral, objetiva, plural, informativa y sin sesgo partidista». Para ello, concluye, «hay que arrancar la costra nacionalista de las emisoras de la Generalitat».

–¿Cuando dice antigubernamental quiere decir antisocialista?

–Antigubernamental a fuer de antisocialista. Yo no me quejaría de una televisión que fuera crítica a partir de la neutralidad y el equilibrio. Pero TV-3 no es crítica; es despiadada con el Govern. Prioriza, magnifica y retuerce la información en contra del Ejecutivo. Amplifica los conflictos y minimiza las noticias positivas sobre el Govern.

–Hace cuatro años que la corporación que reúne a las emisoras de la Generalitat está dirigida por un exministro socialista, Joan Majó. ¿De qué se queja el PSC?

–Majó ha hecho un excelente trabajo económico, pero no ha acertado en lo político. No ha logrado hacer unas emisoras independientes que ofrezcan información neutral, equilibrada y sin tendenciosidad.

–Majó aspira a seguir en la nueva corporación…

–Si hay que hacer colada nueva, no tiene mucho sentido que él siga.

–¿Cuál es la causa del problema que usted denuncia?

–La fuerte inercia del cuarto de siglo que gobernó Jordi Pujol. Los nacionalistas crearon las emisoras y las dirigieron durante muchísimos años con el objetivo no de informar a los catalanes, sino de construir la patria. Una patria nacionalista, por supuesto. Pero en Catalunya no todo el mundo es nacionalista. Queremos una televisión y una radio públicas en catalán, nacionales, pero no nacionalistas. Que sirvan a todos los catalanes y se abstengan de hacer proselitismo soberanista y de construir patrias.

–¿Cree que eso lo suscribe ERC, miembro del Govern?

–La ley de medios audiovisuales que aprobamos hace dos meses establece cómo han de ser las emisoras de la Generalitat: plurales, de servicio público. Es decir, dirigidas a todos los catalanes, no solo a los nacionalistas o soberanistas o independentistas. Si no, las audiencias de TV-3 nunca subirán. Respeto profundamente la libertad de los profesionales de Catalunya Ràdio y de TV-3, pero algunos aún se ven arrastrados por la inercia de tantos años de pujolismo, por una visión sesgada del país. Hay inercias, grupos y sistemas de trabajo enquistados desde hace muchos años. Hay que arrancar la costra nacionalista de las emisoras. Lo mejor sería comenzar de nuevo, hacer tabla rasa del pasado; un reset, que se dice ahora. Las cargas sentimentales o ideológicas deben quedar para las secciones de opinión.

–¿Usted cree que eso es posible?

–No lo sé, lo admito. Pero con la nueva ley se empezará a respetar la pluralidad, la diversidad, la objetividad y el libre ejercicio profesional del periodismo. Se empezará a respetar la composición real del país. Hay que replantear el funcionamiento del ente, hay que hacer una nueva declaración de principios y un nuevo libro de estilo que velen por el equilibrio necesario, que pongan coto al lenguaje tendencioso y que arranquen esa costra nacionalista, que es lo que impide que tengamos unas emisoras plurales y equilibradas. Todo eso, insisto, con total respeto a la independencia de los profesionales.

–¿Puede definir esa costra de la que usted habla?

–Hay algunos gurús mediáticos al frente de programas de máxima audiencia que no informan; editorializan. Confunden sistemáticamente información y opinión; su opinión. Usan las emisoras a su antojo, como si fueran su púlpito particular, lanzan soflamas, llaman a la gente a manifestarse contra esto o lo otro. Cuando un director de programa pronuncia arengas como las que se oyen a primera hora de la mañana en Catalunya Ràdio disfrazadas de información confunde a sus oyentes, que creen que lo que reciben es información. En una emisora pagada con el dinero de todos los ciudadanos, los que son nacionalistas y los que no lo son, esto es intolerable, por más que el locutor sea una estrella del star system engordado en el último cuarto de siglo. No veto la opinión, pero esta debe estar claramente diferenciada de la información e ir contrapesada con opiniones de signo diverso.

–¿Gurús? ¿A quién se refiere?

–He definido el pecado; no hace falta nombrar a los pecadores. Pero creo que he sido elocuente. Igual que un político puede ser censurado por sus palabras o sus actos, un comunicador no es intocable. Si es tendencioso, debe ser criticado. Sé que esto me costará la animadversión de muchos y seguramente el castigo correspondiente.

–CiU asegura que las quejas del PSC son una treta para presionar a los profesionales de Catalunya Ràdio y TV-3 cara al periodo electoral que ahora comienza.

–Eso es falso, y los convergentes lo saben. No denuncio vaguedades.

–¿Puede concretar, entonces?

–Le pondré algunos ejemplos. Hace unos meses pudimos ver un reportaje sobre Terra Lliure con un lenguaje y una selección de entrevistados clamorosamente tendenciosos. O los programas de viajes de un popular presentador, que desliza siempre que puede su óptica independentista. O algunos informativos que, en lugar de informar con rigor de la manifestación del sábado pasado, prefirieron dedicarse a caldearla, a publicitarla gratuitamente desde una semana antes. ¿Hace falta que siga?

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–Por favor.

–En las emisoras de la Generalitat no existe España. La palabra España, un concepto real, vigente y que todo el mundo entiende, es excluida y sustituida siempre por Estado o cualquier eufemismo o elipsis. Las emisoras públicas no pueden reducir su lenguaje al de la cosmovisión nacionalista. Deben emplear el lenguaje útil de los ciudadanos, de todos los ciudadanos. Eso por no hablar del mapa del tiempo, en el que es sencillo saber si lloverá en Alicante, lo que encuentro perfecto, pero difícil saber si lucirá el sol en Fraga, a 30 kilómetros de Lleida, o en Madrid, a una hora de vuelo de Barcelona. ¿Y las tertulias? Es inaceptable que en una mesa de cinco tertulianos, tres o cuatro sean soberanistas. Es un reduccionismo endogámico intolerable. El país es mucho más que eso. TV-3 no puede ser como la televisión de Flandes, dirigida exclusivamente a los flamencos.

09 Diciembre 2007

Una nación no es solo de nacionalistas

Enric Hernández

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Conocido es el corporativismo que caracteriza al periodismo, que esta semana ha resurgido en respuesta al socialista Joan Ferran y sus reflexiones sobre la «costra nacionalista» de los medios de comunicación de la Generalitat. Lo cierto es que el portavoz adjunto del PSC en el Parlament ha levantado ronchas en la profesión, que básicamente le ha formulado tres reproches: el lenguaje empleado, el propósito intervencionista que oculta y, cómo no, la voluntad de desnacionalizar TV-3 y Catalunya Ràdio. Pues bien, sin ánimo de vulnerar el viejo mandato gremialista –«perro no come carne de perro»–, permítaseme abordar el debate sin el apasionamiento de quien se aferra a su poltrona comunicativa o a su bien remunerada tertulia.

Vaya por delante que los políticos, de derechas o de izquierdas, españolistas o nacionalistas periféricos, son por definición insaciables en su relación con los medios de comunicación: toda crítica es injusta, todo elogio es insuficiente. Los ministros se quejan de que TVE no publicite su gestión; los consellers de CiU achacaban veleidades socialistas a cierto presentador de TV3; y, ahora, el PSC se escandaliza de que las emisoras de la Generalitat alienten una marcha soberanista. Nada nuevo bajo el sol, pues. Acaso, que un partido en el Govern, Esquerra, y otro en la oposición, CiU, coincidan en defender la neutralidad de los medios públicos. ¿Sospechoso, no?

Porque, aunque el léxico de Ferran no fuera el más adecuado, ¿alguien ha negado la preponderancia del discurso nacionalista, cuando no independentista, en las emisoras públicas catalanas? En absoluto. Más bien al contrario, puesto que muchos la han justificado con un argumento falaz que les delata: si el Estatut reza en su preámbulo que Catalunya es una «nación», los medios propiedad de la Generalitat deben ser por fuerza «nacionales». Y hete aquí la (siempre interesada) confusión: ¿acaso nacional es sinónimo de nacionalista? Salvo que se persiga una nación étnicamente pura y monolingüe, tan nacional debe ser considerado el castellanohablante que no vota en las autonómicas como el patriota que solo habla catalán y se manifiesta por el dret a decidir.

Los periodistas debemos reflejar la Catalunya real, que es plural: la de quienes se sonríen con el humor político del Polònia y la de los que, en similar número, se carcajean con españoladas como Escenas de matrimonio. Pero ese deber es aún mayor para los medios públicos, que, siendo sufragados por todos, no pueden dirigirse solo al convergent emprenyat, más dolido porque ya no mandan los suyos que por los fallos de Cercanías. TV3 ya cedió el liderazgo de audiencia a la muy española TELECINCO, y ANTENA 3 le pisa los talones. Si no rectifica, el apelativo de nacional será puramente honorífico.